Nadie sabe como paso, como fue o en que momento paso todo, simplemente un día despertó y ya nada fue igual.
Kyuhyun era un chico alegre, siempre lo fue. Esa fue una de las grandes razones por las cuales Siwon se enamoro de el. Era su pequeño mundo de felicidades personales, su baúl de sonrisas y caricias furtivas.
Kyuhyun lo era todo para él.
Los año transcurrieron lentos, no por falta de emoción, no por falta de amor, si no que todo lo contrario, a ambos les gustaba retrasar cada hora del día, solo por el gusto de encantarse con la mirada ajena.
La vida es tranquila, esta llena de pasajes iluminados que opacan los rincones oscuros que alguna vez le asediaron. La felicidad a veces luce esquiva, pero se mantiene firme en los ojos de sus hijos, que llegaron a darle un nuevo motivo para entrelazar sus dedos cada vez que el mundo parece desmoronarse a sus pies.
Y es que Siwon no puede entender en que momento dejo la puerta abierta a tan terrible invitado.
Como una mañana común y corriente se ha transformado en una pesadilla de laberintos infranqueables, que le arrebata lo más preciado a su lado.
Kyuhyun le mira sorprendido, perdido, asustado.
Los muebles continúan allí, pendientes del silencio que lo embarga. Con esa pregunta flotando sobre su cabeza, dispuesta a desgarrar sus entrañas y deshacer la perfecta armonía que hace tantos, tantos años llevaba instalada en esa casa.
- Disculpa, quien eres tu? Que hago aquí?
Lo recuerdos se adhieran a las paredes, las cortinas, las blancas sabanas e incluso la tenue luz que se filtra por la ventana trae consigo remembranzas de cada mañana. Pero Kyuhyun es incapaz de recordarlas, apenas conciente de su propio nombre, le mira como un extraño miraría a un hombre que se cruza por accidente en su camino.
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Alzheimer dicen los doctores.
Desgracia, impertinente destino, cruel verdad la llama Siwon. Un extranjero en su propia casa, con su propio compañero de vida.
Sus hijos le miran serenos. A ellos Kyuhyun si los reconoce, los mira y sonríe, seguro de que quien los ha concebido junto a él ahora yace en algún campo santo de la ciudad.
Es cruel que su memoria decida borrar su existencia de esa forma tan visceral.
Aun así se negó a separarse de Kyuhyun, aunque le desgarrara el alma. Por que la verdad es que ya no podía concebir su vida sin Kyuhyun.
Su herida ceso de sangrar, supuro lenta y concisa. Las sonrisas ingenuas, sinceras eran su mejor remedio en medio del incesante paso del tiempo.
Quería preservar, conservar, sostener lo que iba acabando con su energía, lo que robaba su cordura. Y cuando la lucidez le atrapaba, no podía dejar de preguntarse una y otra vez…
¿Kyuhyun me recordara algún día?
Y claro que lo hizo.
Pero una vez mas el destino juega con su alma partida en incontables pedazos.
- Tu…tu eres mi hermano mayor, cierto? Ahora te puedo recordar!
- Kyuhyun…
- Mi hermano Siwon!
- ….Si Kyuhyun, soy tu hermano mayor…
Quemaban las palabras, quemaban los gestos y quemaban los sentimientos.
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Suho y Minho le abrazaron, sus hijos solo querían lo mejor para ambos. Y el estar juntos solo estaba matando lentamente a Siwon, era hora de que sus caminos se dividieran.
Kyuhyun solo sonreía, ajeno a las lágrimas que pugnaban por escapar de los ojos de su “hermano”. La promesa de un nuevo hogar, emocionaba su ahora infantil y despreocupada razón.
- Esta bien dejarlo ir?
- Papa, ni siquiera va muy lejos, lo puedes visitar cuando quieras…- Minho le miro con tristeza.
- Pero…
- Papa, no puedes seguir así, vas a terminar enfermo tu también – Suho le miro preocupado.
- Lo se…pero prometí estar a su lado sin importar lo que pase…
- Estoy seguro de que si hubiese prevenido lo que estaba por sucederle, te pediría que no te tortures de esta forma papa...
En el momento en que lo médicos lo subieron a la Van, en que Kyuhyun les sonrió desde la ventana, agitando su mano con alegría, no pudo contener mas sus lagrimas.
Siwon se encoge y es que en esa gran casa ahora falta algo, o más bien alguien.
Después de todos esos años, de todos los obstáculos, de cada fugaz momento de alegría, de lágrimas derramadas, de murmullos perdidos, ya no queda nada.
Sin una ultima frase, sin un “continuara” de por medio.
Se detuvo el día, y lo puede recordar tan hermoso y él tan niño, se quedé pensado y cuando despertó todo lo que tenía, se lo había llevado una enfermedad como aquella... Todo quedó suspendido y solo podía sentir que todo estaba irremediablemente perdido.
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Cuando se armo del valor suficiente para enfrentar la realidad, no sabía que un golpe más fuerte que lo anteriores le esperaba.
Kyuhyun sonreía, con esa misma intensidad de antaño, con sus ojos brillando de forma encantadora, sus mejillas arreboladas y la ansiedad corriendo por su cuerpo.
- Hyung!!
Su voz llega suave a sus oídos, mas su corazón algo presiente y punza doloroso en su pecho. Responde sin ánimos, una mascara adherida a su piel para no dejar entrever como le hiere una palabra tan simple como esa.
- Que pasa Hyunnie?
- Tengo algo que contarte…
- Si? Que es?
- Hyung… estoy enamorado…
El rubor de sus mejillas se acentúa, sus ojos se pierden en la inmensidad de la sala y sus manos juguetean nerviosas sobre su regazo. Tal vez el cielo esta dispuesto a darle una tregua a sus sufrimientos y esto, es lo que ha estado esperando.
- En serio?
- Si hyung…
- Se puede saber quien es el afortunado?
- El…
Sigue la dirección del largo dedo de Kyuhyun casi de forma automática, desprevenido ante el dolor que lo asalta cuando sus ojos se topan con un hombre que luce mayor, de cabellera negra y ojos igualmente oscuros que le sonríe desde la distancia.
- Se llama Yesung, hyung…Y ayer me pidió que fuera su novio…
- ……Kyuhyun….
- Hyung…creo que amo a Yesung…
Medita, piensa en algo que no revele el terror que lo corroe. Quizás en como resolver los problemas del mundo, en como ser Dios, en como ser Kyuhyun, ser simplemente él, en como ser feliz.
No quiere caer, pero ya toco fondo... No quiere caer, mas llego al suelo justo hoy.
Tomo sus cosas, deseo parabienes a Kyuhyun y a Yesung, miro el fondo de la calle, esta oscuro y aun se siente la humedad de la lluvia de anoche.
Respira profundo, da un paso, da otro, ya son miles...
No miro atrás jamás, de hacerlo no podría marchar... Se pierde en el horizonte y busca un nuevo destino, desconocido y ajeno, mas así lo quiso, el destino.
Tu y yo...Una trama inacabada que ha sustituido el prologo por un epitafio temprano.