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54. Un Hombre Valioso (32) por dayanstyle

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Hoon echaba humo. Estaba más allá de estar enojado. Quería regresar al club y desgarrar a Kiseop. ¿Quién jodidos era para exigir algo a Hoon?

 

—Cálmate, gran oso —dijo Jinwoon mientras corría alrededor de Hoon y empujaba las palmas de sus manos en el pecho de Hoon—. No quieres regresar allí y empezar una pelea.

 

—Oh, sí lo quiero. —Hoon intentó suavemente separarse del lado de Jinwoon, considerando que Hoon era tres veces más grande, pero Jinwoon era un pequeño bastardo muy rápido. Corrió frente a Hoon, deteniendo su progreso.

 

—No, no lo quieres. Me gusta venir aquí y están a punto de expulsarnos permanentemente —argumentó Jinwoon—. Vamos a dar un paseo para que te calmes.

 

—No quiero calmarme —dijo Hoon con los dientes apretados—. Quiero matar a un elfo que solía ser azul.

 

—Si das una caminata y no te calmas, te ayudaré a enterrar el cuerpo.

 

Hoon se quedó inmóvil, mirando fijo a Jinwoon, y luego le dio al hombre una traviesa sonrisa. —En un lugar donde nadie lo encontrará.

 

—En lo profundo de los bosques.

 

—Tienes un trato. —Hoon le dio la espalda al club y se dirigió hacia la calle. Tenía que calmarse. Lo sabía. Jae Hyo tomaría su culo si entraba y limpiaba el piso con Kiseop.

 

Habían remodelado no hace mucho tiempo.

 

No había duda en su mente de que mierdas se romperían si él iba tras Kiseop. Además, su Pa lo mataría, por actuar como un imbécil. Hoon podría ser un hombre adulto, pero su Pa aún tenía el poder de asustarlo.

 

—Hay un lugar de pescado a la vuelta de la esquina —dijo Hoon—. El muelle de Pa. ¿Tienes hambre?

 

Jinwoon le sonrió. —Los osos siempre tienen hambre, pero sí, me vendría bien un bocado.

 

Con toda honestidad, Hoon no estaba realmente hambriento. El ver a Kiseop lo había lastimado más de lo que debería. Había decidido dejar que el hombre se fuera, olvidar que su pareja no lo quería. Pero después de la escena en el club, Hoon sabía que olvidar al hombre no iba a ser una tarea fácil.

 

Lo que no entendía era la conducta de Kiseop. Para un elfo que había evitado a Hoon durante años, el hombre seguro que se enfureció cuando vio a Hoon bailar con otro hombre. Hoon sentía que estaba justificado buscar compañía. ¿Qué se suponía que debería de hacer, pasar el resto de su vida sin sexo, languideciendo por un hombre que no lo quería?

 

Él quería una pareja desde que podía recordar, pero joder sí iba a tener bolas azules debido a que el elfo no se emparejaba fuera de su raza.

 

Kiseop podía besar su culo peludo.

 

—Hoon —Jinwoon susurró su nombre.

 

Hoon salió de sus pensamientos cuando vio a un puñado de hombres dirigiéndose hacia ellos. Tenía malas vibraciones acerca de esos hombres. Jinwoon también debió de haberlo sentido así porque el pequeño elfo parecía como si estuviera a punto de orinarse.

 

—Quítate de delante de mí —dijo Hoon en voz poco audible, pero sabía que Jinwoon lo había oído. El delgado hombre se deslizó detrás de Hoon cuando los extraños comenzaron a rodearlo.

 

—Parece que tenemos un aperitivo —dijo uno de ellos mientras sus ojos recorrían el cuerpo de Hoon con una mirada hambrienta—. Y uno grande.

 

Hoon había oído que los rebeldes estaban uniendo fuerzas, eso iba en contra de lo que era un rebelde. Se suponía que eran criaturas solitarias con nada más en su mente. No deberían ser capaces de razonar, y seguro como la mierda no deberían estar en un grupo pequeño.

 

Pero él sabía que eran vampiros rebeldes por sus irises rojos. Era una señal de que habían cedido a las necesidades más bajas y que habían matado a sus víctimas mientras bebían de ellas.

 

Hoon dejó salir sus garras y colmillos. —Ven e intenta drenarme.

 

El desconocido echó la cabeza hacia atrás y se rio. —Oh, eso pienso, oso.

 

Cuando el chico que hablo saltó, sus colmillos relucieron con gran nitidez, y aterrizó delante de Hoon. El cabrón estaba tratando de mostrarse. Bien, así que Hoon utilizó su fuerza bruta y agarró al hombre por el cuello, jalándolo más cerca. Este vampiro acababa de convertirse en rebelde porque Hoon podía ver el miedo en sus ojos rojos.

 

«¡Qué montón de mierda!»

