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54. Un Hombre Valioso (32) por dayanstyle

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Kiseop se frotó el puente de la nariz cuando oyó a alguien tocar la puerta de su oficina. ¿Cuándo iba a tener un momento de paz? Parecía que cada vez que se daba la vuelta, alguien lo necesitaba para algo. Por lo general, era resolver algún tipo de conflicto o rescatar a alguien que había metido el culo en problemas.

 

Kiseop estaba cansado. No podía recordar la última vez que había conseguido más de unas pocas horas de sueño. No ayudaba que cada maldita vez que cerraba los ojos, Hoon llegaba a su cabeza. Era como si el hombre tuviera el poder de dominar todo pensamiento de Kiseop o algo así.

 

¿Y la gente se preguntaba por qué había perdido su piel azul? Kiseop no creía que ellos pensaran que fuera incapaz de reclamar a su pareja. No es que esa fuera la razón, pero era el problema, que parecía estar en la cima de los pensamientos de Kiseop la mayoría de los días. Si no lo supiera bien, habría pensado que estaba bajo algún tipo de antigua maldición o algo así.

 

Era la única manera de explicar cómo su pareja terminó siendo un shifter oso. Su pareja se suponía que debería ser un elfo de la Sombra al igual que él, no un oso. No importaba lo mucho que le hubiera gustado que fuera diferente, Hoon nunca sería aceptado por la gente de Kiseop.

 

Y eso significaba que Kiseop no podía reclamar al hombre.

 

Incluso si su corazón se rompiera cada vez que pensaba en ello.

 

Kiseop siempre supo lo que conllevaba el ser líder de su tribu. Nunca pensó que eso lo apartaría de su pareja. Siempre había soñado con tener a su pareja rigiendo a su lado y no en sueños.

 

Pero para eso Hoon tendría que quedarse porque cualquier otra cosa no podía ser contemplada. Aunque los elfos de la Sombra eran un pueblo pacífico la mayor parte del tiempo, no eran tolerantes de otras especies. Kiseop estaba tratando de llevarlos al siglo actual, pero se frustraba a cada paso y con las personas que deberían haberlo apoyado.

 

—Kiseop, tenemos que hablar.

 

«Hablando del diablo».

 

—Entra, Krystal —dijo Kiseop porque sabía que decirle a su prima que se quedara afuera no iba a funcionar. La mujer hacía lo que quería, y cuando ella lo quería. Ella no escuchaba a nadie, ni siquiera a él, y Kiseop era el líder de los elfos de la Sombra.

 

—Te perdiste tu almuerzo con Yuri. —Krystal cruzó la habitación para estar de pie frente al escritorio de Kiseop, cruzando los brazos sobre su delgado pecho mientras lo miraba—. ¿Sabes cuánto tiempo me llevó organizar la reunión con su padre?

 

—Krystal, te lo dije, no me acoplaré con Yura.

—Tienes que hacerlo.

—No, no lo creo.

—Su familia es una de las más prestigiosas en el mundo elfo. Con su línea de sangre combinada con la nuestra, podríamos estar en el trono durante los siglos venideros.

 

Kiseop se recostó en su silla y cruzó los dedos para no llegar a la garganta de su prima y estrangularla. Ellos tenían esta discusión casi diariamente. Estaba malditamente cansado de ella.

 

—Yuri no es mi pareja, Krystal. No voy a enlazarme con ella sólo para hacerte feliz.

—Tienes que tener una pareja.

«Tengo una pareja», Kiseop quería gruñir a la mujer, pero sabía que no podía. No sólo tenía que evitar que su prima supiera que era un shifter sino que además no se atrevía a mencionar que su pareja era un hombre.

 

Krystal perdería la cabeza.

 

Kiseop no podría ser capaz de pasar sobre ella y reclamar a Hoon como su pareja, pero Kiseop lo protegería con su último aliento. —Voy a encontrar a mi pareja cuando el destino decida que lo necesite. No antes de eso. Y no voy a aceptar a nadie más.

