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Contrarreloj por AkiraHilar

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Notas del fanfic:

Dedicatoria: Para Scarlet D. por su cumpleaños :3
Comentarios adicionales: Está basado en el canon, los chicos comienzan de 13 años y terminan en 15, las mismas edades del manga.  Según el sidestorie, la misión de Géminis era cuidar las ruinas del Cabo Sunión y bajo esa premisa construía la historia. Hay mínimos guiños a LC (Inevitable xD)
Beta: Tuti.Cherry (Cap 01), Karin San (Cap 01, 02, mitad 03)

Notas del capitulo:

Dedicatoria: Para Scarlet D. por su cumpleaños :3
Comentarios adicionales: Está basado en el canon, los chicos comienzan de 13 años y terminan en 15, las mismas edades del manga.  Según el sidestorie, la misión de Géminis era cuidar las ruinas del Cabo Sunión y bajo esa premisa construía la historia. Hay mínimos guiños a LC (Inevitable xD)

Perdió la cuenta de cuántos días habían pasado desde que llegaron al santuario. Los entrenamientos y el deber no permitían esa clase de pensamientos. No había lugar a añoranzas pasadas, ni a la remembranza del olor a los panecillos horneados que alguna vez su madre les preparó esperando su regreso. No había espacio para los recuerdos añejos de una infancia que debía ser olvidada, para los antiguos juegos y rondas, ni para los momentos en que se perdían entre los olivos corriendo de un lado a otro con el empuje natural de la competencia que su nacimiento les había heredado. Sin embargo, aún dentro del santuario, algo prevalecía. La sangre llamaba y empujaba a ambos a ese punto donde no importaba lo que consideraban una nueva vida y una noble misión. Aún si uno de ellos debía permanecer en secreto.

Había perdido la cuenta de cuántos días pasaron desde que correr juntos de la mano por la pradera se había convertido en una calamidad. Kanon ya no le daba importancia. No mientras tuvieran ese lugar.

Agarró el brazo y arrastró todo el peso de ese cuerpo contra su espalda antes de empujarlo hacia el frente. Sus pies se sostuvieron sobre el cuero de su sandalia, y la textura de la arena creó un cosquilleo en la punta de sus dedos. Sus músculos se marcaron y con un leve bramido, lanzó y sintió que toda su fuerza se había vertido en ese impulso. El cuerpo que había arrojado logró ponerse de pie antes de caer y aquella cabellera se movió oscilante en el viento. Era como verse en espejo, idéntico, pero con expresiones distintas.

El sudor que caía en ese rostro apegaba mechones de cabello con rastros de arena contra la piel. Podía notar la afilada dureza de la mandíbula que se iba formando a través de los años. Saga le dibujó entonces una sonrisa calmada, la expresión le daba indicio de superioridad. Kanon movió sus hombros para destensar los músculos y se volvió a colocar en posición de defensa.

La meta: tumbarlo.

No pensaba volver a perder  esa tarde. Emitió una mirada afilada, y enfocó la atención de sus movimientos esta vez en las piernas de su gemelo. Saga no traía armadura, su bella pieza de oro yacía en descanso a un lado de las palmeras que custodiaba las costas del Egeo. Detrás de su espalda estaba el enorme risco y por sobre la cima, las ruinas del antiguo templo de Poseidón. Era el lugar perfecto para entrenar; nadie, solo Géminis, se acercaba a ese lugar.

Era su deber proteger las ruinas.

El paso del viento entre las piernas de Saga podía ser medido por sus ojos mientras buscaba el momento exacto para atacar y dejarlo inmovilizado. Ante la presencia de su hermano, siempre perturbadora, algo en él se cocía a velocidades cada vez más irregulares. No estaba seguro de cuánto de sus sentimientos estaba vertido en ello, ni de que tanta influencia había tenido la armadura en esa sensación. Pero tras los ojos de Saga había un abismo infranqueable que él no había notado años atrás y que día a día se hacía cada vez más evidente. Y empezaba a hartarle esa necesidad visceral de correr tras él para tratar de destruir esa distancia.

Con precisión, atacó. Avanzó dos pasos y arrojó un puño que Saga pudo evadir con relevante facilidad. Luego levantó su pierna intentando dar una patada que no encontró su objetivo, pero al usar ese pie como punto de apoyo, guió su cuerpo lo suficientemente rápido para que el codo izquierdo impactara contra la protección del pectoral de Saga. Los mechones de cabello de su hermano le taparon el rostro y no pudo hallar ninguna reacción que le confirmara su victoria temporal.

