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Wife por metallikita666

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Notas del capitulo:

Esta actualización correspondía a ayer miércoles 21, pero como estaba de cumpleaños y además un poco enferma, decidí darme el día :3

Empero, no podía esperar para colgarla: la séptima escena no es solo una de las más largas de este fic, sino también de las más surrealistas. Será un acercamiento a buena parte de los Endo, familia pariente de los Tomioka, pero que bien podría tener su serie de relatos por separado, pues trifulcas y desmadres no le faltan.

A eso, claro, hay que sumarle que Uruha sigue ahí... y que por más que la dignidad ajena y propia estén en juego, no es motivo suficiente para que alguien como él declare la retirada xD

Les dejo, pues, con la lectura.

Siete: El carnaval hecho banquete

 

Topamos con suerte puesto que, aunque Ruki, Makoto y Kyo habían llegado primero, mejor dicho continuaban en la puerta, debido a que los dos últimos se hallaban involucrados en una ardua discusión con Taiji. La razón era que el bajista, bajo ninguna circunstancia, quería dejar entrar al bicho al apartamento.

-Gara, hijo mío: es la última vez que te lo digo. QUIERO A ESE ANIMAL FUERA DE MI CASA AHORA.-

Al escuchar esas palabras se me regocijó el corazón, y detuve mi carrera con la intención de pasar inadvertido y poder atestiguar la regañina que le estaban dando al primo.

-Taiji… ¡No puedo creer la manera tan intransigente en que te comportas! ¡Sabes bien que Kyo-sama no merece un desprecio así! ¡Él es un gran artista, al igual que tú!-

Había que ver la clase de burradas con las que salía el atolondrado castaño. Sinceramente, nunca entendí por qué Sawada lo quería tanto.

Para empeorar el momento, Tooru acompañó las palabras de su fanboy con un par de sentidos ladridos y un aullido. Luego de que me asomara, pude observar al pelilacio suspirando y tomándose la cara con la diestra.

-¿Cómo dices una cosa así, amor?- Intervino Takanori, adelantándose. –¡Si tú mismo sabes que no hay punto de comparación!-

-¡Claro que lo hay! ¡En realidad, lo lógico sería que el perro comiera con nosotros, en la mesa!-

-Déjalo; Nori, mi vida. Déjalo.-

El pobre bajista probablemente intentaba, dentro de su corazón de padre, convencerse de que aquella actitud no eran más que rebeldías adolescentes. El problema era que Makoto llevaba años en esa ridiculez, desde el día en que a mi papá no se le ocurrió una mejor idea de regalo que darle un single de Yurameki, y el entonces mocoso vio al perro cubierto de peluche cantando en una iglesia.

Sawada volteó hacia la puerta al sentir nuestra presencia.

-Oh, pero si… eres tú, Yuki-chan.- Dijo, bastante sorprendido, y su mirada me produjo un agradable escalofrío. Desgraciadamente, el efecto fue mucho más fugaz de lo esperado, a causa de lo que mencionaría a continuación. –Y vienes con… ¿Quién es ese muchacho?-

Feliz de que detectaran su presencia, el metiche me agarró del brazo e hizo que ambos nos introdujéramos un poco más en la vivienda ajena. Para terminar de hacerla, tomó la palabra antes de que a mí se me ocurriera decir algo.

-¡Hola, Taiji-san! Mucho gusto. ¡Mi nombre es Takashima Kouyou y estoy saliendo con Yuki-chan!-

Me dieron unas ganas tremendas de empujarlo por la ventana para ver si lo que tenía de imbécil lo tenía de resistente, pero la verdad es que me quedé totalmente en blanco, al no poder creer que eso estuviera pasando.