 

Krystal lo miró durante un momento de tensión y luego bajó la vista. —Sólo quiero que seas feliz, primo.

 

«¡Tonterías!»

 

Kiseop era inmune a la tonta sonrisa de su prima. Krystal lo sabía demasiado bien. Ella estaba tramando algo. No sabía qué era ni la cantidad de problemas que iba a causar, pero sabía que le iba a dar un ataque de migraña. Siempre era así. La mujer tenía hambre de poder. Kiseop no tenía ninguna duda de que si ella pudiera, lo echaría en un santiamén.

 

—Soy muy feliz, Krystal.

 

—No lo eres, Kiseop. Pasas demasiado tiempo en el trabajo, y nunca tienes tiempo para nada más. —El especulativo  destello estaba de regreso a los ojos de Krystal y eso hizo a Kiseop ser más cautelosos—. Quizás deberías de tomar unos días de descanso.

 

Kiseop estrechó los ojos. —¿Por qué quieres que tome unos días libres, Krystal? —Sólo podía haber una razón para que Krystal lo quisiera fuera—. ¿Quién va a venir de visita?

 

—¿Qué te hace pensar que alguien viene de visita?

 

—Porque me quieres fuera tan urgentemente.

 

Krystal rodó los ojos dramáticamente. En realidad, rodó los ojos muy bien. Kiseop estaba impresionado, pero no lo suficiente para caer en la trampa de la mujer. Sabía que ella estaba tramando algo, porque ella estaba respirando.

 

Kiseop se puso de pie y se estiró hasta su máxima altura.

 

Él puso sus manos sobre el escritorio y se inclinó sobre ella.

—Krystal, te hice una pregunta. Espero una respuesta.

 

Krystal desvió la mirada. Esa fue la primera pista de que no le iba a gustar lo que ella diría. Krystal nunca podía mirarlo directamente a la cara cuando ella le mentía.

 

—Invité a algunos amigos a quedarse el  fin de semana. Puedo hacer eso, ¿verdad?

 

Kiseop suspiró y trató de recordar que Krystal no había hecho nada para que la matara... aun. Su madre había sido hermana de la madre de Kiseop. Y aunque sus madres habían sido muy unidas, Kiseop y Krystal no lo eran. No podía soportar a la intrigante zorra.

 

—¿Que amigos, Krystal? —Kiseop estaba bastante seguro de que él tenía una idea cuando Krystal se negó a mirarlo. Suspiró, se apartó y se frotó la parte posterior de su cuello—. No invité a Yuri o a su padre aquí, Krystal. Tú lo hiciste, así que tendrás que entretenerlos.

 

—Pero...

 

—Y si les das la idea de que yo los invité o que los quiero aquí, te echaré.

 

La cabeza de Krystal se giró tan rápido que Kiseop pensó que podría haber oído el pop en su cuello. —No puedes hacer eso.

 

—Oh, sí, puedo. Esta es mi casa, no la tuya. Vives aquí por mi bondad. Enójame y te enviaré de regreso a tu casa tan rápido que tu cabeza girará.

 

Krystal estrechó los ojos a unas pequeñas hendiduras por la ira. No era una buena apariencia de la mujer. —Te odio.

 

—Debidamente anotado. Ahora, cierra la puerta al salir.

 

Por mucho que la quisiera afuera, Kiseop aun así se estremeció cuando Krystal salió y cerró la puerta detrás de ella. No tenía la menor duda de que iba a recibir una llamada telefónica de su tío, el padre de Krystal. El hombre se negaba a ver a su hija como algo más que su pequeña princesa. Kiseop sólo deseaba que el hombre se llevara a su pequeña princesa de regreso a vivir a su castillo.

 

Odiaba tener a Krystal aquí. Sólo lo hacía como un favor a su tío.

 

Krystal era un problema y Blythe no tenía idea de qué hacer con ella, a excepción de enviársela a Kiseop.

