Aoishii nya ~
II
Al siguiente día, Yuu fue despertando de a pocos.
Sentía algo en su rostro. Algo húmedo. Le hacía cosquillas.
Rió bajito y cuando estuvo más consciente de su alrededor terminó por sentarse de golpe.
— ¡¿Qué haces?! –podía jurar que sus mejillas ahora estaban rojas.
Debido al movimiento, Uruha que estaba en su regazo -e inclinado sobre él-, fue a dar al suelo.
El rubio aún así, sonrió.
— ¡Ya amaneció~nya!
Aoi lo pudo comprobar por la claridad.
— ¡No tienes porque hacer eso!
— ¿Mh…? –lo miró como si no entendiera.
Aoi sacudió la cabeza y suspiró volviendo a acostarse.
Se suponía que su hermano estaría llegando para el mediodía así que tenía que apurarse.
— Te enseñare los lugares a los que puedas ir en la casa. Y los que no te muestre están fuera de discusión ¿Entendido?
— ¡Nya!
Qué lindo...
¡Joder! ¡No!
Su hermano se la pasaba en su habitación y en la sala de té prácticamente siempre así que no habría mucho problema y dudaba que si le pedía el favor Hana-san fuera a delatarlo.
Luego de mostrarle y hablar con la mujer que pareció más bien encantada por tener a “alguien” así. Lo llevó otra vez a su habitación y le dijo que esperara mientras le buscaba que comer.
— ¡Trae mucho~nya!
— ¿Ah? Sí…
Cuando le llevó lo que creyó suficiente, más un poco más añadido por la amable mujer. Uruha lo tomó todo juntándolo en una mantita hasta ponerse en pie.
El rubio lo miró por un momento, dudando.
— ¡Como solo ~nya!
Y sin más salió.
Yuu ni se molestó en ver hacia donde iba.
Los gatos eran así ¿No?
Ay Yuu… ¡Él no es un gato!
Se concentró en su guitarra.
Fue ya cerca del mediodía que Uruha apareció.
Y su hermano también.
El hombre caminaba por el pasillo hacia su habitación luego de saludar a Hana.
Uruha se había sentido atraído por su presencia y quería verlo.
Yuu casi sintió sus ojos salírsele cuando vio que el rubio iba tras su hermano.
El agite a su espalda le instó voltear y cuando lo hizo se encontró con Aoi cerrando una de las puertas a su izquierda.
— ¡Nii-san!
Mh…
Yuu lucía tan nervioso. No quería que se enterara de algo. Y lo sabía por como respiraba y sonreía forzadamente. Años de vivir juntos.
— ¿Tuviste un buen viaje?
— Sí.
¿Eso es…?
El mayor de los pelinegros sonrió suavemente de lado, cuando vio como la puerta se deslizó un poco.
— ¿Quieres té?
Yuu negó rápidamente.
— Bueno, espero verte en la cena ¿O tienes trabajo?
— Hoy no.
Asintió.
— ¡Yosshio-san! Su té está listo.
Hana se acercó al hombre.
— Gracias Nana-chan –se fue con ella. La mujer de seguro le pondría al tanto de lo que había pasado en su ausencia.
Yuu giró los ojos. Su hermano la llamaba así desde niños.
~
Hacia una bonita tarde.
Aoi le dio el vaso de leche y un poco del dulce, dejándolo sentado ahí. Él mientras, se concentró en repasar aquellas melodías en las que había estado pensando últimamente.
Y todo fue tranquilo.
Tranquilo hasta que Uruha se fijó en aquel lindo peluche de patito que estaba cerca de él.
(Regalo de broma en uno de los cumpleaños de Yuu por parte de su hermano)
Lindo patito. Lindo. Sus ojos quedaron instantáneamente embelesados.
Aoi volteó ligeramente al sentir aquellos movimientos.
Su quijada casi se pudo caer al ver al…a Uruha, rodando y ronroneando con aquel muñeco.
Se fijó en el frente otra vez.
“Sólo ignóralo”
Claro, eso sería fácil si luego de un rato el otro no hubiese chocado con su espalda en medio de su juego.
Cuando volteó nuevamente, ahora podía apreciar al pequeño minino rodando más que feliz con el peluchito sujetado por sus cuatro patitas esponjosas. Abriendo su boquita y mordiendo suavemente la cabecita del peluche.
No, no se podría concentrar así. Sintiendo el rostro caliente se puso en pie sin volver a mirar el “jueguito”
Caminó normalmente hacia la puerta y salió.
