Y cuando un corazón herido se recupero para olvidar a un amor sincero.
Si hubo algo en la niñez de Wolfram Von Bielefield que siempre logro dejar con la boca abierta a sus cercanos, no tan solo por los acidos comentarios dichos a tan tierna edad o por sus actos tan temerarios impropios para un niño, fue el hecho de que una vez sacado de sus errores e intentado corregirlo llegaban a la conclusión de que era como si se hablara con una pared, porque a las pocas horas volvia a hacerlo, por tanto aquello que presenciaban en esos precisos momentos no les asombraba en lo mas minimo. Lamentablemente para cierto moreno aquello si era una sorpresa de letras mayusculas, aun mas cuando hacia un par de meses habia dado una lucha incansable para re conquistar el corazon del mazoku de fuego.
-Imposible…esto no puede ser…dime que no es cierto- Una mano se poso en su hombro de tal forma que le pedía tener valor.
-Heika, lo siento-
-Porque Conrad, porque…que hice mal esta vez-
Un apesadumbrado moreno veía la escena desde el umbral del majestuoso castillo Pacto de Sangre, aun deseando que todo aquello no significara mas que un triste equivoco pero apenas se le cruzaba esto por la mente aquella infeliz tomaba el brazo de SU RUBIO y sin mayor recato le plantaba un beso en la boca mientras este se ponía rojo de la vergüenza.
-Dime Conrad, que hice mal esta vez, por favor, dímelo-
-Tranquilo Heika, se que es difícil pero debe tener valor-
Aquello no le agradaba lo mas minimo al castaño y no era porque su hermanito llegara con una hermosa joven, sino por las posibles consecuencias que esto podrían acarrearle al reino, si bien estaba conciente que el merecía ser feliz después de todo lo que habia sufrido, también sabia que Yuri no se quedaría de brazos cruzados, mucho menos después de haber demostrado lo que estaba dispuesto hacer para tenerlo a su lado nuevamente. Podía sentir como su poder estaba a punto de descontrolarse y eso no auguraba nada bueno, el Maou no debía presentarse solo por que el corazon del moreno estaba roto, no, el Gran Maou solo debía hacer acto de presencia para impartir justicia pero que podía hacer este si estaba ligado a un ser que añoraba desesperadamente lo que alguna vez tuvo y perdió por su necedad. El corazón humano podía ser muy complejo, el lo sabia bien al ser mitad humano y mas al haber convivido entre ellos, después de todo Mozokus y humanos no eran tan diferentes con lo que respectaba a sentimientos.
-A madre esto no le hará gracia-
-Por su puesto que no- contesto algo molesto un moreno a su General sin percatarse de que no se refería por la elección del menor de los hijos de Madame Cherry, sino por la fiesta que le habían impedido realizar.
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En cuanto le llego la noticia decidió que no podía quedarse en su hogar viendo como su oni-chan echaba a perder su vida por lo cual no tardo ni media hora en arreglar su equipaje y embarcarse en su carruaje. Apenas llego exigió verlo de tal forma que el inútil de Orcas no pudo mas que correr lanzando un grito despavorido después de recibida la orden y tenia porque hacerlo, su cara daba que temer, así lo constataría cuando se vio reflejada en un espejo espantándose de su propia imagen. Por Shinoun que su oni-Chan era capaz de envejecer a cualquiera con sus ocurrencias pero aquello era algo superior a cualquiera de sus cercanos y es que quien en su sano juicio llegaba a su hogar con…
-Elizabeth, bienvenida- la recibió solemnemente un rubio, mientras ella quedaba con sus pensamientos inconclusos y sin poder creer la cara de idiota que tenia.
-Wolfram-le llamo borrando cualquier suposición que tuviera en esos momentos de su querido amigo en cuestión-dime que no es cierto- dijo fríamente con cara de pocos amigos que el ni siquiera noto.
Una sonrisa como las de su niñez, aquellas que no presenciaba desde hacia años la dejo atónita, que había sucedido para que aquel rubio volviera a ser feliz, entonces la vio. Sin duda era hermosa, sin duda tenía gracia y sin duda le amaba, eso no se le veía a leguas, sino que se le sentía.
-Te presento a Aislinn Laurent-
Estaba a punto de hacer una reverencia cuando su amigo agrego lo que tanto ansiaba fuera solo un mal entendido pero no, lo que temía era realidad.
