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54. Un Hombre Valioso (32) por dayanstyle

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Kiseop apenas estaba consciente cuando fue colocado   en el sofá. Había luchado con sus mejores habilidades, pero era superado en número para el momento en que los osos habían aparecido. No creía que pudiera haber salido con vida. El único pensamiento en su mente antes de ser rescatado fue no ver a Hoon de nuevo. Su pareja había estado en su mente cuando pensaba que iba a morir. Su pareja aún estaba en su mente porque Hoon no había estado con su familia cuando llegaron a rescatarlo.

 

¿Dónde estaba Hoon?

 

—Ahora tranquilo —dijo Eric mientras se movía hacia atrás—. Voy a llamar al doctor Jaejoong para que venga a verte. Pero hasta entonces, quiero que te quedes en el sofá y descanses.

 

Kiseop estaba demasiado débil para discutir. Había perdido mucha sangre y sufrido múltiples lesiones. Los osos habían llegado a ayudarlo a luchar contra los elfos de la Sombra que lo atacaban, y luego tomaron a Kiseop y lo sacaron de ahí.

 

Él estaría por siempre agradecido a Hyesung, la pareja de Eric. No muchos fey arriesgarían así su vida y las vidas de los miembros de su familia, incluido su pareja, por otra persona. — Gracias —dijo con esfuerzo.

 

—Aun no me lo agradezcas. Pude haberte traído aquí solo para que termines desollado vivo. —Eric salió de la habitación y Kiseop sabía que se refería a la falta del oso.

 

Él sabía que no merecía menos de Hoon. Kiseop había sido un bastardo egoísta, todo en nombre de la tradición y de la tribu. Había estado demasiado asustado de lo que su gente pensaría si él reclamaba a Hoon. Ahora le había costado su pareja... y su tribu.

 

¿Cómo infiernos se había metido en esta situación?

 

«Ah, sí, la estupidez».

 

Se había permitido estúpidamente temer lo que su tribu iba a hacer, y estúpidamente había dejado a su pareja en la bahía. Kiseop sólo rezaba para no haber perdido al hombre.

 

—¿Necesitas algo?

 

Kiseop quitó el brazo de sus los ojos para ver... ¿cuál era su nombre? Ah, sí, éste pertenecía a la manada de Jongin. Mir.

 

—No, gracias. —Kiseop puso su brazo hacia atrás sobre sus ojos, haciendo una mueca cuando sintió el tirón de los músculos de su hombro. ¿Por qué no podía sanar igual que los shifters? Les envidiaba eso.

 

El olor de comida llegó a la sala, y Kiseop se dio cuenta de que estaba muerto de hambre. No había comido nada desde antes de que hubiera venido a ver a Hoon trabajar. Su estómago se quejaba en voz alta ahora.

 

Kiseop trataba de levantarse cuando la puerta principal se abrió. Él se quedó quieto cuando se dio cuenta de que era Hoon. Su pareja se quedó ahí, orgulloso y alto, con los grandes músculos que parecían como si hubieran sido besados por el mismo sol. Sus pectorales hacían que su camisa se estirara, y sus hermosos rasgos estaban firmes por la tensión. Todo lo que Kiseop podía hacer era mirar. Desde que puso los ojos en el hombre, Kiseop había pensado que era la criatura más hermosa que había visto.

 

Él nunca se lo dijo a Hoon, y estaba muy, muy seguro de que ahora no era el momento. Podía sentir el fuego de la ira de Hoon, lo suficiente caliente para chamuscarlo. Kiseop vio cómo su pareja entraba en la casa y desaparecía. Se acostó, sabiendo que había perdido al hombre.

 

—Nunca en la vida. —Oyó la voz de Hoon desde otra parte de la casa. Eso fue un gruñido salvaje y con furia al rojo vivo—. Que se joda.

 

—Niño, deja de gritar. Hazlo de nuevo y palmearé tu trasero.

 

Kiseop hizo una mueca. Él conocía la voz de Eric. Estaba tan enojado. —Lo único que digo es que tienes que ir a hablar con él.

 

—Tengo que hablar con él como necesito un tratamiento dental. Él fue el que me rechazó y no al revés.

