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Demone Servitore por SorarioOmoe

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Notas del fanfic:

No es el típico fanfic donde el sirviente le da duro y por  detrás a su amo x'DD! Tampoco es el típico fanfic sobre mafiosos gays...  Yo solo quería escribir un drama con tintes sadomasoquistas.

Notas del capitulo:

Esta fue una idea fugaz que se me ocurrió y ojalá les guste, fue escrito y meditado con mucho amor hasta dar este resultado, será un fanfic de masho menos unos 20 capítulos si bien le va a este fic xD! 

 

Nunca olvidará el día en que conoció a su amo y dueño, tenía solo 8 años cuando el "Joven Napoli" y el "Señor Napoli", entraron en aquel orfanato con aires de grandeza y desprecio hacia todo lo que se encontrara en su camino. Desde ese momento lo supo, cuando el Joven Napoli lo señalo con su delgada mano y su fría mirada, aquel niño de 9 años, supo que estaría encadenado a él el resto de su vida.

- Buena elección,- habló el señor Napoli y los encargados del orfanato lo cargaron y lo metieron a una camioneta negra.

Lo siguiente que recuerda de aquel día fue la mirada de Andrea Napoli posada sobre él con curiosidad, un gran cuarto del tamaño del comedor de el orfanato, el cual no era tan grande para ser un comedor.

- ¿Por qué estoy aquí?- Chilló Ebe con un poco de miedo.

- Te compré,- soltó sin más Andrea,- no venías con nombre, ¿Cual es tu nombre?-

- Ebe-.

- ¿Solo Ebe?- Preguntó extrañado el más grande caminando hacia el más joven.

Solo ya estando más de cerca pudo conocer mejor a esa misteriosa persona, cabello castaño claro casi rubio, piel blanca y ojos verdes, muy delgado y de estatura promedio, todo el se podía decir era "promedio", pero simplemente no lo era, tenía algo que lo volvía simplemente a la vista... Único.

- ¿Apellido? ¿Segundo nombre? ¿Algo?,- se impaciento Andrea al ver como su "nuevo amigo" negaba con la cabeza.

- Solo Ebe-.

- ¿Y que clase de nombre es "solo Ebe"?-.

- En el orfanato no nos ponían apellido,- le hablo temeroso a Andrea viendo que este empezaba a impacientarse.

- De ahora en adelante serás Ebe Arlati, ¿De acuerdo?-.

- ¿Por qué?-.

- Pues porque me gusta ese apellico,- le respondió simplemente volviendo a sentarse en su cama mirandolo ahora con un poco de aburrimiento.

Contempló a su nueva propiedad, cabello más rubio que el suyo, de ojos azules y con la piel blanca manchada de adorables pecas en la parte de la naríz y abajo de sus ojos, no recordaba muy bien porque eligió a Ebe para estar a su servicio, solo sabe que fue un impulso y ahora lo tenía ahí frente a sus ojos en su habitación.

- Tu deber es hacer todas las cosas que yo no quiera hacer,- empezó a hablar Andrea con la completa atención de Ebe,- y jugar conmigo, no hacer que me aburra-.

- ¿Cual es tu nombre?,- le preguntó Ebe percatándose de que no sabía el nombre de aquella persona.

- Andrea Napoli,- le dijo este sonriendo levemente,- pero tu siempre debes llamarme "señor" o "amo", lo dejo a tu elección-.
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Ebe Arlati jamás olvidaría el día en que conoció a su amo y señor Andrea Napoli, heredero de una de las mafias más importantes de toda Europa, y probablemente la lider en Italia. Es más, lo recordaba siempre al despertar, justo igual que ese día cuando abrió los ojos al escuchar la alarma de su celular.

Ese día se levantó con singular pereza al saber que su amo no se encontraba en casa y no volvería hasta el anochecer. Después de su entrenamiento diaro en el gimnasio de su propia habitación y arreglarse salió de la habitación, se acercó al barandal pasando la vista por todas las personas que vivían allí en esa mansión, todos criminales al servicio de la mansión Napoli.

