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El precio del amor por Shamita

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Cuando salió se encontró con que no había nadie más que él, así que comenzó a caminar hacia la cocina esperando no encontrarse con nadie debido a como estaba vestido, cuando estaba punto de alcanzar la cocina de la mansión por la puerta que conectaba a la sala diviso a un Saga, que vestía ahora con pantalón de mezclilla y una camisa color salmón pálido con unas sandalias blancas y sus cabellos aun mojados debido a lo acontecido hacia unos momentos dentro del baño, con una sonrisa triunfadora y una mirada entre burlona por conseguir el malestar del rubio y una lujuriosa al recordar la suavidad de la piel del joven frente a él.


– Esa ropa te hace ver realmente hermoso –dijo el de cabellos azules mientras se acercaba al rubio.


– No la uso por gusto –contesto el otro fríamente.


– Si no te gusta puedes andar sin nada –hablo el otro sonriendo–. Por mi puedes hacerlo, será un espectáculo digno de ver.


– Sigue soñando –el rubio mientras que con su mirada quería asesinar al que estaba frente a él.


Saga llego hasta Shaka y lo tomo del brazo, y lo llevo hasta la puerta por donde él había entrado  hacia unos instantes dejándolo frente a esta para que pudiera ver lo que acontecía del otro lado de la puerta, y lo que vio el rubio lo dejo helado, junto a trabajadores que iban y venían acomodando algunos muebles las cuencas turquesas pudieron detectar a una persona que no pensó que vería en esa mansión, del otro lado de aquella puerta, más específicamente en la sala se encontraban Sorrento, Afrodita y Alberich atendiendo a un hombre de cabellos rojizos con algunas canas, piel bronceada y ojos verdes que se dejaba atender esperando poder ver a su amado hijo, no podía creer que su hijo hubiera caído en tan buenas manos, eso era lo que pasaba por la mente del hombre que se encontraba junto a los tres más jóvenes.


Al ver que su querido juguete no reaccionaba Saga decidió acercarse hasta quedar detrás del rubio y abrazarlo por la cintura, viendo que no había reacción por parte del otro junto más su cuerpo al otro.


– Pensé que como no tienes buena disposición para conmigo –comenzó a hablar el de cabellos azules al oído del más joven– lo mejor sería darte la motivación correcta –espero un momento y cuando pensó que no obtendría ninguna contestación los labios del rubio se separaron.


– ¿Qué hace él aquí? –fue lo único que cabía en la mente Shaka al ver a su padre en compañía de los otros jóvenes de la casa.


– Vino a ver a su amado hijo Shaka –contesto el otro aun manteniendo el abrazo y disfrutando del calor del cuerpo del otro.


– ¿Cómo supo donde estaba? –cuestiono dándose vuelta para ver directamente a Saga– ¿Tu lo buscaste verdad? ¿Para qué lo trajiste aquí? ¿Qué pretendes?


– Tranquilo rubiecito, tu papá supo que estabas aquí porque yo lo fui a buscar –hablo tranquilamente sin soltar el abrazo en el que tenia al menor– le conté como es que te rescate de las garras de aquellos hombres y ahora trabajas para mí como sirviente. Y está aquí para ver si con esto dejas de ser tan terco y aceptas de buena gana estar en mi cama.


– Yo jamás estaré contigo –contesto el otro.


– ¿Seguro? –pregunto el de ojos color verde.


– Si –contesto el de rubios cabellos.


– Bueno si es así no tendré más opción que decirle a tu querido padre lo que realmente haces aquí –dijo el más grande– ¿Cómo crees que se sentirá?


– Yo no he hecho nada de qué avergonzarme –dijo Shaka mirándolo firmemente.


– Y tú crees que él creerá que no has hecho nada –dijo conservando la tranquilidad–, sobre todo si tienes en cuenta que yo lo he buscado y hasta le dije que podría ver una posibilidad para que regreses a su lado –continuo hablando viendo como la mirada de Shaka cambiaba  de una sorprendida a una rabiosa y comenzaba a moverse para deshacer el abrazo del cual era presa– además que si sales así vestido créeme que no habrá duda para tu padre que te has vendido al mejor postor.


– ¿Qué quieres para dejar a mi padre fuera de esto?–cuestiono derrotado el más joven sabiendo que por ahora era mejor darle por su lado para que no tratase de hacer algo estando ahí su padre.


