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Wife por metallikita666

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Notas del capitulo:

Sexta escena de nuestra historia. Espero que la disfruten.

Seis: ¿¡Cómo carajo llegó aquí este tipo!?

 

-Entonces… ¿ya no vamos a ir a clases?-

Me sentí culpable por haber sacado al otro también debido a aquella retirada imprevista, pero es que ni de broma lo habría dejado solo con ese sujeto cobarde.

-Si quieres, vuelve tú después del almuerzo.- Contesté, deteniéndome frente a él, todavía con su mano en la mía. Luego miré la unión y la deshice gentilmente. –Tengo una invitación de mis tíos para ir a comer…-

-Oh, ya veo. Y… ¿asistirás?- La pregunta, como se ha visto, no estaba nada fuera de lugar. El más bajito me miró de soslayo, para luego fijar la vista. –Si quieres, te puedo acompañar. Sabes que tu familia no me desagrada.-

-No te preocupes. De todas maneras, creo que será muy rápido. Solo tragaré algo y ya.- Respondí con mucha normalidad y aparentando indiferencia, para que el chico no se preocupara. –Te veré en la tarde, si es que no tengo nada mejor que hacer y decido volver.-

-¡De acuerdo! ¡Que te vaya bien, y salúdame a tus tíos!-

Tetsu tomó el camino de vuelta, pero probablemente se desviaría hacia la zona central para ver si encontraba a alguno de los muchachos. A decir verdad, era lo que yo también deseaba, pues en cierta medida seguía intrigado con lo del cargamento, y no estaba seguro sobre qué esperar para esa tarde. Como medida preventiva, había planeado telefonear a papá desde casa de Naoki-ojisan o desde el colegio, y así no echar viaje en balde como me sucedió el martes.

Dada la hora del día, decidí utilizar el metro para llegar a Nishinari-ku[1], y en menos de quince minutos estuve en la calle donde vivían, a la vez, mi más grande amor junto con mis dos principales enemigos.

Me quedé frío cuando divisé, en la puerta del edificio, a Ruki que estaba de pie junto a Makoto, quien sostenía al perro de la correa… al tiempo en que Kouyou intentaba mimar al horrendo y caprichoso animal.

-Awww, ¡qué bonito! Es tan tierno… ¡pero no se deja tocar, caray!- Se quejaba el muy idiota, retrayendo la mano cuando el bicho se ocultó detrás de las piernas del primo y, gruñéndole, abrió sus fauces. Naturalmente, el inoportuno senpai ignoraba por completo lo mucho que Tooru odiaba que lo llamaran “tierno”, “mono”, “adorable” o cualquier equivalente. Pero tampoco era como que valiera mucho la pena explicárselo.

El primero en notar mi presencia fue Takanori.

-¡Ah, hola, Yuki! Qué bueno que decidiste acompañarnos.- Me dijo, y caminó hacia mi encuentro, separándose de su castaño. Pero yo estaba tan alarmado por la presencia de aquel inesperado metiche, que no atiné a responderle.

-En primer lugar, Kyo no es “bonito”, y mucho menos, “tierno”. Es el perro más feo del mundo, ¿lo has entendido?- En eso, pude notar como el mayor de todos volteaba a verme de manera indignada. -Y en segundo lugar… ¿¡Qué demonios haces tú aquí!?-

-Takayuki, ¡basta! ¡Delante de mí no vas a tratar a Kyo-sama de esa manera! ¡Y mucho menos si estamos en mi casa![2]-

Las peleas entre ambos por aquel motivo eran más que usuales… Aunque si tengo que ser sincero, cualquier cosa servía para azuzarlas. La cuestión era iniciar polémica entre ambos, pero es que el asunto del perro iba más allá de cualquier lógica.

-Mako, Yuki: ¡basta de riñas! ¡No empiecen otra vez!- Un acongojado Takanori intentaba calmar los ánimos, aunque sin mucho resultado. –¡Tenemos un invitado!-

-¡Es justo lo que no entiendo!- Salté yo. -¡Y desde hace rato estoy preguntando que qué carajos hace él aquí!-

Lo peor de todo era que Takashima ni se daba por aludido, sino que seguía el espectáculo con total atención y expectativa, como si estuviera mirando una comedia a la tarde. Solo le faltaban las palomitas de maíz.

-Tu hermano me invitó a venir, Yuki-chan.- Dijo finalmente el muy descarado, con una sonrisa de autosuficiencia que probablemente me molestó más que el hecho de que me llamara de esa manera.

