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82. Tae Heon (07) por dayanstyle

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Las tripas de Tae Heon se ataron con mil nudos cuando entró en el restaurante y se coló en el cuarto trasero. Los otros guerreros mantenían a los hombres del club ocupados, peleando. La mayoría de los postores huyeron, pero algunos permanecían, luchando. Caspian no estaba en  ningún lado que pudiera ver. Si Yi Jeong no hubiera sido tan importante Tae Heon hubiera ido tras el cazador de vampiros. ¿Cómo Caspian había entrado en  el Reino de los Demonios? ¿Cómo se había enterado? ¿Quién lo había traído aquí?

Cientos de preguntas surgían en la mente de Tae Heon mientras buscaba en la trastienda del restaurante. La primera puerta condujo a una sala de almacenamiento donde había cajas y cajones apilados unos encima  de otros. Buscó alrededor de ellas pero estaban vacías. Se trasladó a la habitación de al lado. Abriendo la puerta, encontró la oficina de Kim Jong Gook. No era tan elegante como se lo había esperado. Había dos bibliotecas contra la pared, un escritorio, alfombras que parecían gastadas y deshilachadas, y una silla acolchada que había visto mejores días.

Empezó a cerrar la puerta cuando escuchó algo extraño. Frunciendo el ceño, Tae Heon entro más en la habitación. Miró detrás de la puerta para asegurarse de que no era una emboscada, pero no había nadie allí. Otro golpe. Miró alrededor de la habitación, pero no había otra puerta aparte de por la que había entrado. Él rodeo el escritorio para encontrar a Kim Jong Gook, atado, tirado en el suelo.

El demonio entrecerró los ojos a Tae Heon mientras estiraba sus piernas, sus pies golpeando la mesa. Este se agachó y sacó un pañuelo que amordazaba  la  boca  de  Kim Jong Gook.  Descubriendo  puños  del  demonio    en Malcor. Los mismos con los que los Guerreros Demonio arrestaban a los criminales. —¿Qué diablos te ocurrió?

 

—Suéltame —. El tono de Kim Jong Gook era malévolo.

Tae Heon hizo lo que el dueño había pedido. Metió los puños en el bolsillo trasero. Nadie debía poseerlos. Ellos eran usados solo por los demonios guerreros. Parecía que un montón de cosas que no debían pasar estaban ocurriendo. Alguien había traído a Caspian. Había puños de demonio en el restaurant. Tae Heon no quería saber que otras reglas se habían roto. Cortó la cinta gruesa que rodeaba los tobillos del hombre y luego lo ayudó a levantarse.

—Ahora dime ¿qué pasó, y donde está el niño? ¿Por qué dejaste que le subastaran aquí?

Jong Gook se frotó sus muñecas mientras caminaba alrededor de su escritorio. Él bloqueó el camino del tipo. Quería respuestas y Kim Jong Gook no iba a dejar esta oficina hasta que Tae Heon las hubiera escuchado.

—Fui emboscado —, explicó Jong Gook. —Vine aquí a hacer algo de papeleo. Alguien me estaba esperando detrás de la puerta de mi oficina. Me empujó hacia adelante y me esposó antes de que supiera lo que estaba pasando. — El hombre arregló su chaqueta con un fuerte tirón. —No tengo ni idea del chico del que hablas. He estado encerrado en mi oficina durante horas.

—Si no dejases que los personajes oscuros vinieran a tu restaurante, no tendrías este tipo de problemas —, Tae Heon señaló. —Los criminales tienden a morder la mano que les da de comer.

—Y si nos les permitiese entrar, tendría mi negocio hundido hace mucho tiempo. Se conforman con un porcentaje de mis ingresos. A mí no me gusta tampoco, pero tengo que dirigir un negocio. Ellos dan buenas propinas —, dijo Kim Jong Gook como si fuera una excusa para hacer la vista  gorda. —Nunca dije que fuera un santo, pero nunca permitiría que subastaran a un niño en mi restaurante.