– Fácil rubiecito, en unos momentos saldrás y platicaras con tu padre, y cuando te pregunte como te trato dirás que muy bien –le explicaba mientras con una de sus manos sostenía el rostro del otro para que lo viera a los ojos– le dirás que tienes techo y comida, cuando te cuestione sobre qué haces aquí le contarás todo lo que hiciste cuando limpiaste la casa –siguió explicándose– y si me llego a enterar que dices algo en mi contra te aseguro que nunca más volverás a ver a tu papa.


– Esta bien –contestó el otro–, diré lo que quieras.


– Otra cosa, de ahora en adelante me hablaras de usted –determino el mayor recibiendo solo una afirmación de parte del más joven– y por último si tu quieres que tu padre siga con vida y no se entere de como gemirás para mí entonces desde hoy harás todo lo que te diga sin rechistar y dormirás conmigo en mi cama.


– Como diga Señor Saga – hablo un derrotado Shaka.


– Bien, con todo claro creo que no debemos hacer esperar más a tu papá Dohko –dijo Saga por fin soltándolo para ir hacia una de las sillas que había en la cocina de donde tomo un pantalón de lino blanco–. Toma ponte esto, no creo que quieras que tu papá te vea así, claro a menos que le quieras decir que ahora te gusta más ese estilo.


– Gracias –fue todo lo que contesto el rubio para después tomar lo que le ofrecía el otro y ponérselo para poder ir a ver a su papá Dohko–. Listo Señor Saga.


– Bien, es hora de que veas esta sorpresa que prepare especialmente para ti– dijo Saga mientras abría la puerta para dejar pasar al de ojos turquesa–. Sonríe que no te llevo a la horca.


Shaka cruzo la puerta y sonrió más por el hecho de poder ver a su padre y dejarle en claro que él no tenía ningún rencor en su contra y que podía estar tranquilo que él se encontraba bien, bueno medianamente bien pero eso su papá no tenía que saberlo, que por lo que le había dicho Saga su padre no sabía nada de la verdadera razón por la que el de cabellos azules lo había llevado a esa mansión.


–    ¡Shaka! –grito el hombre mayor al ver a su hijo, se acerco hasta donde estaba acortando la distancia y lo abrazo fuertemente– ¡Mi niño por favor, por favor perdóname! –pedía el padre son lagrimas en los ojos.


–    No tengo que perdonarte nada papá, yo sé que no fue tu culpa –hablo el más joven correspondiendo el abrazo–. Ven vamos a sentarnos para hablar.


–    Si mi niño –contesto el mayor dejándose guiar de nuevo hacia la sala.


–    Dime papa, ¿Qué has hecho este tiempo? –pregunto el rubio.


–    Buscar la manera de encontrarte y recuperar tu libertad –se comenzó a explicar mientras sostenía las manos de su hijo entre las suyas–, sabes llegue tarde a la oficina de Hades y Julian cuando obtuve dinero suficiente para negociar que te dejaran libre me dijeron que ya habías sido subastado pero incluso les ofrecí dinero para que me diesen el nombre de quien te había comprado pero no me dijeron nada.


–    Tranquilo papá, como vez el Señor Saga es muy bueno conmigo y con los otros, ya viste lo felices que son Sorrento, Alberich y Afrodita aquí –comento el de rubios cabellos para tranquilizar a su padre–, gracias al Señor Saga no tuve que pasar por ningún pesar y me ha dado techo y comida.


–    Si mi niño, lo veo y estoy tan agradecido con tu papá Asmita que te protegió y envió con un buen hombre, no sabes la emoción que sentí cuando se presento ante mí un hombre diciéndome que sabia donde te encontrabas y que había sido enviado con la orden de que me trajera hasta ti –dijo el de cabellos rojizos mientras acariciaba el rostro de su hijo–, pero si acepte a venir aquí no solo fue a verte sino porque deseo proponerle algo al Señor Saga.


–    ¿Qué deseas proponerle al Señor Saga? –cuestiono el menor al mayor.


–    Quiero pedirle que me permita pagar lo que él pago en la subasta, tal vez no pueda pagarlo todo de un solo golpe pero si me permitiera pagar de apoco mientras tu pudieses seguir trabajando para él limpiando la casa o haciendo cualquier otra tarea en esta mansión y…


–    Señor Dohko –interrumpió Saga que había estado escuchando en silencio la conversación en compañía de sus demás juguetes–, siento si me entrometo de esta manera pero quisiera aclararle que yo estoy en toda la disposición de darle su libertad a su hijo pero vera yo invertí demasiado dinero para sacarlo de aquel poso y no es por dudar de usted y su hijo pero no podría permitir de ninguna manera que Shaka abandonase mi residencia ya que podrían huir y no pagarme nada.


