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94. Silk Room (08) por dayanstyle

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—Rociar con una lata de crema batida mi boca, mientras estoy de pie desnudo, en la playa.

Jong Bin arqueó una ceja. —¿Eso está en su lista de deseos?

—Suena divertido —, sostuvo Jung Shin. —También me gustaría esquiar desnudo.

Se rió entre dientes, a pesar de la gravedad de la situación. —¿Estás desnudo, mientras haces todo en tu lista de deseos?

—Más o menos —dijo Jung Shin. —Es por eso, que es una lista de deseos. ¿Qué pasa contigo?

—Definitivamente, no estoy desnudo —respondió.

—Oh, vamos —se quejó Jung Shin. —Dime al menos, una cosa.

 

Había habido una gran cantidad de cosas, que había planeado hacer en la vida, pero sólo una cosa se destacó entre el resto. Presionó una mano contra su estómago, y su corazón se retorció. —Criar a mi hijo, con J.Jun.

Jung Shin sacudió la cabeza, mientras le sostenía una mano. —No vayas allí.

Así no es cómo funciona el juego.

—Está bien. —Lo considero cuidadosamente. —Siempre he querido entrar en una de las jaulas en mi club y bailar.

—¿Desnudo?

Gruñó. —Desnudo, no. Me gustaría tener puesta una tanga.

—Entonces, ¿por qué no? —Preguntó Jung Shin. —Eres hermoso. Yo lo haría, si fuera dueño de tu club.

—Porque—Jong Bin explicó, —perdería el respeto que he trabajado muy duro por ganar.

—Eso es estúpido —dijo Jung Shin. —En todo caso, todo el mundo pensaría que eres la mierda.

—No es cierto, yo... —Se detuvo, cuando oyó pesados pasos acercándose. Él y Jung Shin se quedaron mirándose mutuamente, mientras su corazón triplicaba su ritmo. Se alejó de las barras, cuando un guardia apareció frente a su puerta.

—¡No te atrevas a tocarlo! —Jung Shin cerró los dedos, alrededor de los barrotes de su celda y tiró de ellos. —¡Déjalo en paz!

 

El guardia lo ignoró, mientras abría la puerta de Jong Bin. Las barras se abrieron, y luego el guardia entró. Cuando lo agarró del brazo, Jong Bin luchó con todo lo que tenía en él. Golpeó, arañó, mordió, y pateó, pero fue en vano. El guardia era mucho más grande que él, para los estándares de las hadas de todos modos. Era alrededor de las 1,70 mts y delgado, pero su apretón de muerte, le dijo que el tipo era mucho más fuerte de lo que parecía.

—Aléjate de mí —gritó, mientras era arrastrado desde la celda. Agarró el marco de la puerta, haciendo hasta lo imposible por aferrarse. Un fuerte tirón y el guardia lo sacó, hacia el pasillo.

—¡Jong Bin! —Jung Shin gritó, pero el guardia lo alejó.

Todavía podía escuchar a su mejor amigo llamándolo, detrás de él, mientras el guardia lo empujó a la vuelta de la esquina.

Se movieron a través de un laberinto de pasillos, antes de entrar en la sala del trono. El que estaba colocado en un estrado, y las rodillas de Jong Bin se doblaron, cuando vio a un pequeño hombre sentado allí, sonriéndole.

El rey era tan bajo como él, con un hermoso largo y rojo cabello. Sus ojos eran del color de la plata líquida, y llevaba ropas de color negro y rojo. El hombre parecía representar cada pedacito del papel de un rey. Incluso llevaba una plateada corona con joyas incrustadas en la cabeza, que hacía juego con el color de sus ojos.        

Hablando de accesorios.

—¿Así que, este es Park Jong Bin? —Preguntó el hombre en un tono superior, sin embargo, aburrido. Arqueó una ceja y lo miró, como si fuera suciedad bajo el zapato del hombre. —Después de todo lo que he oído de él, no estoy impresionado.

Echó un vistazo al tapiz colgando de la pared, decorado con los colores reales negro y rojo. Había hadas descansando en grandes almohadas a la derecha e izquierda del rey. Se alegraba de se veían tan jodidamente relajados, mientras su vida pendía de un hilo.

Fue empujado violentamente, para que se pusiera de rodillas, delante del rey. Frunció sus labios hacia el guardia, pero el chico sonrió y luego tomó una posición detrás de él.

—Se te ha acusado de traición —dijo el rey. Se sentó recto como una tabla, mirándolo hacia abajo. —¿Son las acusaciones contra usted justas, o se me ha mentido?

—¿Por quién? —Preguntó. Si estaba a punto de morir, quería saber quién lo delató.

—Presenten al testigo —ordenó el rey.

