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Wife por metallikita666

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Notas del capitulo:

¡Hola nuevamente!

Comienzo comentándoles que esta actualización será la penúltima. Hoy colgaré dos escenas, tras de lo que sólo restará la escena final y el peculiar epílogo (pronto verán que no se titula tal cual, pero lo nombraré así por ahora). Desde ya he empezado a procesar el pequeño duelo que significa para mí despedirme de cada publicación, por lo que espero que dentro de una semana todo se dé mejor. Esto de las historias es un mundo mágico en el que muchos querríamos vivir siempre, pero supongo que es la emoción de cada nuevo relato -su escritura, corrección, edición, publicación y por supuesto, retroalimentación- lo que hace el proceso tan maravilloso. En fin, que soy una fanficker enamorada y empedernida, jaja.

Pero no nos pongamos nostálgicos aún. En esta ocasión, queda por ver qué sucedió cuando Yuki se dispuso a cumplir por fin con el "castigo" impuesto por Uru... y supongo que el nombre de la escena ya les dice algo.

A leer, pues :)

Diecinueve: Todos los Uruhas son iguales

 

Al filo de la tarde, cuando llegamos a su casa (solos, pues Akira se quedó con mi hermano y con los otros zonzos con quienes tocarían, hablando sobre las audiciones), la cual solo conocía por fuera y con un recuerdo muy nocturno y malhumorado, le pregunté al otro por los abuelos de Suzuki.

-Salieron.-

-¿Salieron? ¿Los abuelos salen?-

Mi interrogante reflejó todo el desconcierto y la incipiente preocupación que su anterior respuesta había comenzado a generarme. Y es que no tenía que ser demasiado desconfiado, dado lo poco pero suficiente que lo conocía, como para creer que me había engañado.

-Ay, pimpollito… ¡Las cosas que dices!- Exclamó Kouyou, volviendo a reír mientras depositaba su mochila en el sillón. –Claro que salen. No están pegados al suelo, ¡no son plantas!- Pero mi semblante debió hablar por sí solo, pues el tonto entendió por dónde iban mis recaudos. –Ya sé. Piensas que te mentí, ¿no es así? Bueno, mira.- Dijo, cogiendo una fotografía que estaba sobre una de las mesitas que formaban el (tengo que admitirlo) bonito decorado de la sala. –Estos son Masako-san y Daichi-san con su única hija, la madre de Rei. Y los pequeños que ves ahí son él y su hermana mayor.-

Aunque estaba totalmente receloso, no me quedó más que tomar el retrato y echarle una ojeada. En efecto, las personas en él parecían ser familia, y el mocoso que supuestamente era Akira salía tapándose un poco la cara, así que resultaba difícil no creer que fuera él.

-De acuerdo… Digamos que te creo. ¿Pero dónde cuerno se metieron hoy?-

Takashima solo se encogió de hombros.

-A Masako-obaachan le encanta ir por ahí a comer con sus amigas, que además son todas aficionadas a la jardinería; y Dai-ojiisan, a pesar de su edad, todavía trabaja. Así que como te digo, es normal que no estén.-

Genial. Mi única garantía de que ir hasta la casa del obsesivo perseguidor que tenía por senpai no sería peligroso había fallado, pues el tarado del trapo en la cara resultó ser como el otro menso de mi primo, quien también tenía… figuras mayores muy particulares en la familia.[1]

-Pero… ¿No es como que te moleste que estemos solos, o sí?-

Su mirada felina me lo confirmó todo: evidentemente, había inventado lo de ir hasta su casa para poder acercarse más que en el colegio, y yo, como buen chico menor, caí en su trampa. Definitivamente, eso de enredarme con los mayores no se me daba nada bien (o así pensaba hasta que surgieron otras situaciones… las cuales no comentaré para no desviarme del tema en cuestión), pero –como pude comprender después- era parte de lo que necesitaba para darme cuenta del error que cometía con tanta indecisión.

Quería contestar algo, quería decirle que se apartara porque yo estaba a punto de irme; pero no pude. Por más que no lograra concentrar totalmente mi deseo en su persona, Takashima podía seducirme con facilidad, lo cual se traducía en la impotencia que me sobrecogía y la imposibilidad de moverme una vez que él estaba cerca.

Tras inquirir aquello, me quitó la fotografía de la mano y la regresó a su lugar en la mesita. Luego de eso, colocó los brazos sobre mis hombros, aunque sin rodearme el cuello. Yo no lo aparté, sino que solamente volteé la cara.

-De alguna manera, y aunque lo niegues, te gusta que me acerque a ti.- Me dijo, insistiendo con la mirada, si bien yo no le correspondía el atisbo.

-Creo que más bien es que me he acostumbrado… y me da igual. Total, eres tan obstinado que no vas a dejar de hacerlo por más que te diga.-

-Lo haré… cuando me des una buena razón, y me demuestres que de verdad no quieres nada conmigo.-

Y tomándome por el mentón, volteó mi rostro y me besó, acercándose con los ojos entrecerrados y la respiración tenuemente agitada. Esa fue la primera vez en que sentí el peso de sus pulsaciones, pues no solo logré percibir ese detalle en la forma en que inhalaba y exhalaba, sino también en su pecho. Una vez que rodeó mi cuello, nuestros torsos se hallaron más juntos que en las anteriores ocasiones.

Un cosquilleo placentero me invadió conforme nuestros labios se fueron humedeciendo, y la mente se me nubló en el momento en que cesé cualquier movimiento para dejarme hacer por su lengua. Comenzó delineándome la boca, pero pronto se inmiscuyó de tal manera que los suaves contactos se convirtieron en succiones que ejercía sugerentemente en mi músculo del habla, y ante los pensamientos que eso me produjo, reaccioné de forma instintiva.