–    ¡Oh no Señor! Nosotros no nos iríamos dejando una deuda con usted –hablo Dohko– Yo me comprometo a pagarle hasta el último centavo que pago por mi hijo y le aseguro que mi hijo vendría a realizar su trabajo todos los días hasta que termine de pagarle.


–    Mmm… está bien –concedió el de mirada esmeralda–, págueme todo lo que he gastado en su hijo y este será libre pero mientras eso ocurre Shaka deberá permanecer viviendo dentro de mi hogar –siguió explicando su idea–, y para vea que no soy malo dejare que Shaka pueda irlo a visitar los domingos e incluso si le es necesario a usted venir a verlo antes de ese día no habrá problemas, ¿Qué le parece?


–    Mmm… –Dohko sopesaba la propuesta de Saga, vio a su hijo y como no había visto nada que le dijera que algo andaba mal hablo confiando en el hombre frente a él respondió– está bien, creo que es justo, ¿tú qué dices mi niño?


–    Lo que decidas está bien además así no te veras tan apurado en juntar el dinero –dijo tranquilamente el rubio sonriendo a su padre aunque por dentro hubiese preferido irse de ahí ese mismo día.


Shaka disfruto de la compañía de su padre durante casi tres horas claro siempre estuvo siendo vigilado ya fuese por cualquiera de los otros juguetes o de Saga que se aparecía debes en cuando como buen anfitrión, durante ese tiempo también el rubio se pudo dar cuenta que la mansión estaba siendo decorada para un evento especial, sobre todo cuando la sala empezó a ser despejada junto con una habitación contigua a estaque hasta ese día había visto cerrada, no le dio mucha importancia de seguro seria una fiesta de rico, pronto debió despedir a su padre  en compañía de Saga y cuando lo vio salir por el portón principal la sonrisa que había tenido hasta ese instante desapareció.


–    Bien –hablo Saga a las espaldas del rubio–, es hora de que empiecen a arreglarse para la fiesta mis queridos juguetes –tomando el brazo del más joven– vamos tengo listo tu atuendo de hoy y de paso conoces tu nuevo cuarto.


–    Puedo ir solo creo recordar cuál es la habitación que ocupo –dijo Shaka zafando su brazo del agarre.


–     Lo siento rubio pero creo haberte dicho que dormirías en mi cama a partir de ahora –dijo el otro retomando el agarre sobre el blondo


Ambos entraron a la mansión y se dirigieron hacia la habitación del peli azul que en todo momento no había soltado el brazo del rubio, cuando estuvieron en el cuarto el mayor comenzó a sacar del closet lo que para el menor parecían retazos de telas, despacio se acerco a verlas y pudo comprobar que era algún tipo de pantalón excepto que la tela de color rojo era demasiado transparente para su gusto el rubio decidió esperar a ver que le decía el mayor que aun seguía rebuscando entre el closet.


–    ¡Aquí esta! –exclamo el de pupilas esmeraldas sacando una caja.


–    Supongo que todo lo que ha sacado el señor es para ponérselo usted ¿no? –hablo el otro que se había recargado en la pared esperando al mayor.


–    Claro que no –dijo el otro mientras sonreía de medio lado–, esta vestimenta fue especialmente hecha para ti y para que la luzcas esta noche.


–    ¿Esta noche? –cuestiono el menor.


–    Me iré a bañar –dijo el otro ignorando la pregunta del rubio–mientras tu ve vistiéndote que en una hora más o menos vendrá Afrodita a terminar de alistarte.


Saga antes de entrar a su baño personal tomo de una de las mesitas de noche unas llaves, se dirigió a la puerta principal del cuarto y le puso candado, teniendo todo listo se adentro al baño pocos minutos hicieron falta para que Shaka escuchara el agua correr, así que sin apuro alguno tomo las prendas y las volvió a observar sin ganas alguna de ponérselas se dejo caer en la cama boca arriba viendo al techo así se quedo durante varios minutos pero sabiendo que no habría de otra se dispuso a comenzar a cambiarse mejor solo que en la compañía del peli azul.