—¿Hay algún lugar donde podría estar retenido? —Tae Heon pregunto mientras se dirigía a la puerta de la oficina. Kim Jong Gook siguiéndole. —¿Alguna habitación secreta que quizás hayan descubierto?

—Tengo  un  gran  sótano  debajo  de donde guardo  mi  vino —, dijo  Jong Gook. —Si estaban tratando de esconder al niño hasta el momento de la subasta, ese podría ser el lugar.

—Muéstrame —. Tae Heon se apartó a un lado, para que Kim Jong Gook pudiera tomar la iniciativa. El ruido ensordecedor se había apagado un poco, pero sabía que todavía no había terminado. Había habido mucha gente  interesada en Yi Jeong, y algunos no estaban dispuesto de dejar su oportunidad de atraparlo y a su especial don.

A él no le extrañaría que algunos estuvieran buscando a Yi Jeong igual que él lo hacía. El Melting Pot no era como ningún otro restaurante. Había oído hablar de habitaciones ocultas y puertas falsas en este sitio. Soo Man había utilizado estas para escapar de los Guerreros Demonio en muchas ocasiones.

Kim Jong Gook sacó unas llaves del bolsillo y abrió una grande y gruesa puerta de madera que había sido escondida detrás de un panel de la pared, en el último cuarto del pasillo. La puerta tenía tres mecanismos de bloqueo que requerían tres llaves diferentes. ¿Quién se tomaba tantas precauciones por un poco de vino?

Tae Heon necesitaba concentrarse para estar alerta, pero su mente volvía al hombre que estaba empezando a meterse bajo su piel.

¿Empezando? Él ya estaba ahí.

No quería admitir que Min Woo lo tenía agarrado por la nariz. Tae Heon no quería admitir que sentía una agitación en el pecho cada vez que  pensaba en Min Woo. Independientemente de las órdenes de Him Chan, él necesitaba mantenerse tan lejos de  él como fuera posible.

Sus enemigos iban detrás de Yi Jeong sólo estaba volviendo al punto de origen. Su vida había invadido la de Min Woo – y no en el buen sentido. Ellos nunca estarían en paz. Siempre habría alguien que viera a Min Woo como el punto débil de Tae Heon y trataría de utilizar al humano y a su familia en su contra. ¿Qué tal si la próxima vez Min Woo fuera secuestrado… o algo  peor? Y habría  una  próxima  vez.  Siempre  había  una  próxima vez.

¿Qué sí algo más peligroso ponía sus manos sobre Min Woo? 

Tae Heon vino a su mente y su corazón amenazó con dejar de latir mientras pensaba en lo que Lee Kwang Soo le haría a Min Woo.

 

—Por aquí —, dijo Kim Jong Gook mientras dirigía a Tae Heon por unas desvencijadas escaleras de madera.

La forma en que la madera protestó hizo que Tae Heon se preguntara si los peldaños soportarían su peso. Llegó a la parte inferior y camino por el suelo de tierra. El lugar olía a humedad y el aire se sentía seco. El sótano estaba oscuro, pero no tenía ningún problema para ver. Vio una fila tras otra de botelleros llenos de arriba abajo. Las paredes eran de madera con grandes pilares.

—Hay una habitación atrás que utilizo para abrir y airear el vino —, dijo Kim Jong Gook.  —Ahí tiene que ser donde ellos lo retienen.

La mirada de Tae Heon barrió toda la zona mientras caminaban. Tenía una mala sensación retorciéndole las tripas. Estaba muy tranquilo aquí abajo. Si él secuestrara a alguien y quisiera subastarlo, no dejaría a su premio sin vigilancia. Tendría a la víctima vigilada con cámaras o tendría a alguien observándola. Definitivamente no habría dejado a la víctima sola – incluso si la victima sólo tenía siete años humanos-. Era un riesgo demasiado grande. Ningún postor podría haber venido aquí y decidir gastar su dinero para tener lo que él quería.

