Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Wife por metallikita666

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

De las conversaciones entre los amigos, el apuro por evitar el tema indeseado y la alegría de Tecchan a causa de su primer postre de la temporada (el cual le valió el mote interno de Flancito), pasaremos a explorar un poco más a fondo la problemática entre Yuki y Tomás.

Once: No lo entenderás hasta que seas padre tú también

 

Ilusamente creí que ese día transcurriría tranquilo y sin percances, pero luego de bajar de la azotea, miré hacia el patio a través de una de las ventanas del pasillo, y advertí que Chihiro, Yoshio y Hiroshi se hallaban fuera de la reja. Asombrado y un poco asustado, terminé de descender los pisos restantes y corrí hacia ellos.

-¿Qué sucede?- Les dije por fin, refiriéndome al hecho de que los tres se hallaran ahí.

-Tu padre dio orden de intervenir el sábado y avisó a la policía para ese día.- Contestó el hábil pistolero. –Lo malo es que supimos, gracias a Sho-san, que en las grabaciones uno de los tipos comenta que lo que descargaron hasta ahora “es prácticamente todo”…-

-¡Maldición! ¡No lo puedo creer!- Me quejé, verdaderamente furioso y desconcertado. –¡Prefiere ponerse en ridículo que aceptar mis sugerencias!-

-Todavía puedes ir al sello a hablar con él.- Intervino Hiroshi, quien solía ser el más callado de los tres. –Al parecer, acaba de tomar esa decisión.-

Faltar a las lecciones siguientes me daba igual, porque de todas maneras la profesora de matemáticas me regañaría por presentar mi tarea tarde (la que no había podido entregar el viernes, por culpa del infeliz portero que prácticamente no nos dejó entrar al colegio a Tetsu y a mí), así que les pedí a los muchachos que aguardaran mientras iba por mis cosas.

Le entregué mi cuaderno a Yuriko para que presentara la asignación en mi nombre, y aunque recordé que había quedado de verme con Tecchan en el pasillo antes de que comenzaran las lecciones, fui hacia los casilleros, esperando evadirlo. Si tenía que discutir duramente con papá, prefería estar solo. De ninguna manera dejaría que me dijera groserías delante de nadie más.

Abrí la puerta de mi casillero y luego mi mochila: Meru había aparecido en ella. Cuando palpé su pequeño cuerpo a través de la tela me asusté, pero supe que tenía que abrir el bolso.

La miré fijamente, sintiéndome un poco mal. Desde que había entrado al secundario, abandoné la costumbre de llevarla conmigo a clases. Más exactamente, después de la vez en que Aoi se enteró de este hábito y aprovechó para contárselo a todos los demás, los cuales por supuesto que se burlaron de mí. Aun así, continuaba durmiendo con ella y siempre se hallaba en mi habitación, pero yo mismo le había pedido que no me acompañara, pues no la cargaría más conmigo a partir de ese momento. No obstante, si ella estaba ahí, algún motivo debía de haber.

-No sé qué hacer, Meru-chan…- Murmuré, con la frente apoyada en el brazo, el cual había cruzado a través del marco del casillero. Ignoraba si su presencia tenía que ver con que aprobaba o reprobaba lo que yo estaba a punto de hacer. Y como ella prácticamente había dejado de hablarme, la duda me acompañaría hasta que aquella situación tuviera su desenlace.

Tras un suspiro, recordé que los chicos me esperaban afuera, que entregué mi tarea, y que había tomado una decisión. Por lo cual intenté cobrar agallas nuevamente; cerré la mochila con la muñeca adentro, y me puse en marcha.

En compañía de mis tres compinches llegué a Namba, al edificio de la Free-Will. Subimos en ascensor hasta el noveno piso y, por precaución, les pedí a los muchachos que se quedaran incluso fuera de la sala de espera. Saludé a Yuri-san (la secretaria del viejo) con cordialidad: después de todo, la mujer no tenía ni la más mínima responsabilidad de las actuaciones de su jefe. Ella se extrañó de verme ahí pero se alegró de inmediato; recordándome, como toda la gente mayor, lo pequeñito que era cuando me había conocido.

-Yuki-kun, ¡pero si estás enorme! ¡Y muy guapo! Ah, espera un momento que le aviso a tu padre.-

-No, Yuri-san; no se moleste. Mejor todavía si lo agarro desprevenido.-

Y ante el asombro de ella, pasé adelante, abriendo de repente la puerta que comunicaba a la oficina del empresario. Ahí estaba él: echado en su sillón, casi durmiéndose mientras miraba algo en la pantalla de su computador, con una enorme taza de café al lado. La insoportable música de la Kudo se colaba a través del parlante de fondo.

-Necesito hablar contigo. Y tiene que ser ahora.-

Me mantuve de pie, delante de su escritorio pero alejado unos cuantos pasos, y desde ahí le hablé. Él levantó la mirada, quedándose atónito por mi súbita aparición.

-Takayuki… ¿No deberías estar en el colegio?-

-Eso no importa ahora.- Me atreví, frunciendo el ceño. –Y tampoco importa mucho cuando debo faltar para reponerme después de una noche de “vigilancia”, o cuando por estar en aquella maldita bodega no puedo ver a Neko-chan y a Tadashi-nii que llegan de visita, ¿no?-

-¿Qué es lo que quieres?- En ese momento, y tras el reclamo directo, el mayor se enfadó. –Yo no te mandé llamar, ni te di instrucciones de nada.-

-Quiero saber por qué diste orden de intervenir el sábado en el puerto, sabiendo que es altamente posible que el bote no aparezca ese día. Ni el bote, ni los tipos, ni las cajas. Ese día no habrá nada.-

Entonces, el de melena bicolor dejó de observar aquellas listas que parecía revisar, y tomándose el costado de la cabeza un momento, miró hacia abajo con pesadez y después elevó la vista, fijándola en mí.

