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Gigantomaquia por adanhel

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La sala del Papa queda cerca de la entrada del Templo de Athena, más allá de los Doce Templos Zodiacales. El Papa es el líder supremo de los Santos, el siervo más importante de Athena.

-¿La señorita Yulij fue secuestrada?–Shun regresó al Santuario luego de la confusión en el teatro de la Acrópolis, presentándose inmediatamente con su Cloth de Andrómeda.

La Cloth tiene un brillo color rosa que recuerda más un vestido de doncella que la armadura de un guerrero.

-¡Diablos! ¡Yo estaba allí y no pude hacer nada!–Seiya cierra los puños, molesto por haber dejado que los enemigos escaparan.

Él también está vestido con su Cloth celestial, que es esencialmente un uniforme de combate. El hecho de que los Santos estén usándolos significa que esta es una reunión de guerra.

–¿Usted no está herido, Sr. Nicole?

-Todo está bien conmigo. Fue más un susto, el ataque me cogió de sorpresa.

Así como Shun y Seiya, Nicole es un Santo de Athena.

La sala del Papa está cercada por columnas dóricas y adornada con cortinas. En el centro del recinto hay un relieve más alto, cubierto por un tapiz, donde queda el asiento del Gran Maestro.

Pero no hay nadie sentado ahí. El cargo de Papa está vacante.

Nicole, jefe de los oficiantes, es quien tiene el cuidado de la administración del Santuario.

-Por lo que Seiya está diciendo, puede haber una relación entre la persona que me atacó en el teatro y los invasores que secuestraron a Yulij.–dice Nicole, que todavía siente algún dolor y por eso una que otra vez comprime los músculos del rostro.

-Pero usted es un Santo de Plata, ¿cómo quedó en desventaja?

-Seiya, no sé que decir.–Nicole todavía está confundido y avergonzado.

–Lo siento mucho... por Yulij también.

Yulij es un Santo Femenino de Bronce, equiparándose a Shun en jerarquía y poder de combate, aun siendo mujer. Como demostró Seiya en el golpe que acertó en Agrios, la esencia divina de las técnicas de lucha de los guerreros sagrados no tiene relación alguna con la fuerza bruta o capacidad muscular.

-¿Qué está ocurriendo? ¿Cuál es el objetivo de esos enemigos?

-Por lo menos nada le ocurrió a Athena. Felizmente.

-¿Cómo puede usted decir “felizmente” en un momento como este, Nicole?–la voz suave inunda la sala con una carga de afecto y bondad y las cortinas se abrieron, revelando la figura de una muchacha.

Es la diosa de la guerra y la sabiduría. La eterna virgen.

Zeus, dios de los cielos; Poseidón, señor de los mares; Hades, amo del infierno. Athena, protectora de la tierra, con un poder equiparado al de esas tres entidades supremas.

-Athena.–Nicole dobla la rodilla en una reverencia que se acostumbró hace mucho a hacer.

-No se puede hablar de algo “feliz” cuando la vida de uno de mis amados Santos está en peligro.–continua Athena, manteniendo una postura altiva.

La figura femenina de la diosa es de una belleza singular. Aparenta más o menos la misma edad de Seiya y Shun, tiene largos cabellos hasta la altura de la cintura y viste un gracioso vestido blanco. No es nada diferente de una muchacha común, incluso considerando su extraordinaria belleza.

-Fueron palabras impensadas. Perdóneme, Athena.–se disculpa Nicole, curvándose aún más.

-No se disculpe. Por favor, levante la cabeza.

La diosa transmite su autoridad en el modo como extiende la mano a Nicole, un hombre aparentemente mucho más viejo que ella.

-Los Gigas...

-Sí, ya lo sé.–su voz envolvente también transmite una característica divina, manifestando su voluntad de diosa a cada palabra pronunciada.

Después de todo, la joven es la propia Athena, la encarnación de esa divinidad en los tiempos actuales.

-¿Quiénes son esos tales Gigas?

-Son los gigantes de las fábulas griegas, Seiya.–responde Nicole.

-Ah... fábulas...

-Cualquier día ven conmigo hasta la biblioteca para aprender la historia de la creación del cielo y de la tierra.

-Aaaa... creo que no se va a poder.–responde Seiya, tocando su propio rostro en un gesto medio incómodo.

-Los Gigas son el propio origen etimológico de la palabra “gigante”.– explica Nicole, con su paciencia inigualable.

-¿Gigantes como los de las historias para niños? Bien, los tipos que vinieron aquí son grandes, pero decir que son gigantes es exagerar.

-Déjame contar la historia de los Gigas.–continua Nicole, como si fuese un profesor.–Esta comienza en la antigua era de los dioses, algún tiempo después del surgimiento de los santos y de su primera lucha, la batalla contra el ejército de Poseidón, acontecida en las tierras de Ática.