 

Su corazón se detuvo, cuando a Vincent fue llevado a la sala del trono. El podrido bastardo, era el que lo había delatado. Pero, ¿cómo lo sabía Vincent? Un recuerdo lo molestó, en el fondo de su mente. El enfrentamiento fuera del club, cuando J.Jun se había presentado para rescatarlo. Había dejado escapar, que ellos eran pareja.

Se quejó. Y Vincent había utilizado esa información en su beneficio. Se preguntó qué clase de mentiras, el vampiro le había contado al Rey Masao.

—Él es un mentiroso estafador que se aprovecha de los débiles. —Escupió sus palabras. —No creería cualquier cosa que el vampiro dijera, si pagara.

—Pero no le pagaré—El rey se puso de pie, descendiendo los escalones, hasta llegar a él. —Y su carácter no está en discusión. ¿Te has apareado a un vampiro y ahora estás llevando a su hijo?

Se quedó anonadado, por el hecho de que el rey supiera tanto.

—Está mintiendo —dijo, mientras miraba a Vincent. Justo ahora, diría que el cielo era de color púrpura, si eso lo sacaba de esto.

El vampiro tenía una mirada calculadora, en sus ojos, como si no pudiera esperar para verlo morir. Si supiera cómo, él volvería como un fantasma y aterrorizaría al bastardo.

—Una simple prueba probará tu culpabilidad o inocencia —dijo el rey. Se  volvió hacia uno de sus guardias y chasqueó los dedos. —Frenz, tráeme la Piedra de la Fidelidad.

Estaba jodido. La Piedra de la Fidelidad forzaría su lealtad al rey, a su vez, haciéndole derramar sus tripas. Se convertiría en un zombie sin mente, dispuesto a hacer cualquier cosa, para complacer al rey. A partir de la mirada en blanco, en la mayor parte de los rostros de las hadas que estaban en la sala, ellos habían tocado la piedra en algún momento.

Lástima que era indestructible, o tendría que encontrar una manera de romper la cosa, antes de que el rey lo obligara a tocarla. Un guardia lo flanqueó ambos lados, agarrándole un brazo, y lo obligaron a ponerse en pie. El guardia de su derecha, lo tomo de la muñeca, en un agarre de muerte y se la ofreció, cuando Frenz entró en la habitación con la piedra, sobre una almohada.

Se veía como un diamante grande, verde y era del tamaño de un puño. La piedra brillaba bajo la luz, mientras Frenz se acercaba. Jaló y tiró, se retorció y se giró, pero los guardias lo sostuvieron con sus agarres.

—Ahora, Jong Bin —dijo el rey. Caminó de nuevo, para subir los escalones y se sentó. —La hora de la verdad, es ahora.

—Quieres decir, que es la hora para el lavado de cerebro —escupió.

—Quieres convertir a tu gente en marionetas, ¿verdad?

 

¿Por qué morderse la lengua cuando, independientemente de lo que tenía que decir, el rey lo mataría? A la mierda. Le diría al idiota justo lo que pensaba.

—No tengo idea, de lo que estás hablando. —El rey chasqueó los dedos, y Frenz se movió, hasta que se paró frente a él. —Toca la piedra, Jong Bin.

—Jódete, repugnante bastardo —le gruñó. Escupió en la piedra y le dio una patada en la espinilla a Frenz. Estaba apuntando mucho más alto, pero los guardias que lo sujetaban, lo jalaron hacia atrás demasiado rápido. Uno de los ellos, le dio un puñetazo en la cabeza. Vio estrellas.

—Lucha todo lo que quieras —dijo el rey. Su voz se volvió fría, sus ojos se estrecharon, y sus labios se aplanaron. —Pero harás lo que te pido.

—No es una petición, idiota.

Fue Frenz quien lo golpeó esta vez, sólo le dio un revés en la boca. Saboreó la sangre, y se sentía como si su mandíbula estuviera rota. Pero no lo estaba, porque todavía era capaz de escupir todo el veneno que sentía, hacia el rey.

—Espero que J.Jun, empuje una lanza por tu culo, antes de que desgarre tu jodida garganta —dijo. —Me encantaría verlo torturarte.

 

—Es una pena, que no vas a estar, para ver tal venganza. —El rey sonrió burlonamente. —Y dudo mucho, que tu chupasangre llegue a ninguna parte, cerca de mí.

—Oh, yo no diría eso.

La mirada de Jong Bin, se alzó a la derecha. Sus ojos se abrieron al ver a un conjunto flotantes ojos rojo, aparecer. Se veían como si estuvieran en llamas o tal vez más como un reflejo de fuego, de una chimenea.

