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SD2: Are You Ready For This? por Khira

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Notas del capitulo:

Hola! No sé por qué pero ya no recibo los reviews en mi correo electrónico... Bueno, los he leído igualmente directamente en la web. Gracias por ellos!

Are you ready for this?

 

Por Khira

 

Capítulo 6. La vuelta a las clases

 

Aquel lunes no era un lunes cualquiera en Shohoku. Era el fin de las vacaciones de verano y el comienzo de las clases. Los alumnos estaban divididos: por un lado, los que regresaban con energías renovadas y felices de volver a ver a los amigos; por el otro, los que no dejaban de bostezar y maldecir entre dientes la vuelta a la rutina.

 

El ejército de Sakuragi era de los últimos, excepto su líder. Hanamichi estaba bastante animado y contento por regresar a Shohoku, aunque de momento solo fuera a las clases. Cada vez faltaba menos para regresar al equipo...

 

—Esto no es justo... —se quejaba Takamiya—. En casi todos los países las vacaciones de verano duran casi tres meses y aquí solo 40 días...

 

—Pero el resto del año no tienen tantas vacaciones como nosotros... —le recordó Yohei.

 

—¿Y para qué quiero yo vacaciones en Navidad? No soporto las comidas familiares...

 

—Pues cualquiera lo diría... —se rió el moreno.

 

—¡Baka! —exclamó Takamiya, y empezó a pelearse con Yohei en broma.

 

Habían recorrido ya medio patio cuando se dieron cuenta de que todos los alumnos les observaban. Y por primera vez, no era burla, ni miedo, lo que se deducía de esas miradas. Pero antes de que pudieran comentar nada entre ellos, se les acercaron tres chicas de tercero que se colocaron frente a Sakuragi, obligándole a detenerse.

 

—Enhorabuena por lo bien que jugaste en los nacionales, Sakuragi —dijo una de la chicas con los ojos brillantes—. Dicen que gracias a ti Shohoku venció al equipo más fuerte de Japón.

 

Yohei, Takamiya, Noma y Ookusu se quedaron a cuadros. ¡Chicas acercándose a Hanamichi por propia iniciativa! ¡Y de tercero! ¡Y para felicitarle! Los cuatro miraron a su líder esperando ver una reacción por su parte del tipo ‘¡WAHAHAHAHA! ¡Por supuesto, si soy un genio!’, pero nada de eso. El pobre pelirrojo también se había quedado en shock.

 

—¿Sakuragi...? —insistieron las chicas al no obtener respuesta.

 

—Ehm... esto... gracias... —balbuceó por fin, muy ruborizado.

 

—¡No hay de qué! —exclamó una—. De verdad Sakuragi que lo hiciste muy bien.

 

—Mi hermano estuvo allí y me dijo que fuiste de los mejores del campeonato —añadió otra.

 

—¡Qué bien que te apuntaras a baloncesto en este instituto! —comentó la tercera.

 

—¡Por cierto, estás muy guapo con ese peinado!

 

El pelirrojo casi no se lo podía creer. Tres chicas guapísimas y además mayores que él estaban enfrente suya hablándole sin mostrar ningún tipo de miedo hacia su persona. Y no solo eso sino que también había notado que todos los que estaban en el patio en ese momento le estaban mirando de igual forma que ellas. Con admiración. Parecía que por fin su fama de pandillero le abandonaba y en su lugar se estaba dando a conocer gracias a sus habilidades deportivas.

 

Si no estuviera lesionado...

 

A unos veinte metros de ellos, un chico que acudía cada día en bicicleta al instituto se había detenido, también sorprendido por ver a Hanamichi Sakuragi rodeado de chicas.

 

Kaede Rukawa entornó los ojos y miró la escena con desagrado. En realidad no le sorprendía tanto; Sakuragi era un chico muy especial, él lo sabía y era cuestión de tiempo que todos los demás se dieran cuenta.

 

«Y entonces podrás conseguir a la chica que quieras...», pensó con tristeza.

 

Se bajó de la bicicleta y empezó a caminar arrastrándola del manillar en dirección al aparcamiento que el instituto tenía habilitado para ellas en la parte trasera del edificio principal, pero sin dejar de mirar la escena. Vio como por fin las tres chicas le dejaban en paz y se alejaban pero otro grupito de conocidos se acercaba.

