Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SD2: Are You Ready For This? por Khira

[Reviews - 151]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Perdón de nuevo por la demora y muchas gracias por los reviews!

Are you ready for this?

 

Por Khira

 

Capítulo 20. Carpe Diem

 

Sábado por la tarde en Ryonan. Las gradas del gimnasio estaban repletas de alumnas que gritaban y se emocionaban a cada pase que daba el flamante nuevo capitán, Akira Sendoh. Después de unos comienzos difíciles en el cargo por culpa de su afición a irse de pesca en lugar de acudir a las prácticas, en que incluso Uozumi propuso de regresar y Koshino y Fukuda casi se pelean por el puesto, parecía que por fin el chico se había puesto serio.

 

—Ey Sendoh —le llamó Koshino al terminar la práctica—. Hemos quedado Uekusa, Fukuda y yo para merendar, ¿te vienes?

 

—No, lo siento —dijo Akira—. Tengo cosas que hacer.

 

—¿Cosas que hacer? —se extrañó Koshino, pero no quiso insistirle.

 

Sendoh recogió sus cosas tras una rápida ducha, y vestido nuevamente de deporte, salió del gimnasio con rumbo incierto, aunque gracias a Hikoichi, sabía más o menos donde le encontraría a esas horas un sábado por la tarde.

 

xXx

 

Por fin, después de tres semanas de reposo forzado, Rukawa montó en su nueva bicicleta de color verde esperanza y partió hacia la cancha de baloncesto callejera en la que había pasado en solitario tantas tardes de sábado desde que se mudaron de nuevo a esa ciudad. Al día siguiente regresaría por fin a los entrenamientos y quería asegurarse de que no tendría problemas.

 

Ya estaban en el mes de noviembre, pero no hacía mucho frío. Kaede se quitó la chaqueta del chándal y se quedó en camiseta manga corta; dejó la chaqueta y la bolsa de deporte en un lado de la cancha, e hizo un par de estiramientos para calentar. Por suerte no sintió ninguna molestia.

 

Sacó su balón de la bolsa de deporte y se encaminó tranquilamente hacia una de las canastas mientras lo botaba. Nada más llegar a la línea de triples se detuvo y lanzó uno, que entró después de rebotar en el tablero.

 

Recogió el balón bajo la canasta y se colocó de nuevo en la línea de tres puntos. Tenía que admitir que la estrategia del entrenador Anzai de intercambiar posiciones con Mitsui que tan poco le había agradado al principio dio muy buen resultado contra el Shoyo. Seguro que habrían ganado si él no se hubiera desconcentrado por culpa de ese par de idiotas y sus insultos...

 

Lanzó, pero esta vez el tiro no entró. Mientras recogía la pelota y se colocaba de nuevo recordó que los triples eran una de las pocas cosas que Sakuragi aún no sabía hacer.

 

«Siempre termino pensando en él...», se dijo mentalmente con fastidio mientras se preparaba para tirar.

 

—¡Ey!

 

Rukawa bajó los brazos y se dio la vuelta, y no sin bastante sorpresa descubrió a Akira Sendoh entrando en la cancha, vestido de deporte con un chándal negro y verde, sus pelos parados y su sonrisa marca registrada.

 

—Ey... —respondió al saludo.

 

—¿Qué tal? —preguntó Sendoh cuando ya estuvo junto a él.

 

—Por aquí... —respondió sin ganas. ¿Qué hacía Sendoh precisamente en esa cancha tan lejos de Ryonan?

 

—Ya veo... ¿Estás entrenando?

 

El chico de ojos azules alzó una ceja. ¿Acaso no era evidente?

 

—Sí.

 

—Oh... —Sendoh parecía sorprendido—. Es que circulan unos rumores de que te peleaste con unos chicos de otro instituto y has estado algún tiempo sin ir a clase ni entrenar —explicó.

 

—Sí, últimamente circulan muchos rumores sobre mí... —murmuró con un deje irónico.

 

—Ya... bueno, ¿y cómo estás?

