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Aoishii nya ~ por konekoyaoi

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Notas del fanfic:

Bakeneko: literalmente gato monstruo. Folklore japonés. [Hay mucho más sobre eso. ¡Y NO! No les contaré de un simple neko…los Bakenekos tienen mucha historia en la mitología japonesa. ^^ Son geniales. Y bueno tampoco es que aquí este al pie de la letra todo lo referente a ellos, puse muchas cosas de mi imaginación y modifique la mayoría para que calzara a lo que quería (preguntan si quieren o comparan sí leen sobre ellos) En Japón antes (año 1602) no se podía tener gatos por ciertas cosas, de ahí comenzaron a surgir las historias. Dato random xD Por ahí fue que me inspiré… y a todo esto, el tiempo en el que trascurren los hechos no es definido en realidad, imagínenselo como lo interpreten. Pero ni es el ‘pasado’ o el tiempo actual.

Nekomata: Es otro neko sobrenatural. La diferencia entre él y el Bakeneko es que su cola esta divida en dos. Y otras cositas.

Kotatsu: un kotatsu es esa mesita bajita cubierta con cobertores que se usa en invierno en Japón para mantener el calor.  

Bifurcación: División [En este caso; la cola del neko se divide en dos]

 

Notas del capitulo:

¡Enjoy!

*****

 

 

Aoishii nya~

 

 

I

 

Yuu caminó por la calle para nada transitada a esa hora de la madrugada en aquella zona, mucho menos con el frío que ya comenzaba a pegar fuerte estando tan cerca del invierno. Fumaba un cigarrillo y llevaba su guitarra a cuestas. Su larga cabellera negra iba recogida en una alta cola y la perforación en su labio brillaba desde lejos gracias a las pocas farolas y sombras a su alrededor.

Se detuvo. Le dio una última calada y lo tiró, pisándolo luego. Con ambas manos en los bolsillos siguió.

 

Nya ~ Nya

 

Volteó a su derecha.

Un callejón oscuro y…no.

Siguió caminando.

 

Nya ~ Nya

 

Había muchos gatos callejeros ¿Cierto? Podía escuchar una pequeña campanita también.

 

Nya ~ Nya

 

Se dio media vuelta. Podía jurar oírlo tan cerca de su oreja.

Nada.

Sus ojos recorrieron las dos aceras tras él, la calle. En ninguna de las ventanas podía ver algo tampoco. Arriba. Nada que sobresaliera.

Volvió hacia el frente.

 

—    ¡Hola~nya!

 

—    ¡Ah! ¡Joder!

 

Se llevó una mano al pecho. Maldito susto, su corazón no estaba para eso.

Fijó su vista otra vez en ese que casi le mata.

Un sonriente -sí, sonriente- rubio de llamativos ojos dorados. Juraba que parecían brillar por voluntad propia. Delgado. Sí, podía ver perfectamente su cuerpo con tan sólo esos pantaloncitos negros que no llegaban ni a sus rodillas y…su ombligo.

Sin querer lo estaba viendo de arriba-abajo. Esa camiseta no le tapaba lo necesario.

¿Tendría frío?

 

—    ¿Tienes frío? –sin querer preguntó lo que pensaba.

 

Negó.

 

Esperó que dijese algo pero no parecía ir a eso así que…sonrió de medio lado hizo una reverencia y siguió en su trayecto. Su hogar estaba ya a tan sólo una cuadra.

Sólo transcurrió un escaso minuto más antes de que se volteara, completamente seguro de que lo estaba siguiendo. ¿Qué clase de loco sería?

 

—    ¿Me estas siguiendo? 

 

Y no había nadie.

Consideró por un momento que había alucinado y que aquello que el enano le había dado le estaba haciendo alguna clase de efecto secundario retardado.

Lo maldijo.

 

Nya ~ Nya

 

Y ahora sí, lo podía ver.

