THE CIRCUS OF MONSTER: PARADISE LOST
Y el reloj marco el inicio de la última hora del anochecer, marcando aquella final línea entre el día y la noche, entre la luna y el sol.
En las afueras de la majestuosa Tokio, escondido en la profundidad del bosque, yacía la carpa del reconocido CIRCUS OF MONSTER, dentro de la cual había una infestación de cadáveres muertos bañados en su propia sangre. Apestaba a muerte por todos lados, los demonios bestia recién terminaban de devorar a sus últimas presas, y todo el personal macabro del circo apenas como terminaban de prepararse para su próxima función.
En el circo ya no había ni el más mínimo rastro de ser uno, más bien parecía un matadero de gente humana, un paraíso que podría compararse o incluso igualarse con el infierno mismo.
Así de cruel era el circo de la Familia Demoniaca.
Olímpicamente ajenos a ello, en la pequeña carpa detrás de la original, un banquete especial estaba terminando de prepararse la para el Príncipe Monstruo estaba casi lista.
En una gran mesa, casi como la de un rey, dos castaños terminaban de servir la comida para degustar esa noche. La pequeña Hiyori sirvió la sopa del desafortunado Chiaki, y la ensalada del ingenuo Hatori, mientras el “hombre de la casa”, Kirishima servia sonriente los ojos quemados en una charola, el bien cocinado espagueti de Kisa, y la deliciosa carne asada que el joven Yukina había aportado “generosamente” para su majestad el príncipe. Ya todo estaba listo, las sirvientas Aikawa Eiri y Kohinata An se habían esmerado bastante en la cocina y nada podría salir mal, tan solo faltaba el invitado de honor.
Unos minutos después de dejar todo listo, Yokozawa apareció en el comedor luciendo un hermosos kimono rojo que Zen le había regalado hace unos días. Claro, arrebatándoselo al cuerpo de alguna desafortunada persona por ahí.
Los castaños se sentaron a los lados del oji-azul, quien al ver el delicioso banquete que le habían preparado, sonrió a flor de piel y comenzó a devorar todo lo que encontraba.
-Amor, ¿de verdad te gusta?-pregunto Kirishima
-Lo hicimos especial para ti Oni-chan-dijo la pequeña Hiyori
-Por supuesto que me gusta, ¡Los amo a los dos!-respondió sin caer en cuenta de sus palabras siguió devorándolo todo
Kirishima y Hiyori solo lo observaban sonrientes, estaban felices de poderlo complacer cada noche, en especial por la reluciente sonrisa que les regalaba cada que lo hacían, y eso hacía que todo valiera la pena. Ellos no necesitaban comer, de hecho, ni siquiera Yokozawa lo necesitaba pero el lo hacía por la horrible obsesión que aún conservaba desde vida, y los Kirishima disfrutaban de hacerle compañía todas las noches para que supiera que no estaba solo, que ellos siempre iban a estar a su lado.
La cena termino con el amanecer, los primeros rayos del sol ya acariciaban el circo e iluminaban los rincones oscuros del bosque, acercándose cada vez más al circo macabro que yacía en él.
-Zen-lo llamo para que se volvería hacia el
-¿Qué ocurre Yoko-¡Ah!-y cayó al suelo con la cabeza sangrando fuertemente
Yokozawa lo miro con placer sosteniendo aun aquel garrote con el que lo había golpeado lo suficiente fuerte para “matarlo”. Se inclinó para montarse sobre él, y saco de su bolsillo un tenedor y un cuchillo, para luego empezar a comérselo. Corto la carne, sin importar que se tratara de su amado y que la piel estuviera quemada, y la devoro sin cesar.
Comió con el hambre digna de una bestia, trago todo lo que se podía comer de ese cuerpo, e incluso lo que no, hasta los huesos que quedaban de él lo consumió.
Y para cuando estuvo satisfecho, camino tranquilo hasta su camerino y se acostó en la cama para descansar, cerrando sus ojos lentamente.
OOOOOOO
Se encontraba sentado en una roca fuera de la carpa, mirando serio como el sol avanzaba con velocidad a su ubicación, y sabía lo que significaba. El viento mañanero de la entrada del invierno soplo meciéndose sus cabellos ondulados, y sonrió recordando el rostro de su amado que emanaba tanta alegría cuando lo complacía. No era la primera vez ni sería la última que lo devoraba, era parte de él, comer a todo ser al que le tuviera afecto, y sabía que si se veía traicionado todas las noches era porque Yokozawa lo amaba, y lo amaba demasiado, aunque su manera de demostrarlo fuera tan macabra.
Aun así, él lo quería. Y lo seguiría amando para toda la eternidad, sin importar cuantas veces fuera traicionado, seguiría a su lado siempre. Porque lo amaba…y cuando se ama a un flor, la estrechas con fuerza a pesar de que sus espinas terminen por lastimarte.
Se levantó y camino al camerino de su amado, encontrándolo profundamente dormido en su cama. No le importaba si el oji-azul siempre lo miraba con gula y lo devoraba cada que se descuidaba, al fin, que siendo un espectro no podía morir. Siempre terminaría por volver.
Se acercó, se subió sobre él y beso sus labios, logrando que este despertara. Entonces, antes de que pudiera rechazarlo, transformo su cuerpo para volver a la apariencia que tenía antes, con la piel libre de quemaduras.
Así, Yokozawa le correspondió fundiéndose en un beso lleno de lujuria que poco a poco aumentaba de nivel.
Siempre juntos para toda la eternidad, ese era el juramento de la FAMILIA DEMONIACA.
Y así, con los cálidos rayos del sol iluminando el circo, todo este desapareció llevándose consigo a todo aquel que obrara dentro de el, y la Niña que Trae la Felicidad, el Juez Maldito, y el Príncipe Monstruo, desaparecieron misteriosamente de nuestra dimensión.
Pero no por mucho, no te confíes, pues al caer la luna de nuevo….El circus of Monster regresaría para pagar su deuda con las almas de quienes ingenuamente se dejaron seducir por el circo.
Este es el Paradise Lost.
El Paraíso Perdido.
The end.