Dejo salir un suspiro que al moreno le sonó algo lastimero, tomo un poco de aire y prosiguió.
-Duele sabes, duele mucho darse cuenta-
No sabia que decir solo estaba ahí congelado, nunca creyó que aquel valeroso muchacho pudiera pasado por algo tan horrible, mucho menos siendo apenas un niño.
-¿Qué hicieron…?- dijo apenas audible el moreno.
-Cuando el hombre que se había marchado a investigar sobre mi procedencia, regreso, pude escuchar como les gritaba, estaba casi inconciente, pero aun así pude percatarme perfectamente que tenia miedo por lo que me habían hecho, cuando volví en mi, desperté en medio del bosque, tenia puesta la capucha en mi cabeza, espera largo tiempo, temía que estuvieran observándome y me hicieran algo si la sacaba. Al final tuve valor, la quite, estaba solo, entonces recordé la discusión de esos hombres, debían haberles pagado mi rescate, debía esperar por mi familia en ese lugar, pero se hizo de noche y ellos otra vez me olvidaron. Me levante y comencé a caminar sin rumbo fijo, tarde varios días en llegar al castillo, tenia frío, hambre, me sentía sucio, quería consuelo de mis seres queridos, deseaba escuchar que todo estaría bien, que me vengarían, pero en cambio me encontré con un Gwendall furioso, que no tardo en llevarme con madre-
Los gritos se podían escuchar por todo el pasillo, tío Walterona amenazaba con nunca dejarme volver, madre con exiliarlo por amenazar al maou, cuando me vieron se abalanzaron sobre mi, tuve miedo, no quería que me tocaran, estaba seguro que lo notaria, pero luego del alivio comenzaron nuevamente los gritos. No podía decirles, ellos me gritaban pidiéndome explicaciones, peleaban entre si, quería llorar pero las lagrimas no aparecían, lo deseaba tanto, finalmente les dije que me había caído, el caballo escapo, me alimente de lo que encontré por el camino y me vine caminando hasta casa. Tanto Aniki como tío se sintieron orgullosos por lo que escuchaba, madre era la única que seguía molesta. Como podía contarles la verdad, me hubieran visto como basura, me odiarían por lo inútil que fui, claro que lo harían, los conocía.
Wolfram seguía perdido en sus recuerdos, mirando el horizonte, mientras Yuri tragaba con dificultad tras escuchar el doloroso relato de su amigo. No podía culparlo por odiar aquellos hombres, comprendía bien porque su aberración hacia los medio mazokus, pero también se alegraba de que lo hubiera superado.
-Estoy sucio, tu lo notaste verdad, doy asco-
-Wolfram no, no digas eso- dijo con tono angustiado al joven.
-No mientas, es obvio que es así, por eso me odias, por eso no me amas-
-No es por eso, te lo juro- contesto el moreno que veía como el rubio miraba el suelo.
-Lo entiendo, hasta yo siento asco y odio hacia mi propia persona, tampoco eres el único- dijo mostrándole una sonrisa dolida.
El joven rey no sabia que hacer o decir, quería ayudar al rubio, pero no sabia como, quería reconfortarlo pero como.
-Pensé que eras diferente, creí que me salvarías, que entupido, verdad-
Que podía decir, las palabras no salían de él, aunque lo deseaba, diablos porque tenía que ser un enclenque, inclusive en ese momento.
-Eres igual a ellos, vete- le dijo volviéndose nuevamente a la ventana.
-¡No me compares con esos animales!- ahí estaba, al fin logro pronunciar mas de una palabra. Debía decir algo más y pronto, su amigo lo necesitaba.
-¡Vete!- grito molesto respirando profundo.
-¡No!-
-Heika le recuerdo que debo partir temprano el día de mañana, el camino hacia la frontera es largo y complicado, necesito descansar, así que le agradecería me dejara descansar-
El moreno no podía moverse, tenia las piernas congeladas, deseaba tanto consolarlo mas no sabia como.
-No necesito su lastima- le recrimino el demonio.
Entonces el rey comenzó a sentir como sus piernas antes inertes se movían hacia la entrada del cuarto pero justo cuando toco el pomo de la puerta le escucho pronunciarse por última vez.
-No se atreva a contárselos, si lo hace, negare todo, recuerde bien con quien acaba de hablar-
-No lo are- dijo en un susurro antes de marcharse.
Estaría mintiendo para hacerlo sentir mal, pero su historia, no Wolfram no se atrevería a llegar tan lejos para castigarle, aunque había que admitir que su amigo cambio tras el rompimiento de ese maldito compromiso que nunca debió ser.
Le hubiera agrado ir por Conrad, hablar con el, contarle lo que escucho, como podría, prometió no hacerlo, no podía romper su promesa y si usaba como ejemplo un amigo de su mundo, sentía como un nudo se le formaba en la garganta, se sentía tan impotente, ni siquiera había podido consolarlo, el era la única persona que sabia ese triste secreto que le carcomía el alma al demonio y no pudo hacer nada para consolarlo.
Deseaba dormirse pronto, la oscuridad inundaba el cuarto corrompiendo su tranquilidad, la odiaba, le temía, le traía de regreso aquel pasado que deseaba con ahínco olvidar.
Suspiro con fuerza, abrió los ojos para percatarse que era peor, pudo ver reflejado un rostro conocido, pudo llorar pero ya no más, estaba cansado de hacerlo cada vez que le veía. Tanto tiempo había estado a salvo junto a su prometido, que le había olvidado, tembló de terror la primera noche solo, quiso ignorarlo pero nada servia, cada vez aparecía con mayor fuerza apresándolo en sus sueños, torturándolo, violándolo, recordándole que no era mas que basura.
-¡Vamos hazlo, que esperas!- grito entre sueños.
-¡Hazlo, no te tengo miedo!-
Sentía lagrimas caer, regresaron pensó respirando agitado.
-¡Que esperas cobarde!- le gritaba entre sollozos.
Vio como se posaba sobre él con un objeto brilloso, no iba a gritar, aguantaría, lo haría sin importar lo que ocurriera.
Dolor, un fuerte, quemante, punzante dolor, su pecho se despedazaba, sentía la humedad en este, chorros de un liquido olor a cobre salía de el, nada podía hacer para evitarlo, moría, pero no le importaba, podría descansar, por fin podría hacerlo.