Matsuno Kusuuke era un estudiante, tenía 14 años, era distraído pero también inteligente, amaba jugar videojuegos y muchas otras cosas típicas de su edad. En definitiva era un chico normal, a excepción de su pequeño secreto, estaba enamorado de su mejor amigo Handa Shinichi. Era raro ya que los dos eran hombres, pero de todas maneras él lo amaba. Soñaba con el todas las noches e imaginaba que su amor era correspondido.
Como todos los días salió de su casa y partió rumbo a la escuela. En el camino vio de lejos a Midorikawa y a Hiroto yendo juntos a la escuela. Intentó apurarse para alcanzarlos, hasta que en un determinado momento el pelirrojo besó a su acompañante.
Ante la situación, Matsuno quedó perplejo, pero a la vez se alegro, al parecer ya no era el único chico enamorado de otro.
Una vez que llegó a la escuela se sorprendió más todavía, al entrar al aula de encontró con una escena muy peculiar. En el pupitre de Endo, se encontraban este y Kazemaru sentados cómodamente sentados el uno sobre el otro, dándose cariño mutuamente.
Matsuno comenzó a entristecerse, se sentía demasiado impotente. El sentimiento le duro poco tiempo, ya que unos minutos después Handa apareció por detrás de él. Con su habitual sonrisa, le hizo un gesto y le dio el paso. Matsuno caminó hasta llegar a su asiento. A su lado tenía lugar su mejor amigo. Luego de acomodarse en sus respectivos lugares, comenzaron a hablar de videojuegos como hacían habitualmente.
El día transcurrió normalmente, en realidad no del todo pero si Handa y él estaban juntos no había obstáculo que lo detenga.
El individuo en conflicto había prometido a Matsuno acompañarlo hasta su casa. Justo cuando estaban en la puerta de la escuela, Handa notó que se había olvidado su campera en el aula, así que le pidió a su amigo que lo esperase. Este aceptó sin problemas.
Mientras aguardaba fijó su vista en Tachimukai, supuso que permanecía allí por alguien. Unos minutos después corroboró su respuesta. Tsunami entró a escena, depositó un beso en la frente de su pareja, lo agarró por la cintura y siguieron camino juntos.
En el momento en que estos se alejaron, apareció Handa. Matsuno lo miró fijamente y partió en llanto, por consecuencia el chico de cabellos marrones lo abrazó y en un intento de consuelo le susurró al oído.
–No te culpo si no quieres contarme el motivo de tus lágrimas, pero por favor detenlas, tu tristeza me pone peor de lo que crees… –cuando termino con sus palabras se alejó unos centímetros y, con su pulgar, secó el liquido que caía de sus ojos, le dedicó una sonrisa y continuaron caminando.
–Handa… –el peli naranja quedó conmovido ante la frase de su compañero, así que se reunió de valor –M-me gustaría que… que hoy me..me a-acompañes a-a cenar –tartamudeó –pero no te sienta obligado a aceptar –terminó con rapidez.
–No podría negarme –contestó –Si quieres te puedo pasar a buscar.
–No, eso sería demasiada molestia –repuso el chico del gorro.
–En serio, no me afecta –dijo cordialmente.
–¡Te digo que no! –exclamó –En verdad, no te preocupes. –Continuó más calmado.
–En ese caso… te espero a las ocho en el restaurante de Ako&Riko ¿Te parece bien?
–¡Me parece perfecto –Dijo mientras entraba a su casa, el recorrido había terminado, vivir a dos cuadras de la escuela tenía sus desventajas.
Handa lo tomó del brazo antes de que Matsuno lograse cerrar la puerta.
–¿No piensas saludarme? –Preguntó molesto, agarró su brazo con más fuerza, pero sin lastimarlo, y lo atrajo más hacia él.
–Perdón, no me di cuenta –admitió.
–Eso ya no importa –Contesto a tiempo que acercaba su cuerpo aun más al suyo y le beso la mejilla –Hasta la noche –Un tono seductor se adueño de sus labios a lo que Matsuno respondió con un mega sonrojo.
Se quedó inmóvil, simplemente no lo podía creer, por fin su sueño se cumplió. Era la oportunidad perfecta para confesar sus sentimientos.