 

Kiseop volvió a sentarse tras su escritorio y tomó los papeles que había estado revisando. Si no encontraba una manera de traer a todos los elfos de la Sombra bajo control, iban a morir. Se negaban a ver que necesitaban sangre nueva en sus filas.

 

La línea de sangre de los elfos de la Sombra se estaba volviendo demasiado endogámica. Si no se detenían pronto, ellos comenzarían a tener bebés con dos cabezas.

 

Ya su tasa de mortalidad infantil era tan alta que las mujeres dudaban en quedar embarazadas.

 

Kiseop se devanaba los sesos y trataba de encontrar una solución a su moribunda raza, pero se le escapaba. Si pudiera conseguir que su pueblo se comprometiera a aceptar otras especies en sus filas, la línea de sangre sería más fuerte y él lo sabía. Simplemente no veía que eso sucediera.

 

Y él no sabía qué hacer.

 

Pero él conocía a alguien que podría hacerlo.

 

Con firme determinación, Kiseop tomó sus papeles y los dejó dentro de un cajón de su escritorio. No sabía por qué no pensó en eso antes. Si alguien sabía cómo continuar una línea de sangre, era el príncipe Ahn Jae Hyo LeAnthony Espelimbergo.

 

Kiseop frunció el ceño mientras aparecía en un rincón oscuro de The Manacle. La música era tan fuerte que sintió que sus oídos iban a comenzar a sangrar en cualquier momento. Esta tenía que ser la razón por la que elegía los calmantes sonidos del jazz para escuchar. El rock y la música rave eran una monstruosidad.

 

Apartándose desde su rincón oscuro, Kiseop empezó a escanear el piso principal del club en busca del príncipe, o al menos a alguien que pudiera decirle en dónde estaba el príncipe. Él no tenía ganas de caminar por el lugar lleno de gente buscando a Jae Hyo.

 

Vio al hombre en cuestión salir de un pasillo en el lado opuesto del salón y se dirigió hacia él. La cabeza de Jae Hyo se giró en su dirección antes incluso de que llegara a él. No era sorprendente. Jae Hyo parecía ser muy consciente de lo que ocurría en su club.

 

—Te agradecería unos momentos de tu tiempo, príncipe Jae Hyo. —Kiseop vio a los dos hombres que estaban ligeramente por detrás del príncipe—. En privado.

 

—Por supuesto. —Jae Hyo señaló las escaleras—. Vamos arriba a mi mesa. Ahí podemos hablar en privado.

 

Kiseop asintió y siguió a Jae Hyo por las escaleras a un balcón privado con vistas a la pista de baile. No era tan privado como le hubiera gustado a Kiseop, pero supuso que tendría que aguantarse. No le gustaba pedir ayuda a nadie, pero si iba a salvar a su raza, tenía que poner su orgullo masculino a un lado y hablar con el príncipe.

 

Un hombre pequeño se sentó junto a Jae Hyo con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando quién se atrevía a cruzarse en su camino. Dos grandes hombres que acompañaban al príncipe tomaron posición detrás del príncipe. Se veían intimidantes, pero no tanto como el pequeño hombre que lo miraba.

 

—Él es mi pareja, U-Kwon —explicó Jae Hyo a Kiseop cuando lo vio—. Lo conoces, pero nunca los presenté formalmente. Él es también mi Consorapagno.

 

Bueno, eso explicaba por qué el hombre estaba allí. Incluso Kiseop entendía lo que era un Consorapagno. Y la verdad, tener otro par de ojos en su problema podría no ser tan mala idea.

 

Kiseop aún se sentía extraño mientras se acomodaba en el asiento al otro lado de Jae Hyo y su pareja. Más que nada   no quería estar aquí explicando sus problemas al príncipe, pero no podía pensar en nadie más que pudiera ser capaz de ayudarle.