- Arlati,- escuchó su nombre y volteó hacia donde venía,- ha llegado él nuevo guardia del trabajo de campo-, se trataba de Jovan el mayordomo de la mansión.

Ebe observo alado de él a un joven de no más de 22 años, "todos los nuevos son iguales, esperando a salir al trabajo de campo y la mayoría son echos mierda por sus propios impulsos imbéciles de novato", sonrió divertido Ebe al recordar las palabras de su amo.

- Es un honor señor Arlati,- le dijo el novato mirándolo firme.

- Yo no soy ningún señor, al único que puedes llamar señor es a los jéfes Napoli, ¿Quedo claro?,- Le dijo Ebe de forma molesta con una mirada penetrante.

- S-si,- se intimidó un poco el novato al escuchar la firme voz de su superior.

- ¡Jajajajaja!,- río fuertemente Jovan al ver la cara de el novato,- los dejo solos Arlati-.

"Saldré fuera unos días con mi padre, el pobre diablo ya es un anciano dependiente, aunque es algo jóven, supongo que se lo merece el desgraciado", recordo Ebe las palabras de su amo cuando lo encontró haciendo sus maletas y se alegro de que ese día regresaba.

- Bueno sígueme,- le hablo con prepotencia al novato,- estas habitaciones son del señor Napoli y la de alado es mi habitación, cualquier emergencia se le dice a Jovan, nunca se nos interrumpe a mi y al señor, el amo salio unos días a visitar a su padre y regresará hoy aproximadamente a la hora de la cena, este es el comedor,- le dijo después de haber bajado las escaleras y llegar a un gran cuarto,- aquí todos comen incluido el señor, se le puede hablar solo cuando haya terminado de comer, esta es la sala de estar,- llegaron a otro lugar un poco más grande que el comedor con varias televisiones, billar, futbolito de mesa y demás cosas,- aquí puedes venir cada que estes aburrido...-.

- Una pregunta,- le hablo con timidez.

- ¿Cual?-.

- ¿Por qué el señor Napoli trajo aquí a vivir a sus trabajadores más importantes?-.

- El señor Napoli tiene la creencia de que sus trabajadores viviendo en la misma casa que su superior se crea un vínculo más fuerte y es menos propenso a traiciones una vez que su padre se fue de esta mansión lo volvió realidad y esta gente lleva viviendo aquí cinco años, exactamente 57 personas, los mejores asesinos, estrategas, espías y demás, entre ellos tu al parecer,- le dijo en tono despectivo Ebe mirándo de arriba abajo.

- El señor Napoli también se debía de sentir algo solo aquí,- dijo sin pensarlo el novato, ignorando el insulto, recibiendo una mirada de odio por parte de Ebe.

"Creía que ese campamento sería el infierno mismo, pero ahora me doy cuenta de que no hay peor lugar en este mundo que esta maldita mansión vacía, con este penetrante olor a sangre y la gente sin vida".

- Una cosa muy importante,- hablo Ebe con la pinta de haber olvidado algo de vida o muerte,- el sótano es un lugar prohibido, nadie entra y el que entra no sale-.

- ¿Por qué?-.

- Eres algo tonto, pero por algo llegaste hasta aquí, ¿Cual es tu nombre?-, se rindió Arlati al final.

- Russo Abadi-.

A penas había acabado de hablar cuando se escucho un fuerte golpe y todos los que habitaban la mansión detuvieron sus actividades para mirar hacia el largo pasillo donde al final de este estaba la puerta principal. Una recta y delgada figura en el marco de la puerta miraba la mansión con el ceño fruncido y una sonrisa pícara. Algunos de los presentes soltaron una divertida sonrisa mientras que los ojos de Ebe volvían a brillar disimuladamente.