 

Fue entonces que sus miradas se cruzaron.

 

Ojalá supiera como ser más expresivo, y decirle a Sakuragi con una mirada que se alegraba mucho de verle de nuevo en Shohoku, aunque de momento solo fuera para ir a clase. Pero no pudo, y como tampoco adivinó nada en la expresión extrañamente serena de Sakuragi, apartó la mirada y continuó su camino.

 

—¡¡Sakuragi!! —gritó Ayako a la vez que se acercaba al pelirrojo casi dando brincos, seguida de Ryota y Mitsui.

 

Solo hacía tres semanas que no los veía, y a Sakuragi le pareció que hacía mucho más. Ayako estaba más delgada, señal que la dieta estaba surtiendo efecto, Mitsui estaba tan moreno que su blanca cicatriz resaltaba mucho más sobre su barbilla, y Ryota se había hecho un segundo pendiente en la misma oreja.

 

—Hola... —les saludó algo ausente.

 

—¿Cómo estás, Hanamichi...? —preguntó Ryota visiblemente preocupado por su amigo.

 

—Bien...

 

—¿Cómo va la rehabilitación? —inquirió Mitsui, más preocupado aún si era posible.

 

—Bien...

 

—Menos mal... Te echamos mucho de menos, Sakuragi —dijo Ayako—. Esperamos tenerte de vuelta muy pronto...

 

—Ya...

 

—¿Vendrás a vernos algún día al gimnasio?

 

—No lo creo, tengo sesión todas las tardes...

 

Yohei miró extrañado a Sakuragi, no entendía esa actitud tan pasiva que acababa de adoptar delante de sus compañeros. Los demás también lo estaban notando y se quedaron sin saber muy bien que más decir. Al final fue el pelirrojo quien habló.

 

—Esto... tenemos que ir a clase... No me gustaría llegar tarde el primer día...

 

—Ya, claro...

 

Ayako, Ryota y Mitsui se quedaron plantados observando como Sakuragi y su ejército se marchaban hacia clase. La asistente intuía lo que le podía pasar al pelirrojo, pero los dos chicos no entendían nada.

 

—¿Estará enfadado con nosotros? —se preguntaba Ryota.

 

—Eso parece... —murmuró Mitsui.

 

—Creo que piensa que no nos importa tanto como decimos... —aclaró la chica.

 

— ¿Eh? —exclamaron los jugadores de Shohoku—. ¿Cómo va a pensar eso...?

 

—Bueno... ¿Cuántas veces le hemos ido a ver a la clínica?

 

El base y el escolta se miraron avergonzados. Solo le fueron a ver el primer día.

 

—Pero... hemos estado entrenando mañana y tarde... —intentó justificarse Ryota—. Y nosotros también teníamos que estudiar para los exámenes de recuperación...

 

Pero Ayako negó con la cabeza.

 

—Si nos lo hubiéramos propuesto de verdad habríamos sacado tiempo para visitarle...

 

—Tienes razón —aceptó Mitsui—. Pero no podemos dejar que Sakuragi piense que no nos importa, porque no es verdad. Y además no solo nos importa como jugador, sino también como amigo. Así que... ¿Cómo se lo demostramos ahora...?

 

—Ya pensaremos en algo...

 

xXx

 

Sentado ya en su pupitre de siempre, aquel con el carácter tensai grabado en una esquina, Sakuragi echó un poco la silla para atrás hasta quedarse solo apoyado en las dos patas posteriores. Las suposiciones de Ayako eran correctas: Sakuragi estaba en parte molesto porque los del equipo solo fueron a verle el primer día que ingresó en la clínica.

 

«Parece mentira, tanto rollo sobre el compañerismo, tanto decir que era decisivo para el partido, y luego se olvidan de mí... si no ahora dentro de un tiempo...», pensó antes de quedarse absorto mirando las nubes.

 

De pronto una de las nubes adquirió una forma que le resultaba familiar. Al cabo de unos segundos lo vio: era un zorro con las orejas en punta y la cola muy larga.

 

«Al final el único que vino a verme cada día fue Rukawa...»