-Ahhh… ¿sí?- Rápidamente, Sawada cambió su semblante por uno totalmente animado y maquiavélico; lo cual supe con seguridad porque el infeliz ni siquiera se dignó a preguntarme si aquello que había escuchado era cierto. –¡Pues mucho gusto, Shima-kun, y felicidades a ti, sobrinito! Me alegra mucho que por fin hayas encontrado a alguien. Oh, pero pasen por favor, chicos. ¡No se queden ahí en la puerta!-

-Taiji, no… Él y yo no…-

-¡Entren, les digo!-

El mayor tiró de nosotros sin darnos tiempo ni para quitarnos los zapatos, y después de eso le arrebató la correa de Kyo a Makoto con la misma rapidez y eficacia. Se fue al vestíbulo en el que nos hallábamos segundos antes y sacó del pequeño armario un cono veterinario y un papel que tenía escritas las palabras “perro”, “animal” y “mascota”[1]. Acto seguido, pegó el papel en la pared, le puso el cono al perro tras nalguearlo y regañarlo un poco para que se quedara quieto, y lo amarró al tope clavado en el suelo que servía para detener la puerta.

-Listo. Lo dejaremos así hasta que venga tu papá para que lo baje y lo ponga en un taxi que se lo lleve a casa de Tomás.-

Makoto sufría con la medida, pero Ruki, que no estaba dispuesto a escuchar más quejas suyas relacionadas con el bicho, arrastró a su novio hacia la cocina, tras el tío. A pesar de todo, mi hermano ya no estaba molesto, pues era otro que parecía haberse divertido mucho con la intervención del estúpido de Takashima.

-Ayyy, qué lindo así, ¿no te parece? ¡Estamos todos en pareja!-

Según el muy bruto, luego de decir eso haría lo mismo que Takanori con el primo y se me pegaría como sanguijuela, pero no contó con que yo lo recibiría de frente con el cuchillo que acababa de tomar de uno de los lugares de la mesa.

-Si no quieres que por tu culpa me vaya antes de tiempo y termines arruinando una velada familiar que jamás accedo a tener, deja de fastidiarme.-

Momentáneamente, pareció entender.

Adentro, en la cocina, faltaba nada más llevar la comida a la mesa, pues el habilidoso vaquero tenía todo preparado.

-¿Y dónde está Naoki? ¿No se le hizo tarde ya?- Le preguntó el primo a su padre, cargando las ollas junto con Ruki. Yo moría por destaparlas para ver qué contenían, pero debía hallar el momento adecuado.

-Debe de estar por llegar. Se fue a traer a Masahide[2] y a su familia.-

Lo que faltaba. El no menos desubicado primo Endo de Tokio, su exhibicionista novia adoradora de la mayonesa y el calamar[3], y el terremotito peliverde hijo de ambos[4]. Intentando verle el lado bueno, se me ocurrió que si Takashima no se espantaba después de conocer a aquella gente, entonces sería porque de verdad era un degenerado absoluto.

No obstante, tras recordar las palabras recientes de Tetsu sobre que mi parentela le caía bien… perdí las esperanzas.

-¡Hola, hola, familia! ¡Ya llegamos!- Se anunció el mayor de los kiotenses, frustrando mis intenciones de destapar determinada olla y tomar una de aquellas humeantes y deliciosas bolas de arroz con los dedos. Lo peor de todo era que ese otro también preguntaría por el intruso apenas lo viera, así que yo mejor les di la espalda.

-Ugh, ¿pero qué hace este animal aquí? Qué espanto. Deberían prohibir la entrada de fenómenos a este edificio…-

El segundo en ingresar fue el altanero pelirrosa, del cual solo aprobaba sus pésimos comentarios sobre Kyo, los cuales jamás fallaban en hacer rabiar a Makoto. Por lo demás, él nos tenía tan atravesados a mi primo y a mí como nosotros a él, por sus siempre sospechosas intenciones de acercársele a Taiji más de la cuenta. Además, y si bien para entonces no estaba muy consciente del asunto, con el tiempo me di cuenta de que el sujeto trataba con gran displicencia a su propio hijo, a causa de un motivo realmente vil.

