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Marcos Piñero... el niñero por Charly D

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Notas del capitulo:

Gracias por sus lecturas, espero que les guste este nuevo capítulo tanto como a mí...

 

Saludos a todos...

-¿Niñero? ¿Ahora me mandaron un niñero?- su cara de molesta y con lo que me dijo, empiezo a creer  quién es esta señora flaca cara de víbora.

-Pues… yo qué te puedo decir…- la cara de bruja me mira como si fuera un bicho raro…

-Le puedo, le puedo, hábleme de usted, pues soy la señorita Estefanía Monasterio- Oh por todos los cielos, esta cara de bruja es la víbora de la que me habló Chela, y no solo eso, no está flaca, es un canijo esqueleto rumbero.

-Lo siento, digo, los niñeros a veces somos un poco confianzudos, tu sabes no…- me vuelve a mirar con cara de perro apaleado.

-No me tuteé, no somos iguales sirviente- ¡Aaah! ¿Me llamó sirviente? Bueno, no me estreso, soy el niñero, creo que soy una especie de sirviente.

-Disculpe usted señorita víbora… ¡Digo! Señorita Estefanía- sonrío, debo dejar de escuchar a la servidumbre, se me pegan los insultos…

-Mira niñero más vale que…- se me acercaba lentamente montada en esos hermosos zapatos de tacón del número doce, porque son del doce, cuando de repente detuvo sus pasos…

-Estefanía… yo pensé que no llegarías hoy…- y delante nuestro Don Marcelo, mojado, secándose el cabello con una toalla mientras deja al descubierto su velludo cuerpo, no atlético, pero si con cachos buenos, y ese trajecito de baño… ¿qué esconderá? ¡Ay que depravado soy! Yo solo debo enfocarme a cuidar a sus criaturas, volteo donde la víbora y descubro que no solo yo me quedé con la boca abierta…

-Cierre la boca señorita víbora… digo, Estefanía, se le puede meter un mal aire- en automático la cierra y me mira despectivamente.

-Marcelo, tenemos que hablar, creo que éste es un error- me señaló la flacucha esa.

-Señorita, lo que pasa es que la agencia a veces manda hombres para cuidar a los niños, pero en verdad, no hay nada qué temer, soy niñero profesional- le contesto ¡Hasta yo me la creo!

-No, no lo digo por eso, tú, toda tu persona es un error, mírate, mira tus fachas, ni siquiera usas uniforme, eres un remedo de niñero- me dice sonriente mientras toma del brazo a don buenote, perdón, a Don Marcelo. ¿Por qué todos me dicen remedo de niñero?

-Bueno, usted y yo debemos hablar Marcos, hace rato le dije que al término de su desayuno me fuera a ver a mi despacho y nunca llegó…-

-Ah, lo que ocurre es que los niños y yo tuvimos que hacer un poco de… de… de ejercicio y nos fuimos- No, no le voy a decir que me llevé a su hijo de chófer y que estoy endeudado hasta el cuello con su hija menos, no, no, no…

-Ah, pues ahora yo considero que es el momento preciso para…- ah no, me va a pedir el currículo, y no el que me gustaría darle, entonces debo hacer lo que toda buena sirvienta haría en estos casos…

-Lo siento señor, mire namás la hora- saqué mi celular y se lo mostré- ya se me va el autobús, no, no… me debo ir, vuelvo mañana y le dejo que me dé… digo, le doy el curri-culo con todo gusto, por ahora el la hora en la que el sirvientero se va, así que yo ya me marcho…-

-Pero todas las niñera siempre se quedan de planta- me dice con su ronca y masculina voz, ay, no quisiera cuidar a los niños, quisiera cuidar a otro… ¡No! no debo ser pecador… no.

-Marcelo, no pretenderás que esa cosa se quede en la casa ¿o sí?- y la víbora habló, ¿no se supone que esos animales solo son rastreros y no hablan?

-Pues todas las niñeras se quedan, ¿por qué sería la excepción el señor Piñero?- contestó con naturalidad. Trágate esa esqueletofláutica.

