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54. Un Hombre Valioso (32) por dayanstyle

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Kiseop se sentó en el asiento junto a la ventana, viendo cómo Hoon salía. Se frotó la muñeca, odiando el hecho de aún estar usando el maldito brazalete. Lo que no daría ahora mismo por volver a casa y enseñarle a su tribu una lección…

 

Lo que realmente lo hizo enojar como el infierno era el hecho de que habían venido a atacarlo en la casa Moon. Independientemente de cómo se había sentido Kiseop sobre su emparejamiento con Hoon, le agradaban los Moon. Eran una familia agradable y decente.

 

Pero pensar que un oso, en particular, resultara lastimado, hacía que Kiseop quisiera matar a todos los miembros de su tribu. Hoon no tenía la culpa de esto.

 

Kiseop la tenía. Había negado a su pareja y mantuvo su olor oculto, sólo porque los elfos de la Sombra no querían al oso. Pero parecía que todo lo que hizo fue en vano. Es cierto que había crecido con lecciones de no aparearse fuera de su propia raza, y Kiseop había mantenido esas creencias casi toda su vida.

 

Pero tan pronto como descubrió que Hoon era para él, su punto de vista había comenzado a cambiar lentamente. El destino no le daría un shifter macho si no estaban destinados a estar juntos, y por suerte se dio cuenta de esto antes de perder a Hoon para siempre.

 

—No deberías estar fuera de la cama —dijo Yoseob al entrar en la habitación con una bandeja de comida. Esta  casa nunca dejaría de sorprenderlo. Incluso después de que había puesto a esta familia en riesgo, seguían siendo caritativos.

 

—Me siento mucho mejor —dijo volviendo a mirar por la ventana. Kiseop no estaba seguro de lo que iba a hacer ahora. Él no podía volver a casa. No tenía ninguna tribu para dirigir.

 

Él no tenía nada.

 

—En ese caso, puedes comer esta sopa. Es casera, así que no dejes que se desperdicie. —Yoseob dejó la bandeja sobre una mesita junto a la puerta—. Trabajé muy duro en abrir esas latas y calentarlas durante sesenta segundos en el microondas.

 

Kiseop se giró e hizo una mueca en los labios. —Pensé que habías dicho que era casera.

 

Yoseob señaló la bandeja. —La lata decía estilo casero.

 

Esta vez Kiseop se rio. No era una risa llena, pero incluso la pequeña risa era algo que no había hecho en mucho tiempo.

 

—Hey, Yoseob. —Jinwoon entró en el dormitorio, la mirada al instante aterrizó en Kiseop—. Pa te necesita.

 

Kiseop pensó que el pequeño elfo del Bosque huiría de la habitación.

 

En cambio, él se quedó allí sonriendo. ¿Qué infiernos estaba sucediendo? La mayoría de la gente no le sonreía. Le habían dicho a Kiseop que parecía que iba a matar a alguien sin  remordimientos.

 

Pero el elfo sólo seguía sonriendo. Si Kiseop no se equivocaba y esperaba como el infierno estar equivocado, el hombre tenía una chispa de coquetería en sus ojos.

 

Yoseob empujó a Jinwoon hacia la puerta del dormitorio. — Vamos antes de que Hoon te mate.

 

Jinwoon lo miró por encima del hombro y le hizo un guiño a Kiseop. «Qué hombre tan extraño». —Espera —dijo Kiseop. Cuando Jinwoon regresó, Kiseop se espantó—. No tú.

 

El labio inferior del hombre se deslizó hacia fuera, pero se alejó. «Gracias a Dios».—¿Dónde puedo encontrar un teléfono? Perdí el mío en la pelea.

 

Yoseob señaló con su pulgar por encima del hombro. — Abajo, en la cocina.

 

Kiseop le dio las gracias y Yoseob se fue. Tenía que conseguir hablar con Junjin. Tal vez podría hacer que el elfo de la Sombra le llevara los archivos y elementos que necesitaba. Sería mucho más fácil a que Kiseop tratara de regresar a su casa y su oficina.

 

La bandeja de la comida estaba en la mesa. Kiseop la vio y decidió que no quería que la sopa se desperdiciara. Se tomó la sopa y bebió el té, sintiéndose un poco mejor con algo en el estómago.

 

Ahora necesitaba llegar a la cocina. Después de bajar con cuidado los escalones, Kiseop llegó abajo, sintiendo un dolor pulsante en su muslo. No estaba acostumbrado a sentir dolor. Kiseop era un luchador muy bueno y generalmente se desviaba de cualquier arma que fuera en su camino. Pero con la pulsera y herido como estaba, el elfo que lo apuñaló había conseguido la ventaja.