-Kyo-sama es más bienvenido que tú en esta casa, señor padre de familia.- Repuso Makoto con sorna, aludiendo a la corta edad con la que su tío segundo se había convertido en progenitor[5], y que era uno de sus motivos favoritos para fastidiarlo. –Y no es ningún fenómeno, a diferencia de tu cuñado[6]…-

-Ya basta, jovencitos. No empiecen.- Sentenció Naoki mientras se sentaba en el sofá y tomaba el control remoto del televisor, a lo que yo daba gracias internamente porque todavía no había notado ni siquiera mi presencia. –Quiero a mi familia unida y en armonía a la hora del almuerzo. Recuerden que el amor tan ejemplar que se tienen los Endo entre sí es motivo de envidia para otros hogares.-

Tuve que morder el borde del vaso para no dejar salir la risa que súbitamente me sobrevino, en especial cuando miré que el vaquero, quien todavía se encontraba ordenando el área de trabajo en la que había preparado los alimentos, rodaba los ojos a causa de tal comentario.

Pero en eso, se oyó como si un jet cortara el aire.

-TAIJI-OJICHAN!!!!! ¡Taiji-ojichan, Taiji-ojichaaaan!-

Disparado, el chiquillo había ingresado a la casa y no paró hasta que los brazos del padrino lo recibieron. El bajista se tuvo que sostener de la mesada de la cocina para no caer hacia atrás.

-¡Take-chan! Por dios, mi vida; ¡casi me tiras al suelo!- Comentó un aturdido Sawada. –Milly, este niño está cada día más fuerte.-

-¡Es porque come mucha pero mucha mayonesa, Taiji-oniisan! Qué vitaminas ni qué nada. ¡Lo que los niños necesitan para crecer fuertes y hermosos son mariscos en tempura, natto, y mucha mayonesa!-

Entretenidísimo estaba yo mirando de reojo la entrada triunfal de la pelirroja, quien no pudo elegir mejor discurso que ese para dejar muy en claro por qué pertenecía a semejante linaje de desquiciados, pero en eso se me acercó el sujeto de cuya presencia hasta me había olvidado, y me jaloneó de la manga del uniforme.

-Oye, Yuki… ¿Que no vas a presentarme al resto? Está llegando mucha gente y no sé quiénes son.-

Por lo menos, tuvo el sentido común de murmurar aquello y no gritarlo, pero no por eso su petición me incomodó menos.

-Ve a que te los presente Takanori, porque te recuerdo que no fui yo quien te invitó a venir. Por mí, te subiría al taxi junto con el pulgoso ahora mismo.-

Y en lo que me iba a sentar, Naoki desafortunadamente había terminado de pasar disimulada revista a los canales infantiles[7], y dirigió por fin la mirada al frente.

-Pe-pero si eres tú… Takayuki…- Al igual que a su pareja, mi asistencia a ese convite le había admirado muchísimo. Cuando lo mencionó, yo solamente ladeé la cabeza y desvié la vista. –Y… ¿este chico?-

No me tomarían desprevenido por segunda vez tan fácilmente, así que antes de que el otro abriera el pico, yo contesté.

-Es un compañero de Ruki al que acaban de transferir de colegio, Nao-ojisan. Y por eso fue que mi hermano lo invitó a venir.-

Le dirigí a Kouyou una mirada triunfal que de seguro no se esperaba y me senté a la mesa, viendo cómo el otro se mordía el labio del coraje, al tener que admitir que yo le había ganado la partida momentáneamente. Lo único que necesitaba era que a Taiji no se le ocurriera agregar nada, pero, afortunadamente, la pareja de guitarristas y su hijo lo tenían demasiado atribulado en la cocina.

-Entiendo.- Replicó el entonces pelicorto, levantándose del sofá y yendo hacia la mesa. –En ese caso, ¡bienvenido, y siéntete como en tu casa! Ah, y las personas que llegaron conmigo son mi primo Masahide, su novia Milly y el pequeño Takemasa. A los demás supongo que ya los conoces.-

Me molestó la innecesaria cortesía para con el intruso, pero al menos no me había tenido que aguantar otro momento indignante. Una vez que acabó de presentarle a su familia y su interlocutor le agradeció el detalle, Naoki miró hacia la cocina y Takashima se acercó a mí.

-¿Me podrías indicar al menos dónde debería sentarme? Ruki-kun se fue por el pasillo hace un momento, así que no le puedo preguntar a él…- Me dijo con voz baja y resignada; cosa que por supuesto me agradó muchísimo. Finalmente iba entendiendo cómo tenía que comportarse.

