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94. Silk Room (08) por dayanstyle

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J.Jun rechinó los dientes, mientras su espalda era desollada. Mike lo había estado azotando durante horas, o se sentían como horas. No estaba seguro de cuánto tiempo había estado colgado allí, y lo único que podía pensar era Jong Bin.

¿Qué pasaría si Kenji había dicho la verdad? ¿Qué pasaría si Jong Bin estaba en problemas, en este mismo momento?

Tan mal como quería rasgar el corazón de Mike e ir a buscar a Mino y Jong Bin, debilitándose más, a cada momento. No sólo eso, sino que sentía el amanecer acercarse. Las puertas de la bodega faltaban, y tenía un asiento de primera fila, para ver la salida del sol.

No tenía muchos remordimientos, pero algunos, habían surgido en las últimas horas. El hecho de que nunca vería a su hijo nonato, nunca sostendría al bebé en sus brazos, cómo había conseguido involucrar a Mino en todo esto, y cómo Jong Bin podría pagar el precio, por estar acoplado a él.

También lamentó el hecho, de que no iba a ver a su familia otra vez.

Demasiados remordimientos, en un corto periodo de tiempo. No iba a engañarse y esperar el ser rescatado. Nadie sabía dónde estaba o que estaba en problemas.

Había oído su celular sonar un par de veces, pero las llamadas sin respuesta no levantarían una bandera roja. El único consuelo que tenía, era saber que, una vez que sus padres se enteraran de lo que le había sucedido, matarían a Kenji y sus hombres.

Eso era un pequeño consuelo, teniendo en cuenta que Jong Bin se quedaría solo para criar a su hijo –si Kenji no mataba al hada. Por primera vez en su vida, permitió que las lágrimas cayeran.

—Ha —dijo Mike, mientras se movía para colocarse delante de él. —¿Te rompiste tan rápido?

Rabia sin explotar, lo llenó, cuando escupió en la cara del hombre. —No, idiota. Estoy de luto por el hecho, de que nunca voy a ser capaz de sostener a mi hijo, en mis brazos.

No le importaba la forma en que lo hacía sonar o que le había dicho a Mike su mayor pesar. Deseó como el demonio, que pudiera soltarse.

La expresión del hombre, fue de burlona a aturdida, antes de que enmascararla. —¿El hada esta embarazado?

No estaba seguro, si ofrecer esa información, simplemente había sellado el destino de Jong Bin. Se maldijo por dejar que se deslizara. —Sí.

—Kenji no mencionó eso —dijo Mike.

Sacudió las cadenas, mientras trataba de lanzar su pie hacia fuera. Si pudiera conseguir agarrar a Mike de alguna manera, estaba seguro de que podría causar algún daño. —¡No te atrevas a lastimar a Jong Bin!

La cara de Mike se oscureció, mientras lo miraba. —Trazo la línea, en los niños —dijo. —Yo no los daño. No importa si son nacidos o todavía están en el vientre. Yo. No. Lastimo. Niños. Punto.

Un núcleo de esperanza, se levantó en él. —Esta de unas pocas semanas, y estoy seguro de que a Chewy no le importa, si mata a mi hijo nonato.

Utilizó nombre de calle, de Kenji, con la esperanza de hacer que el hombre pareciera menos a los ojos de Mike. Vio las ruedas girando en la cabeza de chacal. El hombre agarró el extremo del látigo más fuertemente, mientras comenzaba a pasearse.

—Eso no está bien —dijo Mike. —Simplemente, no es correcto.

Un matón con moral. Era bueno saber, que el tipo tenía al menos una línea que no cruzaría. Eso funcionaba a su favor.

O eso es lo que esperaba. Aunque Mike parecía indignado, eso no quería decir que el chacal lo ayudaría.

—¿Cómo sé que estás diciendo la verdad?

—¿Quieres correr ese riesgo? —Preguntó.

Mike pareció considerarlo. —Kenji sabrá, si lo he traicionado.

Lo irritaba decir, las siguientes palabras. —Si me ayudas a rescatar a mi pareja y amigo, me aseguraré de que de estés protegido.

—¿Cómo te aseguraste de que tu amigo y pareja estaban protegidos? —Dijo Mike, con desprecio. —Si esa es tu idea de mantener a alguien seguro, pasaré.