 

Cojeó hasta la cocina, se apoyó en el mostrador mientras el sudor cubría su piel. ¿Cómo infiernos trataba la gente con el dolor? Estaba dispuesto a arrancarse la maldita pierna sólo para obtener un poco de alivio.

 

Al ver el teléfono en la pared, Kiseop lo tomó y marcó el número del celular de Junjin. Tomó una silla y la colocó junto a la pared, tomando asiento y quitándole presión a la pierna herida.

 

—Junjin.

 

—Soy Kiseop. —Apoyó la parte posterior de la cabeza contra la pared. Habían pasado muchas cosas en un período tan corto. Ni siquiera había tenido tiempo para absorberlo todo—. ¿La gente del pueblo ya se tranquilizó?

 

—Me temo que no, amigo. La tribu está furiosa de que tengas un shifter macho de pareja. Exigen tu vida.

 

Si los elfos de la Sombra dejaran las confrontaciones solo en los pantanos, Kiseop podía lidiar con eso. Sabía que no iría a casa de nuevo.

 

Pero ellos estaban trayendo la lucha a él. A los Moon. Le entristecía pensar en matar a cualquiera de los suyos, pero los osos no habían hecho nada malo. Kiseop los defendería con su vida de los ataques.

 

—Necesito que encuentres y me traigas algunas cosas.

 

—Eso no es posible en este momento —respondió Junjin con voz de disculpa—. Ellos me están observando, saben que fui tu segundo y ahora soy líder temporal. La gente piensa que te ayudaré. No quiero llevarlos a tu puerta delantera.

 

«Demasiado tarde para eso». Kiseop entendió las dudas de Junjin. Él no podría funcionar eficazmente si la tribu lo consideraba un traidor por ayudar a Kiseop. Iba a tener que regresar a los pantanos y obtener los archivos por sí mismo.

 

Kiseop vio a Jinwoon mirar a la cocina. El pequeño fey lo vio y luego desvió la mirada. ¿Qué le pasaba a ese hombre? Estaba actuando como un cachorro que necesitara atención.

 

Kiseop no le hizo caso. —Muy bien. Me encargaré de esto por mi cuenta.

 

—¿Estás pensando en regresar? —Junjin preguntó—. No sería sabio. Los centinelas han duplicado su turno de guardia para asegurarse de que no pongas un pie en nuestra tierra.

 

Jinwoon entró en la cocina y tomó asiento ante la mesa. El hombre juntó las manos delante de él, y le sonrió a Kiseop.

 

Kiseop le dio a Jinwoon una expresión irritada y se giró en su silla, dándole la espalda al hombre. —Te llamaré cuando sepa con certeza mis planes. Ahora mismo sólo me voy a curar.

 

—¿Cómo están tus heridas? —Junjin preguntó con inquietud.

 

—Ya hubiera sanado, pero uno de los miembros de la tribu decidió traer la pelea hasta mí. Me hirió en la pierna, pero nada que  no  se cure.  —Kiseop  podía  sentir  que Jinwoon lo   observaba. ¿Acaso el hombre no tenía algún trabajo que hacer?

 

—¿Fue un centinela el que te atacó?

 

—No —respondió Kiseop—. Los dos sabemos que si hubiera sido un centinela, mis lesiones habrían sido mucho peor. —Kiseop mismo había entrenado a los centinelas de la tribu de los elfos de la Sombra. Eran un grupo feroz de guerreros que no podían tan fácilmente ser derrotados. Si su atacante hubiera estado entrenado, Kiseop habría estado luchando hasta la muerte.

 

Sin embargo, el atacante lo apuñaló dos veces y huyó cuando uno de los osos llegó tras él. No, no era uno de sus guardias.

 

—Estoy de acuerdo. Voy a hacer lo que pueda para calmar la situación. Sólo trata de mantener un perfil bajo hasta que se me ocurra una manera de salir de esto.

 

—Gracias, Junjin. —Kiseop colgó el teléfono. Por mucho que agradecía los esfuerzos de su segundo, no había solución. Su pueblo estaba hundido demasiado profundamente en la tradición y la preservación de su modo de vida.

 

Tenía que encontrar una manera de convencerlos para que llegara sangre nueva a sus filas. Por lo que acababa de suceder, no iba a ser fácil. De hecho, Kiseop sabía que iba a ser francamente imposible.

 

—¿Necesitas ayuda para hacer algo?

 

Kiseop lo miró. ¿Cómo había olvidado que Jinwoon estaba en la habitación con él? —No.

 

—¿Estás seguro de que no puedo hacer algo por ti, dulzura?

 

Kiseop levantó las cejas lentamente. —No.

 

—¿No, no estás seguro, o no, no necesitas nada? —Jinwoon seguía ahí sentado con esa sonrisa en su cara que estaba empezando a molestar realmente a Kiseop.