Segundos más tarde, Himchan apareció, seguido por Taehyung, Taeyang, Woo Shin, Jong Hyun, y... J.Jun. Su corazón saltó, ante la vista de su pareja.

Y luego frunció el ceño, cuando vio a sus padres. ¿Qué demonios estaban haciendo aquí? Oyó un ladrido y gimió. ¿Y por qué tuvieron que traer a Wetness con ellos?

El rey saltó de su silla y señaló con el dedo al grupo. —¡Atrapenlos!

Fue liberado cuando todos los guardias en la sala fueron tras J.Jun y los demás. Incluso más guardias se presentaron, en la habitación. No tuvo tiempo para ver la batalla. Corrió hacia sus padres y los metió en un hueco, colocando su cuerpo entre la habitación y su madre y su padre.

Desde que habían aparecido con J.Jun, el gato estaba fuera de la bolsa. Independientemente de cómo ellos se sentían hacia él, moriría para protegerlos.

—Cuando esto termine, tú y yo vamos a tener unas palabras —, dijo su madre, detrás de él.

Se quejó. —No puedo evitar a quien el destino eligió como mi pareja, mamá.

—Eso no es de lo que estoy hablando —, resopló, mientras observaba a J.Jun agarro eficazmente a dos guardias, como si hubiera nacido para la batalla. No sólo estaba muy impresionado, en secreto, lo excitaba a ver a J.Jun tan fuerte y luchando por él.

—Entonces, ¿de qué estás hablando? —Preguntó. Se preparó, cuando uno de los guardias levantó una lanza, teniéndolo como objetivo. Justo antes de que el guardia la empujara, Jong Hyun cambió a su forma de tigre y lo atacó

Mierda. Ahora le debía al imbécil.

Antes de que su madre pudiera decir otra palabra, se giró hacia los dos.

—Mira, sé que no quieres tener nada que ver conmigo, pero amo a J.Jun, y estoy orgulloso de ser su pareja.

—Eso es algo bueno —dijo su padre.

—Por lo que estoy enojada—su madre dijo, como si no hubiera dicho una palabra, —es el hecho, de que no me dijiste que iba a ser abuela.

Ella parecía realmente ofendida. Miró a los dos, y la esperanza floreció dentro de él. —¿Así que, no me repudiaras porque me aparee con J.Jun?

—Señor, no —dijo su madre.                          

—Parece un buen chico —dijo su padre. Levantó la barbilla hacia la lucha.

—Y está pateando culos por ti. No se puede pedir, un mejor yerno.

Ellos eran, definitivamente, extraños.

Wetness ladró y se movió los brazos de su madre. Dio un salto y cayó al suelo. Jong Bin se quejó. Si algo le pasaba al chucho, su madre lloraría por próximos años.

Maldición.

Corrió tras la cosa sarnosa, rezando para que no lo mataran en el proceso.

Había llegado a tomar a Wetness, cuando lo agarraron por detrás.

Se quedó sin aliento, cuando se dio cuenta que era el Rey Masao. El hijo de puta, era más fuerte de lo que parecía. J.Jun corrió hacia ellos, pero se detuvo bruscamente, cuando el rey agarro las alas de Jong Bin. —Las arrancaré de su maldito cuerpo, si te acercas más.

—Eso aún, no te salvará de mí —advirtió J.Jun. La oscuridad cayó sobre su pareja, haciéndolo parecer escalofriante y diabólico. Sus ojos estaban entrecerrados, los iris oscuros mostrándose de color rojo, mientras sus colmillos estaban al descubierto.

El cuerpo de Jong Bin se estremeció, mientras miraba a los ojos de J.Jun. Todo lo que el rey tenía que hacer era darle un fuerte tirón y su vida habría terminado. Parecía que el rey obtendría su venganza, después de todo.

—No importa—dijo el rey. —Tu apareamiento no sólo va contra nuestras leyes, sino que él también está llevando una abominación. No voy a permitir que nuestra línea de sangre, se contamine.

—Si no le quitas las manos de mi hijo, voy a patear tu insignificante culo —, dijo su madre, sorprendiéndolo. Nunca la había oído hablar así.

Miró a su alrededor, para ver que ninguno de los guardias estaban de pie. J.Jun y los demás, estaban ensangrentados, pero tenía la sensación de que la mayor parte de esta pertenecía a los guardias. Sus ojos se posaron sobre Vincent, y maldijo. ¿Por qué que el vampiro no les hacia un favor a todos y moría?

En su lugar, Himchan tenía un agarre firme en el brazo del hombre. El esperaba que el tipo alto y aterrador lo asesinara.

Jong Hyun, lo fulminó con la mirada. —¿Dónde está Jung Shin?

—En una celda —dijo Jong Bin. —Pero no conozco el camino. Hay un montón de pasillos serpenteantes.