En la sala ahora se oye apenas la voz de Nicole, mientras los otros escuchan con atención.

-Fue en esa época que los Gigas declararon la guerra contra los Santos, con el objetivo de dominar el mundo. Esos antiguos dioses malignos eran diferentes de las entidades olímpicas como Poseidón y Hades. Se llamaban a sí mismos “Hijos de la Gran Tierra” y se protegían con armaduras de Adamas, material todavía más resistente que el Orichalcum. Eran seres dotados de una fuerza avasalladora, y la batalla entre ellos y los Santos tuvo proporciones épicas. Nuestra victoria fue conquistada a un alto precio, y apenas gracias a la presencia de la propia Athena en los campos de batalla. Casi ningún Santo sobrevivió.

-No consigo imaginar una guerra tan difícil.

-Incluso habiendo salido vencedora, Athena no pudo destruir a los seres malignos, que eran dioses, por tanto, inmortales. Ella no tuvo más opción sino exiliarlos a las profundidades más allá del Tártaro, para que su voluntad diabólica jamás invadiese Gaia nuevamente. Esa es la historia de la Gigantomaquia.

-¿Gigantomaquia?

-Es el nombre de la guerra contra los Gigas en la mitología.–respondió  Nicole, solemnemente.–Según el historiador griego Apolodoro, durante la Gigantomaquia, Athena lanzó sobre los Gigas el Monte Etna, que queda en Sicilia, para aprisionarlos.

-Espere ahí, ¿usted dijo Sicilia?–pregunto Seiya.–Athena... los invasores del Santuario, esos Gigas de los que están hablando, ellos dijeron que llevarían a Yulij para Sicilia.

-Pero no entiendo…–en este momento, la voz de la diosa carga el peso de su dolor por lo que puede estar pasando Yulij.–¿por qué no me atacaron directamente?

-Estamos todos preocupados por la seguridad de Yulij, pero, antes que nada, necesitamos descubrir por qué los Gigas están de vuelta justo ahora, ellos que estaban aprisionados desde tiempos inmemoriales.

-Vamos a Sicilia.–dice Athena en un tono súbitamente confiado.

-¡¿Usted quiere ir personalmente, diosa?! Nunca permitiríamos una cosa así.

-Nicole...–la voz de la joven desborda compasión.– Estoy feliz de que se preocupe por mí, pero no puedo abandonar a mis Santos. ¿Qué tipo de madre abandonaría a sus hijos?

La imagen de la muchacha refiriéndose a los Guerreros Sagrados como sus hijos es muy poética, y demuestra su inigualable determinación de protegerlos. Una diosa dispuesta a luchar por aquellos a quienes ama.

-¡Y además...–el tono más alto de Seiya interrumpió el momento solemne.–…todavía no entendí que hacen esos Gigas ahí, pero no me da por quedarme sentado aquí sabiendo exactamente dónde están esos tipos! ¡Yo voy para allá!

-Yo también.-concuerda Shun.

Todavía temiendo por la seguridad de Athena, Nicole decide tomar las riendas de la situación, usando su autoridad como Papa temporal.

-Entonces van los dos.–y con eso la misión es oficialmente transferida a Seiya y Shun, que aceptan con vigor.–El primer paso es investigar las fuerzas enemigas.–añade Nicole.–Solo entonces someteremos la decisión al juicio de Athena.

-Pero...

-Ya todo está decidido y providenciado, señora.–completa, ignorando la tentativa de protesta de la diosa.

-¡Llegué!–una voz estridente llega desde afuera y Kiki se une a los otros en la Sala del Maestro.

-Buen trabajo, Kiki.

-Vaya, señor Nicole, usted gusta de abusar de la gente, ¿eh?– dice el niño en su tono infantil y animado.–Está bien que Sicilia queda a meros 800 kilómetros de aquí, ¡pero fue un trabajo cansado atravesar dos veces el Mar Jónico y la Península Italiana!

-¿Ya fuiste y volviste de Sicilia, Kiki?

-¡Pues claro!–Kiki da un guiño a Seiya.

-Pareces estar muy bien.–dijo Nicole, sonriendo.–Tienes energía de sobra para reclamar...

El teletransporte provoca un enorme cansancio espiritual, especialmente en una jornada de ida y vuelta sin descanso como esa.

-Le pedí a Kiki que trajera un guía de allá.–explico Nicole.

-Y voy a decir una cosa, ¡teletransportar a alguien cansa dos veces más! –Kiki no deja de jadear, sentándose en el piso.–No, ¡cansa cuatro veces más!

-¿Un guía?–Seiya todavía está bastante confundido.