Sin dar tiempo a nada, Saga contraatacó con la misma velocidad del impacto recibido y a Kanon le costó demasiado evadir aquel puño dirigido a su rostro. Retrocedió un par de saltos  antes de ver a su hermano correr hacia él, dispuesto a empujarlo. Se preparó para el choque con el apoyo de sus dos extremidades sobre la arena y recibió el cuerpo de Saga con el brutal empuje dispuesto en su contra.

Las olas golpearon contra el risco con fuerza y vigor.  Los dos cuerpos adolescentes se mantuvieron de pie, forcejeando el uno al otro para obligarlo a caer. Kanon apretó los dientes y movió sus manos, estas se resbalaban por la costilla sudada de su hermano con torpeza. Saga, en cambio parecía tener más precisión en el modo en que ganaba milímetros de terreno en su contienda, y obligaba a  Kanon a duplicar la fuerza de sus piernas para evitar la caída.

Gruñó y entrecerró sus párpados para evitar que una gota de sudor obstruyera su visión. Ante ese gesto, Saga pareció sonreír.

Los ojos de Kanon se aferraron a la visión oscurecida del rostro que estaba frente a él. Los irises de Saga se veían obtusos, sus pupilas estaban dilatadas hasta dejar apenas una franja de verde grama que le recordaba a su mirada. Pero carecía de brillo y de nuevo Kanon sintió el escalofrío correr desde sus pies hasta su nuca al comprobarlo.

De lejos, se escuchaba el oleaje. Las aguas iban y venían con impensable lentitud y los sonidos parecían enmudecer cuando llegaba justo en medio de sus puños. Allí yacía energía, entre sus pechos, en las puntas de sus nudillos y en los talones que mantenían con fuerza sus pies en la arena y que recibían, a su vez, la acumulación de calor por la presión.

¿Qué era lo que había tras sus ojos? ¿Acaso era oscuridad? ¿Era el universo?

Empujó una vez más y sus extremidades quedaron más cerca. No había espacio suficiente entre ellos, solo les quedaba realizar roces para tentar contra el equilibrio del contrario. A veces, el muslo de la pierna de Saga rozaba contra sus piernas con su calor y sudor. Las extremidades de ambos se mantenían en total tensión mientras intercambiaban miradas fijas. Al final, ya no estaba seguro de sí Saga buscaba tumbarlo o no, porque estaba estático como si con él solo mirarle fuera suficiente para mantener la contienda.

¿Pero cómo podía darle sentido a tanto negro?

Aún si su corazón latiera a toda velocidad y la temperatura corporal estuviera al límite, Kanon no pensaba rendirse. Muy a pesar de que su piel marcara al rojo vivo las muestras de cansancio, ardor y sed, no cedería. Sobreponiéndose a todo ello, la mente de Kanon estaba enfocada en descubrir el secreto tras esa mirada que parecía insondable y de un momento a otro, avistaba un brillo diferente. Cuando eso ocurría…

¡Plaff!

—Te distrajiste de nuevo, Kanon. —Observó el rostro de su hermano encima de él y mechones de cabello le golpearon su mejilla. Con la espalda adolorida, la transmisión de calor entre la arena y su piel sudada no climantaban a su cuerpo, ni calmaba los enfurecidos latidos que escuchaba expandiéndose en su interior. Tomó aire, aunque no podía respirar. Apenas saboreaba la resequedad en su garganta.

Saga le dibujó una diáfana sonrisa que se veía enrarecida por el fulgor de sus ojos cansados. Observó las gotas de sudor que corría en su frente y las cejas despeinadas y húmedas. Los labios de Saga mantenían una sonrisa agotada y sus ojos habían vuelto a ser verde, un verde intenso. El negro había abandonado su espacio conquistado.

No halló palabras qué decirle, prefirió bufar resignado. Con sus brazos extendidos cerró sus párpados tratando de retomar el ritmo de su respiración. Su hermano se tendió a un lado y las gotas de sudor rodaron por su propia barbilla. El sol ya estaba en posición esa mañana. El entrenamiento con él había acabado.

