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Quisiera que entendieras mis sentimientos por Alexis Elric

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El día de la fiesta llego, Alfred se arregló tomo su máscara y la miro con desgano “una fiesta de disfraces” se repitió mientras salía a tomar un taxi para ir a la fiesta de Francia. La verdad que la ideal le parecía un poco extraña. Pero era necesario para lo que deseaba hacer su amigo.

Cuando llego a la mansión de su amigo y vio la cantidad de gente se sintió abrumado. Sabía que el rubio había planeado algo grande, pero no imagino que fuese “Tan grade”. Él solo esperaba que Canadá no se sintiera cohibido por la cantidad de gente.

Cuando el reloj marco las doce, Francia hizo reunir a todos en el salón principal; —Hoy le voy a dar un gran anuncio —dijo mientras se dirigía a la puerta del salón. En ese momento la puerta se abrió y Canadá entro. A diferencia de los demás él no llevaba máscaras.  

—Mon Amour —le dijo mientras le tendió la mano al recién elegido. Él muchacho tomo su mano con duda; sentía la mirada de los demás encima suyo y eso lo desconcertaba. —Tranquilo. Le murmuro Francia por lo bajo mientras le dedicaba una sonrisa.

Lo llevo hasta el centro de la habitación y dijo —¡Les agradezco por venir! La razón por las que los reuní aquí. Es porque quiero presentarles formalmente a mi pareja.

Canadá se sobresaltó al escuchar lo último, su agarre se hizo más fuerte. La sala enmudeció un segundo y después se escucharon unos aplausos, al paso de este se escucharon más aplauso. Canadá miro a Francia y le dedico una sonrisa. El pánico inicial se había ido.

Francia le dedico una sonrisa a Inglaterra. Fueron él junto a Italia quienes habían comenzado a aplaudir relajando el ambiente. Arthur se acercó a saludar, Canadá se veía feliz, pero a pesar de todo no se despegaba de Francia.

Cuando los felicito él le dedico una gran sonrisa y le susurro “Gracias” mientras lo abrazaba. La razón por la cual Francia había hecho ir a los invitados con mascara era para que Canadá no notara el desagrado de las demás personas.

El esconder sus rostros, escondía las malas intenciones de las personas que no aceptaban eso. Cuando se separaron había más personas esperando su turno para felicitar a la pareja, Arthur se alejó, miro su reloj pensando que lo mejor era irse, él ya había cumplido su parte.

Iba tan absorto en eso, cuando choco con alguien —Lo siento— dijo mientras levantada la mirada y ver de quien se trataba se alejó rápidamente, porque de todas las personas tuvo que ser él —Lo siento Al… —se corrigió—, América no me fije por donde iba.

—Parece que te encontraste con la muerte.

Inglaterra le dedico una sonrisa forzada —Solo me sorprendí, creí que no vendrías.

—Ya veo —dijo mientras buscaba a alguien entre el tumulto de gente.

—¿Ya felicitaste a tu hermano? —pregunto con curiosidad.

—Aun no. —respondió secamente.

—Vaya, deberías hacerlo.

Alfred lo miro con el ceño fruncido, el “deberías” no había sido una buena palabra.

—Vaya que mando, déjame aclararte dos cosas. Primero hago lo que me da la gana y segundo no recibo ordenes de alguien como tú.

—Sería bueno que lo felicitaras, él está feliz con todo esto. Fue un bonito detalle.

Alfred rio —Siempre admirando cosas estúpidas. —Los labios de Arthur se fruncieron—, Ahora que lo recuerdo a ti te gusta este tipo de cosas estúpidas y retoricas.

—Sí, pero dudo que lo entiendas. Alguien como tú que no es capaz de aceptar su relación con otra persona, jamás entendería el sentimiento de algo como esto.

—Parece un buen argumento, solo te equivocas en algo. Yo si expongo mis relaciones a la luz, cuando la persona me interesa de verdad. Es una pena que no haya llegado alguien que valga la pena. Lo único que he tenido en mi vida son errores —Alfred lo miro fijamente—, tú por ejemplo.

Hubo silencio, una alarma se prendió en el cerebro de Inglaterra, debía irse.

