Mi vida siempre es la misma, me levanto, me cambio y ya escucho a los varios sonidos que ocupan el castillo. El de los sirvientes, que ya hace demasiado están trabajando, mi madre, que les indica que hacer y cómo hablar ya que muchos son de otras regiones y no pronuncian muy bien el español.
Me he olvidado de presentarme. Me llamo Julián Valle blanco, mi cabello es de color carmesí y mis ojos son de color verdoso.
Me termine de cambiar y me puse una camiseta blanca. Raro en mí, unos pantalones negros y unos zapatos que mi madre me ha comprado, ya que yo antes usaba zapatillas pero a la reina le disgustaba.
Baje las escaleras de color marrón, que están solo adornadas con una alfombra, y que estaba colocada en medio de ellas.
Al entrar en el comedor que solo ocupa una mesa de madera muy larga y varios sirvientes. Me senté enfrente de mi madre y en diagonal de mi padre.
-Buenos días- dije de mala manera
- Hola cariño ¿Cómo estás? ¿Has dormido bien?- Me pregunto la mujer de cabellos azabache
La vi mejor a aquella mujer, esos ojos verdosos que eran hermosos, no, ella era hermosa, no por nada era la mujer más hermosa del todo reino
- Buenos días Julián – dijo el rey lo mire con ganas de hacerle cara agria pero igual solo sería una pérdida de tiempo. Mi padre era igual y diferente al mismo tiempo de mi lo único que nos diferencia es nuestro carácter y los rasgos que dejo el tiempo en mi padre.
- Cariño ¿ya sabes que princesa vas a elegir para casarte? – Me pregunto la mujer pelinegra
-madre, ya te he dicho que yo no necesito a ninguna mujer para gobernar-
-lo tienes que hacer, si no lo haces tú no tendremos otra opción que elegirla nosotros-dijo el pelirrojo mayor con su habitual tono de voz.
Antes de empezar otra de sus habituales peleas. Decidí levantarme de la mesa y me fui a dar una pequeña vuelta por el lugar al pasar por el establo me fije que no había ningún soldado o sirviente que este cuidando a los caballos. Me subí a uno de esos grandes ejemplares y fui directo a la entrada me fije que cuidándola se encontraban dos guardias pero al parecer uno de ellos se estaba marchando así que fui directo al único que quedaba y le dije
- guardia mi padre el rey lo busca valla directamente- al parecer el soldado creyó mi mentira y se marchó hacia el castillo aproveche la oportunidad y escape de aquella prisión.
Antes de llegar al pueblo lo primero que hice fue dejar mi caballo en el campo y así el equino pueda descansar un poco lo restante del camino me fui caminando al llegar al pueblo fui a comprarme algo de ropa ya que no podría ir por vestido de esta manera obviamente me descubrirán y avisaran al rey y el me dejara encerrado para siempre en la torre más alta.
Al terminar de comprarme la ropa, estuve dando muchas vueltas pero igual de alguna manera sentía una presencia no le tome importancia ya que debería ser mi imaginación camine y camine y sin darme cuenta termine en un callejón sin salida de pronto escuche unos pasos me di vuelta y encontré a tres hombres que avanzaban hacia mi intente dar un paso hacia atrás pero choque con la pared intente buscar maneras para escapar pero solo tenía dos opciones una tomar valor y pelear con aquellos rufianes pero la descarte rápidamente ya que eran muy musculosos y con solo tocarme me romperían en miles de pedazos la otra era resignarme y morir esa tampoco me gusto maldición! que podría hacer de pronto sentí que alguien me agarraba del cuello de mi camisa era uno de los hombres.
- bueno princesa te la haremos fácil nos das el dinero y te dejaremos pero si no lo haces te verás con esto – mostro de su bolsillo una navaja que ya estaba cerca de mi cuello- ¿y bien que harás?
Intente zafarme no lo pude lograr entonces logre morderlo hasta hacerla sangrar, el hombre de manera rápida me soltó y haciéndome caer al duro suelo pude saborear el metálico sabor a sangre.
- maldito niñito ahora veras – mientras alzaba su puño cerrado yo cerré mis ojos y tape mi cabeza con mis manos espere el golpe pero no llego lo único que escuche fue como si un gran peso se callera sobre el piso abrí mis ojos y logre visualizar los cuerpos de mis atacantes que al parecer estaban ¿¿muertos?? Al parecer solamente estaban inconscientes mire por todos lados y me fije que al principio del callejón se encontraba una figura con una túnica negra al parecer esa persona fue la responsable de mi salvación.
La figura se acercó a mí no mentiré tenía mucho miedo ya que me podría hacer lo mismo que aquellos hombre.
- ¿estás bien?- decía aquella figura mientras se sacaba la capucha y mostraba su rostro era muy bella- oye respóndeme – alzo su mano y le dio un golpe en la cabeza
- augh ¡eso dolió!- dije mientras me sobaba su cabeza
- si no respondías pensé que te habías desmayados entonces probé con golpearte – decía el joven de ojos violetas mientras ayudaba a levantarme.
Los dos adolescentes salieron de aquel callejón sin darse cuenta que estaban tomándose las manos pero pocos después el peli azabache lo hizo.
-me puedes devolver mi mano- decía mientras sonreía el pobre ojiverde se había quedado hipnotizado con su sonrisa.
- ah si disculpa- puso sus manos sobre su cabeza un tono rojo invadió su cara.
- me tengo que marchar mi madre se enojara si llego tarde a casa bueno adiós chiquitín - el joven como una despedida desparramo mis cabellos y luego se alejó de mi campo de vista.
- es genial y es tan lindo pero… no le pregunte su nombre ni nada ¡que imbécil!- se pegó en la cabeza y empezó a caminar en el pueblo. El cielo estaba ya oscuro y no se veía gente mire mi reloj eran ya las diez de la noche tendría que apurarme sino quería que me descubrieran.
Robe un caballo después recompensaría a los dueños y fue a todo galope hacia el castillo para mi suerte no había nadie vigilando así que fue fácil entrar. Al llegar a la entrada abrí la puerta pero no todo fue bueno vi que enfrente de mi estaba Walter un joven sirviente que también era de alguna forma decirlo mi niñera.
- ¡que hacías afuera no te das cuenta que es de noche y hacia mucho frio!- dicen que las personas cuidan a los que quieren pero ese hombre exagera- entra ya a tu habitación no quiero que tus padres descubran que estabas dios sabe dónde.
Sin escuchar a aquel hombre me marche hacia mi habitación mañana haría una mentira para decirle a mi padre lo que más quería era dormir llegue hacia mi habitación me puse mi pijama y me acosté en la cama había sido un día muy interesante de alguna manera pero ahora necesitaba paz cerré mis ojos esperando que ya sea de mañana para poder salir al pueblo y así lograr encontrar de nuevo a aquel chico ese fue mi ultimo pensamiento antes de caer en brazos de Morfeo.
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