Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

One Shot: El ninfómano e Ithan. por KeikoHikari

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Espero que guste :)

No hay mucho lemon... pero bueno...

Antes de subir Idol quería subir este... ¡A leer!

Notas del capitulo:

A ver si os gusta ^^

 

Desperté, tal y como cualquier otro día, y a mi lado había un chico, uno al cual no conocía de nada. Ambos estábamos desnudos, supongo que como era normal en mí, había tenido una noche de sexo total. Estaba enganchado totalmente a hacer el amor, me daba igual con quién. Cada noche me traía a alguien a casa, hacíamos el amor y a la mañana siguiente se iba y desaparecía para siempre.

Fui al baño, para ducharme y quitarme cualquier rastro de saliva de mi cuerpo. Me miré al espejo, chupetones a lo largo de todo el cuello, moratones por los brazos, algún que otro arañazo por la espalda; mi cuerpo estaba empezando a dar asco a mis 27 años. Soy Jake y así son mis días.

Tengo un trabajo fijo, soy camarero en un restaurante de lujo, me pagan 5.500 euros al mes, trabajo solamente las mañanas, así que en las noches voy a bares y discotecas. Desde hace tiempo, no tengo una pareja estable, no soy capaz de estar siempre con la misma persona, me acostumbré a ir cada noche con un hombre. ¿Qué estaba haciendo con mi vida? Me había convertido en un ninfómano.

Cuando terminé de ducharme noté como alguien me abrazaba por detrás.

-         Lo de anoche me encantó, Jake. – me susurró aquel hombre que había visto en mi cama. Comenzó a morderme la oreja.

-         ¿Quién eres? Tío me acabo de duchar. – dije apartándolo de mí.

-         ¿Cómo que quién soy? Soy Daniel, ¿lo acuerdas; ayer en la discoteca? – preguntó algo nervioso.

-         No recuerdo nada, bebí demasiado. – respondí satisfecho. Claro que lo recordaba, por desgracia. Solo quería que Daniel se fuera de mi casa. No quería nada con él.

-         ¿Nada de nada?

-         Así es, así que vístete y sal de mi casa si no quieres que llame a la policía. – le advertí seriamente.

-         ¿Qué estás diciendo? ¿Vas en serio?

-         ¿Me ves con cara de bromear? Te he dicho que te vistas y te vayas, ¿¡qué no entiendes!? – exclamé furioso.

-         Pensaba que sentías algo por mí, aun que fuera algo insignificativo. – dijo entristecido. Yo respondí con una risa pícara.

-         No eres el primero con el que me acuesto y a la mañana siguiente me levanto sin saber quién es, solo me llamó de ti esa cara bonita, y después de lo de anoche no te quiero ver más. Adiós, allí tienes la puerta, cierra al salir. – Expresé seriamente.

-         Esto no va a quedar así. – Subió a la habitación, cogió su ropa y salió por la puerta maldiciéndome.

 

Me preparé un café calentito, miré la hora las ocho y media, me quedaba media hora para ir a trabajar. Me quedé embobado mirando la entrada de mi casa, estanterías llenas de libros sobre el placer, el goce, y sin faltar, el sexo. Mi adicción no era normal, pero para mí, todo eso ya era algo cotidiano, y mientras no me molestaran allí se quedarían, en aquella estantería.

Al llegar al trabajo me estaba esperando mi jefa: Aikawa Mitty, con la que me acosté mucho tiempo atrás, y tras saber que mi pasión eran los hombres se llevó una desilusión tremenda, pero con el tiempo fue aceptándolo.

-         Buenos días Jake, ¿cómo está mi rubio preferido? – preguntó agarrándome de la corbata y acercándome a su cara.

-         Igual de guapo y sexy que siempre, gracias por preguntar. – dije guiñándole un ojo y regalándole un beso en la mejilla.

-         Que chulo eres, anda, ven que te arregle el cuello de la camisa, lo tienes mal puesto y te has abrochado mal la camisa. Mira, tienes un botón suelto, procura presentarte listo al trabajo, por favor, tómatelo en serio. – pidió amablemente, ordenando mi traje.

-         Sí, sí, perdón he estado algo liado esta mañana...

-         ¿Otro hombre?