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Era cierto que no tenia nada porque reclamarle, el no le habia dado ninguna esperanza, desde un principio se negó hasta darle una mísera segunda oportunidad pero esto no hacia que su pecho doliera menos y por eso de alguna forma tenia que arrancar dicha agonía de este, aun si esto significara enfrentarlo y gritarle a la cara unas cuantas verdades. Entonces, porque si ya lo tenía justo frente a el no le reclamaba. Simplemente porque estaba hermoso, no, estaba deslumbrante y es que aunque no sonriera su alma reflejaba su felicidad de tal manera que a cada paso que daba, cada gesto que hacia, cada palabra que soltaba no hacia mas que hacerlo brillar y entonces no supo que decir mas que…
-Felicidades Wolfram, en hora buena- y aunque aquella sonrisa que esbozaba era la mas dolorosa que habia formado en su rostro no podía negar que la que estaba viendo por parte del rubio era la mas bella del mundo y por eso dolía aun mas.
-Shibuya, no me digas que pretendes quedarte de brazos cruzados-
Murata, su buen amigo ya se encontraba a su lado dándole consejos, intentando de subirle el animo de mil formas pero aquello era inútil, porque lo único que anhelaba lo habia perdido y ya no habia vuelta atrás para esto.
-Acaso pretendes darte por vencido tan fácilmente, vamos Yuri ese no eres tu-
-No puedo hacer nada, él…-
-Quien demonios eres y que hiciste con Shibuya he-
-Tú no entiendes-
-Que debo entender, que el llega con una fémina y tu te rindes, vamos, eres el maldito Heika, eres el Maou, mas importante aun eres Shibuya Yuri ¡El tipo que conquisto el corazon de un demonio con corazon de hielo! Y si eso no es merito para darle frente a lo que esta sucediendo y ponerte los pantalones he ir por quien amas entonces no se que diablos han hecho con mi amigo-
Le quedo mirando por un largo rato, momentos que se dedico a pensar que todo lo que le habia dicho, minutos en los cuales su amigo lo miraba atento exigiéndole una respuesta y teniendo en mente solo una, la realidad y esa era que lo habia perdido.
-El la ama-
-Shibuya, él solo esta confundido-
-Te equivocas, él la ama-
-No te dejes engañar, él a quien ama es a ti-
-No…eso no es verdad-
-Vamos solo estas dolido pero debes concentrarte, es ahora o nunca, debes…-
-¡No Murata!, ¡Entiéndelo no!, no voy a intervenir en la felicidad de Wolfram ya bastante daño le he hecho como para arruinarle su futuro.
-Su futuro, ¡que dices, si su futuro eres tu baka!-
-¡No, no lo soy!, ¡acaso no lo viste, acaso no les has visto junto!, ¡ellos se aman!, ¡se aman por un demonio y ni tu ni yo vamos a destruir su felicidad me entiendes!-
Por primera vez la reencarnación del Gran Sabio se quedo sin palabras y es que aquello no se lo veía venir, Yuri se daba por vencido, no podía negar que aquello no le agradaba pero tampoco que aquel moreno tenia razón y por ello en vez de avergonzarse por su acción se enorgullecía de esta. Si su amigo habia madurado y si alguna vez paso por su mente que el puesto de Heika le quedaba grande ahora su acto de nobleza eliminaba cualquier vestigio de duda de su mente.
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La celebración dada aun en contra de la voluntad del mazoku de fuego causo un gran revuelo, si bien solo habían asistido los nobles mazokus junto con sus familias y no los reyes de otras naciones como hubiese deseado su madre la fiesta fue en grande tal como lo eran siempre que la ex Maou estaba a cargo. Todo parecía perfecto empezando por los majestuosos arreglos florales, hasta por los fabulosos regalos dados a la feliz pareja, hasta la misma repetición de la boda que según la joven pareja fue mucho mejor que la primera. La felicidad se podía respirar en el aire con tan solo verles y cada miembro de la corte de los demonios se veía complacida por el matrimonio del hijo menor de la ex Maou con excepción claro esta de uno solo. En una esquina oculto entre las sombras un moreno les observaba atentamente, desde que repitieran el dichoso si que según ellos habían dado ya hacia dos meses, hasta la dichosa escena en la cual compartían la obligación de cortar la gran torta matrimonial pero aquello no habia sido nada comparado con la horrible sensación que nació en su pecho al verles besarse. Desde ese momento un dolor aberrante se apodero de su pecho produciéndole un desagradable sabor de boca que poco a poco comenzó a desgarrar su garganta y a escocer sus ojos, el no deseaba opacar ese feliz momento, no deseaba que su pueblo recordara como fatídico el día que debía considerarse el mejor en la vida de Wolfram pero como evitar sentir aquello cuando le refregaban su felicidad, como no pensar en que aquellos que bailaban en plena pista no debían ser una bella joven, sino el mismo con aquel precioso muchacho, como no odiarla cuando se abrazaba a propósito a su rubio sonriéndole con amor, como no detestarla cuando comunico lo que nadie imagino……..serian padres y el no era parte de ello. Ese bebe que debería estarlo gestando su bello ángel lo estaba haciendo esa horrenda mujer que ya comenzaba a llamar madre a quien debió ser su suegra, quien se ganaba las felicitaciones de todo el mundo incluidos sus ahora cuñados que no podían sino expresarse contentos por algo que a él le estaba destrozando el alma, fue entonces que no pudiendo soportar mas toda esa parafernalia se marcho ante los ojos atónitos de quienes no estaban al pendiente de la feliz ex familia real. Así fue como el gran Maou por primera vez en siglos se retiraba sin justificación alguna de una ceremonia formal, olvidando por completo el recordado brindis de la prosperidad para la feliz pareja de casados, aquello que para el fue un respiro para su dolor fue comidilla para todo un reino que no creía lo que según los asistentes a la boda habia sucedido y es que tal desaire jamás fue hecho, ni siquiera por su rebelde ex reina, mas unos días mas tarde un fuerte rumor que todo aquello se debía a que su Heika habia regresado a su mundo acallo el escándalo recordándoles a todo un pueblo como su monarca se desaparecía de improviso y sin previo aviso por actos del destino o de la torpeza.
