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Il Castrati por One_FluffyMaknae

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Notas del capitulo:

Hola~

Esto, es un regalo de cumpleaños especialmente escrito para mi Cosa favorita, Mi Suho pequeño~ <3


Felicidades enana! Tomalo como un regalo atrasado que tambien sirve como celebracion por el comeback de Heechul!

Il Castrati [WonKyuChul]

 

 Castrati / Castrato: es la denominación que se utiliza para referirse al cantante sometido de niño a una castración para conservar su voz aguda. El resultado de esa poca ética intervención quirúrgica era una espectacular voz que mezclaba el colorido timbrico masculino y femenino. Poseía la potencia propia de un hombre y, a la vez, tenía una gran ligereza y capacidad para hacer agudos portentosos como una mujer.

 

*-*-*-**--**-*-*-*-*-*

 

 

Lo recuerda, claro que lo recuerda. Con una precisión que lo aturde, que lo sume en la mas profunda desesperación cada vez que aquellas imágenes de su pasado le asedian.

 

Su familia era pobre, y él en su infantil inocencia solía dedicarles pequeños retazos de canciones que había escuchado en sus escapadas a la ciudad, en un intento vano de sacarles una sonrisa.

 

Ese, fue su mayor error.

 

Kyuhyun tenía solo diez años cuando su camino se entrelazo irremediablemente con Kim Heechul. 

 

De aquel muchacho que solo lo superaba en cinco años, emanaba un sentimiento cercano a la tristeza. Semejante a la tristeza. Aquel joven arrogante emanaba una violencia que Kyuhyun rara vez había conocido y que llegaría a conocer.

 

Su madre le insto a cantar frente a el en ese entonces desconocido. Con una obediencia admirable lo hizo. Canto, canto como lo hacia para su familia, con el sentimiento florando por sus cuerdas vocales. Llenando los espacios vacíos con su voz, dejando fluir las notas con total libertad a través de su garganta.

 

Y cuando abrió los ojos, vio como todos derramaban lagrimas a su alrededor. Lo lamentó de inmediato. Aquel hombre sombrío era capaz de cualquier cosa.

 

Los hombres de trato amable que lo habían arrancado de los brazos de su madre le pidieron que cantara para ellos. Después, como premio, le dieron vino tinto mezclado con abundante miel.

 

Su vista se nublo, su conciencia parecía estar en otro lado y solo podía sentir las manos de esos hombres acariciando su nuca mientras lo sumergían en una enorme bañera llena de agua caliente.

 

Cuando lo sacaron de la bañera y lo ataron con correas a una mesa, estaba casi dormido.

 

Cuando notó el cuchillo abrió los ojos y gritó.

 

Pero junto a él una voz dulce y reconfortante le habló al oído, reprendiéndolo con cariño.

 

-          Kyuhyun, pequeño kyuhyun….Shhh…nada malo te pasara…

 

 

Esa noche despertó entre sábanas blancas como la nieve, como su piel.

Bajó de la cama, pese al dolor que procedía de aquel pequeño vendaje de la entrepierna, y en el espejo se encontró ante un niño, un niño que nunca antes había visto.

 

Aquel eterno niño en el cual se había convertido esa noche, bajo los suaves arrullos de un desconocido.

 

El recuerdo de todo aquello nunca le abandonó.

 

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Castrati

 

Él era parte de ese selecto grupo admirado y despreciado a partes iguales.

 

El traje negro con cinturón rojo que le hicieron vestir era la prenda más hermosa que sus manos habían tocado y apenas podía creer que iba a quedarse allí, a cantar e interpretar música para siempre.

 

Con el traje inmaculado y sus cabellos castaños y brillantes, se sentía orgulloso de ser uno de ellos.

 

Durante años su vida transcurrió apaciblemente. La disciplina del conservatorio no suponía ningún sacrificio para él. Tenía una voz de soprano que podía quebrar el cristal, garabateaba melodías cada vez que le daban un lápiz y aprendió a componer antes que a leer y a escribir.

 

Pero todo se pudre. Se degenera. Se corrompe. En especial la inocencia.

 

Heechul lo observaba, cada noche, en cada presentación. El joven Patricio, no despegaba sus felinos ojos de su figura. Lo escudriñaba, lo analizaba, lo admiraba con una pasión que no intentaba ocultar.

 

Kyuhyun lo sentía, sentía como su mirada oscura lo acariciaba sobre sus ropajes. Era casi como si sus delicadas manos se pasearan por su menuda figura, con una intensidad tal, que muchas veces quiso correr.

 

Tenía miedo, un terror arraigado a su alma, un pequeño vestigio de inocencia tardía que se aferraba a su alma. Su joven dueño lo deseaba, y él lo sabía.

 

El tiempo se escurría entre sus dedos, las distancias casi no existían. Los naipes no se barajan solos, y Heechul había comenzado el juego.

 

 

Cuando la oscuridad cayó, lenta y lánguidamente. Kyuhyun se encontró recorriendo un largo pasillo que discurría ante habitaciones desde hacía mucho tiempo desocupadas.

 

Las órdenes del Joven Patricio eran innegables.

 

Cuando llegó ante la puerta de Heechul, vislumbró la tenue figura del joven por el rabillo del ojo. Una luz plateada procedente de una ventana abierta iluminó las manos enlazadas del hombre.

 

Aquello era como un sueño. No obstante, le parecía más incitador y desatinado que cualquiera de los sueños que había tenido.

 

Durante un momento, Kyuhyun no vio nada; su respiración era ronca y vibrante.

Luego vio de nuevo aquellas manos luminosas en las que se concentraba todo lo que quedaba de luz, mientras desabrochaban la bragueta de los pantalones.

 

Así que el pecado secreto que él había imaginado era conocido y compartido.

 

No necesitó instrucciones.

 

El niño inmune de intocable esencia domino con pericia el arte de complacer a su dueño legítimo.

 

No estaba preparado para que aquello terminara de una manera tan brusca.

Y entonces la náusea que lo invadió, le obligó a apartarse al tiempo que se debatía por mantener los labios sellados y no expulsar el líquido que hace tan solo unos segundos había invadido su boca.

 

Las lágrimas le acompañaron en su agonía, agazapado contra la pared, escondía su rostro rojo por la vergüenza.

 

Y cuando reinó el silencio, Heechul rió.

 

-          Aprenderás…- le dijo poniéndose de pie-  Kyuhyun…Me has complacido a costa de tu voluntad y tu alma. Eres mió, desde hoy hasta el día que yo decida lo contrario.

 

No se quejo. No se lo reprocho. Tampoco se enfado. Nunca podría

 

Simplemente trago el amargo líquido que todavía mantenía cobijado contra su lengua, dio una suave reverencia y abandono la habitación.

 

La inocencia no se pierde, se roba.

Notas finales:

^^


Reviews son amor ....y de pao sirven para apurar la actualizacion~ XD


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