Un gato. De pelaje claro, larga cola y orejitas puntiagudas moviéndose graciosamente. El felino pasó entonces a meterse entre sus piernas, frotándose contra una mimosamente y dedicándole pequeñas miraditas. Su ojo derecho con una marca roja atravesándolo.  

Mh…cola larga. Marca roja.

 

Ah…ya.

 

Yuu ignoró el ronroneo y apuró sus pasos.

Y justo como dedujo.

 

Nya ~ Nya

 

Unos finos brazos envolvieron su cuello. 

Más ronroneos y el rubio ahora frotaba su nariz contra su cuello.

Mierda y más mierda.

Se quedó quieto.

Pudo apreciar la puerta de su casa a tan sólo unos metros y también el firme agarré. A su olfato llegó entonces su aroma. Bastante dulce. Muy dulce.

Mierda y más mierda.

No tenía duda ya.

 

—    ¡Hey…Hey! –llamó suavemente tratando de deshacerse del abrazo.

 

El rubio lo miró, sus curvados labios, curvados y voluminosos. Brillantes y rosaditos.

Sacudió la cabeza.

 

—    ¡No me sigas! –exclamó serio.

 

Y ahora que lo veía bien sabiendo lo que era pudo ver esas orejitas en su cabeza bajarse, sus manos entrelazarse, su labio inferior temblar, y esa…esa cola enrollarse en su cintura.   

 

 

Su madre se lo dijo una vez, sin que su padre escuchara. No todos eran criaturas terroríficas como las personas decían. Ella lo sabía y podía asegurárselo. Nunca le preguntó cómo, sólo creyó en ella. Era su madre, nunca le mentiría.

¿Podría ser ese rubio, que parecía más bien un niño perdido, una criatura aterradora y sanguinaria?

¿Podría ser una excepción? Como decía su madre.

 

—    Si…si tienes frío entonces… –los dorados ojos le enfocaron Digo…es por eso que buscas una casa ¿No?

 

Asintió enérgico.

 

Mierda Yuu ¿En serio lo harás?

Su madre se lo había contado también. Por un tiempo pensó que había sido un sueño ya que era una de esas tantas historias que le contaba antes de dormir. Ella había tenido uno a su cuidado cuando era más joven. Lo describió como el ser más tierno y mimoso. Como un simple gatito que buscaba compañía. Si mal no recordaba ella lo llamaba…Tora. Lo primero que pensó era “¿Sí es tan lindo e inofensivo por qué el nombre tan fuerte?” ella le contestó eso mismo. “Porque lo es”.

Y si hacía memoria, si escarbaba profundo en sus recuerdos, podría recordar que el día en que la mujer murió alguien completamente desconocido para él estuvo mientras le daban el último adiós en el cementerio. Era alto, de cabello negro y…de verdosos y brillantes ojos.

Brillantes porque lloraba.

Eso es algo que nunca olvidaría por alguna razón. Aunque no supiese nada más.

Siempre recordaría al sujeto de increíbles ojos junto a los relatos de su madre. Porque aunque no lo pudiera confirmar, darle su rostro al “Tora” de su madre se le hacía ideal.

 

—    El invierno se acerca…

 

Su voz se escuchó como un murmullo.

Era por eso ¿A los gatitos no les gustaba el frío?

Oh, vamos Yuu.

Él no es un gatito.

 

—    ¿P-puedo~nya?

 

Su suplicante voz…

¡Mierda! ¡Esa voz…!

¡Joder! ¿De verdad pensaba ofrecerle cobijo?

No…más bien ya lo había hecho.

 

 

**

 

 

Estaba aburrido. Totalmente aburrido. Ya tenía la pancita llena así que decidió ponerse a merodear por ahí. La noche estaba despejada así que no había problema.

Su estilizado cuerpecito -para ese momento- pasó entre los barrotes de aquella verja y siguió con pequeños pasos hacia la calle. El adorno en su cuello sonaba mientras avanzaba.

Debía buscar pronto un lugar para refugiarse, pero para su mala suerte la gente no esperaba a los de su clase exactamente con las puertas abiertas.