Meses mas tarde una nueva ceremonia se llevaba a cabo, una que daba por sentado la unión entre la ex familia real con el Maou de Shin Makoku.
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Lo alzo sobre sus brazos no sin dejar de verlo, simplemente era hermoso, igual a su padre con excepción de aquellos ojos miel heredados por la mujer que le arrebato la felicidad de las manos, mas no importaba en esos momentos, porque esa misma mujer le habia dado un gran regalo.
-Su ahijado es muy travieso Heika- decía un mal humorado Gunter que golpeaba con premura un cuadro adyacente a su oficina que prendía en fuego ante los ojos soñadores de un pequeño rubio que no dejaba de sonreír ante la mirada incrédula de un moreno que se preguntaba si su amigo seria así a esa tierna edad.
-Sabes quien a hecho eso- le pregunto al pequeño que al instante negó con la cabeza sin dejar de sonreír para la molestia de un peli morado.
-¡Claro que sabe Heika, lo ha hecho el!-
Yuri solo pudo reír por tal comentario y es que ciertas cosas no cambiaban como el rechazo ferviente de su consejero por cualquier persona que se pareciera según el, a quien le habia destruido la vida y es que luego de aquel matrimonio todos esperaban que el Gran Maou fuera el siguiente en contraer nupcias, cosa que no sucedió, aun recordaba cuando las cartas comenzaron a llegar por centenares, como en cada fiesta jovencitas coquetas dejaban caer disimuladamente sus pañuelos cerca de él y como jovencitos aguerridos propiciaban duelos en su honor con tal de atraer su atención y ver si así lograban algo que según ellos ni el mas hermoso de todo el reino había conseguido, su corazón. Si tan solo supieran que era todo lo contrario y que debido a esto no podía ser feliz de seguro no le creerían. Era increíble como por su ceguera habia perdido lo mas importante de su vida, su amor, su familia propia, su felicidad y porque, por sus prejuicios, esos que eran tan fuerte en su juventud y que ahora en una edad madura resultaban tan ridículos para si mismo como para cualquiera de su reino, habia sido un idiota y aquel niño que debió ser suyo se lo recordaba cada vez que le llamaba padrino y no padre como a él le gustaría.
Acomodo en sus brazos al pequeño percatándose en seguida de como le sonaban las tripas por el hambre, cosa que siempre indicaba de forma puntual que la hora del té habia llegado.
-Tal parece ya es la hora del té, verdad Walterona- el niño solo asintió emocionado recordando los exquisitos pasteles que preparaban las sirvientas de su padrino cada vez que iba de visita-Pues creo que es hora de ir-dijo el monarca haciendo caso omiso a un furioso consejero que exigía una reprimenda mas dura para aquel pequeño rapas que según el iba por los mismo pasos de su padre y que sin lugar a dudas tenia toda la atención de su querido Maou.
-Gunter debes ir por Taira y Emma, ellos también deben tener hambre- se escucho una infantil voz pronunciarse a lo lejos ante el asombro de su receptor que no daba crédito a lo que escuchaba.
-¡Heika, lo ve es igual al padre!, ¡igual a ese mocoso!-
Yuri solo río ante la ira del peli lila dando gracias por que al menos su ahijado fuera la copia exacta de la persona que mas amaba en ese mundo, aquella que si bien no consiguió que le amara otra vez, a trabes de su hijo le daba la fortaleza suficiente para seguir adelante.
Fin