Kim Jong Gook se detuvo al otro extremo de la bodega y sacó sus llaves. Tae Heon se tensó, listo para lo que fuera que estuviera al otro lado de la puerta. Oró como el infierno para que Yi Jeong no hubiera sido herido de alguna manera. El pensamiento del alguien maltratando al chico, o peor, lo tenía listo para destruir al demonio que se lo había llevado.

Después de que Kim Jong Gook abriera la puerta, Tae Heon movió al hombre a un lado. —Voy a continuar solo desde aquí.

Kim Jong Gook asintió y se trasladó a la pared al lado de la puerta. Tae Heon abrió la puerta suavemente, mirando dentro. Comprobó detrás de la puerta antes de trasladarse a la habitación. Había una mesa de madera a la derecha con algunas botellas de vino abiertas, que alguien había olvidado. El suelo era  el  mismo, lleno de  tierra. Las paredes  estaban  hechas de bloques   de  hormigón y la habitación no tenía ventanas.  Había una bombilla  colgando libremente, y un largo cordón balanceándose ligeramente.

Y en medio del salón, Yi Jeong estaba encaramado en una gran silla. Sus piernas balanceándose hacia adelante y hacia atrás, a medio metro del  suelo. Él tenía algunas marcas de suciedad manchando sus pequeñas mejillas y sus manos estaban atadas en su regazo. El niño no  parecía haberlo pasado muy mal, pero él quería sacarlo de aquí.

—¡Tae Heon! —Yi Jeong sonrió y luego inclino su cabeza hacia un lado antes empujar sus gafas por el puente de su nariz. —¿Qué estás haciendo aquí? El demonio me dijo que el tío Min Woo vendría pronto para llevarme a casa.

Cuando Tae Heon encontrara a Se Lin  iba a arrancarle la piel a tiras.

—Él me envió a buscarte —, dijo Tae Heon, lo cual era verdad. —¿Listo para  ir a casa?

Tae Heon ayudó a Yi Jeong a bajarse de la silla y luego agarró la pequeña mano del chico. Yi Jeong asintió y luego miro a la puerta. —Tae Heon dijo que me llevaría a casa. Así que no tengo que esperar a Min Woo.

Mirando hacia arriba, Tae Heon miro a Kim Jong Gook que ahora estaba parado en la puerta de entrada. —¿Lo conoces, chico? —él le pregunto a Yi Jeong.

La pequeña cabeza del chico se balanceaba arriba y abajo una vez más. —Es el demonio que me puso en esta habitación y me dijo que esperara a mi tío.

La rabia de Tae Heon exploto. —Pensé que dijiste que no tenías idea de lo que estaba pasando —, dijo Tae Heon. Cogiendo la mano de Yi Jeong un poco más apretada. —¿Te importaría explicarme como encajas tu en todo esto?

—Él sólo estaba siguiendo mis órdenes.

Un escalofrío helado se disparó a través de la espina dorsal de Tae Heon cuando su tío camino en la habitación. Lee Kwang Soo no había cambiado nada en años. Él todavía parecía fuerte, maligno y sus ojos estaban  lanzando dagas a Tae Heon.

—Ese es el hombre que me abofeteó —, susurró Yi Jeong mientras se  tocaba la mejilla que tenía manchada. En una inspección más de cerca, Tae Heon podía ver el enrojecimiento bajo la mancha. Jodidas gracias que Kwang Soo apenas había golpeado a Yi Jeong. Si el hombre hubiera puesto su fuerza en el golpe, Yi Jeong estaría muerto.

—Estas tratando de quitarme un activo muy valioso para mí —, dijo Kwang Soo mientras entraba más en la habitación. El demonio todavía se vestía como un fugitivo – camiseta térmica, pantalones oscuros de camuflaje, botas desgastadas y una pesada chaqueta verde que Tae Heon sabía que escondía armas-. El parche sobre su ojo izquierdo sólo hacía que la imagen de fugitivo fuera completa. —Yi Jeong ya ha sido vendido al cazador de vampiros, Caspian.

