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54. Un Hombre Valioso (32) por dayanstyle

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Kiseop se colocó en cuclillas sobre la gruesa rama de un árbol mientras observaba a Hoon. Estaba lo suficientemente arriba y lo suficientemente lejos para que su compañero ni lo viera ni lo oliera. Hoon estaba montando su caballo, reuniendo el ganado, y llevándolos hacia los pastos del fondo.

 

Sus ojos se posaron sobre su pareja. Él había visto a Hoon a lo largo de los años desde lejos, siempre bebiendo su hermoso rostro, su sexy construcción, y la hermosa manera en que su rostro se iluminaba cuando se reía.

 

Esta era la única manera de ver a su oso en su forma natural, sin pretensiones, sin ira. Mientras no se daba cuenta que Kiseop lo estaba observando, Hoon era él mismo. Su pareja le había dicho a Kiseop que no sabía nada de él.

 

Eso era algo muy lejos de la verdad. Sabía más acerca de Hoon de lo que el hombre nunca sabría. A Hoon le gustaba llevar la cabeza atrás y tomar el sol. A su pareja también le gustaba montar su caballo, sentir la libertad de la velocidad.

 

A Hoon también le gusta jugar con los cachorros que vivían en su casa. Kiseop había visto a menudo a Hoon con su hermano menor YooGeun y su sobrino, Hansol. Ellos jugaban en el patio trasero, su pareja era la más suave de las criaturas.

 

Pero lo que llevó a Kiseop al borde de la locura fue cuando su pareja se sentaba en el porche viéndose como si fuera el oso más solitario del planeta. Era en esos momentos cuando   Kiseop verdaderamente había considerado dejar su pueblo y jalar al hombre a sus brazos y borrar aquella triste mirada de su rostro.

 

Kiseop se paró en toda su altura y echó su larga cabellera hacía atrás cuando el viento movió las hebras sobre sus hombros mientras veía a Lee Joon acercarse a Hoon. Ese hermano era un alborotador. Pero era cierto que también era el hermano que hacía a Hoon más feliz y reír más.

 

—¿Necesitas ayuda? —Lee Joon le preguntó a Hoon.

 

Hoon se giró y estrechó sus ojos color gris claro hacía su hermano. —Deberías haber estado aquí hace una hora.

 

Él era también el que molestaba más a Hoon.

 

—Lo siento. —Lee Joon se rio—. Mir estaba un poco juguetón esta mañana. —El oso movió sus cejas hacia su hermano, haciendo que las esquinas de la boca de Kiseop se  elevaran en lo que debería haber sido una sonrisa.

 

Pero él no se sentía feliz últimamente. No en los últimos cientos de años, la verdad sea dicha.

 

Antes de que Kiseop pudiera desaparecer, Hoon giró la cabeza y el oso estuvo mirándolo directamente a los ojos. Kiseop vio cómo Hoon se dirigió hacia él, flexionando sus músculos mientras se aferraba a las riendas, el sombrero en la cabeza tapando el sol, permitiendo a su pareja mirarlo sin obstáculos.

 

Hoon se detuvo bajo el árbol en el que Kiseop estaba de pie.

—¿Espiándome?

—Simplemente observando la vida del rancho.

 

Hoon le dirigió una mirada que decía que no le creía a Kiseop. Apoyó las manos en la maltratada cabeza de la silla de montar, viéndose igual de guapo de cerca como lo hacía desde lejos. —¿Por qué no bajas del árbol?

 

Kiseop apareció en el suelo. Se apoyó contra el gran tronco, cruzando los brazos sobre el pecho. —¿Y ahora qué? —No estaba seguro de por qué estaba jugando a este juego. Kiseop sabía que no iba a dar nada más, pero no podía evitar la sensación de cruda necesidad que lo recorría mientras estaba allí hablando con Hoon.

 

Apenas era el principio de la primavera, y Kiseop estaba allí de pie sin camisa. Hoon obligó a sus ojos a no centrarse en el esculpido pecho de su pareja o en su plano abdomen. Él no estaba lleno de músculos como Hoon lo estaba pero estaba muy bien cincelado. Hoon vio los collares que parecía que Kiseop usaba siempre. Parecían hechos a mano, pero Hoon se negó a preguntar.

 

—Ahora dime por qué estás sentado en un maldito árbol observándome. —Maldición si no le agradaba saber que su pareja lo había estado espiando.

 

—Estaba asegurándome que no estabas haciendo nada para poner en peligro tu seguridad.

 

Hoon ladeó la cabeza. —Sí, porque puedo meterme en muchos problemas arreando las vacas. —Kiseop bajó la cabeza, pero no antes de que Hoon viera la sonrisa formándose en los labios del hombre. Desmontando, Hoon rezaba para que el hombre no desapareciera mientras caminaba acercándose a Kiseop.

 

Agarrando la barbilla de su pareja, Hoon se sorprendió de que Kiseop le permitiera levantarle la cabeza. Esperaba ver una mirada asesina en los ojos azul oscuro de Kiseop. Pero no la vio. Lo qué vio sorprendido a Hoon.