- Ojala me hayan extrañado... Perras,- dijo con una sonrisa arrogante Andrea Napoli caminando por el largo pasillo con sencillesa con los saludos de su gente de fondo, siendo seguido por Jovan cargando sus maletas.

Russo al fin se encontraba enfrente de la persona que más había admirado, de quien había tantos rumores y leyendas. Era cierta cosa que decían, Andrea Napoli imponía un enorme respeto a pesar de su corta edad, y a pesar de su comportamiento tan amistoso con sus trabajadores.

- No te ves muy feliz,-le dijo Ebe conteniendo una sonrisa cuando tuvo al fin a su amo enfrente de él.

- No fue la mejor semana que he tenido,- Andrea volteó al lado de Ebe y viendo a una persona que nunca había visto ahí,- ¿Quien es él?-.

- Se llama Russo, es el reemplazo del anterior guardia de campo-.

- Oh si, un buen hombre, en paz descanse,- recordó Andrea algo aturbido por todos los deberes que tenía,- bienvenido a la familia Russo,- le sonrió Andrea.

- Muchas gracias señor,- definitivamente Andrea Napoli era mucho más apuesto de lo que la gente decía, en eso se equivocaban los rumores.

- Listo, ya puedes irte,- le dijo Ebe cuando notó la mirada maravillada del novato sobre su amo.

- Que grosero,- gruño Andrea al ver el comportamiento de Ebe.

- "No fue la mejor semana que he tenido",- repitió de forma algo burlesca las palabras que su amo previamente le había dicho.

- De verdad que estas insoportable Arlati,- Andrea posó sus labios cerca del oído de Ebe para susurrarle,- me ruegas por un castigo-.

- Me has tenido abandonado, es culpa tuya,- sonrió Ebe susurrando en voz tan silenciosa como la de su amo.

- Entonces solo necesitas un pequeño recordatorio,- sonrió de forma amplia y perversa Andrea,- te veré en el sótano.

Ebe miro a su amo alejarse mientras saludaba a varios de sus trabajadores y con algunos se quedaba platicando un rato entre risas. Una vez que Andrea desapareció de su vista lo siguió yendo hacia el conocido destino.

- No te dejes llevar por las apariencias novato, Ebe es un buen colega una vez que lo conoces,- escuchó Russo detrás de él.

- Si, solo que hoy estaba de un humor terrible por no haber visto a su amo por unos días,- escucho otra voz seguida de un par de risitas.

- ¿Amo?- Repitió Russo con curiosidad.

- Si, no es ningún secreto la relación que llevan "El Perro de la mansión Napoli" y su amo, aunque tampoco es algo que debas de decir enfrente de ellos-.

- ¿Y ese apodo?,- preguntó aún más curioso Russo.

- Ebe haría lo que fuera por el señor Napoli, hay algunos que incluso Ebe mató a su propia familia por su amo, te decimos todo esto para advertirte que el tema de la relación entre Andrea y Ebe nunca debe ser mencionado, es un tabú en esta mansión-.

- Al igual que el sótano,- apareció un hombre en el marco de la puerta apróximadamente de la edad del señor Napoli.

Todo mundo guardo silencio cuando el apareció y volvieron a sus actividades, aquel hombre alto de figura delgada y cabello negro y de facciones bastante atractivas avanzó hacia Russo hasta estar enfrente y esbosarle una sonrisa.

- Tienes que perdonarlos, hablan como viejas de fregadero cada que alguien nuevo aparece, me llamo Dangelo, soy el jefe del personal de la mansión-.

- Hola mucho gusto,- le sonrió Russo.

- Sígueme, te llevaré a tu habitación,- le pidió de forma cortez Dangelo,- supongo que el encantador Ebe ya te dio un recorrido por la mansión-.

- Si, solo que estaba algo malhumarado, ¿Siempre es así?,- Se atrevió a preguntarle Russo después de haber visto su aparición en la sala y como todos guardaron silencio sobre ese tema.