 

Enseguida desechó ese pensamiento. Rukawa solo pasaba por allí haciendo footing, seguro que solo para molestarle con su presencia...

 

La clase terminó, y el profesor salió del aula dejando a sus alumnos descansar unos diez minutos antes de que llegara el profesor de la siguiente asignatura. Tal como era su costumbre, Yohei se levantó para ir al lado de Hanamichi para pasar charlando esos minutos, pero esta vez tuvo que esperar turno. La mitad de sus compañeros de clase se le habían adelantado y estaban atosigando al pelirrojo a preguntas.

 

Al principio pensó en rescatarle de allí, ya que pensó que debía ser muy agobiante que a uno le estén preguntando siempre por su lesión, pero también escuchó más frases de admiración, y pudo ver una pequeña sonrisa de satisfacción en el rostro de su mejor amigo.

 

No era soberbia. Yohei sabía que Hanamichi lo estaba pasando muy mal, y aquellas muestras de apoyo de chicos y chicas que hasta hace un mes le temían, al menos le alegrarían el día.

 

—Vaya, que éxito que tiene ahora Sakuragi, ¿no? —preguntó una vocecita a su lado.

 

—Ah, hola Haruko... —saludó Yohei con una sonrisa algo tímida—. Pues sí, parece que todo el instituto se alegra de verle...

 

—No me extraña —dijo la chica, que estaba acompañada de sus inseparables amigas Fuji y Matsui—. Y ya verás cuando regrese al equipo...

 

—Ahora que eres la segunda asistente, te tocará a ti ponerle de nuevo en forma...

 

—Y lo haré encantada, pero estoy segura de que Sakuragi, una vez recuperado de la lesión, no tardará apenas en coger el ritmo de los entrenamientos —sonrió.

 

Sakuragi, que tenía la habilidad de oír a Haruko aunque hablara a muchos metros de distancia, se giró hacia donde estaba conversando Yohei y ella, y algo no le gustó. Pero entonces Haruko también le miró y le dedicó una hermosa sonrisa que le hizo olvidar la mala sensación que había tenido un segundo antes.

 

Recordó a las chicas que le pararon en el patio. Haruko nunca le había temido, pero quizás, al igual que esas chicas, su opinión sobre él estaba cambiando a mejor.

 

Quizás sí que tenía posibilidades...

 

xXx

 

En otro aula, Ayako ocupaba esos minutos intentando pensar en algo que pudieran hacer para demostrarle a Sakuragi que le apreciaban mucho más de lo que él creía. Anotó en su cuaderno las típicas ideas de hacer una fiesta, un regalo, etc, pero ninguna le convencía. Tenía que ser algo más especial. Aunque quizás lo mejor sería esperar a que volviera al equipo, sobretodo si se decidían por una fiesta.

 

«Será mejor que pregunte a Ryota, él lo conoce más, y quizás se le ocurre algo que pudiera agradarle...»

 

Levantó la vista de su pupitre hacia el frente, ya que Miyagi se sentaba en primera fila. El capitán del Shohoku estaba charlando muy animadamente con la compañera de su derecha, una chica de piel blanca y ojos verdosos llamada Miuyo Izawa.

 

Ayako torció el gesto, no le agradaba para nada esa escena, que además se venía repitiendo desde mucho antes de las vacaciones. Pero no sabía que era exactamente lo que le molestaba, ya que ella no sentía nada por Ryota que no fuera amistad...

 

Aunque últimamente no estaba tan segura de eso...

 

Miuyo se dio cuenta de que estaba siendo observada y se giró hacia Ayako, la asistente al verse descubierta se ruborizó un poco y clavó de nuevo la vista en su cuaderno. Miuyo sonrió.

 

—¿Qué pasa? —preguntó Ryota al ver que la chica había dejado de prestarle atención.

 

—Oh, nada —dijo ella—. Continúa contándome de que trata ese libro tan interesante que estabas leyendo...

 

Pero el profesor de la siguiente asignatura entró en ese momento y tuvieron que dejar de hablar. Mientras el señor Sakano escribía unos ejercicios de matemáticas en la pizarra, Miuyo arrancó un trozo de papel de su cuaderno y escribió unas líneas en él. A continuación lo arrugó haciendo una bolita, y aprovechando un momento que el profesor no miraba, se giró y lo lanzó hacia el pupitre de Ayako.

