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Espiando a mi Vecino por Nikiitah

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Notas del fanfic:

Saint Seiya y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada yo solo los utilizo por diversión :)

Notas del capitulo:

 

 

One-Shot

 

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Si hubiera sabido que a partir de ese día conocería al amor de mi vida, créeme que habría luchado por ti a penas nuestras miradas chocaron. Pero ahora… me alegro haber esperado ya que pude conocer al gran ser humano que eres.

 

Camus Blanc.

 

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El camión había llegado hace una hora, maldijo su suerte cuando salió del taxi y el calor rozó su piel. El clima en Grecia era muy distinto a su tierra natal, Francia, mientras que allá era frío aquí era todo lo opuesto. Sus cansados zafiros se fijaron sobre la construcción que ahora llamaría hogar, no podría quejarse, la casa era enorme, una de las mejores del todo el barrio, tenía un extenso jardín y un gran árbol de Sakura en donde podría quedarse a leer por las tardes después de ir al trabajo o mejor, el fin de semana. Una sonrisa apareció en sus labios involuntariamente, tal vez venir a Grecia no habría sido tan malo, estaba lejos de su familia, sobre todo de su padre que siempre le molestaba por no conseguir alguna prometida. Suspiró cansado y se sentó debajo del árbol a esperar a Kanon, su único amigo desde la universidad, y  el único con suficiente coraje para soportar su mal humor. Al ser un hombre proveniente de una familia de gran poder sobre Francia era muy difícil conseguir un buen amigo, generalmente siempre se acercaban personas interesadas en su fortuna, por eso valoraba a Kanon. Miró el reloj de su bolsillo y bufó bajito. ¡Odiaba que o hicieran esperar!

 

Las horas habían pasado con rapidez y eso lo estaba aburriendo, dio un vistazo rápido al lugar donde sería su hogar y se sorprendió que la casa de lado hubiera tantas personas reunidas, a decir verdad era la más grande del lugar.

 

— Tal vez sea su familia — susurra bajito recordando a la suya — Bien… creo que ya no vendrá.

 

Decidiendo que lo mejor era seguir por su cuenta abre la puerta trasera del vehículo y mira todas las cajas, entre ellas leyó la palabra Infancia tal vez debería empezar por ahí. Era pesada, pero estaba seguro que el solo podría encargarse de eso, sin esperar más lo agarró con ambos brazos y se dirigió hacia su casa, pero apenas tocó el primer escalón se resbala. Aferrando la caja a su pecho cierra los ojos esperando el impacto de su rostro contra el pavimento pero no siente nada, ni siquiera ha llegado a tocarlo. Confundido, abre los ojos con lentitud, primero mira hacia abajo suspirando aliviado al saber que estaba lejos. Entonces una pregunta pasa por su mente ¿Qué pasó? Una suave risa lo desconcierta, el galo sintió que el tiempo corría en cámara lenta mientras se giraba para ver a su héroe, a unos pocos centímetros de su rostro unas brillantes turquesas lo miraban fijamente con una sonrisa divertida.

Sus mejillas empezaron a calentarse, en ese instante solo existía ambos y lo que pasaba a su alrededor le ere irrelevante. El viento soplaba con suavidad meciendo los largos cabellos de ambos. Miró con atención al muchacho que vestía solamente unos pantalones ceñidos que dejaba apreciar las torneadas piernas una playera sin mangas ajustada de color negro que hacía resaltar los músculos trabajados, y el cabello azul recogido en una coleta alzada. Al sentir la mirada violácea de su acompañante el muchacho sonríe, Camus desvió el rostro sonrojado y lo mira de reojo. Nunca había creído en el amor a primera vista, pero parecía que este era el caso.

 

— ¿Estás bien? — pregunta — Permíteme ayudarte…

 

Simples palabras que habían logrado ponerle nervioso, Camus abrió los labios para decir algo pero rápidamente los cerró al no poder emitir sonido. Era la primera vez en toda su vida que no sabía que decir pero eso al parecer divertía a su acompañante que sonrió. Se limitó a asentir con algo de brusquedad.