Incluso después de toda su formación y años de entrenamiento, Tae Heon no estaba seguro de si él podía derrotar a su tío. Antes nunca había podido. Kwang Soo había abusado de Tae Heon mucho más que de cualquier otro de sus empleados. Qué fuera familia no tenía ninguna importancia para el demonio. Tae Heon era un medio, nada más. Propiedad de Kwang Soo– o lo  había sido entonces-. Pero si sabía algo sobre su tío, Kwang Sooestaba seguro de que todavía poseía a Tae Heon.

—El niño no tiene nada que ver con nosotros —, dijo Tae Heon mientras levantaba a Yi Jeong de sus pies y colocaba al niño sobre su espalda. Yi Jeong lo agarró alrededor de su cuello e hizo su mejor esfuerzo para envolver sus piernas alrededor de la cintura de Tae Heon.

—¿Nosotros? —Kwang Soosoltó una risa baja y cruel. —No hay un nosotros. Eres de mi propiedad, tú no puedes alejarte de mí sin compensarme. Tienes siglos para hacerlo, chico.

Tae Heon se estremeció. Sus viejos miedos empezaban a subir a la superficie. Destellos de recuerdos mostraban a Kwang Soo golpeándolo con sus puños, cuando tenía la edad de Yi Jeong. El hombre lo había obligado a disparar a su competidor. Había forzado a Tae Heon a matar a un traficante de drogas que había intentado joder a Lee Kwang Soo. Y lo había forzado a disparar a la única persona con la que él había hecho amistad. Pensó en todos los años que había vivido una vida suicida, de corrupción y depravación a la que su tío lo había empujado.

 

—Quiero volver a casa —, Yi Jeong susurró al oído de Tae Heon. —Por favor.

—Nunca volverás a casa —, dijo Kwang Soo a Yi Jeong. —Bienvenido    al mundo de los esclavos.

Yi Jeong gimió mientras sus pequeños brazos se agarraban al cuello de Tae Heon más fuerte.

La mirada de Tae Heon se disparó a la puerta, pero sabía que no sería capaz de pasar al lado de su tío. No había otra salida. Colocó sus brazos alrededor de las piernas de Yi Jeong. —¿Quieres jugar un juego, Yi Jeong?

—¿Qué tipo de juego? —Yi Jeong le pregunto. El niño parecía asustado, pero también había curiosidad en su tono.

—Escapar de los malos —, dijo Tae Heon antes de usar su habilidad y desaparecer. Ya que Yi Jeong estaba agarrado, el niño también desapareció.

—Ah, ya veo que has perfeccionado tu talento —, dijo Kwang Soo sacando un par de gafas del bolsillo de su chaqueta. Tae Heon tenía que moverse rápido. Aquellas gafas eran raras y serían capaces de detectar las señales de calor que emanaban de él.

Corrió hacia los dos hombres, golpeando a Kim Jong Gook antes de girar y salir de la sala. Tae Heon no se detuvo, aunque se agacho y corrió en forma de zigzag cuando escucho el susurro de una bala por encima de su cabeza.

Subió los escalones desvencijados de tres en tres y reventó la puerta del sótano, corriendo por el pasillo y fue hacia la parte trasera del restaurante. El aire fresco de la noche lo envolvió y se estremeció cuando el sudor que empapaba su cuerpo comenzó a enfriarse.

Los demonios guerreros estaban reunidos en el callejón, pero nadie podía verlo. Nadie excepto Him Chan, que lo miró directamente y luego sonrió. —Veo que lo has encontrado.

El corazón de Tae Heon quedó atrapado en su garganta cuando vio a Min Woo de pie entre los hombres. El humano frunció el ceño a Him Chan y le dijo, —¿Con quién estás hablando?

