Frio, desolado. Así era como se encontraba actualmente.
Su cabello estaba desarreglado, largo, tanto que ocultaba sus orejas y amenazaba con tocar sus hombros. Sus manos eran apresadas por un par de frías y pesadas cadenas
Hacía un mes su vida no tenía rumbo alguno y vagaba por las calles después de haberse escapado de casa, tiempo después de caminar sin sentido un par de hombres lo llevaron engaños a una especie de campamento prometiéndole que le ayudarían a entrar al ejército, pensó que tal vez así su vida recobraría un poco del rumbo que creía perdido; siempre había sido su sueño entrar en el ejército y ser útil para el reino pero sobre todo para sentirse libre por primera vez en su vida, explorar el mundo.
Cerró los ojos dando un ligero suspiro ¿Qué ingenuo había sido? Esos hombres lo único que hicieron fue encerrarlo y esposarlo dentro de un carruaje donde había más muchachos como él, callejeros y solos, personas a las que nadie buscaba ni se les extrañaría. Durante los primeros días dio pelea como nunca antes y aunque era castigado cruelmente su determinación permaneció; pero con el tiempo sus fuerzas se agotaban por la falta de alimento y después se convirtió en uno más que obedecía órdenes, pero aun así sus esperanzas de salir de ahí seguían.
Ahora solo se preguntaba qué sería de él y de los demás chicos que estaban con él. Eran cerca de quince chicos, no había tenido oportunidad de verlos a todos pero suponía que todos rondaban los 15 o 17 años.
— ¿A dónde crees que nos lleven? — Se acercó a él un joven unos centímetros más bajo, de cabello rubio y lacio, grandes ojos azules y de cara aniñada, nadie le creería que tenía 15 años aun parecía un niño. Su nombre era Armin, un chico que conoció en ese campamento y del que rápidamente se hizo amigo.
—No lo sé… solo he escuchado algo sobre ir al Distrito de Trost ahí sabremos que harán con nosotros— Contesto con voz débil sin dejar de mirar el horizonte por el pequeño espacio que tenía entre los barros y la madera desgastada.
—Ya hemos tardado bastante, recuerdo que mi abuelo me contó que para ir al Distrito de Trost únicamente se tardaban cerca de 3 días en carruaje…—Dijo Armin con ánimos de entablar una conversación.
—No creo que tu abuelo traficara personas entre las murallas, estos idiotas han ido secuestrando más personas Armin—Eren se acercó a los barrotes para tratar de tener una mejor visión del exterior. — ¡Mira! —Señaló afuera— Ya hay otro carruaje— chasqueo la lengua— ¿Qué demonios planean estos sujetos? Ya son 5 carruajes y por los menos debe haber cerca de 10 personas dentro
— ¿Para que necesitaran tantos? —Armin se colocó junto a Eren para tener mejor visibilidad
—No me lo explico…
De pronto todas las carrozas se detuvieron de golpe. Esto llamo la atención de todos los muchachos que se miraban unos a otros contrariados. Muchos estaban nerviosos, habían escuchado que solo se detendrían una vez que llegaran a su destino en Trost.
— ¿Crees que vayan a matarnos? —Susurró Armin
—No lo creo, nos han mantenido vivos todo este tiempo, debe ser algo importante por el que incluso nos hayan alimentado y nos hayan dado servicios médicos… ¡maldición! ¿Qué demonios planean? —Ya estaba harto de toda esa incertidumbre
Los chicos dentro fueron cegados cuando repentinamente las puertas de su carruaje se abrieron violentamente. No podían distinguir a las personas que se encontraban afuera pues se encontraban a contra luz, solo podían ver siluetas, pero Eren pudo distinguir algo en medio de los rayos que sol que se iban apagando al horizonte.
—Las alas de la libertad—Susurró y Armin alcanzó a escucharlo.
— ¿La Legión de Reconocimiento?... ¿Nos trajeron hasta su cuartel? —Dijo Armin, pero Eren no presto mucha atención.
La legión de Reconocimiento era uno de los tantos organismos del ejército del Rey y la que más arriesgaba sus vidas al salir fuera de las murallas a preparar todo para las futuras batallas. Eran expertos estrategas y tenían a excelentes soldados pero la batalla en si no era su especialidad sino más bien llevar informes a los demás grupos del ejército y preparar todo tipo de planes para que al tomar nuevas ciudades fuera de las murallas sin que hubiera bajas. Era un trabajo riesgoso pertenecer a la Legión de Reconocimiento y muy difícil entrar y por eso mismo, los soldados tenían que poseer muchas habilidades para entrar. Y esa legión era a la que soñaba incursar Eren, ellos eran los únicos que eran capaces de explorar pues ellos poseían las “Alas de la libertad” como escudo de su escuadrón.
—Parece que este año hay buenos Reclutas—Se escuchó la voz de un viejo que no presagio nada bueno, Eren y Armin solo se dirigieron una mirada cómplice sin decir nada
— ¡Los reportes informan que todos están sanos y listos señor! —Dijo otro soldado dirigiéndose con respeto a su superior.
— ¡¿Qué esperan?! Hagan lo que tengan que hacer. Mis hombres están ansiosos por la larga espera, esta misma noche quiero que los lleves al cuartel—Aquel hombre miro a uno por uno sin que esa sonrisa perversa abandonara su rostro—Hay muchas personas que los esperan chicos…—Se dirigió a ellos antes de cerrar nuevamente las puertas
Lo que seguía no sería nada bueno.
C o n t i n u a r a~