Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un día como hoy. por Daomine

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, yo sólo soy la creadora de esta cortita trama.

Notas del capitulo:

Hoy, es importante.

Hoy, lo diré.

Y quiero que me creas.

Me acerco a ti, temeroso.

Quiero decirte algo importante, ya es tiempo de hacerlo, me quema por dentro y debo soltarlo. Es algo que sé desde hace años, pero que no he sido capaz de admitir.

Por vergüenza.

Por orgullo.

Por miedo.

A veces, por ninguna razón en especial.

El suelo cruje ante mi peso y levantas la vista.

Me miras, intrigado. No estás acostumbrado a que me acerque y se nota, tus ojos me miran curiosos.

Siempre pensé que eran preciosos, especialmente el brillo que adquieren cuando me miras.

Me preguntas qué quiero y si me puedes ayudar en algo.

Me sonrojo, se me traba la lengua y apenas logro murmurar unas cuantas palabras sin sentido. Te acercas a mí y me pides que lo repita: no me has entendido nada.

Respiro profundamente y, en vez de hablar, tomo tu mano y te llevo conmigo.

Debemos ir a casa, es tarde y hace frío.

Caminamos en silencio.

Yo, con el corazón a punto de estallar.

Tú, intentado comprender qué pasa por mi cabeza.

¿Cómo lo sé?

Tu rostro me lo dice.

Al acercarnos a  nuestros departamentos, te aprieto la mano. Estoy nervioso, me sudan las manos y de seguro ya lo notas.

En el ascensor, me vuelves a preguntar qué es lo que pasa y yo, asustado, digo que nada.

No me crees y me acercas a ti, impaciente.

Te sonrío, intentando tranquilizarte.

Se abre la puerta, salimos.

Te deshaces de mi agarre y te diriges a tu departamento. Sin embargo, lo impido abrazándote por detrás.

No.

Hoy no.

Hoy te quedas conmigo.

Y porque yo quiero.

Una vez dentro, no aguantas más y me agarras el mentón, examinando mis ojos.

Cierro los ojos y te beso en la nariz.

Debes esperar, confiar en mí.

Sé que siempre termino huyendo, pero no hoy.

Entrelazo mis dedos a los tuyos y te llevo al sillón de mi sala de estar.

Me siento a tu lado y escondo mi rostro en tu pecho. De manera torpe, me envuelves con tus brazos y sonrío, no estás acostumbrado a que yo dé el primer paso.

Alzo el rostro y te regalo mi mejor sonrisa.

Hoy, hoy lo diré.

Pero, tú tienes otros planes.

Me acaricias el cabello y me besas.

Me gusta.

Me gustan tus labios contra los míos, me gusta el sabor de tu lengua recorriendo el interior de mi boca, me gusta tu respiración jadeante.

Me gusta que susurres mi nombre.

Me gusta que muerdas el lóbulo de mi oreja.

En cuanto siento tu mano en mi entrepierna, gimo.

Bajito.

Y, también, tiemblo.

Con miles de mariposas en mi interior, te beso.

Y tú, estático, me miras sorprendido.

Vuelvo a sonreír.

Me gusta esa expresión, también.

Con mis dedos temblando, acaricio tu rostro, tu nariz, tus labios.

Con mi lengua saboreo tus orejas, tu cuello, tu clavícula.

Tu piel sabe bien, es cálida y suave.

Me vuelve loco.

Comienzas a acariciarme más rápido y yo cierro los ojos.

Siento calor.

Me quema, me devora.

En un abrir y cerrar de ojos me llevas a mi pieza y me tumbas en la cama.

Te alejas un poco, para mirarme.

Me avergüenza.

No quiero que me veas así.

Sin embargo, ya no me importa.

Me levanto y te acerco a mí nuevamente.

Mis manos, curiosas, comienzan a recorrer tu cuerpo, que ya conozco tan bien.

Acaricio tu pecho, tu abdomen y, con un sonrojo enorme, la deslizo bajo tu ropa.

Sonríes.

Y yo, cierro los ojos.

Está duro y eso me avergüenza.

Lo toco, con cuidado.