—Esto se debe, a que debería haber llevado antes, a mi pareja a mi aquelarre —admitió a regañadientes. Dios, había sido un tonto al pensar que su vida como cazarecompensas, no tendría un efecto indirecto en Jong Bin. Kenji se había mantenido un paso por delante de él, desde el principio. Debería haber tomado mayores precauciones.

Joder, era una idiota.

Deseaba poder regresar el reloj y llevar a Jong Bin con sus padres. Su pareja habría estado bien protegido y no corriendo peligro, a manos de algún asesino capo de la droga.

—De todos modos, no soporto trabajar para el bastardo—dijo Mike. —Nunca me sentí bien con respecto a él.

 

Mantuvo sus comentarios para sí mismo, mientras el chacal lo bajaba del gancho y luego le retiraba las esposas.

—Pero tienes que prometer...

No dejó que el hombre terminara su frase. Desgarró la garganta del chacal y luego utilizó su velocidad inhumana, para correr fuera del almacén, rezando para encontrar a Jong Bin, antes del amanecer.

 

 

 

—Recibí una llamada inquietante —dijo Jaehyo a Kwangmin, cuando entró en la casa de sus hermanos. Kwangmin y Youngmin vivían en Neverlight Hall, un lugar que aún, al día de hoy, traía demasiados recuerdos dolorosos para él. No le importaba visitarlos, pero nunca entendió cómo los gemelos podrían vivir allí.

Sentía como si los fantasmas de sus padres, recorrieran los pasillos. Podría estar solo en su cabeza, pero siempre escalofríos subían a lo largo de su piel, cada vez que ponía un pie en el lugar.

Kwangmin estaba en la cocina, cocinando. Él sabía que era para Jeongmin, su pareja.

—¿Qué tipo de llamada? —Preguntó Kwangmin, mientras se limpiaba las manos con un trapo de cocina.

—Era de Mino —dijo. —No duró mucho tiempo, pero me di cuenta, de que estaba escondiéndose para realizarla.

Kwangmin frunció el ceño. —¿Por qué tendría que hacer eso?

No había querido dejar ir a Mino, pero el vampiro había parecido desapasionado sobre su trabajo durante los últimos años. No iba a mantener a nadie en su aquelarre, que no quisiera estar allí, pero eso no quería decir, que no comprobara al chico, de vez en cuando.

—Dijo que J.Jun, había ido tras algún capo de la droga, pero las cosas se jodieron.

—¿Eso es todo lo que dijo? —Preguntó Kwangmin.

—Eso es todo —dijo. —¿Por qué iría, tras algún capo de la droga?

—Debido a que mi hijo, metió la pata—dijo Kwangmin, mientras daba un puñetazo, sobre el mostrador. —Él cree que yo no sé lo que hace, para ganarse la vida, y permití que pensara que ignoraba eso, pero lo sé. Ahora se ha metido en un apuro.

 

—¿Necesitas mi ayuda? —Él también sabía, lo que J.Jun hacía para ganarse la vida, pero había mantenido esa información para sí mismo. Sólo pretendía ignorancia, en caso de que Kwangmin no hubiera tenido ni idea.

Las cosas que una persona hacía, para ayudar a cubrir el culo, de un miembro de la familia.

Kwangmin cerró los ojos, y sabía que su hermano estaba usando la llamada de la sangre, para localizar a su hijo. Esperó pacientemente, hasta que Kwangmin al fin abrió los ojos. —Está en Sugar Creek.

Había investigado sobre Dalton Falls y Sugar Creek, cuando sus hijos habían decidido mudarse. Llámenlo sobreprotector, pero quería conocer a la gente que dirigía el show allí.

—Sabía que dejar que se mudara a Dalton Falls, había sido una mala idea—, dijo Kwangmin, con los dientes apretados. —Pero si voy, mostrando los colmillos, J.Jun jamás me lo perdonará.

—¿Quién dice, que tiene que saber?

—Observa solamente —advirtió Kwangmin. —Si se mete en una situación de la que no puede salir, entonces intervendremos.

Tenía la sensación, de que intervendrían. Cuando se trataba de los chacales, no había otra alternativa.