 

Él reconocía un coqueteo cuando lo veía. No era ciego.

 

—Estoy seguro de que no necesito nada. —Kiseop se levantó de la silla en la que estaba sentado, su pierna al instante palpitó. Hizo una mueca. Eso fue todo lo que hizo. Una mueca de dolor y Jinwoon estaba a su lado, agarrando el brazo de Kiseop para colocarlo alrededor de su hombro.

 

Kiseop arrebató su brazo. —Me siento muy capaz de caminar sin ayuda.

 

—Pero si te ves como si estuvieras a punto de caerte — protestó Jinwoon—. ¿Por qué luchas cuando te puedo ayudar?

 

—Porque soy un hombre muy capaz. No necesito ayuda de nadie.

 

Su tono era frío, dejando que el pequeño elfo supiera que estaba pasando el límite de Kiseop. Jinwoon parpadeó hacia él. — Todos necesitamos ayuda de vez en cuando.

 

—Jinwoon, ve a ayudar a Lee Joon y a Chansung en la parte de atrás. —Eric entró en la cocina, dándole una mirada a Jinwoon que decía que no quería que el fey discutiera con él. Jinwoon  inmediatamente se apresuró a salir por la puerta trasera.

 

—¿Cómo hiciste eso? —Kiseop preguntó.

 

—¿Qué?

 

—Deshacerte de él tan rápido. —Kiseop necesitaba saber el secreto. Él tenía la sensación de que Jinwoon regresaría. El hombre casi parecía como si estuviera enamorado de Kiseop.

 

Eric soltó una risa profunda. —Jinwoon es inofensivo. Se pega un poco demasiado rápido y sin invitación, pero necesita atención. Está un poco necesitado.

 

—¿No están todos tus hijos emparejados? —Kiseop preguntó. La pregunta le hizo pensar en Hoon. Si Jinwoon coqueteaba con Hoon, le iba a mostrar al pequeño fey lo que significaba meterse con la pareja de un elfo de la Sombra.

 

—Todo el mundo sabe que lo que Jinwoon hace no es personal. El chico se enamora de alguien nuevo cada semana. Supongo que él tiene su mira fija en ti. —No era una pregunta, lo que le decía a Kiseop que Eric y el resto de la familia veían la conducta de Jinwoon  como normal.

 

No era normal. ¿Cómo podría alguien coquetear con un hombre emparejado? En su tribu, era motivo de muerte. Pero los osos ignoraban los avances de Jinwoon. «Qué extraña familia». Le agradaban las Moon, pero a los ojos de Kiseop, eran demasiado indulgente con Jinwoon. El hombre necesitaba que se le enseñara su lugar.

 

—Veo que te estás sintiendo mejor —dijo Eric.

 

—Solo con un poco de dolor —admitió Kiseop—. Pero lo suficientemente bien para salir de la cama. —Quería preguntar a dónde fue Hoon, pero el orgullo de Kiseop no se lo permitía. No quería parecer como si estuviera acosando al oso. Él no acosaba a nadie. Aunque, en secreto, se sintió aliviado de que Hoon le estuviera dando otra oportunidad.

 

—Bueno, entonces podría utilizar una mano afuera.

 

—¿Trabajo manual?

 

Eric le  dio  a  Kiseop una mirada   cuestionadora.  —¿Temes ensuciarte las manos?

 

Kiseop se enfadó ante la manera que Eric había expresado su pregunta. Como si Kiseop fuera demasiado suave para el trabajo duro. —Estoy muy acostumbrado al trabajo duro.

 

Una amplia sonrisa se formó en el rostro de Eric. El aspecto le recordó a Hoon. Y entonces pensó en el beso que habían compartido arriba. Tanto como Kiseop quería que el beso avanzara a cosas más agradables, no iba a rogar. Hoon había retrocedido.

 

Kiseop se lo permitió.

 

—Vamos, el día ya está a más de la mitad.

 

Eran pasadas las diez de la mañana. ¿Cómo eso era más de la mitad? Kiseop empezó a preguntarse acerca de estos osos. Ellos vivían una vida muy diferente a la de los elfos de la Sombra.

 

Nada más saliendo, Kiseop se concentró en el caballo que estaba en el corral. Era grande, negro, y le recordaba a un noble guerrero.

 

—Es Hell Raiser. —Eric señaló con su gran mano al caballo negro—. Él va a hacer un buen caballo de cría. El problema es que es un poco demasiado juguetón con las damas. Así que no ha llegado a conseguir lo que necesitamos, por lo que tendremos que lograr que fertilice a las yeguas.

 

Kiseop se quedó asombrado con Eric. —¿Quieres enseñarle el sexo a tu caballo?