 

—Bien.

 

—Tú siempre tan elocuente, ¿eh?

 

—¿Querías algo, Sendoh? —preguntó Kaede con voz cansada. Conversar con el puercoespín le resultaba agotador.

 

—Pues... sí. Pero antes de hablar de ello, ¿qué tal un uno contra uno? Sólo si ya estás bien, claro.

 

Rukawa le pasó el balón directo al estómago.

 

—Estoy perfectamente —dijo al mismo tiempo que se colocaba en posición para defender.

 

Sendoh sonrió. «Este chico no cambia...», pensó divertido. Dejó la pelota en el suelo, y después de sacarse la chaqueta del chándal y tirarla en un rincón, la recogió y empezó a botarla. Tras un par de botes se lanzó a canasta, pero fue detenido por Rukawa. Sin dejar de botar el balón se puso de espaldas a él.

 

—Has mejorado mucho en defensa —comentó sin perder la concentración—. Ya me fijé en el partido amistoso contra el Shoyo.

 

Rukawa supuso que se refería a la segunda parte, porque la primera fue un desastre...

 

El chico de ojos violetas volteó de repente y saltó tan alto que Rukawa no alcanzó a hacerle un tapón, y la pelota se coló limpiamente por el aro.

 

—Tsk... mierda... —gruñó Kaede mientras recogía el balón y se colocaba en posición de ataque.

 

Se lanzó a canasta de frente, intentando fintar a Sendoh por su lado izquierdo. El capitán del Ryonan reaccionó a tiempo y lo evitó, pero entonces Rukawa fintó por la derecha y también encestó con un tiro en salto.

 

—Buena —dijo Akira.

 

Rukawa no estaba acostumbrado a alabar las jugadas de los demás y le molestaba que Sendoh lo hiciera.

 

Akira también encestó en la jugada siguiente, esta vez con un tiro en bandeja. Rukawa hizo lo mismo pero de nuevo con un tiro en salto.

 

—Me han contado que en los nacionales seguiste mi consejo —comentó Sendoh mientras botaba el balón, preparándose de nuevo para atacar.

 

—Tú no me diste ningún consejo —gruñó Rukawa, molesto también por la manía del puercoespín de hablar durante los duelos.

 

—No directamente, pero te comenté que jugabas igual en un partido que en uno contra uno, y que así no aprovechabas toda tu habilidad.

 

Rukawa no dijo nada, pero sabía que Sendoh tenía razón. Entre él y el entrenador Anzai le hicieron ver que tenía que hacer uso de su habilidad para los pases si quería vencer a un oponente tan fuerte como el que tenía enfrente o Sawakita.

 

—Cállate de una vez y juega —ordenó.

 

El capitán del Ryonan obedeció, no sin antes dedicarle una amplia sonrisa de las suyas, y se lanzó al ataque. Fintó a Rukawa, demasiado fácilmente a su parecer, y encestó con un majestuoso mate. Cuando se dio la vuelta para alardear de ello, vio preocupado como Rukawa permanecía inmóvil, inclinado con una mano sobre las rodillas y otra sujetándose el costado.

 

—Oh, no... Rukawa, ¿estás bien? —preguntó colocándose a su lado.

 

—Sí... —Rukawa se irguió y se soltó el costado. Había notado una punzada, pero ya se le había pasado.

 

—Mejor lo dejamos por hoy...

 

El chico más joven asintió, sería de tontos forzarse, sabiendo que aún quedaba tiempo para el campeonato de invierno. Se secó el sudor de la frente con su soporte y empezó a caminar hacia el lado de la cancha donde había dejado su bolsa, seguido de Sendoh, quien también recogió su chaqueta. Se sentó en el frío suelo, y después de sacar su botella de agua y beber un sorbo, se la ofreció.

 

—Gracias —dijo Sendoh después de beber un par de tragos. Luego se la devolvió y echó un vistazo al lugar mientras Rukawa bebía de nuevo y luego se tiraba un poco por el pelo—. ¿Vienes mucho por aquí?