La pose me favorecía para alcanzar su trasero con total facilidad, el cual tomé y estrujé lascivamente al sentirme incitado por sus estimulantes besos. Al mayor pareció gustarle la reacción pues se irguió y pegó todavía más a mí, de manera que pudiera manosearlo con comodidad, aprovechando también para empujarme un poco hacia la pared y colocar su grueso muslo en medio de mis piernas. Al sentir su roce en mi zona íntima, no pude evitar estremecerme.

-Ahhh…-

-Mmm… ¿Qué sucede, precioso?- Preguntó él con voz suave, apartándose un poco para mirarme. Pero luego depositó un pequeño ósculo en una de mis comisuras. -Parece que has comenzado a pedir atención desde otras partes…-

Y llevando su mano por mi pecho y abdomen, la detuvo una vez que alcanzó mi entrepierna. Sus toqueteos fueron más que descarados, pues sabiéndose en un espacio privado y completamente a solas, no tenía por qué medirse. Pero fue justo el roce de sus dedos y la manera en que los cerraba en torno a mi miembro lo que me hizo caer en cuenta de que iría totalmente en serio y de manera directa hasta las últimas consecuencias, si yo se lo permitía.

Por un lado, estaba toda la fuerte excitación que recibía de sus experimentados (se notaba a leguas) labios y cuerpo; pero por el otro, el recuerdo de que muy recientemente había estado teniendo encuentros carnales con mi mejor amigo, lo cual me hacía sentir algo culpable.

-Yuki-chan, ven acá.-

Sacándome de mis cavilaciones, el castaño me tomó de la mano y me llevó a un sofá, e hizo que me sentara. Acto seguido, se desabrochó los pantalones del uniforme y los dejó caer, descubriendo sus largas y deseables piernas y su sexo duro, atrapado en un bóxer ajustado de color oscuro. Yo solamente permanecía en silencio y sin poder sacarle los ojos de encima, con la respiración agitada y la lucha en mi cabeza por detenerlo todo, que sin embargo no podía concretar.

Kouyou se sentó a horcajadas sobre mí y yo no me resistí a poner las manos sobre sus pantorrillas primero, pero después las llevé a sus muslos, apretándolos con deseo conforme subía más por aquellas tortuosas pero bien formadas columnas. Una vez que llegué a su prenda íntima la así por el borde superior, y empecé a jalarla cuando el muy maldito dio inicio a las fricciones de sus genitales sobre los míos, haciendo alarde de un exquisito movimiento de caderas que ya no dejaba duda sobre sus capacidades amatorias.

Para ese momento, los jadeos de ambos eran imposibles de esconder, y nuestras durezas contendían por debajo de la ropa, humedeciéndola.

Me apoderé de sus nalgas y las separé, moviendo la pelvis hacia adelante y simulando enterrarla entre aquellas: todo a causa de la excitación que me producía tenerlo sobre mí. El mayor se apoyó en el respaldar del sillón y bajó la mirada, encontrando la mía. Me sonrió mientras todavía jadeaba, con sus voluptuosos labios ligeramente separados. Posteriormente, se desabotonó el gakuran y descubrió su blanco y torneado torso, pero no se quitó la chaqueta del todo.

-¿Quieres que me siente en tu verga, no es así?-

La obscenidad empleada no contribuyó en nada a que se me bajara la temperatura, mas esa era justamente su intención. No le contesté, pero a pesar de que lo veía con fiereza, era imposible disimular mis reacciones. Así que él se bajó de sobre mi cuerpo y se ubicó en medio de mis piernas, para luego arrodillarse.

En el momento en que empezó a desabrochar mis pantalones, sentí que el corazón se me saldría del pecho, lo cual me preocupó bastante porque fue un reflejo más violento de lo esperado. Aquella taquicardia no era solamente producto del ardor revuelto con las ansias, sino que había algo más. Una sensación lo suficientemente fuerte como para acallar los deseos ingentes de continuar y llegar a poseerlo, que sin duda me trastornaban todo el cuerpo a punta de punzadas y piel de gallina.

-No… Detente.-

Tomé su muñeca con firmeza si bien él estaba empleado ambas manos, pues con ese gesto sería más que suficiente. No hubo palabras de su parte, pero su semblante entre atónito e indignado me lo dijo todo.

-Esto no debe suceder. No tendría ningún sentido.-

-Estás enamorado de alguien, ¿verdad?-

-No sé si esa sea la mejor forma de decirlo. Pero sí, hay otra persona… a la cual quiero más de lo que había imaginado. Y es por eso que no puedo continuar.-

 


[1] El clan de los Endo, con toda la extravagancia que le es inherente, tiene las “abuelas” (bisabuelas, en el caso del pequeño Takemasa) más particulares del mundo: en realidad, se trata del primo mayor, Takamiy, y su novio Fumi. Quienes, como es esperable, poseen una apariencia bastante femenina y eternamente joven.
Toshihiko “Takamiy” Takamizawa, guitarrista de The Alfee.

Fumihiko Kitsutaka, guitarrista de Kinniku Shojo Tai.

Notas finales:

Con todo y que no llegó a consumarse por obvias razones argumentales, este medio lemon... es uno de mis favoritos. GRRRR

Me fascina esta pareja, por más que no tenga futuro. ¿Se me nota? XD

#UruhaForeverPowerBottom

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