-Pero… no lo sé, yo diría que…-

-Estefanía, los niños deben tener quién los atienda todo el día- esto ya no me gustó ¿Todo el día dijo?

-Bueno, sí, pero yo creo que…-

-Si no quieres que el señor Piñero se quede me parece bien, los atenderás tú supongo- y la cara de doña Estefanía se quedó como de minion: con el ojote bien abierto.

-Ehm… tú sabes que tenemos mucho trabajo. Aunque quisiera atender a esos angelitos no podría- le dijo mientras le apretaba su desnudo y hermoso brazo.

-Entonces queda así, señor Piñero por hoy se puede ir, para que recoja sus pertenencias y a partir de mañana se queda en casa para que Mariano y Silvana cuenten con usted- ¡Genial! Entiéndase el sarcasmo.

-Sí señor, a partir de mañana me esclavizo… es decir, ehm, a partir de mañana me quedo- sonrío, la víbora no, odio mi vida.

-Perfecto, buena tarde- se dio la vuelta soltándose de la calaca esa.

-Espero que hagas bien tu trabajo sirviente-

-Niñero, soy Marcos Piñero, niñero profesional- le contesto orgulloso.

-Lo dudo mucho, tú tienes cara de todo menos de niñero, estaré aguardando un error, uno solo y con gusto te echaré a patadas de aquí, remedo de niñero- puso cara de fuchi, y como no estoy dispuesto a seguir escuchando a esta tarántula panteonera, mejor me voy a mi cuarto por mis tiliches.

-Con su conpermiso, señorita- camino muy digno.

-Se dice con permiso idiota- me dice, bueno.

-¡Con permiso idiota!- ella quiso que así le dijera.

-Ma… Marcelo escuhas…- voltea y no lo ve, mensa- ¡Marcelo!- antes de que diga otra cosa ya me voy.

 

 

Voy rumbo a la salida y veo que Silvanita está en la reja, mirando a la calle…

-¿Qué haces aquí mija?- le pregunto mientras ella pone carita de gatito triste

-¿Vas a regresar?- suelta el barrote de la gran reja y me ve directo a los ojos.

-¡Claro que sí! ¿Por qué no habría de regresar?- esto es extraño, de pronto otra voz habla…

-Porque te vio la bruja de Estefanía, y mi hermana tiene miedo que te haya corrido por ser un remedo de niñero- Mariano, saliendo de no sé dónde, caminaba lento hacia nosotros.

-¿No te despidió?- angustiada ella me cuestionó

-Claro que no, la víbora… digo, tu tía…- sonreí

-No, esa mujer es una víbora- la nena sonrió.

-Bueno, la anaconda flaca esa no me corrió, solo voy por mis cosas para a partir de mañana quedarme aquí, con ustedes-

-¡Qué gran noticia!- con sarcástica emoción Mariano alabó

-Lo sé, ¿no es genial tener las veinticuatro horas del día un niñero que sea capaz de propiciar que cierta persona tenga encuentros con amigas cercanas y así dejar la castidad de una vez por todas?- volví a sonreír

-¡Qué gran noticia!- ahora sí brincó de alegría real

-¿Alguien va a perder la castidad Marcos? ¿A caso tú la vas a perder?- tímidamente me preguntó Silvanita, mientras Mariano reía a carcajadas, estos niños son peligrosos.

-No nena, yo no voy a perder mi castidad- le acaricié la cabeza, no tiene sentido decirle que desconozco que es eso desde la secundaria, pero… no lo sabrá, al menos no por mí.

-Ay Silmbécil, a veces eres tan torpe-

-Mariano, déjame en paz o contaré que ves revistas prohibidas en tu cuarto y luego…-

-¡Mariano!- grito asustado, él pone cara de pánico, me acerco a él lentamente y lo tomo de los hombros- No puedo creerlo de ti- me agacho y le pregunto en voz baja- ¿Y tienen solo chicas desnudas?- él asiente- Ah, entonces tíralas, no me interesan… digo, está mal, deshazte de ellas, malo, malo, malo, niño cochino y malo-

-Regresa Marcos… por favor- me dice Silvana, por supuesto que volveré.