 

— No… yo… no podría aceptar eso…

 

— ¡Vamos! ¡Quiero ayudar! — al principio lo miró dubitativo pero viendo que las horas pasaban y encima que Kanon no llegaba aceptó.

 

— De acuerdo… pero me dejaras invitarte algo de comer ¿entendido?

 

— ¡Si señor! — dijo saludando como militar, haciendo reír al galo.

 

Las horas pasaban entre pláticas y anécdotas, Camus nunca había sido esa clase de persona que gustara de hablar con alguien, pero sentía que con el muchacho podría ser el mismo, ni siquiera a Kanon le sonreía con tanta soltura. La última caja fue puesta en la casa cuando el ocaso empezó a hacerse presente, ya era hora de decir adiós. Cumpliendo con el trato, Camus fue a la cocina a preparar algunos bocadillos y una anaranjada siendo ayudado por el griego que le hacía reír con sus bromas. Al terminar, se sentaron en el pórtico mirando como la luna empezaba a brillar.

 

— Es la primera vez que puedo hablar con alguien sin tener que fingir — comentó el muchacho — ¿Sabes? Me he dado cuenta que hemos hablado y no me he presentado. Soy Milo Dalaras ¿y tú?

 

— Camus Blanc… soy de Francia — susurra algo nervioso por la cercanía del griego.

— ¿Francia, eh? Siempre he querido ir, sobre todo a París, la ciudad del amor… — sonríe coqueto.

 

—Tal vez te enseñe la ciudad, he vivido casi toda mi vida allá — siguió Camus, nunca había coqueteado a alguien pero ahora que lo hacía se sentía extrañamente bien.

 

Milo solo sonrió ampliamente. Se quedaron así unos minutos, contemplándose mutuamente. Camus miró los labios entreabiertos de Milo y sin darse cuenta se fue acercando hacia los labios carnosos, Milo que no se quedaba atrás también se acercaba, sus alientos chocaban entre sí. El galo podía sentir el suave aroma a manzanas que desprendía los cabellos de Milo, sus manos se rozaron apenas acariciándose con sus dedos, pero cuando estaban a escasos centímetros de tocarse una voz seria y varonil se escuchó, seguido de algunos pasos.

 

— ¡Milo! — el aludido se separó con rapidez al reconocer la voz. Los largos cabellos azules del hombre se elevaban mientras que corría, los esmeraldas que tenía por ojos relampagueaban furiosamente cuando llegó hasta donde estaban.

 

Camus lo había reconocido, sintiendo las ganas de matarlo por haberse tardado, hasta que se percató de cierto detalle ¿Cómo sabía su nombre? “Kanon” jaló del brazo de Milo con brusquedad y rápidamente atrapó sus labios demandando un apasionado beso que no tardó en ser correspondido con algo de torpeza. Las manos grandes del mayor se posaron en la cintura de Milo apegándolo a su cuerpo, era como si quisiera unirse en un solo individuo. Fue en ese momento que se dio cuenta de lo que pasaba, se había enamorado a primera vista de Milo. Agachó su cabeza, ocultando sus ojos violáceos ¿acaso algo más podría salir mal? Kanon salía con la persona que amaba y no podía arrebatarle la pareja a su amigo.

 

— ¡Camus! ¡Lo siento! — la voz de Kanon se escuchó. Camus giró con rapidez y luego volvió a mirar a Milo y su novio ¡no es posible!

 

A falta de aire, y por escuchar la voz de Kanon, se separaron, Milo desvió el rostro mostrando un fuerte sonrojo. Su pareja no era esa clase de personas que demostraba sus sentimientos en público a menos que… ¿estaba celoso? Se mordió el labio inferior y evitó hacer contacto con Camus, por alguna razón no tenía el valor suficiente de enfrentarlo, sentía que había hecho algo incorrecto.

 

— Saga… — susurra Kanon sorprendido. Su gemelo lo ve con frialdad y luego a Camus, eso no pasó desapercibido por el menor de los gemelos, que rápidamente se situó delante del galo. Saga se mostraba amenazante, solo eran algunas ocasiones cuando su hermano se molestaba y temía que algo le pasara a Camus.