Detestaba pensar que no había avance, y asumía que incluso no había razones de tenerlo. La armadura brilllaba en Saga y aunque siempre el instinto de competencia prevalecía, algo dentro de él estaba aceptando demasiado bien esa decisión. No le importaba, en sí, la armadura. Lo que le irritaba era el anonimato. El no poder ir y venir, sabiendo que tenía iguales condiciones que Saga, solo que menos entrenamientos. Un poco menos.

Ahora que el sol estaba a lo alto del risco, sabía que los entrenamientos en el coliseo debían retomarse. Saga siempre lo despertaba en la madrugada con la intención de iniciar una práctica entre ellos y así avanzar con Kanon a una igualdad. Aunque no le gustara del todo el asunto, el reto estaba en la mesa. Y su instinto le orillaba a pelear por ese momento en que pudiera sobreponerse a él.

Kanon giró su rostro hacía la derecha, ya con un poco más de aire. Notó entonces que ya Saga le tenía la mirada puesta y su cara no debía lucir muy diferente a la propia. Labios entre abiertos, mejillas rojas, rastros de arena en la piel y en el cabello húmedo. Y verdes.

—Vamos a la playa

No le sorprendió la invitación en sí, era parte de su rutina en la mañana. Después del entrenamiento, de quemar energía, de sentir el calor en su cuerpo, Saga siempre proponía el baño en la playa. Varias veces lo había aceptado, incluso en algunas oportunidades no había necesidad de pedirlo. Pero en ese momento Kanon no se sentía con el suficiente control de sí mismo como para involucrarse.

Afortunadamente, su hermano no le esperó. Se sentó en la arena y de su cabello comenzó a desparramarse partículas de la tierra atrapadas entre sus ondas. Hizo un gesto descuidado para levantarse y a los pocos minutos Saga empezó a echar los restos de su ropa de entrenamiento a un lado de su cuerpo.

Kanon se enfurruñó, tosió un poco cuando la arena cayó en su rostro y al final se dio por vencido. Se sentó en la arena para terminar de quitarse la arena de encima y observó desde allí como su hermano caminaba decidido hacia la costa. Las olas con su bruma blanca capturaron primeramente los pies y conforme avanzaba no dudaron en vestir al cuerpo en blancas porciones. Con la luz de sol en lo alto, el agua tenía tonalidades esmeraldas que contrastaba con la piel blanca de su hermano.

Por un momento, Saga se hundió y a un par de pestañeos emergió un metro más adelante. La visión desde allí no dejaba de ser surreal.

¿Cuánto tiempo habían pasado juntos en el santuario? ¿Cuántas cosas más había cambiado?

Kanon echó una mirada increpante a la armadura que reposaba bajo las palmeras. Su brillo dorado asemejaba a los rayos de sol que golpeaban contra el oleaje de las rocas. El viento sopló con más fuerzas y se vio obligado a sujetar su enmarañado cabello con una mano mientras contemplaba la figura prepotente de Géminis. Ella había forjado la distancia, por mucho que su hermano quisiera mantenerlos unidos y buscara el modo de hacerlos sentir parte de algo, ella había creado el abismo infranqueable.

No había necesidad de escuchar de la boca de Saga algo que aludiera a la diferencia existente entre ellos, aún si conservaba el mismo rostro. Kanon solo tuvo que mirar de nuevo hacía el oleaje y observar a su hermano echar hacia atrás su cabello y frotarse el rostro de los restos de arena. Parecía que todos los elementos del universo se inclinaran ante él, cada vez que ese pensamiento asaltaba a su mente, se sentía cohibido ante su verdadera naturaleza.

No estaba dispuesto a admitir que se trataba de la admiración que desde niño le había tenido .

Quizás por ello, prefirió no acompañarlo. Se quedó embebido en la imagen de la costa mientras sacudía la arena de sus sandalias. La presión aprehensiva en su pecho no distaba de su mente inquieta y a veces anubarrada por sus pensamientos acalorados. Afiló sus ojos y buscó un punto distante en donde enfocar sus pensamientos, uno diferente al de la luz translúcida que se dibujaba sobre la espalda ancha de su hermano. Tenía que buscar un punto lejos de Saga, y más sobre sí mismo.