-No te preocupes, mañana vendré y verás que haremos muchas cosas…- y espero que olvide que le debo dinero.

 

Salgo de la casa y veo al par de hermanos que me miran desde el patio, curiosamente al salir y con el sol del atardecer de fondo, veo como Mariano le pasa el brazo por el cuello a su hermana en un gesto fraterno y lentamente entran a su casa, empiezo a creer que esos niños la pasan muy solos. Ay Marcos, en qué te metiste, en fin, mañana volveré.

 

 

 

 

 

En mi mochila, que compré en el supermercado hace más de un año y que me salió al sesenta por ciento de descuento, empaco mis cosas.

-¡Ya me platicó mi hermana! ¿Cómo pudiste hacer eso Marcos? Tú no eres niñero, solo eres un ex vende calzones- me está regañando mi teibolera amiga Mago.

-¡Ya sé! Pero era una oportunidad que no podía rechazar, ¿qué iba a hacer sin trabajo? Iba a morir de hambre y todo hubiera sido tu cochina culpa, por decirme que no sirvo ni para vender AVON-

-Ay ya, debes pensar las cosas bien, ¿qué pasa si el papá de esos niños descubre que no eres niñero?- está solo en sostén, me desagrada verle las bubis moviéndose.

-¿Quieres ponerte la blusa?- le arrojo la prenda y ella de mala gana se la pone- No me descubrirá, a parte esos niños me necesitan- contesto recordando lo que vi cuando me iba.

-¿Cómo puedes decir eso? Los conociste hoy y no creo que te necesiten si pueden hacer fiestas como la que hicieron ayer y por la cual tuviste que ir a limpiar- debate conmigo.

-Ya sé, pero hay algo, algo más chueco que la trenza que mi mamá se hace por las mañanas, y creo que tiene que ver con la flaca esa de la Estefanía-

-Peor aún, mi hermana me ha platicado que esa tipa es una vieja pesada, ¿crees que ella permitirá que te quedes? Si por lo que me contaste hace rato no le caíste ni tantito, va a buscar la manera de echarte-

-Pues mira manita, en lo que ella me corre yo trabajo junto un dinero y luego pongo mi propia tienda de calzones- le contesto y ella me da un manotazo en la nuca- ¡Ay! Si me dolió-

-Espero que en verdad todo salga como planeas amigo, te extrañaré, ahora me quedaré sola en las noches-

-No seas chismosa Mago, que tú piensas que no sé que cuando me pedías que me tardara en llegar no es porque quisieras que yo follara a gusto y rico, ¡Noo! Es porque estabas aquí mancillando con alguien mi colchón, no te hagas la mensa- la miro acusadoramente

-Bueno, solo un poco… no mucho, además, ni creas que ignoro que tú también le faltabas al respeto a mi cama cuando venías con el primo de Delia, par de cerdos, si hasta manchadas las sábanas me dejaban, ni las cambiaban puercos-

-Bueno, estamos a mano, mija, ojo por ojo- nos sonreímos y abrazamos

-Cuídate mucho amigo, y una cosa más- me miro con sus ojitos cristalizados, estoy conmovido.

-Dime amiga…- la miro con todo el cariño del mundo.

-No te hagas el imbécil y me regresas mi maleta, que la tuya la perdiste cuando fuiste a la playa y te follaste a tres sujetos, esa en la que acabas de guardar tus cochinadas es la mía, me la regresas ¡eh!-

-¡Que mala amiga eres! ¡Ten no quiero tus porquerías!- le iba a aventar su mochila pero ya estaba llena de mi ropa- No, mejor te le regreso un día estos- no iba a sacar mis cosas, me costó trabajo guardarlas- Oye, antes de que me vaya ¿tú sabes cómo hacer un curri-culo?-

-Es currículo, Marcos, lo otro es natural, lo que quieres es un currículum u hoja de vida-

-¡Ah! Pues eso, don papazote me lo pidió, pero no tengo ni idea de cómo hacer uno de esos, yo creí que me hacía una propuesta indecente, pero luego me quedó claro que no, para mi desgracia- a veces la mala suerte me persigue.

