Vestidores
Gotas de sudor caía por su pecho y frente, su respiración que trataba de tranquilizarse, su pecho subía y bajaba al mismo ritmo que el de su compañero, volteo a verlo y le sonrió, era la primera vez que había sentido estas extrañas corrientes eléctricas. El otro lo miro tiernamente y le devolvió el gesto, empezó a tocar el pecho de su amante, sus manos volvieron a recorrer aquel cuerpo que recorrió anteriormente, al igual que sus labios, que se encargaban de hacer un pequeño camino de besos, esto hizo que se excitara cada vez más, suaves jadeos y gemidos o se hicieron esperar, su cabeza era echada hacia atrás, y su rostro sonrojado, era una vista espectacular para su acompañante, el muchacho agarro los hombros del más bajo y lo jalo hacia él, robándole un suave y tierno beso en los labios.
—Quiero sentirte otra vez —susurra excitado, esto hizo que se prendiera cada vez mas lo volteo, poniéndolo frente al gran espejo.
—Mírate, me encanta cuando te sonrojas cuando lo hacemos —su acompañante no pudo evitar sonrojarse por el comentario, le rodeo el cuello y empezó a besarlo apasionadamente.
¿Cómo habían llegado a esta situación? Pues todo empezó esta mañana.
Flash Back:
La mañana era calurosa, se encontraba mirando cada tienda del gran centro comercial, nada captaba su atención, sus cabellos largos y ondulados, su mirada coqueta, su cuerpo bien formado hacían que los demás a su alrededor lo miraran con deseo, esto incomodo al muchacho que se metió a la primera tienda que encontró. Al ver a su alrededor vio que se encontraba en una tienda de ropa, por lo que pudo notar estaba todo lleno, eso le dio curiosidad así que empezó a ver cada prenda, un joven se le acerco a él y en tono amable le pregunto— Buenos días, bienvenido a nuestra tienda desea algo en especial para que lo ayude –por su acento se percato que o era de su país, lo examino de pies a cabezas, para luego sonreír.
—Claro, muchas gracias joven…
—Camus —completo de decir el más joven con una leve sonrisa, el peliazul, en silencio, empezó a seguir a su acompañante.
— ¿Y usted? —escucho que lo hablaban y reacciono rápidamente.
— ¿Disculpa? —intentaba recordar que era lo que estaban hablando.
—Su nombre señor, se lo pregunte hace como 10 minutos —el tono de Camus era divertido y suave, esto hizo sonrojar al mayor.
—Milo —el francés sonrió por el nombre, eligieron dos conjuntos de ropa y fueron hacia los probadores, salió del probador y espero a que su cliente terminara de desvestirse para pasarle la primera prenda.
Una vez listo el griego lo llamo, el francés se sonrojo por ver al griego e bóxer. Este no se percataba del sonrojó del galo, algo dentro del menor hizo que sintiera calor, escucho que el mayor le pedía ayuda con la prenda, el se acerco y se deleito con la suave piel bronceada de su acompañante.
Se mordía el labio inferior evitando gemir de placer por tocarlo, el griego se percato de eso y volteo a verlo.
— ¿Estas bien? —pregunta preocupado, el sonrojo se hizo más intenso, no lo aguanto más y le robo un beso, el griego sorprendido, poco a poco le empezó a corresponder el beso.
Al principio fue un beso tímido, pero después se fue transformando en uno más pasional, lo apoyo en la pared, metiendo una pierna entre las del galo, empezó un vaivén rozándose mutuamente, sintiendo lo duro que estaban ambos, el griego empezó a desabrocharle la camisa, mientras ambos se repartían pequeños besos húmedos, una de sus manos cerró la puerta con seguro, mientras la otra acariciaba el pene erecto del menor por encima de la ropa, haciendo que de sus labios salieran varios gemidos ahogados.
Camus se mordía el labio inferior, estaba excitado, bajo hacia el bóxer del griego y le empezó a quitar lentamente, viendo el erecto miembro de su ahora amante, empezó a lamer la punta, para luego seguir co todo el largo del pene, Milo gemía roncamente, sintió su cuerpo desfallecer cuando sintió que su miembro era succionado, el liquido pre seminal se hizo presente, cogió a Camus de los hombros y lo volteo, metió tres dedos en la boca del galo, y le dijo que los chupara, este obedeció, lamiéndolos como si de un dulce se tratase, una vez listo, metió el primer dedo, empezando a moverlos, para luego el segundo y el tercero, una vez listo, los reemplazo co su enorme y erecto miembro, metiéndolo suavemente en esa virgen y estrecha entrada, volvió a gemir roncamente al sentir los anillos de carne apretar deliciosamente su pene.
Empezó su vaivén de manera lenta y suave, Camus movía sus caderas sensualmente, mientras le pedía que fuera más rápido, este obedeció y empezó a moverse más rápido y fuerte, el galo gemía de placer por cada estocada que le daba Milo, la mano del griego fue hacia su miembro y empezó a masturbarlo, el francés sintió que estaba en el paraíso, las manos del griego eran mágicas, no lo resistió mas y se derramo dentro del peliazul, mientras el se derramaba dentro del francés, llegado juntos al orgasmo.
Fin del Flash Back
Empezó a penetrar a su amante suavemente, mientras se deleitaba con cada gesto que este emitía, era sumamente delicioso, mordía el delicioso cuello del francés, dándole leves mordidas, mientras se movía cada vez más fuerte, un gemido ronco se hizo presente mientras se movía, y como la primera vez se derramo en la mano del mayor, mientras este en el interior del menor, quedando de nuevo exhaustos.
—Creo que esto es demasiado —jadeo— siento que se me saldrá el corazón —lo abrazo tiernamente- Se que esto es pasajero Milo, pero quisiera que fuéramos algo mas —susurra.
— ¿Pasajero? —Susurro, volteo a Camus y le regalo un beso- Ahora que conocí a mi alma gemela, ¿crees que la dejare ir? —Sonreía coquetamente, mientras seguía besando los labios del menor- Quiero que solo seas mio y de nadie más.
El francés sonrió y se apego más al griego.
—Entonces ya somos dos —susurra, se empieza a escuchar los pasos de las personas, al parecer los gemidos y jadeos de ambos llamaron la atención de los clientes, eso hizo que ambos sonrieran traviesos.
Se regalaron el último beso y se pusieron sus ropas lo más rápido que pudieron, Milo compro las prendas que se probo, ya que ahora no podía devolverlas, ambos se sonrojaron y Camus le dio junto al recibo, justo a tiempo cuando termino su turno, el griego sonrió y se lo llevo.
Fin