 

—Casi todos los fines de semana —murmuró chorreando.

 

—Está muy bien... mucho mejor que la que hay cerca de Ryonan, donde jugamos aquella vez... y hoy hace un día precioso...

 

Había mucho silencio, sólo un ruido de coches procedentes de la avenida se escuchaba a lo lejos. No había ni una sola nube en el cielo, y se había levantado un vientecito muy agradable. Era cierto que hacía un día de invierno muy bonito.

 

Rukawa miró de reojo a Sendoh y se dio cuenta de que el chico parecía haberse quedado pensativo. Su expresión risueña había desaparecido, y en su lugar se asomaba un gesto serio y de preocupación.

 

—¿De qué querías hablar, Sendoh? —preguntó Rukawa rompiendo el silencio.

 

El aludido parpadeó y le miró fijamente.

 

—¿Cómo está Sakuragi? —preguntó sin cambiar la expresión.

 

—¿Mm? —Rukawa alzó un poco las cejas. No se esperaba esa pregunta—. ¿Sakuragi?

 

—Sí, Sakuragi, tu compañero de equipo. —De pronto Sendoh parecía impaciente—. ¿Cómo está?

 

—Pues... yo que sé... como siempre... —respondió Kaede, intrigado por esa actitud del puercoespín.

 

—¿Estás seguro...?

 

—Bueno, yo... —Rukawa empezaba a preocuparse—. Oye, Sendoh, ¿qué pasa...?

 

Akira suspiró. No sabía si había hecho bien de decidirse por Rukawa, teniendo en cuenta que todos decían que él y Sakuragi se llevaban fatal. Pero a él siempre le había parecido que esos dos se entendían más de lo que demostraban. Además, Rukawa era el único del equipo del Shohoku que realmente le caía bien aparte del pelirrojo.

 

—Verás Rukawa... —empezó finalmente—. El sábado salí con unos amigos... por la noche, se entiende... Y fuimos al Carpe Diem, una discoteca muy de moda... ¿la conoces?

 

Rukawa negó con la cabeza, sin entender a donde quería llegar contándole su vida.

 

—Yo no es que salga a menudo, porque el entrenador Taoka me mata si se entera... pero ese día me quedé hasta bastante tarde y... bueno, resumiendo, que me encontré a Sakuragi...

 

—¿A Sakuragi? —se sorprendió Kaede. ¿Qué hacía el doa’ho en una discoteca?

 

—Sí... bueno, en realidad sólo yo le vi, él no se dio cuenta de mi presencia... o eso creo... Y tal como iba, no me extrañaría...

 

—¿Qué quieres decir?

 

—Que Sakuragi iba completamente pedo...

 

Kaede le miró desconcertado, y se quedó un par de segundos con los labios entreabiertos, pero sin decir nada.

 

—¿Cómo? —exclamó finalmente.

 

—Que iba borracho, Rukawa. Muy borracho...

 

—Pero... —Rukawa no se lo creía—. Eso no puede ser...  no le pega para nada... y además, aunque esté lesionado, él es deportista, sabe que debe cuidarse...

 

—Pues se le habrá olvidado...

 

—¿No le confundiste con otra persona?

 

—Sí, seguro, confundí a un pelirrojo de metro noventa con otro... —dijo Sendoh, irónico.

 

Rukawa frunció el ceño pero no dijo más. Sakuragi borracho... ¿pero es que el muy idiotase había vuelto loco?

 

—Si no me crees, ven esta noche a verlo por ti mismo —dijo Sendoh. Como Rukawa le miró sin entender, explicó—: Mis amigos me dijeron que hace un par de sábados que le ven en la misma discoteca.

 

Rukawa lo consideró por un momento. Salir esa noche con Sendoh, ir al Carpe Diem y matar al pelirrojo... no, comprobar que era cierto que bebía... y después matar al pelirrojo... no, mejor al menos intentar hablar antes con él...

 

Pero al día siguiente había entrenamiento, y además nunca había salido de noche... quizás sus padres no le dejaban...