Antes de contestarle, de primera entrada pensé que lo mejor sería ubicarlo lo más lejos posible, pero luego tuve una sabia premonición que decidí acatar: en caso de necesitar golpearlo por debajo de la mesa, no lo conseguiría si lo mandaba al otro extremo.

-Toma ese lugar si quieres.- Le dije con indiferencia, refiriéndome al sitio que estaba junto al mío. –Porque es aquí donde usualmente acomodan a las visitas. Los de ellos los tienen asignados.-

En la cocina, los demás seguían con los preparativos.

-No, Nao-chan. Estamos bien así. No te preocupes.- El bajista anfitrión respondía a la interrogante de su novio sobre si necesitaba ayuda para terminar de llevar lo necesario a la mesa. –Mariko, querida… ¿te asigné los platos para el postre y las cucharas, verdad? Bien. Tú, Masa, me ayudas con esa fuente, y… Ah, hijo; trae las cervezas, por favor. Gracias.-

El tokiota, por su parte, cargaba al ahijado con un brazo (quien jugaba sobre su hombro con un dinosaurio de plástico), y en la otra mano llevaba las servilletas. Una vez que llegó al sitio donde lo esperábamos los demás, puso al chiquillo en el suelo y se aprestó a reacomodar las cacerolas al centro de la mesa.

-Wiiiii, ¡perro marciano!-

El pobre y desgraciado can estaba bien dormido cuando el mocoso peliverde se dio cuenta de su presencia finalmente, y corrió hacia él para abrazarlo con el mismo ímpetu con que se había abalanzado a los brazos de Sawada minutos antes, provocando con su apretujo que el animal no solo despertara de repente, sino que comenzara a chillar asustado y adolorido. De manera esperable, ninguno de los presentes pudo dejar de observar el hecho, y para mí fue nostálgicamente hermoso atestiguar cómo el pequeño demonio tomaba mi lugar de infancia sin habérselo pedido.

Para ese momento, jamás podría haberme imaginado que el parecido entre Takemasa y yo sería tal que años después el chiquillo, más que con su primo segundo, desarrollaría una relación estrecha e inesperada conmigo. Cumplidos los ocho años, sentía gran afinidad por yankiis y bosozokus, y pregonaba (al igual que lo hiciera yo en mi momento) que al crecer deseaba convertirse en uno. Actualmente, él y su amigo Junji[8] son los seguidores más jóvenes que acuden a nuestros conciertos.

Volviendo al momento del almuerzo y tras la interacción de Take-chan con el perro, no todo fueron sonrisas para el resto. El primo, por supuesto, se había ofendido terriblemente con la exclamación del nene; mientras que el padre de este, quien rara vez parecía darse cuenta de lo que hacía el crío, miró al castaño menor con expresión de superioridad. Casi que podría decirse que con ojos de “¡ese es mi hijo!” (y de estarse enorgulleciendo, probablemente por primera vez en su vida, por algo que este hubiese hecho).

-Ay, no. Es verdad…- suspiró Taiji. –Se me había olvidado el perro. Nao-chan, ¿podrías sacarlo? Mientras llamo a Tomás para avisarle…-

-¡Taiji, espera!- Se apuró Makoto. –¡Por lo menos dale de comer antes de que se vaya! Sé que no te agrada que esté aquí dentro, pero tú tampoco eres tan desalmado como para negarle eso…- Luego de la estratégica pausa, miró a su atractivo tutor con ojos de ternero degollado. -¿Sí, papá?...-

Al primo le encantaba humillarse solo. Creo que eso queda claro.

-Uysh… bueno. Está bien. Suéltalo.- Accedió por fin el bajista, y mientras su hijo le obedecía, él seguía dándoles indicaciones a los demás para que le ayudaran a servir los platos, incluido Takanori que había vuelto.