 

 

 

Jong Bin estaba sentado, en una silla plegable de metal, con la espalda dolorida y su trasero le dolía, por no hablar de su costado, desde donde Lime lo había pateado.

Si salía vivo de esto, pasaría su auto, por encima de ella. No creía en golpear las mujeres, pero ella definitivamente, era una excepción a esa regla.

—Entonces, ¿por qué estoy aquí? —Le preguntó al hombre, que estaba sentado frente a él, en una cómoda silla. El tipo tenía las piernas cruzadas, una copa en una mano. Se veía como alguien que debería trabajar en Wall Street, no como alguien que dirigía un clan de chacales sarnosos. El tipo apestaba a riqueza y buena educación. No podía entender, lo que el hombre quería con él.

—Para entretenerme —, dijo el hombre.

—Lo siento, no hago malabares, y soy muy malo en la comedia. —Observó los que estaban detrás del señor dinero. Parecía como si pudieran levantar buses.

 

Estaban en una sala ricamente decorada, en dorado y blanco en la medida que el ojo veía. Incluso, había un mural pintado en el techo abovedado, querubines descansando sobre nubes. El mobiliario parecía antiguo, como si hubiera sido hecho hace cientos de años, pero no estaba seguro, ya que no sabía nada de muebles.

Infiernos, todo en su casa –a excepción de su sofá y cama– estaba hecho de madera.

De lo único que estaba seguro, era que le habían dado la silla más incómoda del lugar.

—¿Y si te entretengo, con una historia? —Preguntó el hombre.

Tenía la sensación, de que estaba hablando con Kenji, pero no podía estar seguro. Había oído del hombre, pero nunca lo había visto en carne y hueso.

—Está bien. —Apoyó los codos sobre sus rodillas y luego puso la barbilla en sus manos. —Ve a por ello.

—Es la historia de un vampiro, que pensó que podía matar a un rey —dijo el hombre. —Pero por suerte para el rey, tiene muchos súbditos, incluso en el más improbable de los lugares.

Sintió que su estómago se encogía. ¿El hombre estaba hablando de J.Jun? ¿Era por eso que su pareja, no dejaba de salir a reuniones secretas, porque quería matar a Kenji?

Quería estrangular a J.Jun. Cualquiera que conociera a Kenji, sabía que era imparable. ¿En qué había estado pensando J.Jun?

—El vampiro creó un ardid, con el fin de atrapar al rey, pero este era sabio y se mantuvo un paso por delante, del vampiro.

—¿Supongo que eres el rey? —Preguntó.

—No me interrumpas —, el hombre le gruñó. Levantó una mano. —Mi error. Continua.

El chico se echó hacia atrás, respiró profundamente, y luego continuó. —Me harté de sus malditos juegos, así que puse una trampa propia. Ahora ese vampiro, está colgando en un almacén, a la espera para saludar al sol. Fin.

Se puso de pie, con la mandíbula floja. —¡No puedes hacer eso!

—¿Y quién me va a parar?

Fue empujado hacia atrás, con tanta fuerza, que su hombro comenzó a palpitar. Miró al hombre detrás de él, sintiendo un déjà vu de nuevo, pero al menos esta vez, no estaba de rodillas.

 

—También he atrapado a su amigo Mino —dijo el hombre. Agitó una mano, hacia Jong Bin. —Así como a la pequeña hada pareja de J.Jun. Los tres serán usados como un ejemplo de lo que sucede, cuando conspiran contra Kenji Oota.

Así que el tipo era el infame señor de la droga. —¿No todos te llaman Chewy? —Preguntó. Había querido decir la pregunta, como un golpe contra el chacal, pero Kenji parecía imperturbable.

—Sí—Kenji asintió. —Es un apodo que recogí, después de comerme a una manada entera de lobos, que pensaban oponerse a mí.

Iba a vomitar, ante la imagen de Kenji comiendo carne cruda. Se amordazó, mientras giraba la cabeza.

Kenji se rió. —No es una imagen agradable, ¿verdad? —El hombre se encogió de hombros. —Pero está, en la naturaleza de mi bestia.

Esa era más información, de la que había deseado. —Por favor, no me diga que soy el plato principal.

Los ojos del hombre se oscurecieron, cuando se inclinó hacia delante. —Lo eres, pero no como comida.