 

— Kanon, veo que conoces a este sujeto ¿es tu novio? — pregunta Saga aferrando la cintura de Milo hacia su cuerpo de forma posesiva.

 

— Si… — mintió — Lo conocí en Francia — se dirigió al galo pidiendo con la mirada que siguiera su juego — Cami, él es Saga Andreatos, mi hermano mayor y veo que ya conociste a su prometido, Milo Dalaras, hijo del hombre con más poder sobre Grecia.

 

— ¡…! — Saga miró con desprecio a Camus, no era un idiota pero por esta vez dejaría pasar eso, y solo porque Kanon estaba involucrándose. La tensión se estaba haciendo presente y eso empezaba a inquietar a Milo y Kanon que en un silencioso acuerdo decidieron agarrar cada uno a su acompañante.

 

— Será mejor que nos vayamos, nos vemos mañana Camus… — se despidió Milo — Kanon ¿te quedarás con nosotros?

 

— En realidad voy a quedarme en casa de Camus… aun debo ayudarle a desempacar y hubiera llegado más temprano si no fuera por Saga y sus recados.

 

— Hm, mejor para nosotros — susurra con indiferencia el mayor, llevándose a Milo.

Kanon sabía que le debía muchas explicaciones a Camus, pero debía decirle algo acerca de Saga y era mejor mantener informado al galo antes de que se metiera en problemas con el mayor. Una vez en la sala Camus miraba ausente su taza, esperando a que Kanon empezara a hablar.

 

— Primero que nada… lamento la demora. Ya has conocido a mi hermano, es muy celoso y posesivo cuando se trata de algo que quiere…

 

— Milo no es un objeto — masculló recordando la forma en como agarró al griego — ¡Tu hermano está loco!

 

— Lo sé…

 

— ¿Qué? — Camus se quedó callado al escucharlo — ¿lo sabes?

 

— Fue una de las razones por la cual me fui de Grecia. Saga siempre ha sido una persona inestable psicológicamente y mis padres no podían controlarlo a excepción tal vez de Milo.

 

— ¿Por qué él? — pregunta, sintió escalofríos al preguntar.

 

— Los padres de Milo siempre fueron amigos de los míos, y cada vez que venían de visita su hijo se acercaba a nosotros… Saga que ya había sido diagnosticado con bipolaridad y cualquier cosa podría alterarlo. Mis padres estaban aterrados de que cometiera alguna locura con Milo, pero para sorpresa de ellos Saga lo había aceptado, adoptando una posesiva forma de amar que fue creciendo con los años.

 

— ¿Entonces Milo está atrapado? — susurra aterrado ante el asentimiento del otro — ¿Y qué tiene que ver el hecho de irte de Grecia?

 

— Me gusta Milo —dijo directamente — Aunque él solo me ve como un amigo, por lo menos tengo el placer de verlo de lejos.

 

— Kanon…

 

— Olvídalo… por lo menos estoy aliviado de saber que puede escapar.

 

— ¿Ah? — Kanon sonríe con picardía y se cruza de brazos.

 

— No creas que soy ciego… la razón por la cual Saga estuvo tan molesto es porque Milo y tú tuvieron un flechazo. Hace mucho tiempo que no veía ese brillo en sus ojos.

 

— Oye… no creas que…

 

— Camus… las oportunidades llegan una sola vez, y es por eso que trataré de juntarlos, pero por ahora solo debes conformarte con verlo de lejos.

 

— ¿A qué te refieres?

 

Sin pensarlo, jaló a su amigo hacia la habitación del taheño, Camus no sabía a donde lo llevaba, o mejor dicho ¿Por qué lo llevaba a su habitación? Mas al llegar Kanon le dijo que guardara silencio y mirara hacia la ventana donde Milo estaba sentado desnudo, mirando hacia el cielo. Camus se quedó sorprendido, sus labios estaban ligeramente separados, sus mejillas estaban con un tenue sonrojo y sus ojos agrandados.