-Takemasa, ¡no debes decir esas cosas de Kyo-senpai!- Cuando llegó hacia donde seguían el niño y el perro, Makoto se acuclilló para reprender al menor en voz baja. Por otra parte, tanto Takashima como yo quedamos maravillados una vez que el cocinero y sus ayudantes destaparon el delicioso unagidon[9] y lo repartieron según las indicaciones de Taiji, pero yo no perdía detalle de lo que sucedía cerca de la puerta. -…tienes que respetarlo mucho, ¿lo comprendes? Porque él es un ser muy especial y talentoso, y es superior a todos nosotros…-

-…tres filetes para Naoki, y le pones un poco más de salsa. A Masahide le sirves según tu criterio. Para los muchachos son tres también, y… MAKOTO ENDO, TE ESTOY OYENDO. ¡Deja de decirle esas estupideces al niño y suelta a ese animal en este mismo instante!-

El aludido, cogido in fraganti, no pudo ni chistar. La expectación por la comida le había quitado de encima la atención de la mayoría, pero no la de su siempre vigilante padre. Así fue como Tooru-chan acabó allegándose por fin a los pies de quien había pedido su liberación, moviendo la cola animadamente al tiempo que miraba hacia arriba con afán.

-¡Kyo! ¡A la cocina, ya!- Le ordenó el talentoso músico, mientras terminaba de separar la porción que le daría en un plato, buscando las partes menos exquisitas de la anguila. Al momento, el can hizo como le decía, dejando muy impresionado a Takashima.

-¡Oh, vaya!... Y yo que pensé que no le obedecería. ¡En realidad, es un animal educado!-

-Pues cuando le da la gana, Shima-kun.- Contestó el mayor. –Pero lo cierto es que yo tengo muchos años de alimentarlo, así que no le queda más que respetarme. Con permiso; ya vuelvo.-

Una vez que Sawada se ausentó, Milly y Ruki terminaron de servir y repartir las porciones. Acto seguido, y mientras la muchacha iba por su hijo y mi hermano se sentaba a mi otro costado, el tío Naoki se preparaba para su usual discurso de bienvenida, con toda su disposición de patriarca bíblico.

-Su atención, por favor… Antes que todo, quiero agradecer a los presentes por haber venido. Tanto a los que acostumbran hacerlo, como a aquellos que nos cuesta más ver.- El vocalista me dirigió una mirada cómplice, la cual acabé rehuyendo. –Así también a los invitados. Que sepan que esta es su casa y que pueden acudir cuando quieran, porque se van a dar cuenta de que nosotros somos una familia muy hospitalaria.- El idiota que tenía al lado sonrió emocionado, pero la mueca se le quitó al instante no bien le metí un codazo. En eso, el otro anfitrión volvía de la cocina y tomaba su puesto. –Pues en fin, no los hago esperar más. Que todos queremos degustar este delicioso banquete preparado por Taiji. ¡Salud, y que les aproveche!-

El menú era, tal cual acostumbraba el hábil bajista, de tipo mixto, pues incluía recetas japonesas y extranjeras. Como mencioné antes, de plato principal había unagidon, pero también onigiri de salmón, ensalada césar y un postre que probablemente sería alguna delicia occidental. De beber teníamos cerveza, y para el pequeño, Taiji trajo de la refrigeradora un envase de su jugo de frutas favorito.

La comida iba transcurriendo en relativa paz, entre comentarios casuales y halagos para el chef. Empero, el niño era el único que no parecía avanzar demasiado con su porción.

-Mamá…- Dijo finalmente la criatura, arrugando el entrecejo mientras tiraba de la manga de Misato. –Quiero mi biberón…-

Tanto Ruki, como Takashima y yo, que éramos los menos familiarizados con las costumbres de los parientes de Naoki, nos miramos con extrañeza. ¿El mocoso ese no estaba un poquito grande como para seguir bebiendo leche de esa manera? Intenté hallar alguna pista volteando a ver a Taiji, pero todo lo que le vi hacer fue detener el bocado que estaba a punto de engullir, y abrir los ojos con acongojada sorpresa.

-¿Qué sucede, mi amor? Ahh, sí; ¡tienes razón! Ya decía yo que algo le estaba haciendo falta a la comida.- Después, la guitarrista se dirigió a su novio, quien estaba sentado más cerca de los sofás. –Masa-chan, ¿me alcanzarías mi bolso?-

El aludido obedeció, y cuando por fin la única mujer presente tuvo su cartera en la mano, extrajo de ella un gran biberón completamente lleno de algo blanco… que no se movía.