-¿Don papazote? ¿De quién estás hablando? ¡Ay no por favor! ¡Marcos Piñero!- gritó asustada.

-¿Qué?- la miro fingiendo no entender

-Dime que no estás hablando del que será tu jefe- doy media vuelta y con mis dedos empiezo a jugar con el borde de mi playera.

-Entonces no te digo…- me puse colorado, creo que soy muy zorra.

-¡Por todos los cielos! ¿Ya olvidaste el incidente del hotel?- ¡ay, pero qué vergüenza! Me metí en la cama del gerente y sin saber que ese día su mujer lo iba a visitar, como se imaginarán ambos salimos corriendo semidesnudos y una loca detrás de nosotros dispuesta a asesinarme.

-Ay, pues eso ya pasó, ni que lo hiciera seguido…- le reproché, no soy tan descarado.

-¡¿Ah si?! ¿Y el primo de Delia, el vigilante que teníamos hace dos años, el cadenero del bar donde trabajo, el esposo de una de las clientas a la que le vendiste un juego completo de lencería de colores chillantes, uno de mis ex novios, y…?-

-Bueno ya, no tienes que reiterarme que soy una prostituta… además, ellos no eran mis jefes, él es distinto…- mis ojitos brillaron.

-Marcos, no te hagas ilusiones, él y tu jamás podrán ser nada, uno, porque es heterosexual, dos, tiene hijos, a los cuales cuidas y tres, son de mundos muy diferentes; por lo que mi hermana me cuenta el tu jefe es un señor muy propio, educado, refinado, rico y sobre todo no se fijaría en un chico de dudosa reputación como tu… acéptalo, esta vez estás volando muy alto y puede que el golpe cuando te caigas sea muy duro, mejor olvídalo y dedícate a tu trabajo- Qué bonita manera de echarle a perder a uno sus ilusiones, pero la perra tiene razón…

-Bitch… tienes razón, aunque si lo hubieras visto como hoy lo vi, te soñarías en esos brazotes y apretando esa espaldota, lástima que llegó la Estefanía esa..- su nombre me da cosa.

-Una razón más, la víbora esa está detrás de él y seguro tiene muchos más bonos que tú para llegar a atraparlo… vamos Marquitos, llevas las de perder, cuida tu trabajo, cuida a los niños y no te metas en líos innecesarios- me siento lentamente en la cama, creo que mejor me olvido de eso, total, ni que fuera el único hombre en la Tierra ¿cierto?

-De acuerdo Mago la teibolera, te haré caso- se acerca a mí y me hunde en sus voluminosos senos.

-Anda mijo, vete en paz y haz las cosas bien- se separa de mí- un día de estos los iré a visitar, a ti y a mi hermana, te extrañaré perra-

-Y yo a ti zorris- nos abrazamos y así me despedí de mi mejor amiga no prostituta que tenía.

 

 

 

Anoche llegué tarde, muy tarde. Debí llegar hoy, pero no, mi sentido de responsabilidad me obligó a venir a casa de don Marcelo en la noche. Bueno, la verdad es que le di mis llaves a Mago y entonces aunque hubiera querido regresar no hubiera podido entrar, entonces no me quedó otro remedio gratis y cómodo para dormir que esta casota. Creo que lguien toca mi puerta, pero a lo mejor estoy soñando… sigo soñando con que alguien toca mi puerta… sueño que alguien abre mi puerta… sueño que alguien me quita las cobijas salvajemente… espera… ¡No es un sueño!

 

-¡Marcos!- Chela está delante de mi con cara de susto.

-¡Oye! ¿No te enseñaron que no debes despertar a las personas de madrugada? Eso es de mala educación Chela Tina- me vuelvo a tapar.