-         Oh, mira nuestro primer invitado. Voy a darle la bienvenida. – Y así esquivé la pregunta de Mitty. Fui hacia la puerta, allí había un hombre muy guapo y musculoso.

-         Bienvenido señor, ¿tiene reserva? – pregunté amablemente.

-         No, no tengo reserva, perdí el número de aquí, ¿podrías darme otra tarjeta?

-         Por supuesto, aquí tiene una, y otra para usted – dije dándole una tarjeta a la mujer que lo acompañaba, tenían un parecido increíble, supuse que eran hermanos. – Si no tienen mesa reservada pueden sentarse por aquí, síganme por favor. – Los llevé a una mesa próxima a la ventana. Les tomé nota y le comenté a Mitty las ganas que tenía de tirármelo.

-         ¿¡Qué estás diciendo Jake!? Tan solo son las 10 de la mañana, creo que tienes un problema y deberías tratártelo. – gritó y susurró a la vez.

-         Pero míralo Mitty, que estructura de cuerpo más perfecto, estoy seguro que se le da muy la cama. ¡Ah! Ponme algo, lo que sea, porque no puedo más, y como siga pensando en eso... Vamos a tener un problema.

-         ¿Qué quieres qué te dé? Intenta no pensar en ello. Toma llévales el desayuno.

 

Les llevé tranquilamente el desayuno y de vez en cuando me dirigía la mirada y me sonría y yo me moría por dentro. Para evitar sus miradas decidí ir al baño a echarme un poco de agua a la cara, para quitarme el calentón de encima. Pero no paraba de pensar en él, y mi cuerpo comenzaba a pedirme y estremecerse solo, y yo no podía complacerme y menos en el trabajo. Tenía el sexo en la cabeza, empezaba a híper ventilar, mis mejillas enrojecían y yo no paraba de echarme agua a la cara pero nada me calmaba. En ese momento entró el chico culpable de mi lamentable estado, y tan solo con verme supo lo que me pasaba. Se puso inmediatamente a lavarse las manos.

-         Yo..., esto..., bueno, me voy..., t-tengo trabajo, discúlpeme, con su permiso... – dije con el rostro muy sonrojado, más que nada por la vergüenza.

-         Espera – dijo agarrándome del brazo, puso su cuerpo contra el mío y comenzó a frotar mi miembro. – Cálmate, te daré lo que deseas a cambio de tu silencio - dijo besando mi cuello.

-         Estaba deseándolo. – dije volviéndome loco. Lo metí de un empujón a uno de los retretes, al ser un restaurante de lujo el espacio era amplio. – No puedo contenerme pero estoy en el trabajo, no puedo hacer esto, y menos con un cliente.

-         Está bien, aquí tienes mi tarjeta, llámame esta noche, o cuando quieras, soy Ithan. – Murmuró saliendo del baño. - ¡Ah! Y no te preocupes, la mujer que viene conmigo es mi hermana.

 

Yo estaba atónito, aquel hombre, del que había tenido sucios pensamientos, los estaba cumpliendo. Ya no podría mirar a aquel hombre a la cara, tan solo necesitaba alcohol y mi móvil para llamar a alguien que me hiciera ‘compañía’. Me disculpé con Mitty, pero necesitaba ese día libre, era sábado y domingo libraba así que no había ningún problema en volver lunes. Salí corriendo del restaurante y volví a casa, enseguida me quité la ropa de trabajo y me puse cómodo. Empecé a beber, quería olvidar y antes de que terminara borracho llamé a Axel, mi mejor amante; no sentíamos amor recíprocamente, tan solo nos queríamos para darnos placer. Solía llamarlo yo a él siempre.

Yo caí borracho primero, había bebido más que Axel, así que todo lo que hice con él fue recibir bruscas embestidas. Los besos ya me daban igual, solo quería algo de dolor mezclado con placer.

A la mañana siguiente poco recordaba de lo que había pasado. Botellas de vidrio vacías esparcidas por toda la habitación como nuestra ropa, mi pelo todo alborotado, algunos mordiscos en mi cuello y marcas rojas por toda la espalda, pero no había ninguna herida que no quitara un buen baño de agua fría por la mañana. Estaba contento, había olvidado lo que quería olvidar con la medicina que más me gustaba, sexo. Después del baño, recogí toda mi ropa dispersa, y antes de meterla en la lavadora registré los bolsillos del pantalón y encontré una tarjeta en la que ponía: ‘Ithan, psicólogo experto en vicios. Llame al 874 235 654’. No sabía de quien era esa tarjeta así que llamé mientras tanto Axel se metió en la ducha, y yo me senté en el sofá a esperar si alguien me cogía el teléfono.