 

La conocedora sonrisa en el rostro de Eric hizo que un escalofrío recorriera su columna. —No, Kiseop. Vamos a recoger su esperma y lo utilizaremos para impregnar a dos yeguas escogidas.

 

Kiseop retrocedió. Visiones que deseaba nunca haber tenido en su vida entraron en su mente y él quería tallarse fuerte para alejar toda esa mierda. —¡Tienes que estar bromeando!

 

—Pensé que habías dicho que no tenías miedo de ensuciarte las manos.

 

—¡Eso es desagradable! —Kiseop no iba... no, él no... infiernos, no.

 

—Deja de verte como si te fueras a desmayar. Sólo necesito que lo sostengas con fuerza mientras que el hombre que contrate extrae su esperma. ¿Sabes lo valioso que son sus soldaditos?

 

Kiseop se sentía un poco mareado. —¿Quieres que sostenga su cabeza mientras que alguien...? ¿Hay algo más por aquí que pueda hacer? —«Al diablo el orgullo».

 

Eric soltó una carcajada. —Ve a ayudar a Leo en el granero.

 

Kiseop rápidamente se giró. Tuvo que obligarse a no correr. No sólo estaba huyendo de la idea de sostener la cabeza del caballo, sino de estar en cualquier lugar cerca cuando comenzara la extracción. Eso era demasiado malditamente extraño.

 

Cuando entró en el sombrío y fresco establo, Kiseop vio al hermano mayor en el otro extremo. Él estaba de rodillas, apoyándose en el interior de una de las caballerizas. El chico levantó la vista cuando Kiseop se acercó.

 

—¿Te sientes mejor? —Leo preguntó.

 

—Mucho mejor. —Kiseop miró hacia abajo para ver a una cabra que estaba con el abdomen hinchado y acostada. Estaba muy claro que el animal estaba preñada—. Eric me sugirió que viniera aquí para echarte una mano.

 

Leo le indicó a Kiseop que se acercara. —Bien. Rags está teniendo un parto difícil. Voy a necesitar algo de ayuda.

 

Kiseop no se acercó. La cabra hizo un ruido extraño, levantó la cabeza y luego la bajó de nuevo.

 

—¿Cómo le vas a ayudar? —Kiseop preguntó.

 

—Necesito que sostengas su cabeza mientras meto mis manos en el útero y ayudo al chico a atravesar el canal de parto.

 

Kiseop rápidamente se cubrió la boca, la bilis subió a su garganta. Tragó saliva, y luego volvió a tragar saliva con fuerza.—¿Quieres que sostenga su cabeza mientras haces qué?

 

Luchar contra todos y cada centinela de su tribu estaba comenzando a verse prometedor.

 

—Sólo entra aquí y sostén la cabeza. —Leo separó las piernas de la cabra, y Kiseop estaba a punto de perder su contenido estomacal. Siempre se había considerado un hombre muy valiente, pero sostener la cabeza de una cabra, mientras que Leo... Kiseop se sentía un poco mareado.

 

—¿Qué estás esperando? —Leo preguntó.

 

Kiseop retrocedió. —Me olvidé de tomar la medicina que el doctor Jaejoong me dejó. Mi pierna me empieza a palpitar de dolor. —«Una vez más, al diablo el orgullo». Él no estaba dispuesto a sostener la cabeza de la cabra mientras Leo... Kiseop salió del granero.

 

¿Qué estaba mal con esta gente?

 

—Hey, Kiseop —gritó Soo Hyun. Estaba sentado encima de un caballo.

 

—¿Sí? —le preguntó mientras seguía directo hacia la casa. Regresar a la cama parecía la única manera de escapar de la locura de por aquí.

 

—Tengo que arreglar algunas vallas. ¿Te importaría ayudar?

 

Arreglar vallas no implicaba sostener la cabeza de un animal. Kiseop con mucho gusto arreglaría una valla. —Puedo ayudar con eso.

 

—Bien —dijo Soo Hyun bajando de su caballo—. Voy a ensillar a Buster y podrás montarlo. Es un caballo realmente manso.

 

¿Soo Hyun quería que Kiseop montara un caballo? Nunca había montado un caballo en sus quinientos años. Ellos olían raro.

 

Kiseop vio cómo Soo Hyun sacaba al animal.

 

—No estoy seguro de que pueda montar con puntos de sutura en el muslo. —No había manera de que él montara ese enorme animal.

 

—Oh infiernos —dijo Soo Hyun—. Me olvidé de eso. Kiseop había esquivado la bala.

—Podemos ir en la camioneta.

 

Kiseop tendría que recordar permanecer en la cama por las mañanas.

 

 

 

 

 

 Continuara...

 


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