 

—¿No puede vernos? —Yi Jeong pregunto con un poco de asombro   en su voz. —¿Puedes enseñarme a ser invisible?

Tae Heon se rio suavemente. —Me temo que no. Tienes que nacer con el talento.

La cabeza de Min Woo giro por el sonido de sus voces, su mirada vagando. —Solo oigo a Tae Heon y a Yi Jeong.

Tae Heon reapareció, y los ojos de Min Woo se ampliaron. Lo miró por un largo momento antes de que sus ojos se desviaran sobre los hombros de Tae Heon. Lagrimas brotaron de los ojos del hombre. —¡Yi Jeong!

Yi Jeong corrió hacia su tío, y Min Woo envolvió a su sobrino en sus brazos, llenando de besos la cara del chico.

Tae Heon se giró hacia Him Chan y le dijo todo lo que había averiguado y lo que dijo Kwang Soo sobre Yi Jeong siendo vendido a Caspian. Aunque ya no estaba cerca de su tío, las entrañas de Tae Heon no se habían relajado. Todavía se sentía como si no pudiese meter suficiente aire en sus pulmones y sus piernas se sentían un poco inestables.

Him Chan llevo a Tae Heon lejos de los demás. —Son solo viejos miedos, Tae Heon. Tú has sido entrenado por los mejores, puedes vencerlo.

Tae Heon meneó la cabeza. —Me sentí como un niño otra vez. Como el chico que estaba aterrorizado ante la visión de Lee Kwang Soo. ¿Cómo puedo derrotar a un demonio que infunde tanto terror en mí, qué me quito la humanidad?

Him Chan se giró mirando a Min Woo y a Yi Jeong. —Yo no diría que toda tu humanidad te haya abandonado.

Min Woo miraba a Tae Heon, y había una sonrisa de agradecimiento en su cara. ¿Cómo puede este hombre estar agradecido cuando fue un enemigo de Tae Heon quien secuestro a Yi Jeong en primer lugar? En todo caso, Min Woo debería odiarle. Pero sus ojos verdes estaban brumosos, mientras abrazaba a Yi Jeong y continuaba mirándole con una sonrisa temblorosa.

—Él tiene un corazón compasivo y sabe perdonar —, dijo  Him Chan.

—Yo los puse en peligro —, dijo mientras sentía un peso oprimiendo su pecho. —Si no fuera por mí, Yi Jeong no habría estado en peligro. Y ahora mi tío ha vuelto. No puedo soportar que vaya detrás de Min Woo.

 

—No te consideres tan poco, Tae Heon.

—Y Caspian compro a Yi Jeong —, le recordó el líder de los demonios.

—No aceptará esta pérdida a la ligera. El tratara de poner sus manos sobre su compra. ¿Quién protegerá a la familia? ¿Quién detendrá a Caspian de llevarse a Yi Jeong?

—Pero…

Him Chan levantó su mano. —Eres el único que se interpone en el camino de Caspian. Si no los ayudas, es como si Yi Jeong ya se hubiera ido.

Tae Heon pasó sus dientes por su labio inferior mientras miraba a Yi Jeong y Min Woo. Una necesidad abrumadora y feroz de proteger a los dos se levantaba desde su interior. Him Chan tenía razón. Caspian no iba a  renunciar tan fácilmente. Aunque Hui viviera en la casa de Kim, no sería capaz de vencer al tío de Tae Heon, si aparecía. Kwang Soo mataría a todos en la casa para llegar a Yi Jeong.

Cuando se giró hacia Him Chan, Tae Heon se enderezó, levantándose a sí mismo hasta su máxima altura. Sus hombros cuadrados mientras sus manos se curvaban en puños. —Voy a protegerlos hasta mi último aliento.

El líder de los demonios apretó su hombro. —Sé que lo harás.

 

 


continuara....

 

 

 


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