Lástima.

Igual y se las arreglaría para que así fuese. No era sólo para él. Era un neko con responsabilidades y las cumpliría.

Lamió su patita y se apresuró.

No había nadie por ahí y las puertas y ventanas que encontraba estaban cerradas. Siguió paseándose por ahí hasta que sus afilados ojos se encontraron con aquella figura. Un hombre caminando al otro lado de la calle.

Y sus orejas siempre atentas le avisaron que no era lo único por ahí.

Se apartó rápidamente trepando sobre una pared cuando un can pasó gruñéndole.

Maulló.

Vaya que había estado cerca. ¿Debería ir mejor con su verdadera apariencia?

No, no sí quería encontrar refugio.

Se rascó detrás de las orejitas con ambas patas inclinándose y recordó. Su ágil vista buscó rápidamente al sujeto.

Lo intentaría.

Alguien debía ceder.

 

 

Y utilizó todo su arsenal de lindos gestos, ronroneos y pucheros en forma humana para convencerle.

Hasta él mismo se sorprendió cuando aceptó.

 

—    ¿En serio puedo~nya?

 

Volvió a asentir.

 

 

~

 

 

Yuu se mordió el labio.

 

—    Pero tienes que hacer lo que yo diga y no dejarte ver por nadie más.

 

Era como una aventura. Podría saber ahora que se sentía. Podría experimentar por su cuenta aquello de lo que su madre siempre le habló.

Sí, era sólo eso. Una pequeña aventura a la que se embarcaba. Un deseo infantil.  

Emoción del momento. Impulso.

Lo que fuese…

 

 

—    Soy Yuu –luego de caminar unos cuantos pasos se detuvo y volteó recordando ese detalle.

 

—    ¡Uruha~nya!

 

 

Gato tenía que ser.

 

 

***

 

 

Los Bakenekos eran gatos monstruos, como literalmente los describía su nombre. Demoníacas criaturas que alguna vez fueron simples animalitos hasta antes de alcanzar el siglo de vida. Caracterizados por esas colas largas y principalmente aquellas marcas rojas en alguna parte de su cuerpo, marcas que eran el comienzo de su transformación. Podían hablar, tomar forma humana. Algunos creían que poseían poderes mágicos y muchos decían que comían personas para sobrevivir.

Por eso eran temidos.

Por eso nadie quería estar cerca de uno durante la noche que era cuando debían alimentarse.

Por eso eran tan solitarios.

 

 

Uruha admiraba la bóveda celeste brillante con estrellas, abrigado con las mantas. Siempre le había gustado hacerlo, desde que recordaba. Cuando era tan sólo un minino mimado de aquel templo.

Yuu se acercó y terminó por cerrar la ventana.

 

—    Hace frío…

 

Asintió.

 

—    Dormirás ahí hoy –señaló el rincón donde estaba mientras se metía en su propio futon- Mañana prepararé la habitación de al lado para ti.

 

Uruha cerró los ojos, deseando por último que ‘ellos’ le hubiesen hecho caso y se abrigaran bien también. Ya los buscaría al siguiente día.

Ains…hacía tiempo que no dormía tan bien.

A su nariz llegó entonces su aroma. Yuu olía muy bien… su cuerpo se fue relajando cada vez más.

Se podría acostumbrar a eso.

 

~

 

Yuu sólo cerró los ojos cuando el sueño le venció.

No supo cuanto tiempo pasó pero…dejar de ver aquel rostro era de verdad difícil.

 

 

 

CONTINUARA

~Grezz~

 

 

 

Notas finales:

Gozo mucho escribiendo esto...

¿Qué tal nya~? ¿Disfrutaron la lectura?

Amo el Aoiha ¿Opiniones?

¡Gracias por leer!

~Grezz

PD: Sé que tengo fics pendientes (y los actualizare sin problemas) sepan que esta historia está bastante adelantada. Así que si les gusta la actualizare rápido.


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