 —Yo debo…

—¡Inglaterra!—ambos miraron hacia Canadá quien venía hacia ellos con una gran sonrisa.

—¿Qué pasa? que me  llamas con tanta urgencia —pregunto mientras se acercaba.

Canadá le dio un abrazo a Inglaterra, eso lo tranquilizo; él correspondió. —Gracias por todo —murmuro mientras se separaban.

—No sé lo que he hecho, pero Gracias.

—Francia me comento lo que hiciste para ayudarlo. Te lo agradezco mucho.

Esta vez deposito un beso en su mejilla. Alfred frunció el ceño en un acto involuntario.

—Hola —saludo Francia mientras se acerca.

—Hola hermano —dijo Canadá al notar la presencia del americano.

—Aun no los felicitos cierto —Arthur se apartó por reflejo, eso provoco que Francia frunciera el ceño. En ese momento lo supo sus suposiciones eran ciertas.

La forma en que Alfred felicito a su hermano sorprendió a Inglaterra, fue realmente educado y hasta lo abrazo. Su mismo semblante cambio. En ese momento Arthur recordó que pocas veces había visto esa expresión en Alfred y cuando las veía nunca iban dirigida para él.

—Gracias hermano —Canadá lo abrazo y Francia le agarro la mano. Después de eso ambos se marcharon. Inglaterra iba a hacer lo mismo. Pero Alfred lo detuvo tomándolo de la muñeca.

La música había cambiado a una más suave. La gente estaba bailando.   

—Bailemos, por los viejos tiempos— Inglaterra se quedó estático, eso no era una petición; era una orden.

—Déjame por favor —pidió.

El agarre se hizo más fuerte —No, además solo es una pieza— Sin más América se acercó a él y lo agarro de la cintura.

—Alfred me lastimas— agrego el rubio intentando soltarse, su muñeca dolía, justo era el brazo que Turquía había roto.                 

—Baila y te soltare —Arthur sabía que las palabras no servirían, así que obedeció. Pero en ningún momento Alfred aflojo el agarre. —Me duele, déjame—dijo forzando un poco.

—Si quieres que te suelte compláceme. —agrego mientras oprimía con más fuerza la muñeca del rubio sin notarlo. Inglaterra decidió tragarse el dolor a seguirle rogando. Cuando la pieza terminara debía soltarlo. —Si quieres podemos ir a un hotel. —murmuro mientras lo pegaba  más a su cuerpo.

—Lo siento pero no me parece, aún tengo dignidad— América frunció el ceño.

—Dices eso, pero cuando gemías con puta se te olvidaba la dignidad, en realidad es gracioso que uses esa palabra con la misma boca que usaba para chupármela.

Inglaterra lo empujo, no se quedaría hay escuchando eso. El acto tomo por sorpresa al Alfred, pero logro reponerse y antes de que Arthur se fuera volvió a tomarlo de la muñeca. Esta vez con más fuerza, él ingles soltó un quejido.

—Vaya, has cambiado. —dijo mientras lo obligaba a seguir bailando, estaban llamando la atención.

—Déjame ir hare un alboroto —amenazó.

—Hazlo, arruina la fiesta de Canadá y Francia. Sabes muy bien como afectan las discusiones a mi hermano.

Sus labios se fruncieron, ahora se sentía rodeado.

—Esto será rápido, solo debes escuchar.

—Di lo que tengas que decir, pero hazlo rápido, me asquea tenerte cerca.

Los labios de Alfred se tensaron y agarre se fortaleció pero Alfred no se quejó. La situación iba mal y seguiría empeorando al menos que Inglaterra se mostrara pasivo, pero no iba a hacer eso no dejaría que América lo humillaba de nuevo.

—Me dices que te doy asco, pero sabes que no es cierto. Sabes lo que si es cierto, la forma en que te utilice para complacerme. Eras tan pasivo que hacías cualquier cosa que te pedía, me dabas lo que querías sin quejarte. Fuiste tan estúpido que abrías las piernas sin dudarlo. Era una pena que ni en el sexo fueras bueno. Te digo un secreto, yo dormía con otras personas después de hacerlo contigo.     

Arthur se quedó estático, la música acabo y la gente fue dejando la pista de baile. —Listo ya te solté.