-Como siempre, tu comida está deliciosa, Taiji-oniisan, ¡pero ya sabes que en mi casa le tenemos muchísima devoción a este pequeño manjar! Así que… ¡aquí viene el avioncito, Take-chan!-

La chica, envase en mano, hacía ademanes de estar piloteando una aeronave, mientras el chiquillo saltaba emocionadísimo en su silla.

-…que riega todos los arrozales de Japón…-

-¡Con mucha mayonesa!- Exclamaron madre e hijo al unísono. Todo un ejemplo de psicótica ternura.

Sí. Aquella sustancia blanca contenida en el biberón no era otra cosa que mayonesa. De la más espesa y pegajosa.

Una vez que la porción del nene estuvo casi que enterrada bajo el terrible aderezo, este reanudó su ingesta con el mismo entusiasmo con el que un crío normal engulliría una torta de cumpleaños, y su madre aprovechó para echar a perder su comida también.[10]

-¿Masa-chan, tú quieres?- Le preguntó después al padre de su hijo, quien denegó la propuesta argumentando que su ración estaba bien tal cual. -¿Alguien más? ¿Ustedes, chicos?-

A pesar de las sonrisas y la amabilidad de la pelirroja, los tres Takas nos hallábamos igual de pasmados. Yo, al menos, había oído sobre que la gente esa estaba loca de remate, pero nunca quise creerme que la cosa fuera para tanto.

No; corrección. Takashima tenía el estómago revuelto, y estaba más verde que la cabellera del pequeñito en frente suyo.

-¿Shima-kun? ¿Te encuentras bien?- Taiji, preocupado, notó los colores en la faz del otro.

-Sólo está un poco impresionado.- Respondí yo, restándole importancia al asunto, y sin siquiera voltear a ver al castaño. Pero el tío me regañó de inmediato.

-¡Yuki, sé demasiado para mi propio bien sobre niños y adolescentes! ¡Levántate ya mismo y ayúdame!-

Como un rayo, el bajista se había puesto en pie e ido a auxiliar a Kouyou, esperando mi ayuda para poder sacarlo de su silla antes de que se le ocurriera arrojarse en medio de la mesa y, ahí sí, terminara de echarle a perder la comida a todo el mundo.

-¡Mamá, mira! ¡Ese hermanito va a vomitar!-

Para cuando Naoki, Ruki y Makoto apenas si se estaban dando cuenta de lo que pasaba y el tío mayor armaba drama y alboroto, Taiji y yo teníamos al infeliz senpai con la cabeza en el inodoro. Y de nuevo: si hubiera sido lo suficientemente inteligente, me habría dado cuenta, con solo esa experiencia, de que el estómago de ese tarado no era de fiar. Pero como siempre, a Takayuki le toca aprender por las malas.

Como si semejante horror necesitara todavía más agravantes, desde el baño podía escuchar a Milly que se disculpaba muy apenada y le explicaba al niño que no a todo el mundo le gusta la mayonesa, y a Naoki que corría con el botiquín de primeros auxilios, como si no supiera que la única solución para aliviarse cuando uno se está vomitando, es vomitar.

-¿Te sientes mejor ahora?- Taiji le sostenía el cabello al accidentado pelilacio, mientras yo me moría de ganas de soltarlo y tirar de la cadena. Digo, así se iría toda la porquería junta, ¿no?

Y mientras él se disculpaba, se lavaba y todos volvíamos a nuestros asientos, el vaquero le explicaba con relativa paciencia al mayor de los Endo que no hacía falta otro remedio, y que podía despreocuparse de una buena vez.

Después de ese aterrador comienzo de velada, afortunadamente no hubo mucho más que merezca ser contado, pues al menos de parte de Takashima, el incidente del vómito lo había dejado bastante apenado. Terminamos nuestro almuerzo con relativa normalidad luego de que tanto Milly como el nene se ubicaran en un sitio desde donde el fulano no los pudiera ver, y los demás, o estaban acostumbrados a esas cosas como los mayores y yo, o pudieron sortear el incidente gracias a la exquisita sazón de los platos, que de ninguna manera estaban para desperdiciarse.