Su hermano regresó a la costa al cabo de unos minutos, presentándose tal como era en total desnudez. Se inclinó para tomar la ropa de su entrenamiento y la sacudió quitando el resto de la arena. La brisa primaveral sopló sobre ellos y empezó a secar los rastros de humedad. En Kanon quedaba puro sudor seco. En Saga quedaría cristales de salitre por toda su piel.

—¿Por qué no viniste? —Kanon no quiso contestar la pregunta.

Prefirió observar el risco y las columnas a lo alto. En muchas oportunidades habían ido allí, de noche, para hablar de lo que cada quien veía en su lado de la moneda en el santuario: lo que Saga experimentaba como luz y lo que Kanon observaba tras la sombra. No había promesa definida,  intenciones loables y ellos dos compartían ese lugar para derribar la barrera de oro entre ellos.

Tenía noches si hacerlo. Había esperado que llegara la primavera para ello. Cuando llegaba el invierno, dada las bajas temperaturas, esas noches de confidencia se realizaban en un templo que Kanon jamás hallaría suyo.

El roce en su mandíbula atrajo su atención y sus ojos verdes volvieron hacia el rostro que ahora estaba a pocos centímetros de él. Notó que Saga le miró con interés y luego emitió una mirada inquisitiva hacia el punto que antes había observado. En silencio propicio, pareció entender el mensaje.

—Esta noche podremos venir. —Kanon lanzó un suspiro y se entretuvo moviendo la articulación de su hombro derecho. No quería lucir satisfecho con la noticia—. Podremos dormir allí.

—Bien. —Intentó restarle importancia con un movimiento de sus hombros. Saga le regresó la mirada y ante ello, Kanon no tuvo otra opción más que mirarle a los ojos.

Había rastros de rojo entre los verdes, producto seguro de la irritación por la sal. Sus pestañas pegadas le daban un aspecto más oscuro y delineaban perfectamente la profundidad de sus ojos. Cada vez que lo veía, creía encontrar una nueva línea recta en lo que era antes un semblante aniñado. Como si los años dibujaran más en él que en sí mismo.

Eran esos momentos los que Saga  aprovechaba. Lo único que pudo escuchar Kanon fue el sonido en eco lejano de las olas golpeando contra las rocas y el viento meciendo las palmeras tras su espalda. Y un zumbido imperecedero que se metía como un abeja en su pecho y amenazaba por quedarse allí unas cuantas horas más.

Y solo era un beso. Un leve roce inocente que compartían desde niño y que no había dejado de ser parte de su rutina. El mismo con el que se terminaban consolando una caída de un árbol o un caramelo perdido en la tierra. Uno que había dejado de sentirse como tal al menos para él.

De nuevo hubo calor y fogaje y ansias atrapadas. De nuevo, Saga se movía ejerciendo una distancia conocida e irremediable. Llamó a Géminis y su cuerpo se cubrió de oro para retomar la altura que Kanon hallaba inalcanzable. Mientras él mismo se sentía ensordecido en la penumbra de pensamientos contradictorios, a aquel lo veía forrarse de oro para alzarse a la luz como lo que era. A elevarse a un punto donde no pudiera perseguirlo.

Cuando cerró sus puños, siguió la acción que el bochorno le dictaba. Se frotó los labios con la aspereza de su antebrazo y trató de borrar el rastro marino que el beso de Saga le dejó en su boca.

—Deja de hacer eso —reclamó con una dudosa entonación. Su hermano no prestó atención a sus palabras y simplemente ensambló el casco sobre su cabeza. Sin decir nada se encaminó rumbo al santuario abriendo entre sus pasos una dimensión que le serviría de transporte.

Saga, haciendo su antojo con el universo, con la naturaleza, con él mismo.

Al hallarse a solas, Kanon no quiso aguantar un minuto más. Se quitó su ropa de entrenamiento, arrojó a un lado las protecciones y corrió hasta empujarse en las aguas del mar Egeo. Se sintió pequeño, aplastado y absurdamente débil dentro de las aguas. Y aún así, no quiso emerger hasta que los pulmones se lo pidieran.

El verde de las profundidades era como esos ojos, que nunca vería iguales a los suyos.

Notas finales:

Esta idea la tenía desde hace rato y surgió como regalo para Scarlet que ama a esta pareja y estaba cumpliendo años :3

Espero que lo disfruten, ya está completo peor ando esperando beteo del resto.


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