Te escucho gemir,  y adoro eso.

Son tan pocas la veces en la que puedo escucharte que quedo hipnotizado por un momento, mirándote embobado.

Déjame oír más de tus gemidos.

Por favor.

Me arrodillo y me acerco a ti. Te quito los pantalones y la ropa interior.

Lo veo, muy cerca de mí.

Me gusta, también.

Con cuidado, lo beso, lo toco, lo saboreo.

Te estremeces.

Sigo con lo mío, cada vez más rápido.

Siento cómo se calienta, cómo crece.

Sonrío, ladino.

De repente, siento mi boca llena.

Sin perder tiempo, trago tu esencia y te miro.

Por primera vez, ocultas el rostro de mi mirada.

Estoy sorprendido al entender el porqué: estás sonrojado.

Tus orejas me lo dicen.

Ah,  y también tu cuello.

Están de un color rojo hermosísimo.

Me tomas por el mentón y me levantas, quieres besarme. Lo haces lentamente, atrapando mis labios apenas dejándome respirar. El superior primero, el inferior después.

Me muerdes.

Una y otra vez.

Luego de eso, me abrazas y me acercas a ti.

Gemimos al mismo tiempo al sentir el miembro del otro y, inconscientemente, comienzas a mover tus caderas en contra de las mías.

Ya no aguanto más.

Me acerco a tu oído y susurro tu nombre.

Te pido que me lo hagas, como siempre.

No me haces esperar y, nuevamente, me tumbas en la cama.

Poco a poco, lo siento.

Está ahí, muy caliente.

Y quiere entrar.

Apreto los dientes, conteniendo los gemidos que se agolpan en mi garganta. Sin embargo, me pides que no lo haga, quieres oírme.

Empujas lentamente, y por eso sé que estás nervioso. Nunca dudas en cómo hacerlo, pero hoy sí.

Sabes que algo ocurre.

Alargo mis brazos y los enrosco en torno a tu cuello, te beso.

Cierro los ojos al sentirlo: está dentro de mí, al completo.

Comienzas a moverte, cada vez más fuerte.

Las lágrimas se agolpan en mis ojos, pero no por dolor, sino por placer.

Hoy se siente muy bien.

Te pido que lo hagas más y más rápido.

Hoy quiero sentirte al completo.

Me obedeces y, en mi oído, jadeas mi nombre.

Una.

Dos.

Quince veces.

Me contraigo al sentir tus espasmos, estás en tu límite. A los pocos segundos, ya lo noto: estoy lleno de ti. Quieres salir de mi interior, pero no te lo permito.

Hoy, no.

Hoy te quiero dentro de mí.

Deslizo una de mis manos hacia abajo.

Con delicadeza, acaricio tus testículos en un masaje suave.

Te estremeces y me llamas pervertido, pero no te importa, es más, te gusta.

Me rio.

 Susurro tu nombre y comenzamos otra vez.

Lo hacemos muchas, muchas veces.

Me besas hasta hincharme los labios y yo hago lo mismo con los tuyos.

Amo cada parte de ti.

Amo tu mirada.

Amo tu sonrisa.

Amo tus largas pestañas.

Amo tus grandes manos que me aman hasta el límite.

Amo tus labios.

Amo tu lengua.

Amo tu lujuria.

Amo tu desesperación al tratar de transmitirme cuánto me amas a través de tu cuerpo.

Amo tus gemidos, tu voz.

Amo tus arranques de mal humor.

Amo tu cara por las mañanas.

Te vuelvo a besar y, en un abrazo, te lo digo.

No lo puedes creer y me miras, sorprendido.

Lo vuelvo a decir, quiero que me creas.

Y tú, abriendo los ojos a más no poder, te quedas estático.

Lo digo de nuevo.

Ríes.

Me acaricias el cabello y yo rio contigo.

Lo dije, al fin.

Te amo, Masamune.

Notas finales:

Algo que salió de la nada, espero lo disfruten.

Quizás, si es bien recibido, escriba más fragmentos, no sé. Soy feliz en todo caso, al publicar algo de esta pareja tan bonita.

Un abrazo a todos/as.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).