 

¿Estos hombres no sabrían que Kiseop podía oírlos? Por otra parte, ¿les importaba? Sabía que a Hoon no, porque el hombre estaba hablando excepcionalmente fuerte.

 

—Y ya te dije lo que dijo el príncipe.

 

Kiseop se sorprendió cuando escuchó un gruñido. —Esa fue su manera de pedir ayuda.

 

Hoon pensaba que había... hecho eso al hombre... oh infiernos. Kiseop se echó hacia atrás, sabiendo exactamente lo que su pareja pensaba. Pero Kiseop no lo había utilizado como Hoon creía para ser rescatado.

 

«Al diablo con esto». Kiseop iba a curarse y luego se largaría de aquí. No iba a quedarse a ver el odio crecer en los ojos gris claro de Hoon. Era posible que se lo mereciera, pero él no estaba dispuesto a verlo florecer.

 

Todavía tenía que volver a los pantanos y recuperar no sólo sus pertenencias, sino los datos sobre la tasa de mortalidad de su raza. Aunque ahora él estaba huyendo, Kiseop estaba decidido a solucionar el problema. Tenía que conseguir llegar con Junjin y encontrarse con él en alguna parte. Pero primero tenía que lograr quitarse esta maldita pulsera de su muñeca.

 

Eric entró en la sala de estar, trayendo una bandeja de comida.

 

—No te acostumbres a esto. —Dejó la bandeja sobre la mesa de café—. Llamé al doctor Jaejoong. Él está en camino.

 

Kiseop se sintió aliviado. No necesitaba al médico. Sus lesiones sanarían. Pero no iba a rechazar la oferta del oso y ofender al hombre. —Gracias.

 

Eric le ayudó a incorporarse. Kiseop odiaba estar tan débil, pero no tenía otra opción que dejar que el oso le ayudara. Su espalda protestó y sus músculos le dolían, pero se las arregló para mantenerse en posición vertical. Alargó la mano hacia el plato, sintiendo que el hambre se hacía cargo.

 

—Ten cuidado con la comida, hijo. No sabemos el alcance de tus lesiones.

 

—¡No lo llames así! —Hoon dijo airadamente entrando a la sala.

 

Eric miró a Kiseop antes de salir de la habitación, pero antes se detuvo junto a Hoon y habló en voz baja. —No me importa lo enfadado que estés. Si no aprendes a hablar con respeto, te recordaré quién dirige esta maldita casa.

 

La mandíbula de Hoon se tensó. —Sí, señor. —El padre salió de la habitación, dejando a Kiseop mirar a Hoon mientras comía. El hombre le odiaba, por lo que no debería importarle que él estuviera mirando al oso.

 

—Recupérate para que puedas irte al infierno de aquí. Kiseop siguió comiendo. —Eso planeo.

Hoon dio un paso más a la sala. —Así que me utilizaste para obtener ayuda. —Era una declaración.

 

Kiseop dejó su plato en la mesa, limpiándose la boca con la mano antes de mirar de nuevo a Hoon. —No.

 

—¿Es eso todo lo que tienes que decir?

 

—Mira, obviamente estás buscando una pelea que no estoy dispuesto a darte. ¿Me quieres eliminar? ¿Quieres hacerme daño? Ponte en la cola. Ya tengo toda una tribu lista para cortarme la garganta. —Kiseop se acostó. Lo que realmente quería era confortar a Hoon, pero sabía que era la última cosa que el oso le permitiría. Él estaba más propenso a rasgarle la garganta a Kiseop que permitir que el hombre lo sostuviera.

 

Esperó a que Hoon golpeara el techo, pero el hombre se quedó allí estudiando a Kiseop. —Crees que eres una dura mierda, ¿verdad? ¿Crees que tienes al mundo por las bolas y no te someterás ante nadie?

 

Kiseop no tenía idea de a dónde iba esa conversación, pero sentía que estaba bailando en la cuerda floja. —Tengo quinientos años, Hoon. Aprendí hace mucho tiempo que todo el mundo baja la cabeza en algún momento de su vida.

 

Se dio cuenta de que Hoon no esperaba que dijera eso. Había atrapado al oso con la guardia baja. Él estaba buscando una pelea y estaba perplejo de que Kiseop no se la diera. Estaba en sus ojos.

