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I'm Already There por AthenaExclamation67

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I’m Already There

Ikki & Hyoga

 

- Estúpido egoísta…

 Se maldecía siempre que recordaba cada partida, cada momento en el que tan valerosamente ponía en riesgo su vida, y la perdía.

 Pero quién era él para recriminarle por algo, que él mismo habría hecho, dar su vida por sus compañeros, sus hermanos, por la causa, por la Diosa…

 Aunque si lo pensaba detenidamente, él no habría corrido la misma suerte. Poseer la armadura del fénix tenía sus ventajas, a pesar de todo lo que tuvo que pasar para conseguirla, todo el dolor, el sufrimiento, la perdida…

 - Esmeralda…

 Y eso le ponía más furioso aún, el saber que él, jamás ocuparía el pedazo de corazón que ella una vez ocupó, y que a pesar de su muerte, se lo llevó con ella al más allá, para nunca más volvérselo a entregar.

 - No, no… Ikki jamás la olvidará, pero… que importa si ya no está. – pensaba arrodillándose como cada noche frente a los pies de su fría cama.

 Sentía que jamás podría llenar su corazón en la misma forma en la que ella lo hizo. Se creía incapaz de lograr conquistar su corazón –completamente- y ocuparlo tan solo él. Pero, para que engañarse. Ni él mismo había logrado borrar los recuerdos del pasado que en muchas –demasiadas- ocasiones, ocupaban su mente logrando apenarle por horas.

 Pero él. Él estaba logrando ocupar ese pedazo de corazón roto desde que día tras día, la amistad se fue volviendo en cariño, el cariño en un sentimiento distinto, uno lleno de amor y de deseo y de ese entonces, ya no hubo forma de que pudieran alejarse demasiado el uno del otro.

 - Tuviste que irte otra vez… - renegó en voz alta, lamentando el modo en el que Ikki, había vuelto a partir hacia el más allá para reunirse con los dioses – tuviste que hacerte el héroe… - añadió golpeando con sus manos unidas el borde de la cama – y como recriminarte por ello. Eso es lo que hizo que me enamorara… - se le hizo un nudo en la garganta y tragó fuerte, sintiendo que más que saliva, había una piedra que le cerraba el paso del aire.

 Cerró los ojos, y de ellos, emergió una lágrima que rodó por sus mejillas. Apretó sus manos, entrelazando sus dedos, e inspiró profundamente, dejando que todo el aire saliera lentamente por sus orificios nasales.

 - Madre… - se le encogió el corazón – le echo tanto de menos… - se encorvó y dejó que su cabeza se escondiera entre su pecho y el borde de la cama – cuando el vacío de tu partida se alejaba de mis sueños… - se permitió llorar en silencio, dejando que las lagrimas se apoderaran de sus mejillas y rodaran por su cuello – ahora su partida se une a la tuya, y yo me quedo solo, con amargas pesadillas.

 Su cabeza se movió despacio, quedando su frente apoyada sobre sus pulgares entrelazados mientras trataba de consolarse a si mismo, dejando que le envolviera el más absoluto de los silencios mientras los minutos continuaban pasando.

 Cerró los ojos, manteniendo la postura, quedando traspuesto gracias al cansancio, y también al silencio.

 “Hyoga… Hyoga”

 El susurro y el sentir una mano acariciando su espalda, hizo que se girara sin pensar en la postura en la que aún se encontraba.

 - Ya estoy soñando de nuevo… - dijo en voz baja, queriendo levantarse, pero su cuerpo se había vuelto pesado, tanto que lo único que logró fue acomodarse nuevamente sobre sus rodillas.

 “Hyoga… he vuelto”

 Escuchó el susurro de nuevo y pudo ver con absoluta claridad la sonrisa de Ikki.

 - No puede ser, estás muerto… - inspiró fuerte, llevando su mano al pecho del espejismo, sintiendo inmediatamente un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.

- No estás soñando… - sonrió más ampliamente, cercándose hasta dejar que ambos alientos chocaran – estoy aquí, en carne y hueso – se acercó un poco más, reduciendo cualquier distancia, tomando los labios de Hyoga con los suyos en un suave beso que dejó a Hyoga completamente confundido.

- ¡¡Cuánto tiempo llevas aquí!! – espetó frunciendo el ceño, sintiéndose avergonzado.

- El suficiente – sonrió.

- ¡¡Cuanto!! – exigió Hyoga sonrojándose.

- Veamos… - se tomó el mentón – logré zafarme del abrazo de Shun, luego los otros también me recibieron… - se acomodó sobre sus rodillas imitando a Hyoga – creo que fue justo en el momento que dijiste… “Estúpido egoísta” – le miró fijamente a los ojos.

 El corazón de Hyoga latió acelerado, dándose cuenta de que le había escuchado decir todas esas cosas. Cosas que casi nunca decía en voz alta.

 - No importa… - le susurró a los labios – yo también te he extrañado – admitió antes de volver a besarle, pero esta vez más profundamente, deseando volver a grabarse el sabor de los labios de Hyoga en su mente, tomándole las mejillas con ansiedad, necesitando demostrarle con hechos cuanto le había añorado.

- Eres incorregible… - suspiró después de separarse casi sin aliento, abrazándose a Ikki, casi estrujándole – prométeme… - tomó aire – prométeme que no volverás a marcharte… - escondió levemente su cara en el cuello de Ikki, estrechando un poco más el abrazo.

- Sabes que no puedo prometerte tal cosa… - le contestó moviéndose, tomando de nuevo la mejilla de Hyoga con su mano derecha para obligarle a mirarle – pero si puedo prometerte, que siempre regresaré para estar a tu lado – añadió dejando que sus ojos, reflejaran lo ciertas que eran sus palabras.

 En ese momento, Hyoga sintió una convulsión recorrerle todo el cuerpo. Tembló emocionado. Y como no hacerlo puesto que ambos, no solían ser demasiado efusivos en lo que se refería a mostrar sus sentimientos.

 - Está bien… - hizo una leve pausa, acariciando los labios de Ikki con la yema de sus dedos – por el momento, me conformaré con eso… - sonrió devolviéndole la mirada antes de besarle suavemente, tal y como a Ikki le gustaba, provocándole, porque sabía cómo encenderle, mientras se volvía a pegar a él completamente, deseando sentir el tan añorado calor que desprendían sus cuerpos al fusionarse en un abrazo. Uno en el que dejaban de lado cualquier frialdad, y cualquier vergüenza que pudieran sentir al demostrarse sus verdaderos sentimientos.

 

F I N


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