Dedicatoria: A Scarlet porque por ella escribo estos pequeños cositos Twincest ♥ y Lady Gemini porque me llenó de ideas con su art de Contrarreloj
Comentarios adicionales: ¡El título es lo más random! XD Pero es que con esta imagen cuando escribía el fic de Contrarreloj me vinieron muchas ideas y así… ¡momentos twincest en Sunion!
I
—¿Crees que Poseidón se vea desde aquí? —La pregunta tenía un tono inocente, adecuado a la edad de los dos jóvenes aprendices que movían sus pies en el acantilado de Sunion. La noche sin luna dejaba su rastro ocultando entre sus manos el oleaje.
—Dicen que desde aquí podría verlo. —Removió su trasero entre la piedra mientras movían los pies al vacío. Se sentía como colgados en el cielo por las manos de Zeus.
—¿Qué harás cuando venga? ¿Llamarás? ¿Le dirás al patriarca?
Si bien, al inicio la noticia para ambos había sido un motivo para sonreír, enorgullecerse y pensar en cuán heroico sería el momento en que Poseidón tuviera que regresar a sus aguas al no poder enfrentarlos; ahora que la noche había caído y el mar fue teñido de negro, se había asomado otra posibilidad lúgubre.
—Pelearé. —Kanon le tomó la mano con ansiedad—. Y ganaré.
—Pelearemos.
II
—Estás aquí.
No había rastro de interrogante en sus arrastradas palabras, ni en el tono ronco con el que destinó aquel hallazgo en medio de las brisas de Sunion. Kanon estaba contra la columna, dándole la espalda y observando las sombras negras que se deslizaban sobre las aguas del mar Egeo en pleno atardecer. El viento se movía con fuerza en ese punto, el lugar que para ambos significaba un sinfín de cosas y en algún momento se hicieron innecesarias de escuchar.
Saga se acercó a su espalda con paso firme, y se detuvo cuando el rostro de su hermano se inclinó encima de su hombro. Con sus brazos cruzados, alejado.
—¿Cuántos fueron? —Era una pregunta impersonal. Desde allí podía olerlo, y aún más recordar el temor de aquellos ojos.
—No hace falta que lo sepas. —O más bien que lo oyera. Saga suspiró y agregó—. Eran traidores, Kanon.
III
Hubo un chasqueó, dos, tres. Una mordida. Un temblor. Apretaron las manos juntas y los dedos se estremecieron. Hubo ansiedad, un chispeo de inocencia, una suave caricia bucal desgranándose en versos sin forma. Beso.
Saga se deslizó con su lengua por el labio inferior de su hermano. Lo delineó con alevosía y Kanon sonrió mostrándole la curva que se formaba en su boca cuando tenía una taimada idea en mente. Luego le enseñó la punta de su lengua y envolvió los dientes de su hermano mayor robándole un suspiro.
Por si aún no había entendido, deslizó la mano libre por el cuello cubierto de oro, burlando la armadura para rozarle la nuca. El beso acabó y Saga soltó quedo el aire.
—Estás aún nervioso. —Lo dijo con un tono cómplice y divertido. Saga se llevó el cabello hacía atrás. Se levantó.
—El patriarca me espera.
Kanon esperó.
Por última vez.