-Hijo, no hay por qué apresurarse. Ya las pruebas están recogidas. Con lo que tenemos es suficiente para abrir una investigación.-

-¿Pero de cuándo a ahora tan investigativo, Tomioka-san? Esos nunca han sido sus métodos.- Lo vi apretar los labios, en señal de claro disgusto. -O si no, ¿por qué es que tiene un ejército de revoltosos en las calles de Osaka, eh? Yankiis, bosozokus y chinpiras como Tetsu o como yo, en una prefectura en donde todo el mundo sabe que no tener su protección es bastante inconveniente.-

-Basta, Yuki; te estás pasando. Y no quiero volver a gritarte como la otra vez…-

Sus ojos oscuros y profundamente penetrantes se clavaron en mí, con esa mirada suya que era capaz de poner nervioso a cualquiera.

-Solo estoy diciendo la verdad, papá. No entiendo por qué ahora le restas toda la importancia del mundo a este asunto del cargamento hormiga que han estado ingresando a través del puerto, después de que el lunes anterior, que fue la primera vez que me enviaste a vigilar, lo hiciste con tanta insistencia.-

-Me he dado cuenta de que es una pequeñez sin importancia. Después de todo, ¿qué cosa tan valiosa podrían meter a la prefectura de esa manera? Tomé la decisión de intervenir el sábado, es verdad, solo para darle un fin a toda esta tonta historia. Si no lo deseas, ni siquiera tienes que estar presente.-

-¡Ese no es el tema; no te desvíes!- Nuevamente, volví a elevar el tono, a riesgo de provocar su ira. Encima, la agudísima y festiva voz de su cantante favorita me estaba rompiendo los nervios. –De lo que me doy cuenta es de que prefieres quedar mal haciendo que la policía y todo el mundo se movilice el sábado, a intervenir de inmediato, con tal de no darme la razón. ¡Tú mismo sabes que es probable que no vuelvan ni siquiera hoy!-

-¡Suficiente contigo, crío! ¡Ya no voy a permitir que me sigas gritando!- El empresario se levantó súbitamente, y por poco tira al suelo la taza de café. -¡Aquí en mi oficina, el único que grita soy yo!-

Entonces, sentí miedo. Era la primera vez que me enfrentaba con él de esa manera, y nunca antes habíamos creado polémica fuera de casa. Además, de haber estado mamá o alguno de los tíos, probablemente no habríamos llegado a tanto. El recuerdo de la presencia de Meru en mi mochila volvió a mi mente. Pero en ese entonces, ella estaba, junto con el bolso, en posesión de Hiroshi.

-Ya me cansé de que me estés tratando de vago, pero que a la vez me necesites.- Bajé la voz mas no pude contenerme, mirando al suelo y después al mayor. Y comencé a referirme a todas aquellas actitudes suyas que me venían molestando, no solamente de unos días atrás, sino de por lo menos un par de años antes. Pero de eso me daría cuenta después. -Que no quieras escucharme cuando tengo una idea y que hagas todo lo posible por demostrarme que soy demasiado joven como para decir algo sensato. Sin embargo, que a la vez quieras enseñarme lo que es estar en este negocio y cómo se maneja todo. ¿¡Cómo demonios voy a aprender lo que es esta vida, si no me dejas hacer nada?! ¡Tú no tratas a Takanori de esta manera!-

-¡Porque tu hermano no es ni la mitad de altanero que tú!- Fastidiado pero intentando calmarse, el vocalista inspiró unas cuantas veces al tiempo que cerraba los ojos. –Yuki, por dios; te estoy diciendo que esa historia no vale la pena. No es que no quiera darte la razón, sino que no merece que hagamos todos estos esfuerzos. Olvídalo.-

Su respuesta me provocó mucha cólera: en ese momento, estaba seguro de que jamás lo escucharía admitiendo nada de lo que yo pudiera reclamarle. Estaba claro, pues esa era su naturaleza de jefe: su posición le imposibilitaba permitir que otro osara sugerirle porque, de todas maneras, él siempre tendría la última palabra. Así que sin agregar cosa alguna, pero con un nudo en la garganta, junto con labios y puños apretados, salí de ahí. Estaba a punto de liderar mi primera pequeña revolución en su contra, y de darme cuenta de la preocupación que realmente había detrás de su actitud.

Notas finales:

Recuerdo esos tiempos de adolescencia con nostalgia, sabiendo bien que las mías fueron tormentas en un vaso de agua. Pero eran mis propias tormentas, y no era mi culpa que mi mundo, en ese entonces, tuviera el tamaño de un vaso.

Supongo que eso es lo bonito de madurar y acumular años, pero es justo para los más pequeños que lo hagamos desde una perspectiva no adultocentrista. Así que brindo por aquellas personitas que nos recuerdan que amor y compasión es no olvidar que nosotros también fuimos chicos, y que debemos tratarles con respeto.

*abraza a su nena Omi*

El tiempo nos enseña a ser prudentes y pacientes, a considerar las razones de los otros y sus posibles incapacidades de expresión, y a pensárnoslo dos veces antes de seguir un impulso.

Nos vemos la próxima semana. Gracias por su tiempo C: 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).