-         Hola, buenos días le atiende Luz. – dijo una chica con una voz muy aguda.

-         Buenos días, me gustaría hablar con Ithan, por favor – pedí.

-         Ithan al habla – respondió el que parecía ser al que yo buscaba.

-         Mire, he visto su tarjeta y quería saber si tiene tiempo hoy para charlar un poco y que me aconsejara. – Sugerí amablemente.

-         Por supuesto, ¿quiere que vaya ahora?

-         E-Está bien, puede venir, vivo en la calle Brasil de Zarzamora.

-         En 15 minutos estoy allí – dijo colgando el teléfono.

-         ¿Con que 15 minutos eh? En 15 minutos me da tiempo ha hechar otro polvo. ¿Axel, has terminado de ducharte ya? ¡Un momento que estoy pensando! ¡Olvídalo Axel, como si no te hubiera dicho nada! – corregí sobre la marcha. Estaba confundido y algo alterado y no sabía ni lo que decía.

-         ¿Qué estás diciendo? No te he escuchado bien con el ruido del agua. – dijo Axel saliendo del baño.

-         Q-Que tengo visita, es un amigo así que no te preocupes, puedes quedarte a desayunar si quieres prepárate lo que quieras, la cocina es tuya siempre y cuando no me la destroces.

-         No, no, tranquilo, voy a seguir con mi baño relajante. Me has hecho salir para nada... – reprochó.

-         ¡Lo siento! – exclamé mientras notaba que el móvil vibraba. Había recibido un mensaje de Mitty en el que me preguntaba por mi estado de salud. A lo tonto se pasaron los 15 minutos, respondí el mensaje de Mitty y llegó mi visita.

-         Hola, ¡eh! ¡Tú eres el de ayer! – pregunté desconcertado.

-         Así es, soy yo. Averigüé lo que te pasaba y  he venido a quitarte ese vicio por el que se supone que me has llamado. Y tan solo con entrar a tu casa puedo adivinar tu vicio... Estos libros... ‘El placer, la felicidad a través del sexo, el goce...’ Bueno... Comencemos. ¿Puede traerme una bolsa de basura? – Yo le obedecí extrañado. Había entrado como si fuera su casa y estaba cotilleando todos mis armarios. Al darle la bolsa, comenzó a meter en ella todos esos libros que trataban de lo mismo.

-         ¿¡Pero qué estás haciendo con mis libros!?

-         Los voy a tirar. He llegado a la conclusión de que eres un ninfómano en toda regla. Así que mi terapia se basa de eso. – Me tiró pósters, libros, apuntes, borró números de teléfonos, imágenes, fotos, lubricantes, preservativos... Todo lo que creyó que tenía algo que ver. No dejó nada. – Bueno, a partir de ahora empezarás una nueva vida.

-         Oye Jake, ¿sabes donde está mi...? ¿Quién es éste? – preguntó Axel alarmado. – Y, ¿qué ha pasado con todas tus cosas? Parece que haya pasado un huracán por aquí.

-         Hola, soy Ithan, encantado de conocerte... Supongo que eres un ‘amigo’ de Jake, pero él se va a someter a una terapia, así que te pido que no lo vuelvas a ver para pedirle que se acueste contigo, por favor. – pidió amablemente.

 

Axel no se lo creía y yo tampoco. Habían pasado un par de minutos y ese tal Ithan ya había revuelto toda mi casa. En parte estaba contento, iba a quitarme o al menos a intentarlo, algo de lo que no me sentía orgulloso. Sabía que me iba a costar quitarme ese vicio, que iba a sufrir, pero estaba preparado para cualquier cosa.

Mi amigo Axel se vistió, se despidió de mí y se marchó. Ithan y yo comencemos a hablar, nos contamos toda nuestra vida, llegué a saber que tenía 30 años y un hermano menor llamado Robert, que no estaba casado, que había tenido varias novias y que vivía en un piso cerca de mi ciudad. 