Arthur levanto la mirada, su pecho dolía incluso más que su muñeca. —No sabía que pensabas eso de mí, pero creo que tienes razón soy un estúpido—dijo mientras retiraba un collar de su cuello. —Porque siempre tuve fe en ti, llegue a creer que llegaría a armarme de la forma en que lo hice, pero no fue así. —Arthur le entrego el collar, Alfred lo miro con desconfianza—, es tuyo tómalo, quizás deberías dárselo a la persona correcta y no a la puta que te abría las piernas cuando querías.

Alfred tomo el collar en él colgaba un anillo. Cuando levanto la mirada Arthur no estaba. Después de eso se retiró de la fiesta, mientras se dirigía a la habitación de hotel donde pasaría la noche, recordó.

*~*~*~*~*

Era tarde, Alfred se dirigía al departamento. El cumpleaños de Arthur había sido dos días atrás y él lo había olvidado sin embargo nunca recibió algún reclamo por ello, ese día había pasado comprando el regalo para compensar su falta de consideración. Cuando entrego el regalo, Arthur fue muy feliz lo abrazo y beso diciéndole lo importante que era.

La verdad es que él había comprado el objeto, pero que no sabía que más regalarle. Fue una juagada desesperada nunca imagino que Arthur reaccionario efusivamente ante algo tan sencillo y tonto. Cuando lo vio sonreír pensó que esa imagen le gustaba; sin embargo el nunca ocupo su anillo.

Ahora recordaban que una vez habían tenido una discusión por eso.

*~*~*~*~*

América apretó en la mano, el pequeño objeto. Había olvidado eso, hace cuánto tiempo había sido uno o dos años quizás. No sabría decirlo, pero el recuerdo lo había hecho sentirse culpable. Suspiro alejando esos estúpidos pensamientos.

No tenía razón para sentir culpa. O eso creía.

*~*~*~*~*

América había acumulado un gran estrés la situación que vivía su país con Turquía y su frustración siempre acaba siendo volcada en Alfred.

—Alfred puedo llegar junto a ti a la reunión de hoy —exclamo el chico mientras se arreglaba la corbata—, es lo mismo que lleguemos juntos que aparte.

—No, si lo demás no ven pasar mucho tiempo juntos que pensaran de nosotros.

—Pero estamos viviendo juntos.

—Y eso qué. A nadie le interesa, solo debemos hacer las cosas como siempre se hacen.

Arthur lo miro con tristeza —Tienes razón—dijo. Un malestar se instaló en su pecho.

Arthur llevaba horas esperando la llegada de Alfred a la casa, había sido paciente pero lo mejor era llamar para ver cómo estaba. Saco su celular y marco

—¿Alfred eres tú?— pregunto.

—Si me estas llamando a mí obviamente soy yo no crees —comento con irritación.

—Tienes razón, quería saber a qué hora vas a llegar.

—Estoy ocupado, no me hagas perder el tiempo con tus preguntas estúpidas. Qué más da la hora en la que llegue. Y sin más colgó.

—Feliz cumpleaños Arthur, te amo—murmuro y aparto el celular. Esa sería una noche larga para él.

Siempre lo n cuando se entristecía.

*~*~*~*~*

Alfred llego a la casa de muy mal humor había pasado tres día fuera y estaba cansado —Hola— exclamo con felicidad el rubio al verlo. Él recién llegado asintió con la cabeza mientras se dirigía a la habitación.

—Alfred, voy a salir  la comida está en el microondas al menos que quieras que me quede— comento Arthur mientras se acercaba a la habitación.

—Solo vete, necesito dormir —bajo la mirada. No sabía porque aun lo intentaba.

—Hasta luego —se despidió.

Arthur entro en el departamento había sido una muy buena tarde, encima del mesón coloco la bolsa de reglo que había traído.

—Arthur ya llegaste—él rubio se emocionó, quizás no lo había olvidado realmente.— ¿Que pasa Alfred?

—Quiero decirte algo —Arthur lo miro con ilusión—, podrías cocinar la cena, tengo hambre, además necesito que duermas en tu habitación. Quiero dormir solo.

—Bueno —dijo con desgano.

