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Una nueva generación, una nueva vida. por Overr4ted

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Notas del capitulo:

El primer año en Hogwarts se fue tan rápido como un encantamiento, pero no significa que Albus y Scorpius no hayan tenido varias aventuras. 

CAPÍTULO III

 

Fueron las vacaciones de invierno más largas que ambos pudieron haber sentido. Albus, que regresó a casa con sus padres, no la había pasado mejor que Scorpius, quien se quedó en Hogwarts su primer año. El rubio le dijo que su padre estaba trabajando y su madre estaba visitando a su abuela; que estaría bien en la escuela. No lo estaba.

Los días del moreno pasaban entre indirectas de sus primos hacia su casa verde, ir a leer su libro Animales fantásticos y dónde encontrarlos (su regalo de navidad), practicar encantamientos que amablemente Rose le enseñaba, y pensar que pronto volvería a estar con su mejor amigo. Su relación con James no mejoró como tenía pensado, incluso después de regalarle el libro más actualizado de Quidditch a través de los tiempos, donde aparecía el retrato y biografía de su madre.  

Toda su familia prefirió no tocar el tema de Slytherin después de navidad. Albus se sintió agradecido, aunque las bromas no cesaron (ni pronto lo harían). Escribía al rubio cada semana; se contaban todo, hasta el más mínimo detalle. Y al parecer se entendían.

Poco después de comenzar Enero volvieron al Expreso Hogwarts para continuar con su año escolar. Esta vez, y por primera vez, Albus tuvo que viajar solo hasta el castillo. “Así se ha sentido Scorpius toda su vida”, pensó; y no pudo evitar sentir un escalofrío con solo imaginarlo. El tren se detuvo casi al anochecer. El moreno subió a toda prisa, y su rostro se puso tan radiante como el sol cuando vio el de su mejor amigo, que estaba sentado en la cama de abajo y profundamente concentrado leyendo Historia de la Magia. Con sigilo entró en la habitación, se escondió detrás de las cortinas y con un salto se echó arriba de Scorpius. El rubio se puso de color Weasley, sonrió y correspondió el abrazo. Hablaron allí hasta la madrugada.

-      Ya es hora de dormir, Albus. – Dijo el rubio sin entusiasmo.

-      Vamos Scorpius, una historia más. – insistió Potter.

-      Está bien. Cuando nuestros padres estaban en tercer año, papá le dijo a tu tía “Sangre sucia” y se burló de la sentencia de ese hipogrifo; y ella, indignada, ¡zaz!, le dio una bofetada. Deberías ver su cara cada vez que se lo recuerdo…

A los niños les resultaba bastante gracioso reírse de las anécdotas escolares de sus progenitores, aunque sabían que no debían mencionar nada sobre lo que aconteció antes de la segunda guerra mágica.

-      Ahora sí, vamos a dormir.

Malfoy subió a su cama y se durmió de inmediato. Potter se quedó despierto un rato más. Estaba feliz, feliz de estar en Hogwarts, feliz de estar con su mejor amigo.

***

Las clases de vuelo con la señora Hooch eran todo menos aburridas. Al menos para Scorpius, porque el pequeño Potter las odiaba; no por alguien en especial, sino porque no sabía volar. Jamás se había interesado por el Quidditch, y se negaba siempre a montar una escoba ante las insistencias de sus padres, ambos excelentes jugadores.

La profesora, después de hablar por más de 40 minutos sobre su primer vuelo, les ordeno a todos que, con sus manos derechas, levantaran sus escobas gritando ¡ARRIBA! La del rubio se alzó sin problema aparente. Albus tuvo que subir la voz varias veces para que ésta se levantara unos cuántos centímetros. De pronto, la escoba obedeció a toda orden que el pelinegro de daba. “Al fin se dio cuenta que soy un Potter”, pensó, con una sonrisa interna. Todos subieron en sus escobas por órdenes de la señora Hooch.

-      Nadie volará hoy ¿entendido? – Dijo con voz severa. Cuando cuente tres van a levantarse unos pocos centímetros del suelo.

La mujer no había terminado su frase cuando Albus ya estaba a dos metros de altura. Nunca había estado tan arriba, y la estúpida escoba simplemente no se detenía. Sin experiencia en vuelo, trató de dirigirse de nuevo al castillo. Una ráfaga de viento lo golpeó e hizo que perdiera el equilibrio. Aferrado con todo su cuerpo al palo de la Nimbus 2013 (la más veloz del mundo, por desgracia) chocó contra las paredes a las afueras de la casa Gryffindor. Vio (o creyó ver) a su hermano por la ventana, rompió los vidrios en mil pedazos y siguió como una bala hasta que la chimenea lo detuvo. Solo pudo decir ¡Auch!

***

El final del trimestre se acercaba. El moreno ya había pasado casi dos meses bajo los cuidados y constantes reniegos de Madam Pomfrey, las visitas semanales de sus padres y hermanos, y las diarias apariciones de Scorpius cuando estaba solo en la enfermería. El rubio convenció a la directora para poder visitar a su amigo y enseñarle todo lo que aprendió en clases. No quería que sus estudios se vieran afectados por el incidente, pero más aún, no quería estar tanto tiempo sin la única persona realmente especial en su vida hasta ahora.

Días después le dieron de alta, justo para comenzar los exámenes. Conversaron un rato en su habitación, antes de ir a la evaluación de pociones (que no les preocupaba, pues en eso eran excelentes).

-      Gracias por visitarme todos los días, Scorpius. – Dijo el chico realmente agradecido.

-      Eres mi mejor amigo. – Musitó el chico de los ojos azules-. Es lo mínimo que podía hacer.