 

—¿Qué dices, te vienes? —insistió Sendoh.

 

—No... no puedo... Mañana ya iba a volver a los entrenamientos... —prefirió no comentar sobre sus padres para no sonar infantil.

 

—Ya, como si estuvieras en condiciones de entrenar mucho —se burló—. Además, porque retrases tu vuelta un día no creo que pase nada.

 

Rukawa se quedó callado un momento; Sendoh estaba en lo cierto. Pero había más pegas...

 

—Pero... no me dejarán entrar en la discoteca, no tengo la edad... y tú tampoco —añadió al recordar que normalmente la edad mínima eran los dieciocho años.

 

—Pero si tienes dieciséis o más y vas acompañado por un mayor de edad hacen la vista gorda —explicó Sendoh.

 

—Yo no tengo los dieciséis... —murmuró.

 

—¿Ah no? ¿Cuándo los cumples?

 

—El uno de enero.

 

—Ah... bonita fecha. Pero Sakuragi sí que los tiene, ¿no?

 

—Sí, él los cumple el primer día de clase, el uno de abril... creo... —añadió pensando que no debería demostrar saber tanto del pelirrojo si no quería levantar sospechas.

 

—Bueno, no pasa nada. Mis amigos son mayores de edad y conocen al portero, seguro que te cuela.

 

—¿Y Sakuragi va acompañado?

 

—Sí, le vi con bastante gente, chicos mayores... había uno, un rubio teñido, del que no se despegaba, supongo que era el que más conocía...

 

En el grupito de amigos de Sakuragi había un chico rubio, pero estaba en su mismo curso, así que no podía ser él. «¿Quién será...?», se preguntó Kaede.

 

—Bueno, qué, ¿vienes o no?

 

Rukawa le miró indeciso. Entonces reparó en algo.

 

—¿Por qué me has contado esto a mí? —preguntó.

 

—¿Y por qué no? —preguntó a su vez Sendoh.

 

—Todo el mundo sabe que Sakuragi y yo no nos tratamos. O mejor dicho, que nos tratamos a patadas, literalmente. ¿Por qué has venido a hablar de él precisamente conmigo?

 

—Supongo que porque tengo el presentimiento de que eres la persona más adecuada para hacerle entrar en razón...

 

—¿Y por qué quieres hacerle entrar en razón...?

 

—¿Uh?

 

—Quiero decir, ¿a ti que más te da que Sakuragi se comporte como un estúpido?

 

—Porque me cae bien y lo está pasando mal. Lo vi el día del partido amistoso. No es el de siempre. —Eso Kaede también lo había notado—. ¿Vendrás?

 

Rukawa se quedó un momento callado mirando su botella de agua antes de responder. Sendoh no le caía bien, no le apetecía en absoluto salir con él esa noche, y menos a una discoteca llena de niñatos y niñatas que lo único que les interesaba era ligar y emborracharse —o eso suponía, porque no había estado en ninguna. Pero si lo que le había contado era cierto y Sakuragi se pasaba los sábados bebiendo... tenía que hacer algo. Ese pelirrojo idiota le importaba demasiado.

 

—Está bien, iré... —aceptó finalmente.

 

—Estupendo —sonrió Sendoh—. Mira, yo vivo cerca del centro, si quieres podemos quedar en mi casa, desde allí vamos al Carpe Diem andando y nos reunimos afuera con mis amigos.

 

—Bueno...

 

Y encima, no sólo tendría que aguantar a Sendoh sino a sus amigotes...

 

Con lo que le gustaba a él relacionarse...

 

xXx

 

Como cada sábado desde hacía bastantes semanas, Sakuragi le dejó una nota a su madre y salió de su casa a las once de la noche en punto, vestido con unos vaqueros oscuros, una camisa blanca y un jersey beige encima. No tenía dinero para comprarse mucha ropa pero había aprendido bien a combinar y a apañárselas con lo que tenía.