Me asustó diciéndome que iba a usar un castrador químico en mí para que todo fuera más rápido, obviamente luego lo desmintió, había sido una broma, pero a mí no me había hecho ninguna gracia. Me comentó que iba a usar una terapia natural, es decir, sin ningún medicamento ni nada por el estilo. Iba a intentar que yo me enamorara de verdad para así impedir que me entraran ganas de tirarme a cualquiera. Así solo lo haría con mi pareja y cuando él, en mi caso por ser gay, quisiera. Estaría más restringido en ese aspecto.  

¿Enamorarme? La última vez que había escuchado algo así, era cuando yo tenía 16 años, y ya tengo 27, después de más de 10 años haciendo lo mismo dudaba que fuera a pasar... Pero como existe algo que se llama esperanza todavía no me daba por vencido del todo.

 

Empezó presentándome a otros pacientes suyos que ya habían sido curados de causas varias. La gran mayoría parecían psicópatas y la minoría no me gustaban. Se lo dije, pero él no paró de presentarme a sus antiguos pacientes. Hubo alguno que era guapo, pero que no era alguien con quien podría mantener una relación. ‘Sirven para un polvo, pero nada más’ le decía a Ithan constantemente. También probamos con Internet a buscar chicos que quisieran ese tipo de relación, pero los que encontramos solo querían una noche de lujuria.

Pasadas tres semanas de intentar encontrar a mi chico ideal, fuimos una discoteca, allí a lo mejor podía encontrar a alguien. Para que Ithan no llamara la atención a mi lado se quedó fuera, pero me puso un pequeño micrófono en mi camiseta, así oiría todo lo que yo hablara y el otro respondiera. Después de charlar con un chico llamado Yuren fuimos a un lugar más tranquilo, empezó acercándose a mí y al final no sé cómo, acabamos en el baño, y a los minutos ya estaba Ithan allí cortándome el rollo. Abrió la puerta de donde estábamos metidos Yuren y yo medio desnudos, me cogió del brazo y me sacó fuera.

-         ¿Q-Qué estás haciendo? ¡Suéltame! – exclamé intentando que soltara mi mano.

-         ¡Estás en terapia, no voy a dejar que lo eches todo a perder solo porque tengas ganas de tirarte al primero que ves! – gritó enfurecido.

-         ¡Entiéndeme, llevo tres semanas sin hacer nada! Estoy que me subo por las paredes... Lo necesito Ithan...

-         No soy tan estúpido. Todas las noches te vas a casa de Axel, ¿verdad? ¿Piensas  que yo me voy a creer que vas a jugar al ajedrez? ¡Venga ya Jake! No me engañes, tan solo quiero ayudarte.

-         ¿C-Cómo sabes eso? – preguntó alarmado.

-         Da igual cómo me haya enterado... Pero, me lo podrías haber dicho, no te iba a hacer nada. Ya veo que no tienes ninguna intención de cambiar. En ese caso creo que nuestro trato de cambiarte ha terminado. Que te vaya bien, Jake. – dijo alejándose de mí.

 

A mí me daba igual que se fuera, pero aun así sentía un dolor en mi pecho que no podía calmarlo. No me gustaba ver como se alejaba Ithan. Le había cogido cariño y aprecio después de todo lo que había pasado con él.

 

Después de aquello pasaron dos, tres, cuatro meses. Y yo seguía haciéndolo, pero ya no tanto como antes, recordaba a Ithan, mi mentira, y aún me sentía peor. Después de cinco meses ya necesitaba verlo, aun que fuera para decirle hola. Ya me había dado cuenta de que se había dejado unos libros en mi casa, así que aproveché la llamada para verle. Parecía muy serio en la llamada, le comenté lo de los libros, pero me dijo que me los quedara y después de aquello, me colgó.

Toda mi energía y vitalidad que tenía cuando cogí el móvil para llamarlo se derrumbaron y desaparecieron cuando me colgó.