 

Hoon estaba en inferioridad numérica. Normalmente, esto no sería un problema.

 

Pero él no iba a cambiar en una calle de la ciudad. Ya era bastante malo que hubiera cazadores de vampiros, pero Jongin había advertido a los osos que un tal señor Kang Ta estaba manteniendo una estrecha vigilancia sobre las cosas por aquí, sobre todo en la Villa Kim.

 

Si Hoon cambiaba, pondría también a los shifter entre las ‘especies en peligro’, lo que significaba que tendría que matar a estos hombres en su forma humana. No cambiar iba a ser un obstáculo, pero matar a todos estos hombres en forma humana era factible.

 

El vampiro que tenía sostenido luchó por salir del agarre de Hoon al mismo tiempo que los demás se acercaban a él y a Jinwoon. Hoon sabía que Jinwoon no era un luchador.

 

Hoon aulló cuando sintió un conjunto de colmillos hundiéndose en su hombro.

 

Se dio la vuelta, con el vampiro en sus puños como arma, golpeando a los otros con el cuerpo del vampiro.

 

Estaba bastante sorprendido al ver a Jinwoon patear violentamente a su lado.

 

A pesar de que no lo culparía si el elfo se hubiera encogido a su lado, Hoon había esperado eso.

 

—Vamos a tener tu gran culo abajo —dijo otro de los vampiros en desafío—. Es sólo cuestión de tiempo antes de que te canses, y luego voy a disfrutar cenándote.

 

—Puedes cenar mi maldito puño. —Hoon golpeó la mandíbula del tipo, haciendo que la cabeza del vampiro fuera hacia atrás. A pesar de que era bueno para pelear, Hoon sabía que la criatura tenía razón. Sin ser capaz de cambiar, ya se estaba cansando.

 

—Vete de aquí, Jinwoon —gritó Hoon.

 

—No me voy sin ti.

 

El pobre hombre ya había demostrado que apestaba desapareciendo. Hoon había descubierto que cuanto más joven era un elfo, más propensos eran de aparecer dentro de una pared de ladrillo. Hoon no iba a convertirse en parte de la estructura de la casa en el rancho.

 

Pero tampoco quería que Jinwoon terminara lastimado si se quedaba aquí.

 

Cuándo dos de los rebeldes saltaron y casi lo derriban, escuchó lucha a su espalda. Hoon estaba confundido. Jinwoon estaba de pie delante de él.

 

—Creo que tu pareja está enojado —dijo Jinwoon mientras veía con los ojos abiertos algo detrás de Hoon.

 

«¡Simplemente genial!»

 

Eso era todo lo que necesitaba —que Kiseop participara.

 

El peso fue retirado de la parte posterior de Hoon cuando el líder de los elfos de la Sombra luchó con pulida y elegante precisión. Hoon odiaba tener que admitirlo, pero él estaba más que impresionado. Kiseop tomó una posición con un brazo estirado detrás de él mientras escaneaba a sus oponentes. A Hoon le recordó a un antiguo guerrero.

 

No, él no iba a estar enamorado de la agilidad y la letal apariencia de Kiseop. No, no había una jodida oportunidad.

 

—No necesito tu ayuda —Hoon gruñó cuando se giró para ver a sus enemigos. Los rebeldes ya no lo miraban con hambre en sus ojos. Estaban mirando a Kiseop con algo parecido al miedo.

 

Esto no era lo que Hoon tenía en mente cuando pensaba en su pareja de pie a su lado.

 

Antes de que pudiera parpadear, Kiseop lo agarró y a Jinwoon, y aparecieron en el rancho. Maldición, ahora iba a tener que pedir que lo llevaran a la ciudad para recuperar su camioneta. Hoon se empujó lejos de Kiseop, no le importó lo bien que se sentía al estar en sus brazos. —No te pedí que me rescataras.

 

Jinwoon los miró a ambos, inseguro. Kiseop miró a Jinwoon y luego levantó el brazo, señalando hacia la casa. Jinwoon le dio una mirada de disculpa a Hoon antes de salir hacia la puerta trasera.

 

—Eres plenamente consciente de lo peligroso que es este tiempo y ¿optas por caminar por las calles? —Kiseop preguntó, sus pálidas y blancas aletas de la nariz moviéndose—. Pensé que eras más listo que eso.

 

Hoon gruñó, empujando la palma de sus manos en el pecho de Kiseop, con fuerza. —¿Qué sabes tú acerca de mí? Mierda, eso es. Hasta que aprendas lo que soy y lo que puedo hacer, mantén tus malditas observaciones para ti mismo.

 

Kiseop miró a Hoon, sus ojos azul oscuro casi brillando con furia. —No arriesgarás tu vida, Hoon.