- Solo cuando el amo se ausenta, como esa bola mafiosos dijo, no es ningún secreto la relación que llevan el señor Napoli y Ebe-.

- ¿Entonces cual es esa relación?-.

- El que no sea un secreto no significa que se pueda decir tan libremente, como dijeron, es un tema tabú, llegamos esta es tu habitación,- le dijo Dangelo abriéndole la puerta de su habitación, sin abandonar en ningún momento su sonrisa.

- Gracias,- le dijo Russo sonriéndo de lado.

- Cualquier cosa puedes pedirsela a mi padre, es el mayordomo de esta casa, se llama Jovan, supongo ya lo conoces-.

Russo ya había entrado a su habitación y estaba por cerrar la puerta cuando Dangelo la detuvo con su mano.

- Solo una cosa más,- le dijo ahora con una sonrisa más divertida,- cualquier que pase más de tres días aquí puede darse cuenta de lo que hay entre Ebe y el señor Napoli-.

- ¿Que hay en el sótano?,- pregunto con curiosidad Russo consiguiendo una mirada desaprovatoria por parte de Dangelo pero sin abandonar su sonrisa.

- Solo digamos que, la relación que llevan esos dos no es la más sana del mundo,- concluyo cerrando la puerta con delicadeza.
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- Creía que volverías en la noche,- le dijo Ebe cerrando con todos sus candados la puerta detrás de él.

- Al viejo le harán un transplante de corazón la próxima semana, no fue tan difícil encontrar un donante, prometieron que después de eso estaría tan sano como antes-.

- Y a eso se debe tu mal humor,- le dijo Ebe algo burlón observando como Andrea sacaba de su bolsillo un cigarro y tanteaba en su pantalón en busca de un encendedor.

- Creía que por fin podría enterrarlo, pero aún falta tiempo para eso,- empezó a enfuriarse de nuevo Andrea, y más al no encontrar en ningún lado su encendedor.

Ebe se acercó hacia él con una sonrisa acercándole un encendedor y poniéndolo en la punta de su cigarro mientras lo encendia.

- Tu padre no se irá tan fácil, lástima,-.

- Cuento los segundos para que se pudra, no tienes idea,- Andrea soltó una gran bocanada de humo que choco directo con el rostro de Ebe, que aspiro el aroma a cigarro mesclado con el aliento de menta de su amo,- quítate la camisa,- le ordenó Andrea con voz calmada.

Ebe sonrió ampliamente deslizando su camisa por sus brazos hasta quedar con su torso perfecto desnudo, decorado con moretones de todos los tipos y unas pocas cicatrices.

- Ahora quiero que te recuestes en el sillón-.

Ebe obedeció las indicasiones y se recostó en el sillón, no sin antes quitar de este un par de cadenas, esposas y varios dildos de diferentes formas, colores y tamaños. Andrea se quito también la camisa y se subió encima de Ebe, recogió unas esposas del suelo y atrapó las manos de Ebe por detrás de su espalda, a esas alturas la ropa interior hacia presión sobre sus abultados miembros y se miraban con deseo. Ebe esperando el primer golpe, y Andrea esperaba la impaciencia de su acompañante.

Andrea se saco su cigarro de la boca con tranquilidad, y Ebe pudo sentir, en cuestión de un parpadeo, como su señor apagaba el cigarro contra su piel desnuda en la parte de la clavícula. No pudo evitar soltar un grito ahogado al sentir como ese pequeño pedazo de su piel se calsinaba ante el tan sorpresivo impacto.

- Veo que eso te gusto,- le dijo sin expresión alguna Andrea empezando a acariciar la entrepierna de Ebe.

- ¿Y hoy que será? ¿La jaula? ¿Látigo?,- Le pregunto algo exitado Ebe haciéndo que su amo sonriera.

- Algo sencillo, ¿No has tenido suficiente ya con lo del cigarro?,- Le pregunto Andrea al tiempo que con su pulgar hacia presión contra la quemadura ocasionando deleitosos gemidos de dolor.