 

— ¿Pero qué…? — miró a Kanon con sorpresa, éste tenía un tenue sonrojo en sus mejillas y solo negó con la cabeza.

 

—Solo mira… — susurra bajito.

 

Sus ojos se quedaron mirando hacia el Adonis griego que miraba absorto la luna llena, si pudiera compartir esa bella vista a su lado. Un par de manos aparecieron de la nada tocando el pecho y jugueteando con las tetillas, logrando que de los carnosos labios una sinfonía de gemidos se escuchara. Saga marcaba el cuello de Milo con hambre, queriendo demostrar que nadie más que él podría poseerlo. Milo le pertenecía y eso no lo iba a cambiar nadie, ni su hermano ni el francés. Saga ingresó en Milo, apoyando el cuerpo en la ventana, mientras que el menor gemía con fuerza.

Camus se sintió voyerista por no quitar la mirada del rostro sonrojado y excitado de Milo, y al igual que Kanon empezó a masturbarse, su mente empezó a imaginar al griego debajo suyo y él montado en sus caderas, subiendo y bajando, mientras que Milo lo marcaba como suyo una y otra vez, recorriendo con sus labios y dientes el cuello mientras que sus manos exploraban la anatomía griega.

 

—Milo…

 

Las siguientes semanas fueron tranquilas o eso aparentaba Camus pues no soportaba ver a Milo y Saga tan apegados. Además que había notado ciertas actitudes en el mayor con Milo, se lo había dicho a Kanon pero éste intentaba tranquilizarlo, mientras que cumplía con su promesa, distrayendo a Saga cada vez que se veían o evitaba que interfiriera cuando su amigo y Milo se encontraban juntos. Renunciar al amor de su vida nunca sería fácil, pero si con eso Milo sería feliz lo haría.

 

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Ya era una costumbre, siempre era la misma hora. Como todas las noches Camus y Kanon iban a la habitación del francés a contemplar a Milo, sintiéndose aliviados al no ver a Saga siempre con el griego menor. A veces Milo solo se dedicaba a observar la luna, u otras veces leía algún libro. Camus había notado que el brillo en la mirada de Milo empezaba a desaparecer lentamente, y cada vez que lo mencionaba Kanon se hacía el desentendido o se ponía nervioso.

 

— Kanon… creo que no debemos hacer esto — susurra sintiendo la culpa. Siempre había querido parar porque a veces Milo se encontraba desnudo, sobre todo en las noches calurosas.

 

— No está…

 

— ¡Oye! ¿Me estas escuchando? — reclamó el menor, pero al ver la mirada horrorizada de Kanon se preocupó — ¿Kanon?

 

El sonido del celular lo sobresaltó, casi con temor leyó el contenido, poniéndose pálido al terminar. Sin decir nada, salió corriendo de la casa del francés. Camus cerró los ojos y se tiró a su cama boca arriba, debía parar con todo, mañana mismo se lo diría a Milo, aunque eso signifique recibir su odio. No debió hacer caso a su amigo.

— ¿A dónde habrá ido? — susurra al recordar la palidez en el rostro de Kanon. Volvió a mirar hacia la habitación de Milo y suspiró — ¿Dónde estarás?

 

Dispuesto a dormir un poco para relajar su consciencia Camus se acomoda mejor sobre la cama, pero cuando cerró sus ojos el timbre empezó a sonar con insistencia. Con algo de pereza se levanta miró la hora en su reloj de la muñeca suspirando al ver la hora ¿Quién sería? Al abrir se quedó de piedra al ver a Milo que tenía algunos rasguños en su rostro y brazos, la ropa estaba hecha jirones y su cuello tenía las marcas de unos dedos.

 

— ¿Milo…? — el menor enterró el rostro en su pecho evitando llorar. Le dejó entrar yendo por un vaso de agua.