-Ustedes van a necesitar de alguien para mostrarles el camino.– la respuesta fue dada por una nueva voz.– Sicilia es la isla más grande del Mediterráneo. No quieres quedar perdido por allá, ¿eh, Seiya?

El muchacho recién llegado habló con ironía y dio una palmada en el hombro de Seiya, demostrando intimidad. Pero el Santo de Pegaso parece no tener la menor idea de quien se trata. El extraño era unos 10 centímetros más alto que él y aparentaba ser dos o tres años más viejo. Tenía un tatuaje en el brazo y usaba ropas desgarradas que podrían pertenecer a un chico de la calle. Su cabello largo y teñido de plateado estaba peinado para atrás, haciendo que su apariencia recordara la de un lobo.

***

Usted, lector, ¿sabría decir cuántas constelaciones existen en el cielo? Según los astrónomos son 88, pero ese no es un factor absoluto, científicamente hablando, así como no existe una opinión predominante sobre la descripción de cada constelación.

En verdad, el número ochenta y ocho fue una decisión adoptada por la Unión Astronómica Internacional en su Asamblea General de 1930, y se basa en el modelo del astrónomo clásico Ptolomeo.

Esa cuenta “oficial” mantiene aquello que ya era conocido por las civilizaciones antiguas, al mismo tiempo en que aumenta las descubiertas más recientemente, especialmente en lo que dice respecto a las constelaciones meridionales.

De cualquier forma, no tiene mucho sentido usar ese dato para contar la historia de las Cloths, una tradición que se remonta a la Era de los Dioses.

Una persona se vuelve un Santo al ser escogido como representante de una constelación específica. Todo el tiempo, esos guerreros enfrentan batallas mortales para proteger nuestro mundo del Mal. Cuando su propia fuerza no es suficiente, ellos recurren a la Gracia Divina, a través de sus Cloths sagradas, por eso cada Santo tiene su propia constelación tutelar, sea ella Boreal, Austral o Zodiacal (teóricamente serían 24, 48 y 12 de cada tipo, respectivamente).

Existen tres categorías entre los Santos: Oro, Plata y Bronce.

Los Santos de Oro están encima de todos los otros y son representados por los Doce Templos Zodiacales, las constelaciones de la astrología, que también representas los signos, como Aries, Tauro y Géminis. Los Santos de Plata son los próximos en la orden jerárquica, seguidos de los de Bronce. Todavía más abajo están los soldados rasos.

El Papa es responsable por el comando de todos esos niveles, por lo tanto es siempre un Santo de Oro, generalmente escogido por su antecesor en el cargo. Los oficiales pueden ser Santos de Plata o de Bronce. Sus responsabilidades incluyen prever la trayectoria de las estrellas, monitorear señales de actividad maligna, registrar la historia y transmitir el legado de los secretos místicos del Santuario para las generaciones futuras.

Algunos creen que existen 24 Santos de Bronce y 48 Santos de Plata, pero, con excepción de los doce Santos de Oro, no se sabe exactamente cuántos son los guerreros de cada estirpe. Aparentemente ni siquiera los Papas conocen el número total de Cloths sagradas existentes.

El historial del Santuario, cuyos datos son relativamente nuevos, tampoco ofrece una respuesta exacta. Según un relato reciente, la cantidad máxima posible de Guerreros Sagrados sería 78. En otro registro, ese número varía a 88. Hay quien diga que los astrónomos se basaron de alguna forma indirecta en esa anotación para establecer la cuenta “oficial” de constelaciones, pero no existen pruebas.

Además de eso, esas teorías se contradicen: por ejemplo, se sabe que existió hasta muy poco tiempo atrás un Santo de Cerberos, pero esa constelación no está en la lista “oficial” de los astrónomos. El único punto en común entre las diferentes versiones es la creencia de que en ningún momento todos los trajes fueron usados simultáneamente.

Tampoco podemos olvidar de que el universo no es algo estático. El mapa celeste está en constante transformación: muchas estrellas se se pierden como Novas, e incluso la Estrella Polar permanece inmóvil un período de millones, o miles de millones, de años.

Todas las personas nacen y mueren bajo el destino de las estrellas. El firmamento y el mundo en que vivimos se reflejan el uno al otro. Si el mundo cambia, cambian las estrellas y su diseño en el cielo, o sea, cambian las constelaciones que determinan los trajes sagrados. Con eso, la propia naturaleza de los trajes de los Santos es mutable, y los Guerreros Sagrados saben de eso.

A pesar de todo eso, el número ochenta y ocho se tornó la respuesta patrón para la cantidad de constelaciones y Santos existentes. Pero, en los días de hoy, período en que ocurre nuestra historia, no existe ni siquiera la mitad de esos guerreros con Athena en la Tierra.


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