Esa noche me fui a un bar cerca de una discoteca. Dicen que el alcohol es bueno para olvidar. Bueno es lo que hice... Emborracharme y llevarme obligadamente a alguien a casa para tener la noche completa. Estaba volviendo a la rutina anterior, sabía que el amor no me traería nada bueno y de lo que me había dado cuenta era que me había enamorado de Ithan y todavía no me había acostado con él. Cuando consigo enamorarme de alguien por fin, éste se marcha y quedo yo, ahogando mis penas en alcohol. Ya allí en la cama, con alguien desconocido dándolo todo hasta que alguien tocó la puerta. Me coloqué la sábana de la cama por encima para tapar un poco mi cuerpo desnudo y abrí la puerta.

-         ¿¡J-Jake!? – dijo Ithan, pero yo lo veía doble por los efectos del alcohol. Yo de repente me caí en sus brazos, se puede decir que me desmayé sin quedarme inconsciente.

-         ¿I-Ithan? G-Gracias por venir a j-jugar conmigo... – respondí mareado.

-         Hueles a alcohol y tienes el cuerpo sudado y vas desnudo, no me digas que... – me dejó acostado en el sofá, se dirigió a mi habitación y vio al chico que me había traído a mi casa - ¿Quién eres tú? ¡Sal de aquí! – gritó echando a aquel hombre de mi casa.

-         A-Adiós, v-vuelva mañana...

-         Jake, no estás en tu trabajo... Estás borracho, ¿verdad? – preguntó mirándome a los ojos.

-         N-No, s-solo he bebido agua... Mira, tengo la botella por allí – dije alargando mi mano señalando a mi habitación. Alargué tanto la mano que me caí del sofá.

-         Estás muy borracho. – dijo subiéndome al sofá de nuevo. – Eso que hay en tu habitación es una bebida alcohólica. ¿Por qué estás bebiendo eso?

-         Para olvidar...

-         ¿Olvidar el qué?

-         N-No lo sé, no me acuerdo – negué riéndome.

-         No te rías, esto es muy serio. ¿A quién estabas intentado olvidar?

-         A alguien que me ha hecho mucho daño – parecía que estaba sentando un poco la cabeza – Cuando ya pensé que me había olvidado todo, que me había recupera y por fin había encontrado al hombre de mi vida, aquel que me iba a hacer feliz, ese hombre, me deja tirado, se va y yo... Me quedo aquí... Solo... – dije agachando la cabeza.

-         Y, ¿quién es ese hombre?

-         ¿Qué quién es ese hombre? – pregunté sin esperar respuesta y levantándome del sofá. – Es este hombre que está aquí sentado ahora mismo – cogí un cojín y se lo lancé. – El que dijo que me iba a ayudar, el que prometió mejoras, el que dijo que encontraría a alguien. Ithan me he enamorado de ti hasta tal punto que me faltas para respirar, y después de darme cuenta, me dejaste tirado. ¡Eres muy cruel, te odio!- exclamé rompiendo a llorar.

-         J-Jake... – susurró Ithan.

-         Ya basta... Ahora lo que me queda es el alcohol y que me violen... – Él se acercó a mí y me besó, me cogió de la cadera con una mano y con la otra la barbilla. Yo quedé estupefacto.

-         ¿¡Qué te crees que estás haciendo ahora!? No hace falta que sientas pena por mí... Es lo último que necesito...

-         Yo también estoy enamorado de ti, desde el día que te conocí, fue como un amor a primera vista... Pero los psicólogos tenemos que respetar a nuestros clientes, es decir, nada de amor o satisfacerlos nosotros... Y ahora que el amor es mutuo da igual eso, te quiero – dijo volviéndome a besar.

-         Vamos a la cama – murmuré.

-         Solo lo haremos cuando a mí me apetezca. – Reguñó Ithan riéndose.

-         Por cierto, ¿para qué habías venido? Pensé que no querías saber nada de mí...

-         Es que necesitaba esos libros que me dejó, pero ahora ya no los quiero, disfrutemos de este momento y olvídate de eso. – respondió sonriendo.

 

 

Y así acabó la noche, nosotros, juntos, abrazados, con los cojines por el suelo, mis estanterías vacías y amor en el ambiente.

Prometimos rellenar los huecos vacíos que habían en mi casa después de que Ithan lo tirara todo, con recuerdos y fotos nuestras, y lo primero que pusimos, fueron los libros que se dejó en mi casa. Ellos lo habían atraído a mi casa.

 

Notas finales:

¿Qué os ha parecido?

¡Dejar review! :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).