 

—Mi pueblo está en problemas —Kiseop comenzó, sentado con la espalda rígida, mostrando al príncipe que a pesar de que estaba pidiendo ayuda, aún era un hombre orgulloso y fuerte—. Como raza, nos estamos muriendo debido a nuestra continua endogamia y la negativa de mi pueblo para aceptar a nadie que no sea un elfo de la Sombra en nuestro mundo. Si no encontramos una solución pronto, me temo que mi pueblo va a morir.

 

Jae Hyo parecía como si considerara las palabras de Kiseop.

—¿Cuántos de ustedes quedan?

—Menos de mil. —Y ese número carcomía el corazón de Kiseop—. Nosotros solíamos ser decenas de miles. Pero muchos de los nuestros han fallecido y nuestra tasa de mortalidad infantil es tan alta que las mujeres temen quedar embarazadas.

 

—¿Y sus hombres? —U-Kwon preguntó.

—Uh... ¿nuestros hombres?

—Los hombres elfos de la Sombra no pueden embarazarse, pequeño —respondió el príncipe.

—Oh.

 

Hubo un destello de simpatía en los ojos del joven príncipe que hizo que Kiseop se preguntara qué sabía el hombre que él no. Sólo que no era lo suficientemente estúpido como para preguntar. Había oído hablar de la feroz posesividad que el príncipe Jae Hyo mostraba cuando se trataba de sus dos parejas. Le gustaba su cabeza donde estaba.

 

—Si recuerdo correctamente la historia —dijo el príncipe—, al principio de los tiempo, los elfos de la Sombra eran asexuales.

 

Debido a la sobrepoblación, los ancianos idearon un plan para poner fin a eso. Supongo que funcionó.

 

Kiseop no podría haber estado más sorprendido si le hubieran cortado la cabeza. Esto era algo que no sabía. Pero le dio un rayo de esperanza. Juntó las manos y se inclinó hacia delante.

 

—¿Entonces puede haber una forma de revertir eso?

 

—Después de tantos años, probablemente no. —Jae Hyo parecía lamentar el tener que responder de esa manera—. Demasiadas generaciones han nacido. Dudo que, sea lo que fuera lo que hicieron los ancianos, lo puedan revertir después de todo este tiempo. Es necesario buscar otra solución.

 

«Maldición».

 

Eso no era lo que quería oír Kiseop.

 

—Estoy dispuesto a escuchar ideas. —En este momento, no podía pensar en todo lo que estaba dispuesto a hacer para salvar a su pueblo. Ya había renunciado a toda esperanza de reclamar a su pareja. Todo lo demás parecía bastante pequeño comparado con eso.

 

—Haré una investigación y me pondré en contacto contigo.

 

Kiseop asintió y se puso de pie. No importaba lo mucho que lo quisiera de otra manera, no esperaba recibir una respuesta inmediata. Este problema había estado construyéndose durante siglos. No se resolvería durante una noche.

 

—Te agradezco tu tiempo, príncipe Jae Hyo. Voy a esperar a que tu... —Un destello de luz verde y el timbre profundo de la risa en el piso principal llamó la atención de Kiseop. Casi tropezó cuando se dio cuenta de que su pareja estaba en la pista de baile, envuelto en los brazos de otro hombre.

 

Kiseop sintió un gruñido profundo empezar a construirse en su garganta. Hoon era su pareja. Nadie debía tocarlo. Sus manos picaban por la necesidad de arrancarle la cabeza a alguien. Se agarró del barandal hasta que oyó que se resquebrajaba.

 

Toda razón y lógica huyó al ver al hombre que debería haber reclamado años atrás con una mirada de satisfacción en su rostro que sólo debería de ser destinada a Kiseop. La furia hervía y se derramaba sobre él. Podía no ser capaz de reclamar a Hoon hasta encontrar una solución al odio de su tribu a los extraños, pero no iba a esperar y ver al hombre ser manoseado justo frente a él.