Kyo-chan fue finalmente devuelto a casa en un taxi, pues el bajista se aseguró de que, al menos ese día, su hijo dejara de perder el tiempo por ir detrás del animal en todo momento y asistiera a clases. La pequeña familia invitada, por su parte, se quedó un rato más en casa del primo mayor, pero la complicación se hallaba para mí en cómo deshacerme de Kouyou e ir a la escuela. Empero, todo se resolvió cuando recordé mi determinación de telefonear a papá desde casa de Naoki, que era un sitio seguro, y preguntarle por los avances de la investigación del último día en el puerto. Si había novedades, me encargaría de eso aunque no pudiera avisarle a Tetsuya, porque prefería hacerlo así que exponerme a que Takashima nos espiara, al seguir empecinado en averiguar la identidad de mi amigo. O que, peor aún, nos siguiera hasta Suminoe-ku. Así, el molesto senpai tuvo que irse junto con Ruki y Makoto de vuelta a clases una vez que finalizó el almuerzo.

 


[1] Seguidores de Merry reconocerán que hasta hace poco, papeles, pinceles y tinta eran el medio favorito de Gara para comunicarse con su público. En el rol, fue una actitud que exhibió sobre todo de niño, cuando su personalidad era mucho más taciturna y representaba todo un enigma para sus padres.

[2] Vocalista y guitarrista de SEX –Virgin Killer-. Por su enorme parecido con los tres hermanos de Kioto (Naoki, Sceana y Yayoi), el chico quedó como el primo menor de estos en el rol.

[3] Mariko “Milly Bison” Misato, guitarrista de Ryuketsu Blizzard.

[4] Takemasa Kujou (Endo, en el rol). Segundo guitarrista y líder de Kiryu.

[5] En algunos países, entre ellos el mío, son inusuales estas designaciones, y al primo del padre se le llamaría “primo segundo”, de la misma manera en que al hijo del primo. Ortodoxamente, Masa es tío segundo de Gara; y Gara, sobrino segundo del pelirrosa, razón por la cual lo empleo así en el presente fanfiction. De esta manera, la única relación de primos segundos que estrictamente existe es la que hay entre Gara y Takemasa. Por otra parte, el tema de la paternidad temprana de Masahide se refiere a que, cuando este y su novia Milly tenían 17 años, ella quedó embarazada. Lo cual deja a Takemasa con cinco años de edad en la línea temporal de esta historia.

[6] Juda, el mejor amigo de Milly que es casi como su hermano (pues la chica se lo llevó a vivir con ella, su novio y su hijo)… es un ser especial. Como una especie de punk rocker cavernícola, digamos.

[7] En el rol, Naoki es adicto a My Little Pony (al grado brony), y de ahí su afición al resto de caballos. No diré más, pues eso ya es suficientemente horrible.

[8] Junji Tokai, baterista de Kiryu, fue miembro de soporte en the Piass.

[9] Unagidon o unadon es un donburi de anguila, es decir, un bol que contiene anguila a la parrilla con salsa dulce sobre una cama de arroz blanco.

[10] Los siempre entrañables Ryuketsu Blizzard tienen su canal de recetas incomibles (para todos quienes no sean ellos) en youtube, en las cuales emplean siempre muchísima mayonesa, amén de las mezclas más impensadas y poco placenteras de imaginar para el comensal promedio.

Notas finales:

"Pero como siempre, a Takayuki le toca aprender por las malas". Lo amo porque le encanta irse al carajo hasta cuando se caga en sí mismo xD

Y vos, nuestro dulce y siempre bienamado Taiji... ¿en qué manicomio te metiste? Para ese momento ya llevaba años, pero eso no le quita que visto desde cualquier ángulo, siga siendo una proeza.

Pero acá no acaba todo el día de hoy. Como la escena siguiente es muy breve y está mucho más relacionada con esta, habrá un pequeño bonus navideño. Así que les invito a presionar "siguiente". 


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