Después de hacer lo que Alfred lo había pedido se dirigió a su habitación ya coloco la bolsa de regalo encima de su cama, en ese momento recordó lo que había comprado para su pareja. Lo busco en el cajón donde lo había alzado.

—Quería darte algo —dijo mientras entraba en la habitación, el americano estaba concentrado en la portátil. Ni se tomó la molestia de mirarlo.

—Lo compre hace unos días espero te guste —el rubio asintió.

—Gracias respondió mecánicamente—, déjalo por hay más tarde lo reviso.

Arthur lo miro con tristeza, coloco el regalo en la cajonera que estaba a lado de la cama —Buena noche.

Cuando entro a su habitación sintió como un estremecimiento le recorría el cuerpo, tomo aire y suspiro. Miro la funda de regalo que Francia le había entregado en la tarde y la abrió para encontrarse con una caja de dulce, sonrió al ver lo que la tarjeta decía “¡Feliz Cumpleaños! Te quiere Francia”.

Inglaterra sonrió.

Alfred había olvidado su cumpleaños por completo, pero como no era la primera vez no le dio importancia peor sería mortificarse por ello. Ese día estaba limpiado la casa, cuando llego a la habitación decidió arreglar todos los cajones porque eran un desastre. Le tomo más tiempo del esperado pero ahora solo faltaba el velador cerca de la cama. Al abrirlo encontró muchas cosas, soltó un suspiro como adiaba que Alfred fuese tan desordenado.   

Volteo las cosas encima de la cama y entonces lo vio, el regalo que le había dado. Lo tomo entre sus manos y una sonrisa triste adorno su rostros “Vaya, estas aquí”. Tomo el regalo entre sus manos, no sabía porque se molestaba si conocía como era su pareja. En ese momento tomo una caja de esas que había sacado del closet y lo guardo dentro la misma.

Después de eso volvió a alzar la caja en el closet. En ese momento sintió la necesidad de hablar con Alfred pero sus intentos fueron en vano, no respondió.

*~*~*~*~*

 

Arthur estaba feliz le habían dado la noticia de que América había conseguido un tratado con  Turquía esto haría que cesaran los enfrentamiento armados. Quizás eso disminuyera el estrés al que estaba sometido América. Y tal vez podría intentar arreglar su relación que últimamente era algo problemática.

Arthur decidió que era algo para celebrar  y decidió prepare una cena como sorpresa a su pareja. Decidió comprarle una flor para regalarse; la compro blanca para que sea como una tregua entre ellos y pudiesen arreglar su relación. Arreglo la mesa de una forma elegante con velas en el centro incluso había comprado vino, ahora solo debía esperar que América llegara.

—Es inútil no va a llegar —se dijo, el reloj marcaba la doce y media de la madrugada. Había intentado llamarlo pero el celular salía pagado.

Se levantó con desgano, apago las velas y empezó a recoger todo con la misma paciencia y amor con que lo había colocado; sintió una punzada en el pecho se sentía decepcionado. Cuando termino de limpiar guardo al rosa en una cajita escribió en una hoja una nota y la guardo en la caja del closet, donde descansaba el otro regalo.

*~*~*~*~*

Alfred se levantó tras recibir una llamada Arthur sintió la actividad en el cuarto y se despertó también  —¿Vas a salir —pregunto levantándose  de la cama?

—Sí, hay una reunión con los superiores de Turquía— Arthur lo miro con sorpresa.

—¿Es necesario que vayas? —preguntó

—No pero igual quiero ir.

—Pero si tu presencia no es necesaria, porque no te quedas en casa.

—Si como si fuera a hacerlo —dijo sarcásticamente—, en esta vida existen prioridades, esta es una de ellas.

—Ya veo —dijo tristemente.

—Además no tengo nada más que hacer hoy.

Arthur agacho la mirada y no dijo nada, las palabras ya no valían. Prefiero quedarse callado a escuchar una torpe escusa o un agravio hacia él. En verdad Alfred era alguien que acumulaba decepciones de una forma abrumadora.

—Alfred a qué hora vas a regresar— preguntó, esperanzado.

—No creo que pueda regresar hoy —respondió mientras dejaba el departamento.

Arthur lo vio partir y esta vez no pudo contener las lágrimas.   


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