Love And War
Kim Kibum gozaba de una vida de lujos, fiestas, autos, ropa, chicos y chicas. Provenía de una de las mejores familias de Corea del Sur. Todos querían ser como él, todos querían ser su mejor amigo, era guapo, pero ¿para qué ser todo eso si se esta vacío por dentro? Eso era lo que pensaba el rubio por las noches. A pesar de que tenía todo no tenía nada, no había nada en su vida que valiera la pena... hasta que conoció a Choi Minho.
Choi Minho era el hijo de una familia tradicional Norcoreana, su vida sólo se basaba en la escuela y en el trabajo. No era rico, en su país no había lujos, autos, no salía a divertirse a bares o fiestas ya que estaba prohibido, su ropa era gris al igual que toda su vida... hasta que conoció a Kim Kibum.
Pero ¿cómo es que dos jóvenes de contextos tan opuestos pueden tan siquiera pensar en conocerse? …. Guerra es la respuesta.
Nadie había tomado en cuenta las amenazas de Corea del Norte contra su país vecino y Estados Unidos, hasta que ocurrió el primer ataque. Miles de jóvenes norcoreanos fueron mandados a acabar con el enemigo, sin piedad alguna. Corea del Sur y Estados Unidos respondieron rápidamente dando paso a lo que sería la Tercera Guerra Mundial. Miles de muertos, familias desaparecidas, todo era un caos ¿qué mejor contexto para enamorarse no?
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Kibum bailaba bajo las luces de aquel club de moda tratando de olvidar todos su problemas así como cada fin de semana. A sus padres no le ponían interés de todo, el único familiar que cuidaba de él era su molesto primo Kim Jonghyun, un arrogante mujeriego y tanto idiota pero con un corazón enorme, más cuando se trataba de su primito favorito.
-Bummie-dijo tomando el hombro de su primo
-¿Qué quieres Jong?-dijo Kibum un tanto mareado
-Es mejor que nos vayamos, ya es tarde y ya estás un poco tomado
-¿Y qué? No quiero volver a mi casa, quiero quedarme aquí ¡Vivir mi vida Jong!
-Lo sé, lo sé, pero puedes vivirla de otra manera
-No me vengas con tus discursos moralistas porque sabes bien que no te van
-No es un discurso moralista, es la verdad, así que ya, saquemos tu lindo trasero de este lugar-dijo jalandolo del brazo
-¡No, Jong! ¡Déjame!
-No insistas Bummie o tendré que cargarte
-¡Déjame! ¡Tú no eres mi dueño!
-No, pero soy tu primo y soy mayor así que tienes que obedecerme Kibum-dijo el más bajo cargando a Kibum sobre sus hombros
Entre gritos y patadas Jonghyun llevó a Kibum hacia su auto rumbo a su casa en una de las mejores zonas de Seúl. Kibum odiaba su casa, odiaba que fuera tan grande, tan lujosa, que el lugar donde se ubicaba hubiera personas tan hipócritas y detestables. Odiaba absolutamente todo de su vida.
La infancia de Kibum había sido solitaria, la que cuidó de él casi toda su niñez fue su abuela, pero cuando ésta falleció sus padres buscaron una nana para él. Nunca se interesaron por su hijo, como iba en la escuela, como se encontraba. En su adolescencia, Kibum había descubierto su habilidad para hacer que cualquier persona le cumpliera sus caprichos, empezando con sus padres, logró sacarle el provecho a todo ese dinero que tenía y comenzó a gastarlo en ropa y accesorios. Pronto se encontró rodeado de muchas personas, de personas que se decían sus “amigos”, iba fiestas, se emborrachaba, terminaba con la primera persona que se le ponía enfrente, sin importar que fuera hombre o mujer.
A sus 23 años nada en su vida tenía sentido, la única persona en la que podía confiar era su primo, no tenía a otra persona en la que preocuparse o pensar, ni siquiera lo hacía consigo mismo. Esa noche se acostó en su cama, llorando, deseando que su vida fuera diferente por lo menos un instante.
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Al otro lado de la frontera, en la ciudad Kaesong Corea del Norte vivía Choi Minho, un típico joven norcoreano dedicado a su trabajo y a sus estudios. Tenía un familia numerosa, y él era el único varón por tanto también contribuía con el abastecimiento de la casa. No conocía más allá de lo que ofrecía su país, no era tonto, sabía que Corea del Norte no era el centro del universo y le interesaba conocer más allá de la frontera y de las barreras que se lo impedían. Pero eso era algo imposible, así que seguía con su vida habitual sin ninguna queja o reproche.
Ese día fue reclutado por las fuerzas armadas de su país, tenía que cumplir con un entrenamiento militar exhaustivo, así como todos los jóvenes del país, era pura rutina. No había entrado al ejército desde antes ya que tenía que mantener junto con su padre a su familia, tampoco era un ambiente donde le gustara estar a pesar de tener un cierto gusto por la actividad física.
-¿Por qué crees que nos hayan llamado?-preguntó su amigo Daesung
-Por lo de siempre, al menos eso creo
-No, yo pienso que es por algo más
-¿algo más?
-Ay Minho, no me digas que no te has enterado de lo que pasa
-La verdad, no del todo
-Nuestro mandatario ha estado lanzando amenazas en contra de Corea del Sur
-Si, eso lo sé pero ¿qué tiene que ver?
-¿en serio no lo ves Minho? Es obvio que quieren reclutarnos para una guerra
-¿Cómo crees? Eso fue hace mucho tiempo, no creo que sea posible
-Claro que es posible, más si los yankis están metidos de todo esto, después de todo fue su culpa que el país se separa, ya conoces la historia Minho
-Si, si lo sé, pero no creo que quieran iniciar una guerra ahora
-Pues como sea Minho, pero esto se me hace muy raro.
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Los meses pasaron, ambos jóvenes seguía con sus vidas, sus aburridas y rutinarias vidas, cada quien en su propio campo de batalla. Las amenazas siguieron estando presentes entre ambos países con Estados Unidos de por medio. En realidad a nadie le importaba lo que el máximo mandatario de Corea del Norte, Kim JongUn tenía que decir. Muchos creían que eran habladurías, amenazas vacías, que sólo lo hacía para conseguir apoyo internacional ya que poco a poco la nación se quedaba sola por el estricto régimen que seguían, nadie se imagino lo que pasaría después...