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94. Silk Room (08) por dayanstyle

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J.Jun no podía dejar de pensar en su noche con Jong Bin. De hecho, él mismo se había atrapado sonriendo un par de veces, mientras esperaba a Mino. No había pensado que Jong Bin no estaría de acuerdo con bailar, pero para su sorpresa, su pareja lo hizo.

Una noche como esa, no sería olvidada durante mucho tiempo. ¿A quién quería engañar? Nunca olvidaría la noche anterior. Apoyándose contra la barra, vio como Jong Bin entretenía a Yoo Ara y su novia. El ardid sobre Jong Bin y Yoo Ara congeniando había terminado, pero los dos parecían haberse convertido en amigos rápidamente.

Se enderezo, cuando Mino entró en el club. Miró a su alrededor, lo vio, y luego se dirigió en su camino.

—Lo juro —dijo Jong Bin desde detrás suyo, —vas a decirme porque Mino  y tú, escapan.

 

—Algún día —le dijo, aunque no tenía intención de decirle nada de su vida, como cazarecompensas. Kenji sería el último. Tenía una pareja y un niño por nacer para considerar ahora, y vivir una vida de tan alto riesgo, no funcionaria.

Había pensado largo y tendido sobre su vida, en qué dirección iría, y lo que quería hacer con ella. Cazar a hombres buscados no era algo que estaba dispuesto a continuar.

Mino lo miraba con curiosidad, probablemente preguntándose si realmente le diría algo. Le dio a Mino, en una rápida sacudida de la cabeza.

—Vi eso —dijo Jong Bin. Lo golpeó en el hombro. —¿Es algo, por lo que debería preocuparme?

—No —Lo besó la mejilla. —Prometo, que terminará esta noche.

Todavía no habían decidido sobre los arreglos de vivienda. Las cosas eran… complicadas. Ese pensamiento, hizo que sacudiera la cabeza. El hada había quedado embarazado la primera vez que habían dormido juntos, y ninguno de ellos, podía decidirse sobre los arreglos de vivienda.

Notó que Sun Youl se dirigía en su dirección. Le gustaba el pequeño humano, pero por alguna razón, en cualquier momento en que se encontraba cerca, Jong Bin le daba a él, una mirada asesina. Apartó los ojos, cuando el stripper se acercó.

Podría cazar a los más viciosos, pero no era un idiota. Jong Bin eliminaría sus bolas si él lo cogía mirando a otro hombre, a pesar de que no tenía ningún interés en nadie más, que en su ángel oscuro.

 

—Creo que es mejor que salgamos de aquí, antes de que Jong Bin se ponga de mal humor —Mino advirtió, mientras observaba a Jong Bin y Sun Youl hablar.

—Creo que tienes razón. —Se alejó de la barra, manteniendo la mayor distancia entre él y el humano, tanto como pudo.

Mino se rió entre dientes. —No puedo creer, que le tienes miedo al hada. Lo fulminó con su mirada. —Sólo espera hasta que encuentres a tu pareja. Verás lo lejos irás, con el fin de mantener la paz.

Mino se encogió de hombros. —No estoy seguro de que tener una pareja, este en mis cartas. Es decir, no lo he encontrado en todo este tiempo.

Sabía que Mino tenía de un par de cientos de años. Había un montón de gente en su aquelarre, que ya se habían acoplado. Infiernos, los hijos de muchas de esas personas estaban encontrando a sus parejas.

Le dio unas palmaditas, al vampiro, en el hombro. —Encontrarás la tuya.

El hombre se encogió de hombros, apartándole la mano. —No necesito piedad, Jun. Simplemente establecía un hecho.

Dejó el asunto. Lo más importante, para cada paranormal, era encontrar a su pareja. No había ninguna necesidad de seguir recordándole al chico, que no había encontrado la suya.

—¿Así que, vamos a hacer esto esta noche? —Preguntó Mino, mientras ambos se deslizaban en el Jaguar de J.Jun.

—Ese es el plan—dijo. —En primer lugar, quiero parar en la casa y cambiarme de ropa.

—Puse mi bolsa en el maletero —dijo Mino, mientras tiraba un pulgar por encima del hombro. —No quería que Jong Bin sospechara, si entraba en el trabajo, con un uniforme negro.

—Buena idea—Hizo una nota mental para agarrar sus cosas y cambiarse en otra parte. No quería que nadie en su casa, lo viera con el uniforme. Nadie sabía lo que hacía, y vestirse totalmente de negro, viéndose como si estuviera listo para ir a la guerra, podría levantar algunas cejas.

Cuando llegó a casa, corrió escaleras arriba, agarró la bolsa lista, que estaba metida en la parte posterior de su armario, y luego corrió hasta su auto.

—No te has cambiado —señaló Mino.

—Nos cambiaremos en la parada de descanso, de camino a Sugar Creek.

—Tiró la bolsa, en el asiento trasero. —Esta vez vamos a estar allí una hora antes de la reunión. Volveremos a nuestro plan original.