Andrea abrió un estuche alado de sillón saco un arnes para penes. Con tranquilidad le bajo los pantalones a Ebe hasta que también su ropa interior estuvo al nivel de sus propios talones. Amarró fuertemente el arnes de color negro con estoperoles provocando otro quejido por parte de Ebe, verlo así tan sumiso, tan todo, simplemente llegaba ese punto donde ya no se podía resistir más. Andrea se bajo también los pantalones y entro sin ninguna pizca de delicadesa en el interior de Ebe haciéndolo gritar.

Ebe podía sentir su interior desgarrarse de dolor con cada estocada de su amo, pero con él al hacer esas cosas no había frontera entre el dolor y el placer, o incluso alguna diferencia. Después de un rato pudo sentir como Andrea se corriá en su interior y un fuerte dolor en su miembro por no poder correrse debido al arnes que tenía puesto. Andrea pudo notar como el dolor se empezaba a hacer presente en los ojos de Ebe, quería verlo sufrir más.

Se agacho y empezó a lamer la quedamura que previamente había dejado en la pie Ebe, pasando por su cuello y llendo hacia sus oídos mientras sus manos cariciaban con suavidad el contorno de su miembro, ese podría ser un acto de gran ternura y placer, si no fuera porque en realidad era placer disfrazado de tortura. Se detuvo una vez que Ebe empezó a retorcerse por el dolor-placer que sentía en esos momentos y liberó su miembro para que pudiera correrse salpicando el abdomen marcado de Andrea.

Ambos se sostuvieron la mirada por un buen rato, nunca había palabras al finalizar sus encuentros solo miradas profundas que en realidad no significaban nada. Andrea termino por tumbarse sobre el pecho de Ebe pasándo una mano por debajo de su espalda para liberarlo de las esposas. Ambos se acurrucaron en el sillón sin voltear a verse, Ebe abrazando a Andrea y Andrea con sus manos sobre su pecho.

- ¿No quieres platicarme más sobre tu viaje?,- Le pregunto Ebe recordando lo disgustado que había llegado su amo.

- No hay mucho que decir en realidad,- le contestó Andrea pasando su dedo al rededor de la quemadura de cigarro.

- ¿No viste a Franco en esta ocasión?-.

- Por su puesto que fui a verlo, ¿Celos?,- Sonrió Andrea burlón dejando de acariciar el contorno de la quemadura.

- Si, cómo no tienes idea,- le respondió en tono sarcástico Ebe,- aunque debo de admitir que aveces si da algo cuando le prestas más atención a él que a mi-.

- Es mi hijo, ¿Que esperabas?,- Se incorporó del sillón Andrea para ponerse su camisa,- de la que deberías estar celoso es de Ana-.

- Ni siquiera parecen esposos tu y ella-.

- Y en todo caso,- lo interrumpió Andrea acercándose hacia el y tomando su rostro fuertemente por la barbilla,- no tienes ningún derecho a celarme, yo soy tu amo-.

- Y tu eres mío, no por el hecho de poseerte, si no porque te adueñas de mi,- le dijo Ebe desafiando un poco a su amo.

Andrea solo sonrió divertido, termino de vestirse y se dirigió a la salida del sótano, otro día tendría tiempo de darle una reprimenda ante tal comportamiendo y Ebe, esperaría pasiente como un perro por su castigo.

Andrea fue directo a su oficina bajo las miradas discretas de sus empleados, él siempre era el primer en salir y después de él Ebe. Se sentó enfrente de su amplio escritorio, y miró hacia un rincón de cuarto donde cerca había una pequeña mesa, en ese rincón había muerto su madre. A Andrea a veces le parecía un poco escalofriante la frialdad que el mismo tenía hacia ciertos lugares tan significativos de la casa.

- ¿Quería verme señor?,- Se asomó Jovan con la puerta entreabierta.