 

Taki y sus amigos le esperaban dentro del coche de uno de ellos, aparcados en la acera de enfrente de su calle. Sakuragi ya les conocía bien a todos y después de saludarles estrechándoles la mano al estilo occidental se acomodó en el asiento trasero junto a Taki.

 

—¿Qué tal, Hanamichi? —preguntó el rubio haciéndole un poco más de sitio.

 

—Muy bien. ¿A dónde vamos hoy?

 

—Al Carpe Diem. ¿Te parece?

 

—Sí, me gusta mucho ese local. —En realidad lo que le gustaba era que la entrada era muy barata, pero eso prefirió no comentarlo.

 

—Además, Makoto quiere encontrarse de nuevo con una chica que conoció allí —rió Taki.

 

Makoto, el chico que conducía, en lugar de molestarse asintió con la cabeza.

 

—¡Pues sí, sé que hoy será mi día! —exclamó muy sonriente.

 

Sakuragi les devolvió la sonrisa y luego se quedó mirando por la ventanilla con aire ausente.

 

«¿Y cuándo será mi día...?»

 

Él también tenía bastante éxito cuando salían, pero ninguna chica se le había insinuado de verdad, y él, después de lo de Haruko, menos ganas tenía aún de dar algún paso. Pero quizás esa noche sería diferente...

 

xXx

 

Rukawa nunca lo había pasado tan mal eligiendo ropa. Agradeció sinceramente que su madre se hubiera encargado de proveerle de un vestuario decente, porque de lo contrario no habría tenido otra cosa que ponerse esa noche que no fuera un chándal o el uniforme del instituto.

 

Sacó una a una todas las camisas y pantalones de vestir que había dentro de su armario —de la mayoría de esas prendas no conocía siquiera su existencia— y lo dejó todo encima de la cama. Chiyako, a un par de pasos tras él, observaba el desorden con desagrado, aunque en realidad estaba molesta por otra cosa.

 

—¿Y a qué hora dices que vendrás? —preguntó por segunda vez.

 

—Ya te lo he dicho, no lo sé seguro... —murmuró Kaede mientras inspeccionaba una camisa blanca que desechó unos segundos después al considerar que se parecía demasiado a la del uniforme.

 

—Eso no es una respuesta. —Rukawa se decidió por una camisa de manga larga del color de sus ojos—. Y además que horas son estar de salir, después de cenar... —También se decidió finalmente por unos pantalones negros que también estaban por estrenar—. ¿Volverás en taxi, verdad?

 

—Que sí...

 

Después de vestirse, peinarse, perfumarse, coger la cartera y las llaves, aguantar diez minutos más a su madre poniéndole pegas, y a su padre sumándose al interrogatorio de adónde iba, con quién y por qué, Rukawa consiguió coger su chaqueta y salir de su casa.

 

Durante el trayecto en tren se dio cuenta de que las mujeres le miraban más que de costumbre. ¿Tanto se notaba que se había arreglado?

 

El edificio donde vivía Sendoh no le resultó muy difícil de encontrar. Era un altísimo bloque situado efectivamente muy cerca del centro. Rukawa miró otra vez el papelito donde Sendoh le había escrito la dirección y se decidió a subir en ascensor hasta la planta novena donde vivía el puercoespín.

 

Se sintió un poco cohibido a la hora de tocar el timbre; era la primera vez que visitaba a un chico de su edad en su casa. No tenía ni idea de como presentarse ante un familiar. Pero por suerte el mismo Sendoh le abrió la puerta. Aún no se había peinado hacia arriba y estaba bastante extraño.

 

—Hola Rukawa —saludó al mismo tiempo que se apartaba para dejarle entrar, sin poder evitar echarle un vistazo de arriba abajo. El Súper-Rookie se veía muy bien.

 

—Hola.

 

—¿Has tenido problemas para encontrar mi casa?

 

—No.

 

—Ven, pasa. No hay nadie.

 

Sendoh le condujo directamente hacia su habitación. Era muy parecida a la suya, de estilo occidental, con una cama, una mesilla de noche y un escritorio con ordenador. En las paredes en lugar de pósters de los Ángeles Lakers los había de los Chicago Bulls.