-No me llames así… ¡No intentes pasarte de listo!- Le reclamé, interrumpiéndolo e ignorándolo cuando me pareció que innecesariamente se mordía el labio inferior, logrando ponerme un poco nervioso con eso. –Y tú, Ruki, ¿por qué lo invitaste? ¡Creí que este sería un almuerzo familiar! Es más: hasta le pedí a Tecchan que no me acompañara, por la misma razón.-

-A mí no me importa que haya venido. Me da absolutamente lo mismo.- Declaró Makoto, como si alguno le hubiera preguntado su opinión. –Y a su favor tengo que decir que es el único aquí presente, además de mi persona, que sabe tratar a Kyo-senpai como él se lo merece.-

Dicho aquello, se acuclilló para abrazar al can, el cual saltó a sus brazos y comenzó a lamerle la cara, ante el genuino espanto de mi hermano mayor.

-¡Ayyy, Makoto! ¡Qué asco! ¡A mí no te me acercas ahora, eh!-

Era terrible; lo acepto. No obstante, así sucedían las cosas siempre. Al menos, pueden estar seguros de que no miento.

-¡Pero si está recién bañado, Nori-chan! ¡Y hasta le pusieron keratina de esa misma marca que usas tú!-

Tan entretenido estaba yo mirando aquellos conflictos de pareja que tanto me llenaban el alma, que no advertí cuando el tarado restante se me acercó, agarrándose de mi brazo.

-…¿Quién es Tecchan?- Me susurró al oído, metiéndome tremendo susto. –Hmm. No me digas que tienes novio…-

-S-suéltame…-

-¿Yuki-chan? Ay, no; qué mala suerte. De seguro que es ese mocoso con el que te vi el otro día…-

-¡¡¡QUE ME SUELTES, JODER!!!-

El grito fue tan exagerado que todos se quedaron en silencio de repente, volteándose hacia mí. Todos excepto Kyo, a quien le pareció un excelente momento para ponerse a entonar uno de los más recientes éxitos de su banda.

-Oh, ¡pero si es “Taiyou no ao”!- Irónicamente, es probable que haya tenido que agradecerle esa intervención al condenado animal, porque solo así logré sacarme de encima a Takashima. –¡Este es Kyo-sama de Dir en grey! ¡Qué tonto! ¿¡Cómo no lo reconocí antes!?-

Me agarré la cabeza con ambas manos, contando hasta mil con los ojos abiertos mientras observaba que ya no era uno solo el estúpido adorador de perros, sino dos. Tooru, por su parte, se pavoneaba entre ambos castaños, aunque seguía haciéndose el difícil, a ratos, con el compañero de mi hermano.

-Se hace tarde… Tenemos que entrar. Taiji-ojisan nos espera.- Intervino Takanori con tono inquieto. Sin embargo, además de eso lucía apenado, y parecía no atreverse a dirigirme la mirada.

-Me debes una explicación…- Fue todo lo que le dije cuando pasé junto a él, decidido a entrar y a subir al departamento de quienes me habían invitado a almorzar, importándome muy poco los que se encontraban afuera. Especialmente, el zonzo de risa retrasada que jamás se me ocurrió que tuviera la desfachatez de presentarse en una ocasión como esa.

Tomé el ascensor y cerré rápidamente las puertas, mirando hacia el techo tras un hondo suspiro. Genial: a esas alturas, el entrometido senpai intentaba averiguar quién era Tetsuya, cosa que no me habría importado de no ser porque para entonces había comprobado lo mucho que se aplicaba en conseguir la información que necesitaba.

Maldije en voz alta cuando el ascensor se detuvo antes de llegar al piso de Taiji, pero casi me da un infarto en el momento en que, al abrirse las puertas, el que entró al cubículo fue Takashima.

-Dios mío… Esto tiene que ser una pesadilla.-

El mayor, para no variar, pareció no captar la indirecta, porque se colocó de espaldas contra la pared del mismo lado en que yo estaba, una vez que las puertas volvieron a cerrarse, y no dejaba de verme con su estúpida sonrisa dibujada en la cara.

-No puedo entender cómo mierda llegaste aquí tan rápido, si hace un momento le estabas lamiendo las bolas al perro.- Le lancé, sin ningún tipo de consideración. Total, él jamás las tenía conmigo.

-¿Estás celoso, Yuki-chan?- Definitivamente, cuando no había nadie más alrededor, el tipo cambiaba demasiado. Era como si le gustara jugar al taradito estando en público.