- Si,- le dijo simplemente Andrea,- prepara el cuarto de Franco, vendrá a quedarse unos días en la casa-.

- Que milagro que el pequeño señor venga de visita,- sonrió Jovan recordando la última visita de Franco.

- Si, su madre al fin lo a dejado venir,- sonrió Andrea inevitablemente al planear de forma involuntaria un día con su hijo.

- Enviaré a Dangelo para que preparé la habitación-.

- Gracias,- le sonrió Andrea diréctamente a Jovan.

- ¿Cómo salió su reunión con el Argento?,- Le preguntó con curiosidad Jovan antes de irse.

- Hemos tenido que matar al líder, eso les enseñará a no meterse en nuestro territorio,- dejo de sonreír Andrea al recordar la masacre.

- Según tengo entendido el heredero a penas tiene poco más de su edad-.

- Veintisiente años, me gaña por tres años, así que no esto exactamente en una bella posición para insultar su edad,- pensó Andrea relajándose en el sillón sin nada de ganas de empezar a trabajar.

- ¿Y el jefe Napoli como se encuentra de salud?-.

- No me sorprendería que en cualquier momento nos diera la sorpresa y se fuera directo al infierno de una vez-.

Jovan sonrió entretenido y soltó una leve risa al ver las ansias de su señor, esa mirada siempre la a tenido Andrea, ese deseo de enterrar algún día a su padre.

- Me retiro señor, con su permiso-.

Andrea no se despidió y se quedo viendo su retrato familiar colgado en la pared, su padre, su madre y el con unos siete años de edad. Todo era tan falso, la foto familiar, los muebles de su oficina, todo era su padre y no "él", pero eso pronto acabaría, eso le gustaba pensar.
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Hace tres meses que Andrea había comprado a Ebe, nunca había sabido lo que era la soledad hasta que vio como esta desaparecía ante la llegada de su nuevo amigo, "tu sirviente", lo corregía su padre cada vez que se refería a Ebe como amigo.

Esa noche Andrea daba vueltas inquieto en su cama, pensó en ir a hurtadillas a la habitación de Ebe que se encontraba en la planta baja. Es que no le gustaba estar solo en la noche, sobre todo en noches como esa, noches similares al día en el cual encontró a su madre durmiendo en un charco de líquido rojo.

A penas eran las once de la noche cuando el decidió bajar y entonces fue cuando la vio, aunque sabía muy bien, en su interior, que su mamá no dormía que algo más pasaba, volteó a ver a su padre que también observaba a su mamá inconciente en el suelo, logró ver que el también estaba manchado de "eso rojo".

- Esto es morir,- le dijo su padre con voz firme sin voltearlo a ver,- nunca despertar, nunca volver a tener vida, es algo irreversible. Uno puede morir o ser asesinado, asesinar significa quitar la vida, como lo que le ha pasado a tu madre... El rojo es el color de la muerte, y el negro el color que se usa para honrrarla, el rojo solo significa vida cuando sigue dentro de ti, esto de lo que esta manchada de tu madre es el rojo de la muerte, se llama sangre, el color inocente que sale de tus rodillas cuando caes al suelo mientras juegas. Matar no es malo Andrea, matar es tomar el control, solo quiero que lo recuerdes, ahora trae a Jovan para que limpie este desaztre-.

Andrea no entendió nada de lo que su padre le dijo, pero sus palabras quedaron plasmadas en su memoria para siempre, acompañadas del fuerte dolor de un golpe en su rostro y las palabras "es una orden" gritadas con furia, cosa que su padre le dijo al ver que no se movía de su lugar para buscar a Jovan.

Ya no pensaba seguir ahí en su cama, se levantó y camino hacia la puerta de salida de su habitación, recorrió el pasillo hacia las escaleras pasando con miedo en frente de la habitación de su padre. Al final llego a su esperado destino, abrió la puerta de la habitación de su amigo y entro dejando el paso a pequeños rayos de luz de la luna, los suficientes para ver que su amigo aún dormía.