 

Kiseop desapareció del balcón y apareció en la  pista de baile justo detrás de Hoon. La necesidad de destripar al desconocido que sostenía a su pareja era tan fuerte que Kiseop tuvo que realmente forzarse a darle la espalda al chico. En cambio, agarró el brazo de Hoon, apartándolo del hombre que lo sostenía.

 

—¡Mío! —Kiseop le gruñó al desconocido.

 

—Mierda que lo soy —Hoon gritó jalando su brazo del control de Kiseop—. No me quieres, ¿recuerdas?

 

—Eres mi pareja —Kiseop le recordó en voz baja y mortal.

 

—¿Estás acoplado?

 

Kiseop le gruñó al hombre con el que Hoon había estado bailando, las palabras del hombre le recordaron a Kiseop que él estaba allí. —Vete antes de que te mate.

 

Los ojos del hombre se abrieron por un momento antes de que saliera como una bala. Kiseop regresó su atención a su pareja. Vio que los ojos de Hoon estaban ligeramente aturdidos y eso lo enfureció más allá del razonamiento, de que el oso estaría en este club girando con otro hombre. —No es aceptable que te comportes de esa manera.

 

La sorpresa tensó los rasgos de Hoon. —¿Qué?

 

—No puedes salir sin un guardia. —Kiseop comenzó levantando un dedo y enlistando todas las razones por las que la conducta de Hoon era inaceptable—. No puedes bailar con otros hombres. ¡No, no puedes!

 

Kiseop se echó hacia atrás y parpadeó rápidamente cuando Hoon bufó y alzó una mano, con la palma hacia afuera. —Habla con la mano, amigo, porque yo no estoy escuchando tu mierda.

 

—Hoon…

 

Los ojos de Kiseop se agrandaron cuando Hoon se acercó y luego le gruñó justo en su cara. —Jódete, Kiseop.

 

Hoon se apartó antes de que Kiseop pudiera decir algo más. Kiseop se estiró cuando Hoon se tambaleó, pero Jinwoon estaba allí para capturar a Hoon. Le lanzó una mala mirada a Kiseop y luego levantó el brazo de Hoon sobre sus hombros y pasó su brazo alrededor de la cintura del hombre. Kiseop oía a Jinwoon susurrarle a Hoon mientras se alejaban, pero maldito sea si podía entender lo que el elfo del Bosque estaba diciendo.

 

—Eso parece ir extremadamente bien.

 

Kiseop giró la cabeza y envió a Jae Hyo lo que esperaba fuera una mirada fulminante. El príncipe era feliz con sus dos parejas. Él no tenía los mismos problemas que Kiseop tenía. No había manera de que pudiera comprender la tensión que tenía  Kiseop de no reclamar a su pareja.

 

—Si me disculpas, príncipe. —Los ojos de Kiseop se estrecharon mientras se giraba para ver que Hoon y Jinwoon acababan de salir—. Tengo que ir a hablar con alguien.

 

—Te das cuenta de que Hoon es un Moon, ¿verdad?

 

Kiseop hizo una pausa y miró al príncipe de nuevo. —Sí, soy plenamente consciente de su herencia familiar.

 

—Entonces sabes lo que pasa cuando arrinconas a un oso.

 

Kiseop inclinó la cabeza hacia un lado, confundido por las palabras del príncipe.

 

Hoon era un guerrero. Kiseop había visto luchar al hombre con sus propios ojos. Eso no significaba que Hoon lo atacara. Kiseop se negó a creer que su pareja tuviera malas intenciones.

 

El príncipe caminó suavemente hacia adelante, con los ojos fijos en la puerta que Hoon acaba de cruzar. —Arrincona a un animal salvaje y te atacará.

 

—Hoon no es un animal salvaje —gruñó Kiseop. Jae Hyo sonrió. —Si tú lo dices.

El príncipe Jae Hyo estaba fuera de sus cabales. Kiseop sacudió la cabeza y rechazó las palabras del príncipe, mientras seguía a su pareja por la puerta principal.

 

 

 

 

 

 

 continuara...

 

 

 


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