 

Había tanta soledad en los ojos del hombre que Hoon podría realmente sentir la emoción en lo profundo de su propio cuerpo. —¿Por qué? —Hoon preguntó—. ¿Por qué nos has negado durante tanto tiempo?

 

La boca de Kiseop era una sombría línea mientras miraba a los ojos a Hoon.

 

—Guiar a la tribu no es una tarea fácil, sobre todo cuando mi gente se niega a permitir a cualquier forastero.

 

Hoon sabía acerca de la gente de Kiseop, pero al oír a su pareja sabía que Kiseop lo había mantenido al margen debido a que su tribu era un grupo de prejuiciosos, de mente estrecha, y  sentía como si un cuchillo se hundía en su corazón.

 

Dejando caer su mano, Hoon se dio la vuelta. —Eso todavía no me dice por qué estás aquí. —Quería oír a Kiseop decir que había cometido un gran error y que le pidiera que lo perdonara. Pero Hoon no era tan tonto como para creer que el fuerte y poderoso Kiseop se humillara ante nadie y menos ante él.

 

—No te atrevas a caer en ese montón de mierda.

 

Hoon se giró, dejando que un gruñido retumbara en su pecho. —Ve a jugar con las vacas, Lee Joon.

Lee Joon cabalgó hacia ellos y desmontó. —Al infierno con eso. Dejó muy muy en claro que no eras lo suficientemente bueno para su arrogante culo.

Era cierto. Hoon se giró hacia Kiseop, esperando que se defendiera.

—Esto no es asunto tuyo, oso.

 

Lee Joon dio un paso amenazador hacia  adelante. — Que lastimes a mi hermano siempre es mi asunto. Se llama familia y nosotros los Moon estamos unidos. Si no creyera que Hoon me odiaría, juro que te mataría.

 

Se sorprendió por el venenoso tono de Lee Joon. Su hermano quería decir cada palabra que dijo. Hoon se giró hacia Kiseop. —Has una elección, Kiseop. O eres mi pareja o nunca me molestes de nuevo. —Dios, esas palabras cortaron a Hoon como un cuchillo caliente, pero estaba cansado de ver a su pareja y que no se le permitiera tocarlo, a reclamarlo.

 

El beso había sido explosivo, pero Hoon necesitaba más que eso. Necesitaba compromiso.

 

—No es tan fácil, Hoon.

 

—Sí, lo es. —Hoon podía sentir que la elección Kiseop no iba a estar a su favor. Elevó sus defensas, bloqueando el dolor que sabía que se avecinaba. Ya podía ver el rechazo formarse en los magníficos ojos de Kiseop.

 

—Necesito tiempo.

 

Hoon soltó una risa amarga. —Has tenido tiempo de sobra. Me has hecho esperar durante años, Kiseop. No voy a esperar más tiempo. Si no eliges ser mi pareja, entonces quiero que dejes toda pretensión sobre mí y me dejes con un infierno en paz. No más aparecer en el club y jalarme fuera de otro hombre. No tienes nada que decir sobre con quien me acueste.

 

La ira brilló en los ojos de Kiseop. A pesar de que Hoon se divertía interiormente ante la idea de lograr enojar a Kiseop cuando mencionó a otro hombre, él lo quería todo. Quería todo el paquete o no quería nada.

 

Hoon se quedó allí, sosteniendo la respiración mientras esperaba. Su futuro dependía de la respuesta de Kiseop. Nunca antes una respuesta había significado tanto, y Hoon rezó al destino que Kiseop lo eligiera.

 

Kiseop miró a Hoon directamente a los ojos... y luego, lentamente, desapareció.

 

Una fisura dividió el interior de Hoon al ver a su pareja dejarlo allí, llevándose su mundo, su felicidad y su amor con él.

 

Una pesada mano se posó en su hombro, pero Hoon se alejó, montó su caballo y se fue. No quería a nadie a su alrededor cuando se derrumbara. No debería de haber nadie allí cuando Hoon liberara su rabia que lo agarraba como un puño de hierro.

 

Hoon estaba tan enojado que temía su rabia. Empujó a Hell Raiser a todo galope dejando atrás la decisión de Kiseop y la mirada de pesar y soledad que vio en los ojos del elfo.

 

Esto no podía ser real. Hoon no quería estar sin su pareja.

 

No quería sentir la asfixia en su corazón, ya que lentamente lo envolvía como una capa protectora de hielo.

 

—Hoon.

 

Hizo caso omiso de Lee Joon mientras corría hacia la nada, corrió por el hecho de que su pareja había rechazado reclamarlo.

 

—Hoon…

 

Lee Joon lo interrumpió, haciendo que Hell Raiser fuera más lento, y luego su hermano derribó a Hoon de su silla de montar. Cayendo al suelo, Hoon luchaba por liberarse mientras el dolor le desgarraba y le hacía sangrar.

 

Unas manos fuertes lo sujetaron mientras Hoon cambiaba, Lee Joon, determinado a no dejarlo libre.