No le gustó la forma en cómo sonaba eso.

Kenji chasqueó los dedos, y el hombre que estaba detrás de Jong Bin, agarró sus brazos y lo levantó de su asiento.

—Cuando mis hombres, hayan terminado de divertirse contigo, tengo la intención de arrancar esas hermosas alas de tu cuerpo y mostrarlas en mi pared.

—¡No! —Gritó, mientras luchaba por liberarse. Fue arrastrado por un pasillo, a través de la cocina, y a un dormitorio. Palideció, cuando vio una cama grande en el medio de la habitación, esposas adjuntas a la cabecera.

—Vamos a divertirnos —el guardia dijo, mientras cerraba la puerta detrás de él.

 

 

J.Jun escaló la mansión, permaneciendo en el techo y fuera de la vista, agradecido de que haber vestido todo negro. Había cámaras por todas partes, lo que hizo que su progreso fuera más lento, mientras las evitaba.

Lo que no pudo evitar, eran los guardias dispersos alrededor del amplio techo. Se agachó detrás de pendientes y las chimeneas y usó ataques sigilosos, para eliminar tranquilamente a los guardias, uno por uno.

 

Se sentía como un lento progreso, pero no quería una guerra en sus manos, hasta que hubiera conseguido a su pareja y amigo, de regreso. No tenía idea, de donde eran mantenidos Jong Bin y Mino, y rastrearlos no sería fácil, teniendo en cuenta, cuan fuertemente custodiada estaba la finca.

Se colgó del techo y luego se dejó caer en un balcón del segundo piso.

Comprobó la puerta, por una alarma, antes de deslizarse en el interior.

La habitación estaba tranquila y desocupada. Apoyó la mano en la pared, tomando una profunda respiración. Necesitaba alimentarse. Después de lo que Mike le había hecho a su espalda, había perdido mucha sangre. Si no la reemplazaba, y pronto, sería inútil. Abrió la puerta ligeramente, vio a un guardia en el pasillo. También había una cámara en una de las esquinas.

Volvió a entrar en la habitación, cerró la puerta ligeramente, y deliberadamente golpeó un florero. Cuando el jarrón se estrelló contra el suelo, se escondió detrás de la puerta, esperando.

Tan pronto como el guardia entró, agarró al hombre. Hizo que el chacal lo mirara a los ojos, mientras el hombre luchaba para liberarse. Cavando profundamente en el subconsciente del hombre, se cerró sobre él, atrapando a la mente del guardia.

—Me permitirás alimentarme de ti.

El hombre parpadeó, sonrió, y luego asintió. Dejando al descubierto sus colmillos, mordió. Mientras bebía hasta saciarse, sintió que sus heridas se curaban. Su espalda ya no se sentía como si estuviera en llamas, y el vértigo se calmó, pero necesitaría más de un chacal, para restablecerse plenamente.

Extrajo sus colmillos y selló la herida, en el cuello del hombre. —¿Dónde está retenido el hada?

El guardia suspiró. —En el primer piso, ala oeste.

—Qué habitación—Por lo que había visto en el exterior de la finca, habían demasiadas habitaciones para comprobar en el primer piso –incluso si sabía cuál ala comprobar.

El tiempo estaba su contra. Amanecería en una hora. Nunca llegaría a casa a tiempo, incluso cuando encontrara a Jong Bin y Mino. Tendrían que refugiarse en algún lugar de Sugar Creek, por ese día.

—La habitación, detrás de la cocina —, dijo el guardia.

—¿Dónde tienen, al otro vampiro?

El guardia se encogió de hombros. —No lo sé.

Maldijo y oró para que Mino no estuviera atado en alguna parte, esperando al sol.

 

Agarró la pistola del guardia. —Necesitas descansar. Ve a acostarte. Si alguien pregunta, estabas cansado, pero no has visto nada fuera de lo normal. Yo no estuve aquí.

El chico asintió, se acercó a la cama, y se arrastró bajo el edredón. Comprobó el arma, para ver que tenía un montón de munición en el clip, pero no las suficientes, como para eliminar a todos en la finca. Tendría que ser cuidadoso, pero rápido.

Se deslizó fuera del dormitorio, cerró la puerta y se fue en busca de Jong Bin y Mino.

 

 continuara....


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