Cuando Saga salió del cuarto de baño solo vestía una toalla enredada en su cintura, se recargo en el marco de la puerta mientras observaba a su más reciente juguete adquirido que ahora vestía un pantalón estilo harem ceñido en la cadera  con varias lentejuelas alrededor elaborado con tela georgette de seda color rojo transparente y bajo esta solo traía el bóxer blanco, toda la parte de las piernas era suelta hasta que se cerraban un poco más arriba de los tobillos, en la parte superior del cuerpo no traía nada puesto y ahora el rubio se encontraba cavilando si dejarse eso puesto para no tener ningún problema con el de ojos esmeralda o si mandaba todo por la borda y se ponía de nuevo los pantalones blancos pero no pudo terminar de sopesar lo que podrían traer consigo ambas decisiones cuando unos fuertes brazos se enredaron en su cintura.


–    Te vez hermoso –hablo el más alto hundiendo su rostro en la cabellera rubio–, sabía que te verías como un dios y eso que aun no estás totalmente listo.


–    …Gracias… –fue todo lo que pudo decir Shaka ya que la cercanía del otro lo estaba poniendo muy nervioso sobre todo ahora que se estaba comportando tan diferente al ogro que había conocido hasta ahora.


–      Ven ayúdame a buscar que ponerme esta noche –pidió el otro, haciendo que el otro caminase con él, sin soltar el abrazo, solo cuando estuvo frente a su gran closet dejo libre al menor–. Búscame algo para verme tan bien como tú.


Shaka busco primero viendo si habría algo parecido a lo que él llevaba puesto, sabía que las posibilidades eran pocas por no decir nulas pero no pasaba nada por intentar, cuando decidió que era mejor buscar otro tipo de prendas tomo una camisa rosa chicle pero no se decidía si tomar un traje o combinarla con un  pantalón de mezclilla y una saco, ladeaba su cabeza sopesando que quedaría mejor gesto que hacía que se viese más sublime para cierto peli azul que no perdía de vista ningún movimiento del blondo.


–    ¿Va a salir? –se aventuro a preguntar el ojí turquesa.


–    No, pero vamos a tener invitados muy importantes y queridos –contesto el otro viendo sentado en la cama los movimientos de su juguete.


–    Entiendo –contesto el otro, ya imaginando cual sería el propósito de su vestimenta, cosa que le causo molestia y con ese mismo enojo tomo un traje negro se volteo hacia Saga y le aventó la ropa–. Ahí está, ahora vístase.


–    ¿Y ahora que te paso a ti? –pregunto un confundido Saga por el repentino cambio de conducta– Si estabas bien.


–    Nada –respondió secamente el otro– ¿Puedo ir al cuarto de los otros?


–    No, ya te dije que Afrodita vendrá en unos momentos más para terminar de ayudarte a que estés listo –hablo también irritado el otro por no comprender los cambios de humor del más joven.


El más joven se sentó en la cama del lado contrario a donde esta Saga, que comenzó a cambiarse frente del otro sin importarle nada, poco a poco el no tener nada donde entretener su mirada hizo que el de cabellos rubios desviara su mirada hacia el de cabellos azules y pudo contemplar por primera vez la piel trigueña, los músculos que se  marcaban tanto en el área abdominal como en las extremidades, como caía aquel cabello rebelde sobre la espalda del otro y pronto un sonrojo se apodero de las mejillas del rubio, así que decidió desviar su mirada nuevamente hacia el techo, cosa que hizo sonreír a Saga que se había dado cuenta de que había captado la atención de su nuevo juguete, ya con los pantalones puestos y la camisa a medio poner Saga se acerco a Shaka poniéndose frente de él para tener toda su atención.


–    Rubio, cuando llegue Afrodita dile que te ponga lo que está en esa caja –señalo la caja que previamente había sacado del closet y había dejado en la cama–. Ahora pórtate bien mientras no estoy.


–    Si, como digas –contesto el otro.


Antes de irse el de cabellos azules tomo del mentón al rubio y lo beso primero solo rozando sus labios con los del otro para poco a poco convertirlo en uno más pasional causando que el rubio, en busca de aire, se fuera recostando hasta quedar acostado en la cama con el ojí esmeralda sobre él, cuando Saga estuvo satisfecho con el beso se separo de apoco del blondo mientras observaba con una gran sonrisa las mejillas sonrojadas y los labios entre abiertos mientras trataba de obtener más aire.