 

El oír su nombre en los labios de Kiseop casi fue su perdición, y al ver el hermoso y largo cabello blanco del hombre, Hoon cerró los dedos para evitar permitirse tomar un puñado. Caía sobre los hombros y espalda de Kiseop. Sin embargo, la parte superior estaba recogida con una anticuada correa de cuero.

 

El hombre era simplemente magnífico. Y un bastardo malhumorado.

—¿Qué infiernos te importa, Kiseop? Me has ocultado quién eres durante años. ¿Por qué la repentina preocupación? —Hoon quería golpear a Kiseop y besarlo al mismo tiempo. Su pene estaba engrosándose mientras miraba al impresionante hombre, pero Hoon empujó la necesidad que se construía fuera de su mente.

 

Kiseop no lo quería y Hoon no iba a lanzarse al imbécil. Él tenía su orgullo.

 

—¿Qué pasa con la repentina conducta peligrosa? —Kiseop contratacó. El elfo había evadido suficientemente bien otra pregunta de Hoon—. Soy parte del Ultionem. Presióname y me aseguraré de que nunca estés sin una adecuada guardia de  nuevo.

 

Hoon sintió su ira estallar mientras se lanzaba hacia el elfo de la Sombra. Cayó sobre Kiseop, lanzándolo hasta la hierba. Kiseop no luchó contra él. Se quedó allí dándole una dura mirada a Hoon. —¿Y qué esperas lograr con esto?

 

Colocando una mano en cada lado de  la  cabeza  de Kiseop, Hoon se inclinó más cerca, sus narices casi se tocaban. — Quiero que me dejes con una jodida vez en paz. Quiero que te quedes fuera de mi vida dado que te niegas a ser un parte permanente de la misma. No vas a ordenarme ni a amenazarme de nuevo.

 

Hoon se sorprendió hasta los dedos de los pies cuando Kiseop fácilmente se movió, Hoon cayó de espaldas, saliendo el aire de sus pulmones.

 

Kiseop estaba a horcajadas sobre el cuerpo de Hoon, su blanco como la nieve cabello creando un íntimo velo mientras se inclinaba hacia Hoon. —Vas a mantenerte a salvo o voy a asumir la responsabilidad por ti, oso.

 

Por mucho que Hoon quisiera golpear a Kiseop y sacarlo fuera de él, se quedó allí sumergido en el calor de su pareja. Su mente adquirió vida propia con imágenes de los dos en esta misma posición, pero desnudos, que comenzaron a llegarle.

 

Hoon estaba más duro que una roca. Estaba jadeando pesadamente.

Tenía la garganta seca mientras no podía dejar de mirar los impactantes ojos azules de Kiseop. Cuando Kiseop acortó la distancia y devoró los labios de Hoon, él pensó que iba a correrse en sus jeans. No había dudas, ni ternura. El beso fue brutal, posesivo, y sacó un gemido de la garganta de Hoon.

 

Este era su primer beso y robó el aliento de Hoon.

 

Alzó la mano y deslizó sus dedos por el largo cabello de Kiseop, doblando los dedos lo jaló más cerca. Kiseop le mordió el labio inferior, como muestra de quién era el macho dominante de entre ellos, y luego hundió su lengua en la boca de Hoon, malditamente cerca de hacer que Hoon se desmayara.

 

Había hambre, una necesidad salvaje, y un crudo deseo de posesión en Kiseop. Hoon podía sentirlo hundirse en su propia sangre. Kiseop no aflojó. Se inclinó más hacia Hoon, sus muslos apretando los costados de Hoon mientras lamía los dientes de Hoon, sus labios, y luego dio a su labio inferior una dura mordida antes de desaparecer, dejando a Hoon sintiéndose frío y solo.

 

Maldiciendo, Hoon rodó de lado y luego se levantó y se pasó las manos por la cabeza, reprendiéndose por ceder ante Kiseop. Lo único que Kiseop había estado haciendo fue mostrarle a Hoon quién estaba a cargo.

 

Y Hoon se había enamorado de eso.

 

Se sentía como un idiota. Aunque fuera lo último que hiciera, Hoon iba a conseguir sacar a Kiseop de su sistema de una vez por todas.

 

 

 

Kiseop apareció en su hogar en los pantanos, sintiéndose tan duro y necesitado que estaba casi loco. Él sabía que no debió de  besar al oso, pero no había sido capaz de resistirse. No cuando tenía a su pareja debajo de él, sus ojos suplicando que Kiseop lo tomara.

 

—Joder —murmuró para sí mismo—. ¿Qué infiernos estoy haciendo?

 

Kiseop solía ser un líder frío, cruel, indiferente es lo que pensaban, incluso la gente de su tribu. Él había hecho justicia y había cazado y matado para proteger. Ahora estaba rechazando a su pareja porque sabía que su pueblo no aceptaría a Hoon.