 

La bolita le cayó a Ayako justo en el centro de cuaderno donde estaba tomando apuntes. Sorprendida, miró hacia delante y descubrió a Miuyo guiñándole un ojo.

 

«¿Y ahora que querrá esta...?», se preguntó mientras deshacía la bola de papel.

 

‘No te pongas tan celosa, que no te sienta bien.’

 

Ayako enrojeció inmediatamente, y no solo de la vergüenza. ¿Qué se había creído esa chica para escribirle eso? Cogió de nuevo su bolígrafo y escribió rápidamente:

 

‘A mí no me gusta Miyagi.’

 

Hizo una bola de nuevo con el papel y se la lanzó a Izawa, pero los nervios provocaron que su puntería fallara y esta se estrelló contra la espalda del profesor.

 

«¡Oh, no!», pensó aterrada. El señor Sakano se giró y se quedó mirando el objeto que había atentado contra él, Izawa se agachó para recogerlo pero el profesor se le adelantó.

 

—Vaya, y yo que pensaba estas cosas solo las hacían los niños de primaria —dijo enfadado—. Leamos en voz alta a ver que pone...

 

—¡¡No!! —exclamó Ayako, y todos se la quedaron mirando.

 

Afortunadamente el profesor no leyó la nota en voz alta. La rompió, tiró los trozos a la papelera, y expulsó de clase a la asistente.

 

—Ha sido culpa mía —intervino Miuyo— Yo he empezado.

 

—Pues expulsadas las dos.

 

Las chicas se levantaron y salieron del aula bajo la atenta y sorprendida mirada de Ryota. Una vez en el pasillo, ambas se sentaron apoyadas con la espalda apoyada en la pared que daba al aula. Ayako se sentía extraña, era la primera vez que la expulsaban de una clase. A Miuyo en cambio parecía darle igual.

 

—Qué mala puntería tienes... —se burló con una sonrisa.

 

—Que te crees tú eso... —replicó Ayako—. Lo que pasa es que me he puesto nerviosa...

 

—Ya... Oye, ¿qué habías escrito, que te ha entrado tanto pánico porque el profesor lo leyera?

 

—Que Miyagi no me gusta...

 

—Ah... Bueno, pero eso él ya lo sabe... ¿no?

 

—Pero no quería que el señor Sakano se lo recordara delante de toda la clase...

 

Izawa la miró con los ojos entrecerrados.

 

—¿Y de verdad que no te gusta?

 

—¡Que no! —bufó Ayako.

 

—Vale, vale...

 

Se quedaron en silencio unos minutos. Un chico salió del aula de al lado y las miró extrañado; normalmente solo eran chicos los castigados. Se encogió de hombros y las pasó de largo.

 

—¿Y a ti? —preguntó Ayako de pronto.

 

—¿A mí qué? —preguntó a su vez Miuyo.

 

—¿A ti te gusta Miyagi?

 

Miuyo la miró en silencio un momento antes de responder.

 

— No, no me gusta. No es mi tipo.

 

—¿Por qué no?

 

—No sé... Es muy simpático y muy amable... y bastante guapo... pero...

 

—¿Pero?

 

Ahora era Miuyo la que bufaba. ¿Por qué se había puesto Ayako tan pesada?

 

—Es que a mi me gusta otro chico —admitió.

 

—¿Ah sí? ¿Quién?

 

—Ehm... no lo conoces —mintió. No quiso decírselo porque no estaba segura de que pudiera confiar en ella.

 

—Oh, vaya...

 

Acostumbrada a escuchar conversaciones de chicos en los vestuarios, a Ayako le apetecía por una vez una conversación sobre ellos. Estaba encantada con ser la asistente del equipo de baloncesto, pero ese cargo le quitaba tiempo para hacer amigas en lugar de amigos. Y no podía obligar a Izawa a contarle nada, al fin y al cabo ella tampoco había sido del todo sincera...

 

Sin embargo su expresión desolada hizo que Miuyo se lo pensara mejor y también se arrepintió de haberle mentido.