-Nunca vas a entender que no me agrada que me digas así, ¿verdad?- Y justo como lo esperaba, el castaño negó. –Y no; no estoy celoso. Tú ni siquiera me gustas.-

En ese instante volteé hacia el otro lado con la intención de quitarle la mirada y evitar que él pudiera seguir observándome, pero no se me ocurrió imaginar que utilizaría ese descuido para llevar a cabo otra de sus artimañas.

-Lo siento, pero no te creo. Porque si así fuera, jamás me habrías correspondido aquel beso…-

No había ni terminado de decir aquello cuando el ascensor se detuvo de nuevo, las luces se apagaron y, en un abrir y cerrar de ojos… tenía al mayor a solo centímetros.

-¡No, idiota!… ¿Qué haces?... M-mis tíos…-

-Tus tíos se van a quedar donde están; no te preocupes. Solo dame otro besito, ¿sí?...-

El desgraciado era quien me asía esa vez del cuello del gakuran, y aunque no podía verlo, sentía cómo mi respiración agitada golpeaba su cara. No obstante, él seguía demasiado tranquilo. Fue en ese momento en que, genuinamente asustado, comencé a sospechar que ese chico sin duda tendría que ser bastante pervertido[3].

Pero mientras yo me debatía internamente elucubrando todo eso, el otro se adelantaba, pegando sus malditos labios carnosos… exquisitos y suaves a los míos. Tenía que reconocerlo, y aun ahora no me queda de otra que decir la verdad: cuando ese idiota me besaba, se me olvidaba todo.

Pronto me vi abrazando su cintura, jaloneándolo más hacia mí y manoseando su trasero, al tiempo que buscaba siempre imponerme en aquella cada vez más enardecida lucha por someterlo a mi ritmo. Y lo había logrado y empezaba a disfrutar de la supremacía, cuando en eso se nos acabó el aire.

Yo aproveché para repelerlo un poco, soltándolo y alejándome de él a un mismo tiempo.

-Te-tenemos que irnos… No podemos… seguir perdiendo el tiempo aquí.- Dije jadeante, limpiándome las comisuras con el dorso de la mano tras haber ubicado y presionado el botón para accionar una vez más el ascensor, en el momento en que se encendieron las luces.

-Yuki… Sal conmigo, ¿sí?- Kouyou se acercó a mí una vez más, mirándome fijamente a los ojos. Y el hecho de que en ese instante ya pudiera verlo, no contribuyó a que me pusiera menos nervioso.

-No entiendo… qué demonios quieres. ¿Por qué no lo podemos dejar todo en simples encuentros casuales? Y-yo no quiero comprometerme…-

-No te estoy pidiendo compromiso… todavía.- Sonrió él, tomando uno de mis coloridos mechones para enredárselo en el índice, y acorralándome de nuevo contra la pared. –La razón ya te la dije: yo no tengo problema en admitir que me gustas. Eres un pimpollito, con tu forma hosca e indiferente de ser.-

Y, para sellar el acuerdo (que para mí jamás lo fue, obviamente; pero para él sí, como me daría cuenta minutos después), tras decirme esas tonterías, me dio un beso de piquito. Lo único que yo quería era salir de ese maldito lugar, así que apenas pude separarme de él presioné el botón del piso indicado, al cual casi habíamos llegado. Finalmente, en el momento en que se abrieron las puertas emprendí la carrera hacia el departamento de los Endo; sabiendo, por supuesto, que Takashima irremediablemente me seguía.



[1] Al sur de Naniwa y al norte de Suminoe.

[2] Gara de Merry fue roadie de Dir en Grey y admira profundamente a Kyo, con quien mantiene una buena relación. Nosotras, por nuestra parte, incluimos la referencia a ese hermoso detalle mediante la estrafalaria devoción que el hijo de Taiji y Naoki le profesa al Tooru canino, en los mismos términos de la siempre ridícula relación senpai-kouhai que no puede faltar en (mis) fanfictions de este tipo.

[3] Uruhas: 2. Yuki: 0.

Notas finales:

Pobre Ruki. Pensó que accediendo a que el pato fuera al almuerzo, lograría que el bestia del novio y el atolondrado del hermano se comportaran... y le salió el tiro por la culata XD

#EstaFamiliaNoTieneRemedio

Y si creen que ya Uruha se está yendo al carajo, no más esperen la que se viene. Y luego de esa, unas cuantas más. LOL

¡Nos vemos y gracias por leer! ;D


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