 

—¿Te gustan los Bulls? —preguntó Sendoh al notar que Rukawa miraba los pósters.

 

—Me gusta Jordan —reconoció Rukawa—. Pero como equipo prefiero los Lakers.

 

—Tampoco son malos —sonrió el puercoespín. Señalando la silla del escritorio añadió—: Puedes sentarte si quieres. Estaba terminando de vestirme.

 

El capitán de Ryonan llevaba encima sólo unos vaqueros bastante estrechos y parecía estar buscando alguna camisa que conjuntara dentro de su armario empotrado.

 

Rukawa se sentó y se fijó en una fotografía que había colgada con chinchetas en un tablón de corcho sobre el escritorio. En ella estaba Sendoh con una chica rubia de su edad montada sobre su espalda, ambos muy sonrientes, en lo que parecía una especie de acampada escolar.

 

—No es mi novia si es lo que estás pensando —se adelantó Sendoh mientras se abrochaba una camisa roja—. Es mi ex.

 

A Rukawa le sorprendió mucho la tristeza que sintió tras esas tres palabras. Sendoh se acercó y se colocó a su lado, sin dejar de mirar la fotografía.

 

—¿Es guapa, verdad? —Rukawa no contestó, pero pensó que tenía razón. La chica era bastante hermosa—. Se llama Akira, como yo.

 

—Ya es casualidad... —murmuró Rukawa.

 

—Y que lo digas —sonrió Sendoh—; nos hacían muchas bromas al respecto.

 

Se hizo un silencio largo. Sendoh se había quedado muy serio contemplando la foto. Rukawa no quería admitirlo pero tenía mucha curiosidad por saber que había pasado con esa chica, aunque preguntar sería lo último que haría. Finalmente Sendoh pareció reaccionar y se giró hacia él de nuevo con la expresión de siempre.

 

—Te has puesto muy elegante —le sonrió. Luego levantó la vista—. Pero habría que hacer algo con ese pelo.

 

—¿Qué le pasa a mi pelo? —preguntó Rukawa frunciendo el ceño.

 

—Ven.

 

Y antes de que Rukawa pudiera resistirse, Sendoh le arrastró hacia el baño. Le colocó junto a él frente al espejo y abrió un bote de gomina.

 

—Ni hablar —dijo Rukawa mirando la pringosa pasta con cara de pocos amigos.

 

—Esta es para mí.

 

Se embadurnó ambas manos con la gomina, se las pasó por el cabello y en un santiamén Sendoh ya llevaba su peinado de siempre. Luego se lavó las manos y abrió otro bote similar, y volvió a embadurnarse las manos. Rukawa había seguido todo el proceso con una expresión de repelús muy graciosa.

 

—Agáchate un poco —le dijo Sendoh acercando sus manos pringosas.

 

—No, ni hablar —repitió Kaede dando un paso hacia atrás, chocando contra la pared.

 

—Es gel ‘efecto mojado’, te va a quedar genial. Llevarás el pelo toda la noche como recién salido de la ducha. Seguro que ligas un montón —intentó convencerle.

 

La palabra ‘ligar’ despistó lo suficiente a Rukawa para que Sendoh le enterrara las pringosas manos en su lacio cabello. Unos segundos después y ya había conseguido lo que quería.

 

—¿A que te queda bien?

 

—Mm... —gruñó Rukawa mirándose en el espejo.

 

—Jeje eso significa que sí... Bueno, ¿nos vamos? —preguntó Sendoh antes de salir del baño. Rukawa asintió y le siguió—. He quedado con mis amigos en la misma puerta del Carpe Diem.

 

Rukawa se sentía muy extraño. Nunca hasta ese momento había pasado a solas tanto rato con un chico de su edad sin sentirse incómodo. La verdad era que Sendoh no le caía tan mal como pensaba, era un chico bastante majo y agradable. Y no había comentado nada sobre los rumores acerca de su homosexualidad, era como si no le importaran en absoluto.