 

—Está bien, sí que lo conoces —confesó—. Pero no me pidas que te diga quien es, por favor...

 

—¿Por qué no? —preguntó Ayako.

 

—Porque es amigo tuyo y no quiero que se te escape nada...

 

—¿Amigo mío? Un momento... —La chica de rizos sonrió—. Es del equipo de baloncesto, ¿verdad?

 

Izawa se sonrojó un poco, lo que confirmó la suposición de Ayako.

 

—No me digas más... Es Kaede Rukawa, ¿a que sí? —suspiró.

 

—Pues no...

 

—¿Ah, no? Vaya, ahora sí que me has sorprendido...

 

—Está buenísimo, no te diré que no... Pero no es mi tipo.

 

—Porque te gusta otro...

 

—Exacto...

 

En ese momento el señor Sakano salió del aula y las riñó porque se las oía cuchichear desde el interior, además de ordenarles que se levantaran y permanecieran de pie. Las chicas se disculparon educadamente, pero cuando el profesor volvió a entrar soltaron una risita: las dos se habían dado cuenta de que el hombre se había sonrojado al mirarles los muslos, pues en la postura en la que se habían sentado se les había subido un poco la falda.

 

xXx

 

Era la hora del almuerzo, y como era su costumbre Rukawa subió a la terraza del edificio principal. No le gustaba permanecer solo en el patio del instituto o en la cafetería, pues muchas chicas aprovechaban para acercarse a él para decirle cualquier bobada. Además, tampoco le agradaba mucho que los chicos se le quedaran mirando como a un marginado —aunque lo fuera—, para eso mejor estar solo del todo.

 

Mientras comía no paraba de bostezar. Aiko se había pasado casi toda la noche llorando, hasta que sus padres habían empezado a preocuparse y la habían llevado al pediatra de urgencia. Al final solo había sido una otitis.

 

Cuando terminó de comer lo recogió todo, y como aún quedaba media hora para el comienzo de las clases, aprovechó para echarse una mini siestecita.

 

Antes de dormirse, pensó en si haría bien de ir a visitar a su tío tras el entrenamiento como había hecho el día anterior. Su padre se había enterado y no parecía haberle hecho mucha gracia.

 

«Pero es mi tío... y solo va a quedarse en Kanagawa dos semanas...»

 

«Y después, volveré a estar solo...»

 

xXx

 

El timbre sonó y todos los alumnos se dirigieron hacia sus respectivas aulas. Sakuragi se despidió de Akagi, Kogure y Haruko, con los que había pasado toda la hora del almuerzo, y acompañado de Yohei también se encaminó hacia su aula.

 

—¿También estás enfadado con Akagi y Kogure? —preguntó Yohei mientras subían las escaleras. De momento la única persona con la que su amigo hablaba igual que siempre era Haruko.

 

—¿Cómo? —preguntó a su vez el pelirrojo.

 

Pero la mirada de Yohei le indicó que no le serviría de nada hacerse el tonto con él.

 

—¿Se ha notado mucho? —inquirió un poco arrepentido.

 

—Qué va, solo que pasabas olímpicamente de ellos... El ‘gori’ ya no sabía de qué hablarte para que le prestaras un poco de atención...

 

—...

 

— ¿Es porque solo fueron a visitarte una vez?

 

—No es solo eso...

 

—¿Entonces?

 

—Es que... —Sakuragi calló un momento, no sabía muy bien cómo expresarse—. Tengo la sensación... de que poco a poco se van a olvidar de mí...

 

—¿Pero qué dices? —se sorprendió Yohei.

 

—Ahora me hacen caso porque creen que voy a volver pronto al equipo —suspiró—. Pero eso no va a ser hasta dentro de cuatro meses por lo menos.

 

—¿Y qué?

 

—Pues que para entonces seguro que ya han encontrado a quien me sustituya y ya no les interesaré...

 

—No digas tonterías, Hanamichi... Tú eres insustituible...

 

Sakuragi miró agradecido a su amigo.

 

—¿Sabes una cosa? —preguntó de pronto más animado—. Me he decidido...

 

—¿Decidirte? ¿A qué?

 

—Voy a declararme a Haruko...

 

Continuará...

 


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