Ya habían explorado el edificio, y pensaba que era el lugar perfecto para derribar a Kenji. Hasta ahora, el capo de la droga había estado a un paso por delante de él. El planeaba devolver la pelota, esta noche.

 

Mino era su ayudante. Le avisaría por radio, para hacerle saber, cuando Kenji se mostrara. Después de eso, todo era de J.Jun, y él le pondría fin esta noche.

Después de eso, tenía previsto jugando con su hada, hasta que saliera el sol.

—La cabeza en el juego —dijo Mino, cuando se detuvo en la parada de descanso. Allí estaban alineados en un lado, autos y furgonetas en todo el lote. Había una gran zona boscosa, en la parte trasera, con mesas de picnic y parrillas.

—¿De qué estás hablando? —Preguntó, mientras apagaba el motor y agarraba su bolsa.

—Parecía que estabas pensando en Jong Bin —, Mino bromeó. —Tus ojos, tenían esa mirada distante.

—En realidad, —dijo, mientras abría la puerta, —estaba pensando, en cómo me alegraré cuando esto termine.

—Amen a eso —dijo Mino. —Debería obtener una paga extra, por todo el kilometraje.

 

Se burló. —Déjame saber cómo va.

Mino abrió el maletero. —Lo sabrás, porque te enviaré la factura.

Negó con la cabeza. Mino era al menos, divertido. Echaría de menos trabajar con el vampiro. Por otra parte, trabajaba en Silk Room, por lo que todavía podría ver al tipo. Simplemente no sería lo mismo.

—Dime que no vas a extrañar esto—dijo Mino, como si estuviera leyéndole la mente. Los dos recorrieron el camino, hasta llegar al edificio.

Comprobaron del baño, para asegurarse de que estaba vacío, utilizaron los puestos de cambiarse.

—Quiero decir, que es como la noche de salida de un chico, a excepción de la parte cazarrecompensas—dijo Mino. —No sé si sabes esto, pero realmente no tengo a nadie con quien salir, sobre una base regular.

—¿Estás diciendo, que no tienes amigos? —Preguntó, desde el siguiente puesto. Mino había trabajado en The Manacle por años. Era difícil imaginar, que no hubiera hecho amigos, en todo ese tiempo. De hecho, recordaba a Mino y Taeho, saliendo en más de una ocasión.

—Tengo amigos—dijo Mino, —pero no en Dalton Falls. Resopló. —Tienes a todos los que viven, en casa de los Lee.

—No es lo mismo—dijo Mino. —Sé que he visto todo esos chicos crecer, pero... es como salir con los niños de tus amigos. Un poco extraño y me hace sentir viejo, e ir a The Manacle para pasar el rato, no es suficiente. Ese es un viaje de cuatro horas, en un sentido.

 

Nunca supo, que Mino sentía de esa manera. Tal vez podría hablar con Taeho, para que se mudara a Dalton Falls. Por supuesto, no podía decirle a que había hecho eso, porque el vampiro lo mataría. El chico odiaba la compasión. Eso era evidente, y sabía cómo se sentía el hombre. Tampoco le gustaba la compasión.

—¿No has encontrado a nadie, que te interese? —Dobló su traje y lo metió en su bolsa. Colocó un pie en el inodoro, ató su bota, y luego hizo lo mismo con la otra. —Trabajas en un club de striptease.

Mino salió de su puesto, unos segundos después de él. —No encuentras a un chico para salir, en un club nocturno —, dijo Mino. Pasó una mano por el lado de su cara. —Y no hay demasiados lugares en Dalton Falls, para conocer a un buen chico.

No había manera, de que el jugara de casamentero. Además, en realidad, no conocía a nadie que pudiera presentarle a su amigo. Sun Youl le vino a la mente, pero si hubieran sido pareja, estaba bastante seguro de que los dos se habrían dado cuenta, de eso a estas alturas, y Mino acababa de declarar que no quería a nadie, de un club de striptease.

—¿Alguna vez ha pensado, en citas por Internet? —Preguntó.

—Por favor, dime que no me acabas de preguntar eso —, dijo Mino, balanceando su bolso sobre su hombro. —Por favor, dime que no lo hiciste.

—¿Qué? —Preguntó. —He oído a muchas personas, que conocieron a sus futuros socios, en esos sitios web.

—¿Futuro socio? —Mino giró sus ojos. —¿Qué se supone que escribiría en mi biografía? Vampiro de doscientos años, buscando pareja. Si te sientes como si una parte de tu vida faltara, podrías ser el único. ¿Llámame? — Resopló. —¿Podemos dejar el tema?

—Claro—Le dio a Mino, un rápido abrazo masculino. —Sólo recuerda, somos amigos. Y, por cierto, esa biografía apesta. Necesita mucho trabajo.

Mino lo empujó, alejándolo. —No te pongas cursi, conmigo.

—Admítelo. —Se rió. —Necesitabas ese abrazo.

—Sí, bueno, lo que sucede en la parada de descanso, permanece en la parada de descanso. Sólo porque soy un malvavisco, no quiere decir que te quiero abrazándome. —Mino agitó un dedo, hacia él. —No me hagas decirle a Jong Bin, que te pusiste juguetón.