–    Regresare por ti como en cuarenta minutos –dijo sonriendo Saga para levantarse y dirigirse a la puerta para después de quitarle el seguro abandonar la habitación.


En cuanto el de piel trigueña salió por completo, el rubio se puso más rojo si era posible lo que no sabía bien era si estaba rojo del enojo o rojo de la vergüenza por aquel beso, no tuvo mucho tiempo para discutir consigo mismo cuando por la puerta entro Afrodita vestido al igual que el con un pantalón estilo harem pero de seda color celeste, la única diferencia era que el de cabellos celestes tenía una abertura a lo largo en los lados de sus piernas y que este llegaba hasta por debajo de las rodillas, en la parte de arriba llevaba un pequeño chaleco con bordado celeste su cabello se encontraba sujeto en medio chongo.


–    ¿Y ese sonrojo? –cuestiono el peli celeste– No me digas tanto te impresione.


–    Amm… si Afrodita –contesto el otro levemente nervioso–. Dijo Saga que me ayudases a ponerme lo que esta en esa caja.


–    Bien, pues manos a la obra –hablo el otro sonriendo–. Voy a dejarte más divino  de lo que estas.


Pasaron los minutos y después de casi una hora Saga hacia su aparición en la fiesta que había planeado, desde las escaleras se podía ver al hombre de piel trigueña enfundado en un traje negro y una camisa rosa chicle que se veía debido a que traía abierto el saco, este venía acompañado por cuatro hermosos jovencitos.


 Alberich estaba vestido con una babucha negra de georgette, un chaleco negro con adornos dorados, en sus pies llevaba unas zapatillas color carne, por su parte Sorrento vestía el mismo estilo de pantalón solo que el suyo era de seda y de los lados se encontraba sujeto por varias cintas, era de color verde esmeralda y en lugar de chaleco traía alrededor de su torso un velo del mismo color, Afrodita se veía muy sensual con su conjunto en celeste y Shaka había sido peinado por el peli celeste con una coleta alta, su pecho era adornado por un collar de oro con piedras rojas, en su muñeca derecha como su pie izquierdo lucia pulsera a juego con el collar.


El rubio del grupo casi se va de espaldas cuando observo mejor el lugar, primero se había sentido mejor al no ser el único vestido de aquella manera, tan siquiera así pasaba desapercibido pero ahora que veía mucho más detenidamente se daba cuenta en primer lugar que en esa fiesta había dos roles, los amos y los juguetes como los llamaba Saga, fue interrumpido de sus pensamientos por Afrodita.


–    Ya te había explicado pasa en este tipo de fiestas que organiza el Señor –le dijo en voz baja–, así que sonríe y muéstrate de lo más gentil, que aquí estas compitiendo por tu señor.


–    Yo no tengo señor –replico el de cabellos dorados–, además que es eso de que está compitiendo.


–    Esta fiesta no solo se hace para terminar teniendo sexo todos con todos –le explicaba aun en voz baja–, sino que se reconoce al mejor juguete por sus servicios prestados y por ende se reconoce al dueño lo bien “educados” que nos tienen.


–    Eso suena como un muestreo de perros –objeto el otro.


–    Tómalo como quieras pero por lo menos pon mejor cara–convido el de cabellos celestes–. Ahora ten cuidado con que nadie te toque con dobles intensiones, el Señor Saga no ha dado permiso para que nadie a parte de él te disfrute, así que por esa parte estate tranquilo.


–    Que consuelo –dijo con ironía el de cabellos dorados.


–    Me voy, tengo que atender invitados –se despido el otro.


Shaka se volvió a quedar solo y se dispuso a caminar por el lugar, pero unos minutos después un hombre de edad avanzada se le acerco y comenzó a querer manosearlo se había querido zafar sin que nadie se diese cuenta pero alguien si se dio cuenta y fue nada menos que Saga que amablemente se había acercado en compañía de Alberich y había dispuesto que este atendiese al hombre, el rubio solo gradeció con un débil “gracias” y después de intentar infructuosamente pasear sin ser manoseado, sin dejar de escuchar galanterías mal elaboradas comprendió que por su propio bien el único lugar donde estaría a “salvo” de todos aquellos hombres era con Saga, así que tragándose todo su orgullo se dispuso a buscarlo.


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