Hoon quería estrangular al hombre. ¿Por qué no discutía?

¿Por qué no luchaba? El hombre solo se quedaba en el sofá como si de verdad no le importara. Y eso enojó a Hoon. Sabía que tenía que irse. Kiseop estaba sacándole cualidades que a Hoon no le gustaban. Él no era un hombre enojón. No le gustaba sentirse así. El dolor y el rechazo se lo estaban comiendo vivo.

 

Dándose media vuelta, Hoon volvió a entrar en la cocina, con los puños cerrados. Incluso le había faltado el respeto a su Pa. Eso era algo que Hoon nunca había hecho antes. Lo que realmente le estaba enojando era el hecho de que quería ir con Kiseop y revisar sus lesiones. Su oso estaba enojado de que Hoon se hubiera alejado.

 

—Te ves como un oso enfadado —dijo Hyuk mientras entraba en la cocina, su mascota, el cerdo, detrás de él—. Deberías ir a hablar con las vacas. Siempre ayuda.

 

Hoon se limitó a mirar a Hyuk. Su cuñado era un poco extraño, pero Hoon quería al hombre, aunque a veces se preguntaba si el tipo tenía todas sus tornillos.

 

Hoon abrió la boca para responder cuando oyó un grito procedente de la sala. Ese era Kiseop. Corrió hacia la conmoción, Hyuk pisándole los talones, Hoon vio a dos elfos de la Sombra atacar a Kiseop.

 

—No lo jodan —Hoon gritó mientras cambiaba a su forma de oso, atacando a los intrusos. Se giraron viendo a Hoon, y alcanzaron a Kiseop. Él sabía que no podría detenerlos, desaparecerían llevándose a su pareja.

 

Su oso se hizo cargo, luchando para evitar que tomaran lo que era suyo. Él dio un manotazo con su gran pata en la cara de uno de los elfos de la Sombra, dejando cuatro largos tajos. Ese elfo desapareció.

 

—Eres un traidor y morirás —bufó el segundo.

 

Hoon abrió la boca y le gruñó al hombre, atacándolo directamente. El hombre no parecía asustado. Hoon no tenía más remedio que atacar. El hombre se defendió, pero no era rival para un oso de doscientos kilos. Cedió y desapareció.

 

Cambió de nuevo a su forma humana, Hoon vio la sangre que estaba por todas partes de Kiseop, en su abdomen y  brazos.

¿Qué infiernos habían tratado de hacerle esos elfos? —Tráeme un trapo húmedo —le ordenó a Hyuk, quien de inmediato salió.

 

—Sólo acuéstate —le dijo a Kiseop—. Tengo que ver lo serio que es esto.

 

Kiseop no discutió. Se veía muy pálido. El hombre ya había perdido mucha sangre antes de que llegara. Más y el elfo podría morir. —Pa.

 

Podía ver las heridas en el hombro de Kiseop y en cara interna del muslo. Las de la cara interna del muslo eran las que le preocupaban. Lo que esos hombres hicieran, fue directo a su arteria femoral. Tenían la intención de matar a Kiseop.

 

Cuando Hyuk trajo la toalla mojada, Hoon aplicó presión sobre la cara interna del muslo. Había tanta maldita sangre. Quizás Kiseop había estado diciendo la verdad. Era obvio que su tribu lo quería muerto. Hoon sabía del ostracismo que los elfos aplicaban a cualquiera de los miembros de su clan que se apareaban fuera de su raza.

 

Pero siendo Kiseop su líder, parecía que querían hacer algo más que darle la espalda. —Quédate conmigo, Kiseop. —Hoon usó su mano libre para pasarla por el blanco, hermoso y largo cabello de Kiseop. Trazó los altos pómulos del hombre, trazó su nariz fuerte y aguileña, y luego sus labios carnosos y besables.

 

Hoon estaba extremadamente confundido. Durante años Kiseop había escondido que eran el uno para el otro. Ahora el hombre estaba arriesgando su vida para estar con Hoon. No podía comprender el repentino cambio de opinión. Tampoco confiaba en eso. Desde que descubrió que Kiseop era su pareja, Hoon había pasado por un infierno emocional.