 

Lamentablemente, Kiseop sabía que las cosas nunca serían fáciles. Por mucho que quisiera decirle a su tribu que se metieran sus viejas costumbres y estrechas mentes por sus culos, sabía que no lo haría. Era su deber protegerlos y cuidarlos.

 

Él los había gobernado durante trescientos años y no podía darles la espalda, ni siquiera por Hoon. Kiseop sabía que no sólo se estaba condenando a una vida solitaria y miserable, sino también a su pareja.

 

Al ser el gobernante de toda una raza, las elecciones nunca eran fáciles, y sabía demasiado bien de todos los sacrificios que tenían que hacerse, incluso si estaba viviendo con sólo la mitad de un alma. Su boca era una línea cuando Krystal entró en su oficina, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

 

Kiseop la estudió con atención. —¿Qué has hecho?

 

La sonrisa de Krystal creció cuando Yuri entró en su oficina, sus ojos se iluminaron cuando vio a Kiseop de pie detrás de su escritorio.

 

Dios, no necesitaba esto ahora. Le había dicho a su prima que no se emparejaría con Yuri, sin embargo ella hizo la misma mierda que siempre hacía y actuó como si Kiseop no le hubiera dicho nada en absoluto.

 

—Kiseop, me alegro de verte —Yuri casi ronroneó.

 

Kiseop rodeó su escritorio, en dirección a la puerta de su oficina. —Como siempre, también me alegro de verte —dijo secamente mientras salía, dejando a las dos perras calculadoras de pie allí. Rumbo a su dormitorio, Kiseop no podía dejar de recordar el beso que le había dado a Hoon. Su intención había sido sólo mostrarle al oso quién estaba a cargo pero, en cambio, todo el cuerpo Kiseop se había encendido.

 

Durante años Kiseop pudo reprimir su necesidad de reclamar a Hoon. Pero parecía que últimamente, lo único que quería era a su pareja. Quizás su necesidad era porque estaba haciéndose mayor, o por haber perdido su pigmentación azul, lo que hacía que su raza lo notara. Kiseop había amado quien era y había llorado el día en que había cumplido 500 años y perdió su color.

 

Kiseop se desnudó y se dirigió a su cuarto de baño, reguló el agua para tomar una agradable y larga ducha caliente. Para su consternación,  aún tenía una erección después de ese abrasador beso con Hoon.

 

Entrando bajo el chorro del agua, Kiseop apoyó la frente contra la pared y se preguntó si acaso algo iba a salir bien para él. Parecía que no importaba cuál era la decisión que hubiera tomado en los últimos años, siempre se volvía contra él.

 

Renunciando a la lucha interna, Kiseop cerró los dedos alrededor de su erección y pensó en cómo sintió el cuerpo de su pareja cuando había estado a horcajadas sobre Hoon. Dios, qué no hubiera dado porque ellos hubieran estado desnudos en ese momento.

 

Girando su muñeca, Kiseop acarició su doloroso y erecto pene. Sabía que podía poner fin a la tortura con sólo ir con Hoon y reclamarlo, pero las cosas no eran así de fáciles, no en el mundo de Kiseop.

 

Su imaginación voló y Kiseop pensó en cómo los labios de Hoon se habían sentido en él, y se preguntó si serían tan suaves cuando su pareja lo chupara hasta que se corriera.

 

Kiseop contuvo el aliento, movió su mano arriba y abajo de su eje más rápido. Apretó la uña de su dedo pulgar en la pequeña hendidura y gimió, murmurando el nombre de Hoon. El shifter era hermoso, fuerte, y sería una digna pareja a su lado.

 

Lástima que su tribu no vería a Hoon de esa manera.

 

Kiseop regresó sus pensamientos al cuerpo fuerte de Hoon debajo del suyo. Había sentido la erección del hombre y se había estado muriendo por bajar y liberar la hinchada carne. Los labios de Kiseop se separaron mientras su mojada mano bajo el agua de la ducha le facilitaba la fricción y agregaba placer a lo que ya  estaba haciéndose.

 

¿El culo de Hoon se sentiría tan bien como se sintieron sus labios?

 

Se moría de ganas de averiguarlo. Kiseop también estaba muriéndose por hundirse profundamente dentro de culo de Hoon y oír al hombre gritar su nombre.

 

Kiseop arqueó su espalda, su semilla hizo erupción contra la pared de la ducha.

 

Pero aun así se sentía tan malditamente solo. Masturbarse incluso con la imagen de la cara y cuerpo perfecto de Hoon no había saciado el fuego que ardía en su interior. Kiseop quería al oso. No estaba seguro de cómo hacer para emparejarse y mantener a su tribu. Eso lo carcomía por dentro, y Kiseop no estaba seguro de poder aguantar mucho más.

 

continuara...

 

 

 


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