Jong Hyun agarró a uno de los guardias, del suelo y lo arrastró, hasta ponerlo de pie. —Llévame con mi pareja, o te haré desear haber sido una mancha, en la ropa de cama de tu madre.

Bueno, maldición.         

El guardia tragó ásperamente y asintió. Los observó salir de la habitación.

—Los quiero a todos ustedes fuera de aquí, o arrancaré sus alas —le dijo el rey, a J.Jun.

—Lo siento, pero eso no va a suceder. Has violado nuestra ley más sagrada—dijo Himchan. Movió su mano, y el rey voló hacia atrás. Se precipitó hacia adelante, poniendo tanta distancia entre él y el Rey Masao, como le fue posible.

Tan pronto como estaba fuera del camino, J.Jun atacó. Su madre, lo agarró y lo apartó. —En tu delicada condición, no creo que necesites ver esto.

Rodó los ojos. —¿Delicada?

—¿Qué pasó con Yoo Ara? —Le preguntó su madre. —No es que tenga nada en contra de J.Jun, pero pensé que los dos congeniaban.

Esta conversación, no podía estar ocurriendo. —Ella es gay, mamá.

—¿Lesbiana?

—El término es, inclinada hacia las mujeres —dijo su padre. Parecía orgulloso de sí mismo.

Negó con la cabeza. —Estoy bastante seguro, de que acabas de inventar eso, papá.

 

Cuando se dio la vuelta, sus ojos se abrieron. J.Jun no había matado al rey. El tipo era un caos sangriento, pero todavía estaba vivo. Himchan tenía a Vincent y el Rey Masao. —Creo que un poco de tiempo en el Inframundo ayudarán a estos dos a reconocer sus errores.

—¡No puedes hacer eso! —Gritó el Rey Masao.

—Díselo al Guardián —Himchan dijo, antes de desaparecer.

—¿Estás bien?—Preguntó J.Jun, mientras corría hacia él, comprobándolo de pies a cabeza. Se sonrojó, cuando se dio cuenta de que sus padres estaban viendo. —Ya basta.

—Nunca—dijo J.Jun. —Nunca voy a dejar de preocuparme por ti o mimarte.

Miró por encima del hombro, cuando oyó Jung Shin con Jong Hyun. —Juro que estoy bien.

—No estás bien, hasta que compruebe cada pulgada de ti— le dijo Jong Hyun a su pareja.

—Si prometes hacerlo, mientras estoy desnudo, tienes un trato—dijo Jung Shin, mientras le sonreía tímidamente a su pareja.

—Creo que podemos volver a casa —dijo Taehyung.                          

—Espera—Salió de los brazos de J.Jun y buscó la piedra. La vio en el suelo, junto al conjunto de almohadas, a la derecha del trono. —Tenemos que hacer algo con esa piedra. Quien la tiene, puede transformar a la gente en marionetas.

—¿Me la prestas? —Preguntó Woo Shin. —No me importaría usarla, contra un par de personas.

—No, no puedes tomarla prestada —gruñó Taehyung. Se quitó la chaqueta y la utilizó para recogerla. Luego la envolvió en la chaqueta y la metió debajo de su brazo. —Se la daré al Ultionem y los dejaré decidir, qué hacer con ella.

—¿Se la confiarías? —Preguntó Jong Bin. Tal poder tentaba, incluso, a los hombres más nobles. Demonios, estuvo tentado a tomarla y descubrir dónde se encuentra el inframundo, para poder usarla contra el rey y Vincent. Pero ¿realmente los quería siguiéndolo, como cachorros perdidos? Por supuesto que no.

—Confío, en que harán lo correcto —dijo de Taehyung.

—¿Qué pasa con el Reino de las Hadas? —Preguntó Taeyang. —¿Qué pasará ahora? ¿No necesitan un gobernante?

—Creo que, ya hemos tenido demasiados gobernantes —dijo su padre.

—No estoy seguro de lo que va a pasar, pero yo, por mi parte, estoy contento de no tener que vivir con algunas de esas leyes arcaicas.

 

 

Luego se dirigió hacia él. —Mira, soy progresista. Ahora deja de patearme fuera de tu página de Instagram.

Sólo podía esperar, a que la siguiente persona que ocupara el trono, no fuera tan atrasada y anticuada. Negó con la cabeza, ya sin esperanzas con su padre, pero le dijo a su pareja: —Llévame a casa, J.Jun.

—Con mucho gusto —, le dijo su pareja, mientras lo agarraba y lo alzaba, llevándolo lejos de lo que habría sido su tumba, si su pareja no se hubiera convertido, en su caballero de armadura manchada.

 

 

 continuara....


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