***

Los exámenes terminaron y entraron en semana santa. Ninguno de los dos quería separarse del otro, no después de lo mal que cada uno lo pasó en sus vacaciones de navidad.

-      Tengo una idea. – Dijo Albus, después de maquinar con su amigo una manera para pasar juntos las vacaciones.

-      ¿Cuál, Severus?

-      ¡Ya te he dicho que no me llames por mi segundo nombre! –Dijo el pequeño con voz enfadada.

-      Lo siento, perdón. ¿Cuál era tu idea?

La idea no era nada sencilla, y lo que se suponía que tenían que hacer tampoco.

-      ¡¿Estás loco?! – Dijo Scorpius.

-      ¿Por qué? Es una gran idea.

-      ¡No dejaré que te lastimes! No de nuevo, Albus…

-      Es nuestra única opción. ¿Lo tomas o lo dejas?

Potter vio asentir a Malfoy con una mirada dubitativa. Unas horas después el moreno estaba otra vez en la enfermería.

-      ¿Qué pasó? – Preguntó Harry muy preocupado por la salud de su hijo. Ya había tenido dos accidentes en su primer año. Había roto su record.

Scorpius se incorporó y tomó aire para hablar.

-      Albus y yo fuimos a entrenar en nuestras escobas. Yo le prometí que le enseñaría a volar, y lo estábamos haciendo bien, pero su escoba enloqueció de nuevo y no pude evitarlo… yo lo lamento, no era mi intención…

Harry vio la preocupación del chico en sus ojos (lo que alegraba al rubio, pues era bueno en eso de las actuaciones). Que su hijo se haya fracturado ambos brazos montando una simple escoba era más fácil de asimilar que el único amigo de su hijo era el primogénito de su enemigo.

-      Papá. – Dijo el chico con voz apagada -Creo que tendré que quedarme aquí estas vacaciones.

-      ¡Ni hablar! – Dijo Harry ante la propuesta -Te llevaremos a casa y te atenderá tu madre.

La señora Pomfrey salió de las cortinas que tapaban al enfermo de al lado y, por su tono de voz, estaba realmente molesta.

-      Le recuerdo, Señor Potter, que nadie sale de mi enfermería hasta que no esté totalmente recuperado. ¿Cuántas veces estuvo aquí? ¿Eh? ¿Y lo dejé irse así porque sí? ¡Faltaba más!

Harry no dijo una sola palabra, y al ver que no le quedaban alternativas, aceptó.

-      Me escribirás a diario, y te visitaremos todos los fines de semana.

-      De acuerdo, papá.

-      Madam Pomfrey, un placer.

Harry hizo una reverencia y salió del lugar.

-      Espero que este incidente obviamente intencional les haya dado resultados. – Dijo la mujer con tono de desaprobación y complicidad, dejándolo salir dos días después.

El resto de las vacaciones fueron fascinantes. Los niños no salieron de su habitación más que para comer e ir a la biblioteca a buscar libros interesantes sobre encantamientos y pociones. Incluso consiguieron uno sobre defensa contra las artes oscuras. En un futuro el profesor Slughorn los tendría en su colección de mejores estudiantes, sin duda. Hablaban todo el tiempo, y nunca se quedaban sin tema. Cuando se dieron cuenta, ya el descanso (y vaya descanso) había terminado, así como la curación del brazo de Albus. “Solo un trimestre más”, pensaron, y siguieron con sus actividades académicas normales.

***

La sala común estaba a reventar. Alumnos de Slytherin seguían entrando y amontonando, tratando de ver sus notas de los exámenes finales. Albus y Scorpius estaban apretados en la primera línea. Las notas máximas en todas las materias, excepto en transformación.

-      Nunca podremos hacer una transformación exitosa. – Dijo Albus, un poco desanimado.

-      ¡Vamos, Albus! Al menos nuestras cosas no explotan como las de Finnigan.

Ambos rieron a carcajadas mientras buscaban una salida entre la multitud. Subieron a sus dormitorios, y entristecidos, comenzaron a empacar.

-      Increíble lo rápido que se fue este año. – Dijo Albus, rompiendo el incómodo silencio.

-      Sí… - Dijo su amigo.

-      No te preocupes, te escribiré cada tres o cuatro días. Y te enviaré tu regalo de cumpleaños, eso te lo aseguro.

Scorpius cumplía el 7 de Agosto.

-      No tienes que molestarte…

-      Sí, si tengo. Eres mi mejor amigo, Scorpius; es lo menos que debo hacer.

-      Yo no lo hice.

-      Porque no lo sabías, tonto. ¿Cómo ibas a adivinar? Además, estábamos en vacaciones de invierno ¿recuerdas?

Intercambiaron miradas por un momento. Luego, una gran sonrisa se dibujaba en ambos rostros. Tomaron sus equipajes y salieron del castillo, directo al tren que los llevaría de vuelta a casa. El abrazo que se dieron al bajar del tren fue el más largo, fuerte y emotivo que se habían dado.

-      Nos veremos pronto, amigo. – Dijo Scorpius.

Albus asintió y fue hacia su madre, quien le hacía señas con su mano derecha. Se reunió con su hermano James, quien se limitaba a hablarle más que lo necesario. Recibió un cálido beso en la frente y siguieron su camino. Malfoy se encontró con Astoria, su madre. Ésta correspondió al abrazo del pequeño y se alejó en dirección contraria a los Potter. Y así, separados de nuevo, esperarían su reencuentro al iniciar su segundo año en Hogwarts. 

Notas finales:

Pérdón por haber tardado tanto, entraré a la universidad en una semana y debo tenerlo todo preparado. Espero que lo disfruten y gracias a todos por sus comentarios. 


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