- Ebe,- hablo temeroso el Joven Napoli.

- ¿Amo?- Pregunto este sobresaltado viendo la pequeña silueta de su señor en la oscuridad.

- ¿Te importaría si duermo contigo esta noche?-.

- Eh, no, para nada,- hizo espacio en la cama el pequeño Arlati.

Andrea se metió entre las sábanas mirándo hacia el techo y Ebe lo observaba fijamente, noto que Andrea se veía más apático que de costumbre y más triste.

- Cuéntame un cuento,- le dijo Andrea de la nada sin dejar de mirar hacia el techo.

- Pero yo...-.

- Es una orden,- repitió Andrea las palabras de su padre sintiendo un escalofrío recorrerle.

- Tal vez un cuento no pero, podría platicarle sobre el lugar del que vengo,- le sugirió Ebe con timidez esperando no molestar a su amo.

- Si, como sea-.

- Bueno, en mi memoria solo queda el recuerdo de dos niñas tocando el violín a mitad de la calle, una de ellas canta algo en un idioma que olvide hace mucho, siempre que las recuerdo me siento triste, no escucho la canción, solo se como es y que la esta cantando, de repente las dos se detienen y voltean a verme con miedo, lo siguiente solo es blanco manchado de rojo y mucho frío, un olor a metal demasiado penetrante, quiero voltear para ver en donde estoy, encima de mi esta mi mamá durmiendo, también manchada de rojo y con olor a metal...-.

- Tu mamá no dormía estaba muerta, igual que mi mamá, probablemente caíste en la nieve y "lo rojo", es la sangre de tu mami, el olor a metal es el olor del color de la muerte,- Ebe abrió grandemente los ojos horrorizado ante aquella revelación a su inocente mente,- esta casa siempre huele así, por eso todos siempre están tristes, por eso también todo es negro y solitario, para honrar la muerte, la muerte es algo que se honrra con el color negro,- repetía Andrea todas las crueles enseñansas de su padre.

- ¿Tu mamá también murió?- Sintió curiosidad Ebe olvidando rápidamente el asunto sobre su mamá, después de todo solo le parecía un escalofriante recuerdo algo indiferente.

- Y no solo eso, yo la vi morir, en un charco de "lo rojo", mi papá la mato-.

- ¿Por qué?- Le preguntó Ebe completamente fascinado con todas las revelaciones que decía su amo.

- No lo se, solo se que mi papá tomó el control al matarla-.

- ¿Y no la extrañas?- Le pregunto Ebe a su inexpresivo amo.

- ¿Tu extrañas a tu mamá?- Le pregunto Andrea volteándo por primera vez en esa noche a verlo.

- Solo un poco, no la recuerdo mucho en realidad-.

- Yo recuerdo muy bien a mi mamá, mi papá dice que mejor me vaya olvidando de cosas inútiles como ella-.

- No deberías olvidarla, yo desearía mucho recordar aunque sea algo sobre mi mamá,- le dijo Ebe en tonó nostalgico que conmovió a Andrea.

- En fin buenas noches,- le termino por dar la espalda Andrea y acomodarse en la cama para dormir.

- Buenas noches señor-.

- Ebe... Solo dime Andrea, por favor-.

- Buenas noches Andrea,- sonrió el menor a sentir el nombre de su amo salir de sus labios.
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Notas finales:

Así serán los capítulos, pequeño relato de Andrea y Ebe en el pasado, la actualidad, y pequeño relato del pasado again al final.

 

Por favor dejenme review :'c! Debo saber si tener fé en este proyecto o sha, solo continuarlo y hacer spam en amor yaoi x'DD!

 

De cualquier forma gracias por su tiempo y por leer :33! (Nerviosa por haber subido nuevo fic juJU)

 

Bye, nos estamos leyendo.


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