 

xXx

 

La discoteca Carpe Diem estaba formada por dos niveles. Uno, al que acababan de acceder por la puerta de entrada, era la zona ‘tranquila’, es decir, donde se podía hablar sin necesidad de gritar hasta quedarse afónico, con dos barras, mesas y taburetes altos a su alrededor, y una zona de sofás y mesas bajas al fondo. Desde ese nivel uno podía asomarse a la pista de baile a través de una precaria barandilla metálica. En el segundo nivel, además de la pista, también había una barra más y unas cuantas mesas y taburetes.

 

Para sorpresa de Rukawa, los amigos de Sendoh les dejaron solos nada más colarles. ¿Acaso Sendoh pensaba pasar toda la noche sólo con él? ¿Es que le daba igual aburrirse?

 

—¿Qué te parece la discoteca? —le preguntó el puercoespín interrumpiendo sus pesimistas pensamientos sobre su capacidad de socialización, mientras se asomaban a la pista apoyados en la barandilla.

 

—Psé...

 

—¿Habías estado alguna vez en alguna?

 

—No —reconoció.

 

—A mí lo que no me gusta es la música que ponen. Demasiado comercial.

 

—¿Qué música te gusta? —El propio Rukawa se sorprendió al realizar la pregunta.

 

—Pues...

 

Sendoh no pudo contestar porque de repente se les acercaron dos chicas a pedirles tabaco.

 

—¿No se os ha ocurrido nada más original? —preguntó el capitán de Ryonan sin perder la sonrisa, lo que hizo aún más irónicas sus palabras.

 

Las chicas desaparecieron sin dejar rastro en un segundo.

 

—Supongo que piensas que he sido un borde — le dijo a un sorprendido Rukawa—. Pero cuando tu chica te deja porque eres demasiado simpático con todas las demás, aprendes a distanciarte a la fuerza.

 

«Así que fue eso...»

 

— Creo que Sakuragi ya debe estar por aquí — echó un vistazo a su reloj y luego a la pista — Anda, pues sí. Mírale, ahí está.

 

De pronto el corazón de Kaede latía más deprisa de lo normal. Miró hacia el lugar de la pista que Sendoh le señalaba con la mirada, y efectivamente, ahí estaba su pelirrojo, destacando como siempre por encima de los demás, y...

 

...bailando...

 

—Venga, vamos a saludarle.

 

Sendoh cogió a Rukawa del codo para no perderle entre la multitud y bajaron las escaleras en dirección a la pista. Pero para cuando llegaron a ella el pelirrojo ya se había salido y estaba sentado en una mesa alta al lado de un chico rubio y delgado que Rukawa reconoció enseguida.

 

Se quedó tan paralizado que ni siquiera el estirón de Sendoh le hizo moverse.

 

—¿Qué pasa? —preguntó Sendoh acercándose a su oído, ya que cerca de la pista el volumen de la música era altísimo.

 

No se lo podía creer. ¿Qué coño hacía Sakuragi con Taki Suo? O mejor dicho, ¿qué coño hacía Taki Suo en Kanagawa? ¿Por qué no se había quedado en Tokyo y se había pudrido allí?

 

—¡Oi, Rukawa! —le llamó Sendoh.

 

Pero Rukawa seguía con la mirada clavada en el chico rubio que acompañaba a Sakuragi.

 

—¿Qué pasa, le conoces?

 

“Mira a quién tenemos aquí...”

 

Rukawa asintió.

 

—¿De qué?

 

¿Qué miras, gilipollas?”

 

—Del... colegio.

 

Sendoh empezaba a preocuparse.

 

—Ey, ¿qué sucede? ¿Fue tu primer amor o algo así...? —bromeó el capitán de Ryonan.

 

“¿Te crees mejor que nosotros, verdad?”

 

Vamos a darte lo que te mereces.”

 

“¿Quieres fuego, Rukawa?”

 

—Más bien... —suspiró Rukawa—. Todo lo contrario...

 

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).