Me quitaba la ropa con unas ganas desbordantes. Él me deseaba y yo deseaba probar su cuerpo. El se desvestía mientras yo bajaba mis boxers. Agarré sus muslos, lo giré y sin prepararlo quise meter mi muy erecto pene en su muy estrecho ano antes de que una idea surgiera en mi mente… por qué hacerlo tan fácil? Me aburría esos encuentros dónde mis caderas eran las únicas que tenían acción, y yo no estaba desesperado pues ya me había follado a media escuela y hasta a algunos profesores más, y es cuando sentí un hueco en mi pecho, tal vez sea un gas, pensé.
Me apresuré a torturar a mi presa, así que dejé mi pene para después y comencé a bajar por su pecho hasta su ingle, no olvidando pellizcar y rozar sus pezones para excitarlo más de lo que ya estaba. Cuando mis besos llegaron hasta su hombría, no dudé en pasar mi lengua por toda su extensión; con cada lametazo sentí a mi presa estremecerse y ante el contacto del mi aliento caliente contra la punta de su glande encurvaba su espalda contra la pared. Sabía que antes de que pueda penetrarlo duro, éste chico y lo nombraré Nancy porque no recuerdo su nombre, se iba a correr en mi boca y justo antes de que lo haga, le presioné su agujero con mi pulgar evitando de que salga. Él mientas tanto rogaba por que le dejara correr.
-P-por f-aa-vo-vor no pa – pares , deja –ja que me me me corre– sus piernas comenzaron a temblar y yo no dejaba de sonreír.
Seguí lamiendo su pequeño pene durante los siguientes minutos y tapando su agujero cada vez que sentía que se iba a correr. No podía permitir que arrojara su semen a mi camisa favorita, eso no lo permitiría. Al no tener más tiempo porque ya comenzaba a aburrirme de Nancy, lo giré de nuevo y traté de meter mi muy escandaloso pene entre sus piernas y de un golpe le introducí no importándome si el otro quedara paralítico, pues era su culpa por seducirme el muy puto y se merecía una lección. Sentía que su sangre corría por sus piernas, la perra de Nancy lloraba por más, ¿en serio Nancy? Qué tan puta puedes ser? Le di unas cuantas más estocadas hasta que por fin me corrí, saqué mi pene de un jaleo y Nancy cayó al suelo como una res, su cuerpo era cubierto por sangre que salía de su recto. No pude evitar reír ante la escena. Subí mis pantalones y le di un beso en su trasero.
-Me divertí bastante – mentí .
Nancy respiraba con dificultad, giró su cara toda sudada y me dio una sonrisa, ¿en serio Nancy? ¡Me das asco!
-Yo también lo disfruté- y creo que perdió el conocimiento, pero eso ya no me importa.
Era sábado en la noche y había otra fiesta univeritaria, no me importaba; ir no me daba vergüenza, pue las tías eran muy buenas y a los hombres me daban ganas de chupárselas, sabía que de esas fiestas no me retiraría sin tener por lo menos dos polvos. Tomaba una cerveza y esperaba por mi próxima presa, y no tenía que esperar demasiado, ya que me considero como una de las maravillas que el país pudo concebir.
Las tías con grandes tetas se me insinuaban y yo las llevaba al segundo piso sin importarme de quien sea la casa. Sabía que las putas me deseaban ya que gritaban mi nombre sin vergüenza alguna cuando les hacía ver las estrellas con mi gran y duro pene. Con los chicos, algunas veces me pedían que se las metiese y duro y otras me dejaba que me introduzcan, pero nada del otro mundo.
Ésa noche encontré a una tetona que no dejaba de hacerme ojitos, y yo no dejaba de ver a sus amigas que tenía en su pecho. Le pasé mano por su irresistible trasero y ella por mi casi erecto pene.
-Yo sé que no te resistes en probar cuál es mi sabor- dije sin vergüenza, pues yo sabía que ella quería lo mismo que yo, y no era exactamente un vaso de licor.
- Y yo sé que quieres oírme gritar- susurró en mi oído y sue el detonante de que me la llevara al cuarto de arriba.
No dejaba de jugar con sus tetas, pues eran redondas y suaves, cada vez que podía, se las relamía y con mis dientes, mordía su punta.
Ella ya estaba desnuda y yo ya estaba listo para meter toda mi extensión. Ambos nos encontrábamos en el piso y ambos gritábamos por más.
Comencé a penetrarla sin dejar de ver a sus senos, ya que rebotaban cada vez que le daba una estocada y eso me hizo poner aún más duro.
Seguí con mi trajín hasta que un ruído perturbador se sintió en la puerta.
- ¡Sehun! ¿Qué es lo qué significa esto? – sentí que la voz se acercaba y a mi no me importaba y seguí dándole a la chica. Fue cuando sentí que me separaron de aquel estrecho hueco en el que yo estaba tan feliz. Mi pene estaba rojo y aún parado, me dolía a mares así que continué dándome placer con mi mano hasta que sentí que me corría. No escuchaba lo que me gritaban los demás, yo sólo quería sentirme satisfecho. Así que los dejé a los dos para que siguieran con lo que estaban haciendo. Ya iba a salir de la habitación hasta que sentí un puñetazo en la nariz. ¡Carajo, no en la cara!
Mi cuerpo cayó al piso y pude al fin divisar el causante de mi dolor nasal. Era Nancy.
-Eres un desgraciado, te andas follando con cualquiera que tenga un ano donde meter- me reí ante lo sarcástico pero cierto de su afirmación- pues ahora ya no lo podrás hacer – me reí aún más, ¿quién se creía para prohibirme algo? Nadie le dice no aOh Sehun – te maldigo, te maldigo por puto, ya no podrás meter tu pene en nadie más y el mundo será feliz sin tu asqueroso ser – ¿en serio? Debe estar loco este tipo. Me levanté del suelo y le saqué mi dedo medio a Nancy y guiñe a la tetona que me había dado un buen polvo. Me había arruinado la noche la perra de Nancy.
Seoul, 1:00 p.m.
Algo me molestaba, un rayo de luz caía en mi cara y no me dejaba seguir durmiendo y el despertador no dejaba de sonar hace una hora, así que decidí que ya era momento de levantarme de la cama, pues tenía otra fiesta y no podía perdérmela por nada. Me levanté adormilado de la cama y fui a bañarme. Sentía algo pesado en mi pecho y pensé que era un gas así que lo dejé pasar. Me jabonaba mientras el agua recorría mi cuerpo. Todo iba normal hasta que fue a saludar a mi amiguito, pero no lo encontraba, terror se mostraba en mi rostro. Luego recorrí mis manos por mi pecho y pude sentir dos bolas colgando de ahí. Salté de la ducha y, sin importarme si resbalaba o no, corrí hasta llegar al espejo... Mis ojos no pudieron creerlo...
ERA UNA FUCK CHICA.