 

Él no estaba dispuesto a bajar la guardia y dar su corazón a este hombre. Pero tampoco estaba dispuesto a dejar morir a Kiseop. Él no iba a engañarse sobre tener la oportunidad de hacer que Kiseop sufriera por lo que había hecho. Los próximos cien años de servilismo podrían convencer a Hoon que perdonara al hombre.

 

—¿Qué sucede? —Pa preguntó entrando en la sala de estar—. Por favor no me digas que trataste de matar al hombre.

 

—Hoy no —respondió Hoon—. Dos elfos se colaron aquí y trataron de hacerlo. Su arteria femoral fue alcanzada. Está sangrando mucho.

 

Pa giró la cabeza hacia arriba. —Entonces parece que el doctor Jaejoong llegó aquí a tiempo. —Un momento después, alguien llamó a la puerta. Pa dejó que el médico entrara y le mostró a Kiseop.

 

—Por favor no me digas que trataste de matarlo —dijo Jaejoong—. No me gustaría arreglarlo para que puedas deshacer todo mi trabajo.

 

¿Habría Hoon hecho tanto escándalo sobre Kiseop? Al parecer, sí, por lo que todo el mundo pensaba que quería matar a su pareja. —Algunas personas de su tribu lo hicieron.

 

—Déjame echar un vistazo.

 

Hoon no quería apartarse del lado de Kiseop, pero sabía que tenía que hacerlo. Kiseop no iba a conseguir nada simplemente sosteniendo la mano de Hoon. Él necesitaba atención médica, y rápido.

 

—Maldición, se ve bastante mal. Si tuviera que adivinar, diría que el que hizo esto giró el cuchillo para mantener la herida abierta.

 

Hoon estaba listo para cazar a los dos elfos y matarlos. Era una reacción extraña considerando que no había movido un dedo para ir a ayudar a Kiseop cuando estaba atrapado en el pantano.

 

—Hyuk, ve a la camioneta a buscar mi bolso. Es un bolso negro Nike y está escondido debajo del asiento delantero.

 

Hoon podía sentir la tensión en el ambiente. El médico no estaba seguro de si podía ayudar a Kiseop. Podía oler la duda. Él no iba a aceptar el fracaso. Kiseop iba a vivir aunque Hoon tuviera que tomar la pierna del hombre y mantener la maldita arteria unida.

 

Mientras estaba allí viendo al doctor Jaejoong trabajar, su pareja abrió lentamente los ojos. La intensidad en los ojos de Kiseop casi asustaba a Hoon. Una oscura y enferma sensación recorría los ojos del hombre que comenzaron a cerrarse.

 

—¿Cómo va, Doc? —Hoon preguntó, viendo el lento pulso en el cuello de Kiseop.

 

—Estoy trabajando en eso, Hoon. Hicieron un desagradable trabajo en Kiseop. La arteria no solo fue rajada, eso habría sido fácil de reparar. Está casi masticada. —El doctor Jaejoong se limpió la frente—. Esto va a tomar tiempo.

 

Eso era algo que Hoon temía que Kiseop no tenía. Entre más su pareja estaba allí, más pálido se volvía. ¿Cómo puede alguien perder esa cantidad de sangre y aún estar con vida? El sofá debajo de Kiseop estaba saturado.

 

Moviéndose a la cabecera del sofá, Hoon colocó una mano en cada lado de la cara de Kiseop. —Lucha por mí, Kiseop. — Tragó saliva, empujando sus palabras más allá de la tensión en su garganta—. Lucha por nosotros. —Pasando sus pulgares sobre los altos pómulos de su pareja, Hoon prometió a quien escuchara que le daría otra oportunidad a Kiseop con tal de que su pareja no muriera.

 

Mierda, se veía en riesgo y Hoon se negaba a considerar la idea de que el elfo de la Sombra no lo lograra.

 

Mientras el tiempo pasaba inexorablemente, sus hermanos comenzaron a reunirse en la sala, todos con rostros sombríos.

 

Sabían lo que Hoon se negaba a pensar.

 

Kiseop estaba caminando por una línea invisible entre la vida y la muerte.

 

 

 

 continuara...

 


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