Toda su firmeza desapareció en cuanto ya no estuvo a la vista de Uruha.
(Y no es como que le fuera a prestar atención de tan entretenido que estaba)
¿Qué le pasaba? ¿Nunca había visto un maldito peluche? ¡Joder! Debió botarlo cuando tuvo la oportunidad.
O simplemente no haber invitado al felino.
La primera opción le pareció más valida.
Con su guitarra en mano se fue a otro lado a continuar su práctica.
~
“Aoi”
Escuchó el llamado de su hermano. Aquel nombre que le había dado cuando ambos eran más jóvenes aduciendo que como los suyos se parecían mucho cuando a veces sólo le llamaban Yo.
El mayor caminaba con su exquisito kimono negro y estampado hacia el patio trasero de la casa. Una vez fuera, pudieron apreciar las brillantes lucecitas iluminando todo el cielo.
¡Se había dado cuenta! ¡Se había dado cuenta! -pensó con temor
Yuu no sabía cómo le iba a explicar acerca de Uruha.
— Voy a ir a Kioto este invierno. Lo pasaré allá, el padre de mi prometida me ha invitado.
— Ah…
¡¿No lo ha notado?! ¡¿No lo ha notado?!
— Espero que igual la pases bien aquí –los ojos oscuros del mayor se clavaron en los suyos, iguales- Confió en que sabrás sobrellevar cualquier cosa que ocurra en mi ausencia –asintió- Bien.
Yuu creyó poder respirar tranquilo al fin.
Creyó…
— Por cierto… ‘’Ellos” necesitan cuidado especial. Se precavido –y sin más entró dejando al pelilargo con la boca abierta.
¡¡¡Se dio cuenta!!!
— Ah…
Su hermano le había sonreído como cuando lo ayudaba a completar alguna travesura de niños.
~
Uruha sonrió cuando lo vio entrar a la habitación.
Cerró la puerta rápidamente y se metió bajo las sábanas de su cómodo futon sin decir más nada.
Aoi volvió a salir luego de encontrar aquel licor que Ruki le había mandado, en fin de ir a despedirse de su hermano.
El rubio espero por ello.
Un buen apretón de manos, una sonrisa.
Yosshio ensanchó más su gesto y terminó por apretarlo en un fuerte abrazo.
— Dale mis saludos, nii-chan –respondió el gesto.
— ¡Cuídate Yuu! Cuando vuelva espero verte en una pieza –y sin más se fue.
Y mientras Aoi lo veía alejarse desde la puerta, tres sombras se colaron a la casa aprovechando la distracción.
****
Ruki entrecerró los ojos y avanzó un poco más. Adentrándose en la oscuridad que envolvía aquel entorno.
¿Por qué? Ni él mismo lo sabía.
Perdió de vista su hogar a medida que se alejaba.
Fue mientras quitaba las ramas que siseó adolorido al haberse clavado las espinas de uno de los arbustos en dos de sus dedos.
— La sangre tiene un particular aroma. En algunos es normal, en otros repugnante y en pocos… -esa voz parecía acercarse más a él a cada sílaba que pronunciaba- exquisita.
Un escalofrío recorrió su espalda y lentamente se volteó.
Ahogó un jadeo al ver quién era.
Más bien, lo que era.
Se vio rodeado entonces.
Aquel “animal” daba pausados pasos a su alrededor.
Sus colmillos a la vista siendo lamidos por su aguda lengua.
Su cola moviéndose grácil y juguetona con el aire.
Su pelaje oscuro brillante. Sus ojos negros y afilados enmarcados en rojo.
Ruki iba a hablar. No sabía que iba a decir pero iba a hablar.
Pero antes de que cualquier sonido dejara su garganta ya estaba en el suelo.
Un peso extra sobre él lo aprisionaba allí, presionando sus hombros.
— ¡Ah…! ¡Quítate!
— Mh… ¿Qué dices?
No era una persona sobre él. Pero podía escuchar claramente sus palabras.
— ¡Lo que escuchaste! –no lo podía ver bien a pesar de la cercanía, sólo aquellos increíbles ojos resaltantes en la oscuridad.
— ¿En serio tratas de darme una orden a mí?
Sintió aquel aliento caliente, muy caliente, acariciar su cuello.
— ¿Debería comerte?
¿Co…?
¿Qué…?
CONTINUARA
~Grezz~