 

—Te  tengo,  hermano.  —Lee Joon  agarró  el  cuello de Hoon.

 

—Vamos a salir de esto, te lo prometo.

 

Hoon sabía que no había manera de atravesar esto. Tener a Kiseop evitándolo era una cosa. Que su compañero hubiera por fin tomado una decisión concreta sobre ellos era otra, y Hoon había perdido. No quería estar en los brazos de otro hombre. No quería seguir sin Kiseop.

 

Y Hoon no quería el vacío que lo estaba consumiendo y desangrado su humanidad.

Cuando Hoon se quedó inmóvil, Lee Joon sacó el teléfono celular, se alejó de su hermano y llamó a su papá. Simplemente no podía creer que el bastardo elfo hubiera dejado libre a Hoon y no reclamarlo. Sólo sabía que Kiseop debió elegir a su hermano.

 

—Moon.

 

—Pa, soy Lee Joon. Te necesito aquí en los pastos del sur.

—Lee Joon quería matar al elfo por herir a Hoon de esta forma.

 

Sólo rezaba para que Hoon se recuperara del rechazo.

—¿Qué pasa, hijo? —La preocupación llenó la voz de Pa.

—Kiseop rechazó a Hoon.

—Voy en camino.

 

Lee Joon guardó su teléfono y luego se sentó en el suelo junto a su hermano. Era casi como si Hoon estuviera en un estado catatónico. No se movía. El oso no emitía ningún sonido. Hoon se quedó mirando a lo lejos, con los ojos desenfocados, como si estuviera perdido en el interior de sí mismo.

 

Tan pronto como Hoon estuviera de nuevo en casa, Lee Joon iba a reunir a sus hermanos y encontrar a ese pedazo de mierda y matarlo. Nadie se metía con un Moon.

 

Ni siquiera la pareja de Hoon.

 

Oyó una camioneta acercarse y sabía que era su Pa. Se quedó al lado de Hoon, pasando las manos por la suave piel de Hoon mientras esperaba que la camioneta llegara y se detuviera. Odiaba ver a su normalmente risueño hermano en una depresión tan profunda. Aunque fuera lo último que hiciera, Lee Joon iba a hacer que Kiseop pagara por esto.

 

Él sabía que el hombre era nada más que problemas desde que conoció al líder de los elfos de la Sombra.

 

Su Pa se acercó a ellos. —¿Qué sucedió?

 

Lee Joon tensó la mandíbula. —Hoon le dijo que lo reclamara o que no volviera a mostrar su cara de nuevo. Kiseop desapareció.

 

Pa se colocó en cuclillas a su lado y pasó la mano por la cabeza de Hoon. —Vamos a cuidar bien de ti, hijo. No voy a decir que será fácil, pero tu familia está aquí para ti.

 

Los dos levantaron la forma de gran oso de Hoon, y lo llevaron a la camioneta donde su Pa dejó la puerta trasera hacia abajo. Había mantas en la parte de atrás. Lee Joon y su Pa acomodaron a Hoon y luego Lee Joon cerró la puerta  trasera, dándole a su Pa una dura mirada. —No voy a permitir que Kiseop se salga con la suya.

 

—No pensé que lo harías, pero recuerda, este es un asunto del corazón. Matar a su pareja no va a resolver sus problemas.

 

—Miró a Hoon a los jodidos ojos y luego desapareció. ¿Qué bastardo insensible hace algo así?

 

Su Pa sacudió la cabeza. —No conoces toda la historia, Lee Joon. Tengo la sensación de que Kiseop no niega a Hoon por elección.

 

—Mierda —Lee Joon gritó y luego se alejó, recordando que su Pa no fue el que rompió el corazón de Hoon. Respiró profundamente mientras pasaba una mano por el cabello—. La gente tiene opciones. No hay nada en la tierra que me haga elegir a otro que no sea Mir. Desafié a su Pa con el fin de estar con él.

 

—¿Kiseop dijo algo? —Pa preguntó.

 

—Dijo que gobernar una tribu no era fácil, sobre todo cuando su pueblo se negaba a que algún extraño entrara. Le pidió a Hoon tiempo.

 

—Y Hoon forzó la mano de Kiseop.

 

Lee Joon se dio la vuelta y miró al hombre con incredulidad. —Le ha dado años, Pa. ¿Cuánto tiempo más necesita? Quiero decir, Mir necesitaba tiempo, y se lo di, pero no hay manera de que yo hubiera esperado años.

 

—No pretendo entender los motivos de Kiseop, hijo. En este momento necesitamos pensar en Hoon. Primero vamos a llevarlo a casa.

 

Lee Joon se acercó a los caballos mientras su Pa subía a la camioneta y se iba. Montó su caballo, y luego tomó las riendas de Hell Raiser. No importaba lo lógico que fuera lo que su Pa estaba tratando de decir, Lee Joon no iba a dejar que Kiseop rechazara a Hoon.

 

 

 

CONTINUARA...

 

 

 


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