-No seas haragán, son las doce del día y los señores ya se están preguntado por qué el niñero no está trabajando-

-¿Trabajo? ¿De qué demonios hablas?- me acuesto y en automático recuerdo, abro mis ojos- ¡Dios mío soy el niñero!- me destapo y corro a mi maleta para buscar algo de ropa.-¡Por qué no me despertaste antes! ¿No ves que me pueden correr por tu culpa? Eso quieres verdad, que mala amiga eres…- saco, saco y saco ropa, nada me convence y tengo unos minutos, ya es muy tarde y si no me ven pronto con el par me puede ir muy mal.-Ya, sáquese que me voy a cambiar- corro a Chela y ella sale, debo apurarme, debo apurarme.

 

 

Corro escalera abajo y casi me rompo el “hociquito” por las prisas, miro a un lado, miro al otro, todo se ve despejado, camino de puntitas rumbo a la cocina para pedir mi desayuno y una voz me detiene…

-Buenas tardes señor Piñero- trago duro, Don Buenote me mira.

-Valiente niñero nos conseguimos, a parte de su mal gusto al vestir, impuntual- sentada junto a él, la víbora esquelética.

-¿Ves? Te dije que si vendría- Silvanita comenta.

-Yo ya lo sabía Silmbécil- los cuatro están sentados en el comedor, genial, una reunión familiar.

-Hola a todos, pero qué espléndida mañana- saludo cordial y me siento junto a Mariano

-¿Qué se supone que haces niñero?- la bruja dietética pregunta algo molesta.

-Pues sentándome, creo que se llama así ¿no?- contesto y noto que los niños se ríen.

-Eso ya lo sé, mi pregunta es ¿por qué te sientas con nosotros? ¿No ves que estamos aquí los señores de la casa?-

-Ah, no, pues es que yo solo veo al señor don Bueno… digo, don Marcelo que es tan bueno, y pues usted es… es…- lo pienso, lo pienso…- La tía ¿no?- respira hondo y creo que si pudiera me mataría, tiene la mirada de aquella esposa celosa que me persiguió por el hotel aquella vez… ¡Qué tiempos!

-La servidumbre come en la cocina- me dice secamente

-A bueno- contesto y me quedo quietecito esperando mi desayuno. Sonrío a los niños y a don buenote.

-¿Y qué esperas para largarte?- pregunta molesta

-Pues yo no soy servidumbre, yo soy Marcos Piñero…-

-Niñero profesional- apuntan Mariano y Silvana al unísono, mientras se están riendo.

-Eso, gracias mijitos chulos, y como el nano, debo cuidar a mis enanos, y por eso estoy aquí y comeré aquí, y me sentaré aquí a menos que don papazot… digo, don Marcelo me indique lo contrario… ¿Me tengo que ir a la cocina señor?- noto que sus labios dibujan una leve sonrisa.

-No es necesario Marcos, puede quedarse-

-¡Marcelo!- anonadada dice la flacucha esa…

-Déjalo tranquilo Estefanía, si quiere comer con los niños que lo haga, para eso está contratado, tú y yo debemos ir a revisar el contrato de los canadienses, si nos disculpan…- se levanta de la mesa, yo le disculpo todo jefecito.- Más tarde quiero hablar con usted señor Piñero a cerca de su horario- sonrío, ya se me hacía mucha belleza que no me dijeran nada.

-Claro señor- sale don Marcelo y detrás de él la bruja, pero se me acerca y al oído me dice…

-Esto no se queda así remedo de niñero- se voltea y me pega con su cabello, vieja pioja.

-¡Eso fue genial Marcos!- dice Silvana, cuando estamos solos.

-Vaya, retaste a la víbora, no te vaya a morder- dice Mariano y suelta la carcajada- no sé por qué presiento que cierto animal rastrero que está a dieta me hará la vida de cuadritos… y de los más chiquitos, trago saliva, esto se ve muy feo… muy feo...

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¡Gracias!


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