Continuó riéndose, mientras se dirigía a la salida del baño. Todavía había unos cuantos autos y furgonetas afuera y parecía como si la mayoría de las personas estuvieran dormidas. Los camiones también, estaban todavía allí.

 

Miró a su alrededor, asegurándose de que nadie les prestaba atención. Era una costumbre que había tenido, desde que entró en esta línea de trabajo. Lanzaron sus bolsas en el maletero y se deslizó en el auto.

Tan pronto como retrocedió, dos grandes SUV frenaron de golpe en el aparcamiento, bloqueándolo. Hombres saltaron y les apuntaron con armas, antes de que tuviera la oportunidad de reaccionar.

—Mierda —, dijo Mino, en voz baja. —Parece que Kenji consiguió otra vez, tomar ventaja.

Echando un vistazo por la ventana, vio como Kenji salía del asiento delantero, abrochándose la chaqueta del traje. Se pasó una mano por el pelo y luego cerró la puerta del SUV.

Kenji apoyó un brazo, sobre el techo del auto de J.Jun. —¿De verdad crees que no sabía lo que estabas haciendo, Sr. Ahn Espelimbergo? Te he tenido bajo vigilancia, desde que te pusiste en contacto conmigo.

¿Cómo no se había dado cuenta? Había sido demasiado prudente, observaba cada movimiento que había hecho, y se mantenía atento por cualquier persona sospechosa.

—Y si piensan en utilizar su velocidad inhumana, para escapar, —dijo Kenji, mientras abría la puerta de J.Jun, —sólo sé, que tengo a alguien vigilando, a tu pequeña hada.

Salió, y empujó a Kenji contra el SUV. Los hombres con el chacal apuntaron sus armas hacia él, pero no retrocedió. Envolvió su mano alrededor de la garganta de Kenji. —Toca a mi pareja y todo mi aquelarre inundará Sugar Creek y no se irá, hasta que cada uno de tus hombres esté muerto. Confía en mí, realmente no quieres que mi padre o tíos, se involucren.

—Coopera y nada le pasará a tu pareja—dijo Kenji, como si no le perturbara el hecho de que J.Jun, podría romperle el cuello, con facilidad. Dio un paso atrás, cuando uno de los hombres presionó el frío cañón de su pistola en la sien de J.Jun.

—Espósenlos —Kenji ordenó. La cara del chacal estaba ruborizada, diciéndole lo molesto que estaba.

Sacarse las esposas, no era un problema. Eso fue, hasta que vio las esposas en las manos de uno los hombres. Eran esposas antiguas, usadas para paranormales. No había manera de que él o Mino, podrían escapar de ellas.

Se alejó, dejando al descubierto sus colmillos.

—Recuerda a tu pareja —, dijo Kenji, con los dientes apretados.

No confiaba en que el hombre mantendría su palabra, no tenía idea de si Jong Bin estaba aún bajo vigilancia, o si él y Mino saldrían de esta, con vida. Pero no podía jugar con la vida de su pareja o con la de su hijo nonato.

 

A regañadientes, extendió las manos. Gruñó cuando el metal encajó en su sitio. El hombre que lo había esposado, lo agarró del brazo y lo empujó hacia el asiento trasero del SUV, más cercana a él.

Mino fue esposado, pero puesto en el otro vehículo. Se dirigieron a Sugar Creek, pero los hombres en vez de llevarlos a la finca de Kenji, los llevaron a un almacén a las afueras de la ciudad. El lugar parecía abandonado, la mayoría de las ventanas faltaban o estaban rotas y las puertas de la bodega estaban en el suelo. El edificio no parecía a prueba de luz, y se preguntó, si su destino era morir, por la luz solar.

Cuando los vehículos se detuvieron, fue sacado del asiento trasero, pero Mino no. En su lugar, el SUV que contenía su amigo se alejó.

—No te preocupes por tu amigo —dijo Kenji. —Él va ser bien cuidado.

—Mejor que nada le ocurra—Fue empujado hacia adelante, por una pesada mano. Miró al hombre detrás de él.

—Creo que no estás en condiciones, de exigir nada —, dijo Kenji. Sus zapatos caros haciendo clic sobre el piso de cemento, mientras los conducía al interior. Fue arrastrado hasta el centro de la habitación, y luego sus brazos fueron levantados, las esposas unidas a un gancho grande y grueso.

Sus pies, apenas tocaban el suelo.

—Mike aquí, va a mostrarte lo que le sucede a los hombres, que son contratados para matarme—Kenji. —Sí, ya sé que fueron los hermanos Kim Remus, quienes te contrataron. —El chacal se movió, hasta que estuvo delante de él. Sus ojos se estrecharon, y él le enseñó los colmillos. —Nada sucede en mi ciudad, o que yo no sepa. Tengo ojos y oídos en todas partes.

J.Jun había subestimado seriamente al hombre, y por ese error, estaba a punto de pagar el máximo precio.

 

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