 

Ya más calmado, Milo dejó el vaso en la mesita de centro que había frente a él. Camus sentía como su corazón se oprimía cuando vio las primeras lágrimas resbalar por las mejillas. El griego le explicó que había terminado con Saga ya que éste era demasiado celoso y posesivo, y que en uno de sus arranques de celos casi lo violaba. Que ya no podía controlar el temperamento del mayor cuando dejaba salir a “Arles”. Al oír esto, Camus sentía su sangre hervir al ver como Milo empezaba a llorar desesperadamente. El griego amaba a Saga, a pesar de casi haberlo violado, pero ya no soportaba recibir los maltratos cada vez que enloquecía, y temía que si regresaba a su lado y de nuevo se ponía celoso llegara más lejos, hasta matarlo. Camus escuchaba atentamente cada una de las palabras que decía Milo, sintiendo impotencia al no poder borrar el mal momento que vivía. Su corazón estaba hecho un revoltijo de sentimientos, por una parte estaba feliz ya que ahora podía estar con Milo, pero por otra parte sentía una gran ira que amenazaba con salir. El peliazul se acurrucó en los brazos del francés, sintiendo su calor, estaba demasiado vulnerable, no podría ayudar más a Saga y eso lo llenaba de nostalgia. Cuando era un niño era más fácil, cuando los dos pasaban las horas debajo del gran árbol del jardín de sus padres, hablando de las anécdotas del mayor. La sonrisa amable y tierna que Saga le dedicaba no tenía precio. Aun podía ver aquellos tiempos de antaño, a Saga con un enorme libro y él sentado en su regazo, escuchando cada palabra que salía de aquellos labios que muchas veces lo habían besado.

 

— Lo siento Milo… — susurra acariciando los azules cabellos — Si pudiera hacer algo…

 

— Ya has hecho suficiente… me has escuchado y eso basta.

 

Levantó su rostro para encontrarse con el rostro preocupado de su vecino y amigo, le sonrió agradecido y apenado por escuchar su historia, Camus negó con la cabeza enternecido por el pequeño rubor que tenía Milo en sus mejillas y el brillo que volvía a sus ojos, le devolvió la sonrisa, revolvió los cabellos de Milo con su mano haciendo que el rubor incrementara. Cuando se levantaron del sillón, Milo se tropezó con la alfombra y cayó encima de Camus, quedando sus labios pegados. El corazón de ambos empezó a latir con fuerza y las corrientes eléctricas no se hicieron esperar en el cuerpo de ambos muchachos. Ambos estaban en aquella posición, sin ni siquiera moverse, al separarse ambos tenían los rostros rojos que podían compararse como un jitomate, no deseaban mirarse, pero sus ojos los traicionaron. Sus miradas se encontraron haciendo que un calor invadiera sus cuerpos. Camus no lo soportó más, agarrando la playera de Milo, lo jaló volviendo a juntar sus labios, besándolo con ternura y pasión, lo amaba, desde el primer día que lo vio, es por ello que siempre quiso acompañarlo, en todo. Los ojos de Milo se abrieron de la sorpresa, hace unas horas atrás había terminado una larga relación con Saga y aun no se sentía listo para otra, pero aun así decidió que por hoy olvidaría aquel mal momento, cerrando sus ojos, disfrutó aquel contacto que hacía vibrar su cuerpo y acelerar su herido corazón. Con algo de torpeza, ayudó a Camus a levantarse, bruscamente se separaron para tomar el aire robado para otra vez besarse con la misma intensidad. Así Camus fue desabrochando el pantalón de Milo mientras que éste, le desabotonaba la camisa. Todo esto lo hacían sin dejar de besarse. Su recorrido a la habitación de Camus empezó, chocando con cuanta cosa se hallaban en el camino, las ropas empezaron a desaparecer con cada paso que daban.

 

Entraron a la habitación y Camus acorraló a Milo en la pared y lo abrazó tratando de rememorar el momento, soltó un suspiró de placer mientras que una de sus piernas se metía entre las del peli azul, el cual con el acto, soltó un profundo gemido. Después de acabar con el resto de la ropa, ambos llegaron a la cama, donde las manos y los labios se llenaban de sus cuerpos, llegando a lo más profundo e íntimo que se pueda describir, provocando en ambos gemidos de excitación y placer, Camus encima de Millo se deleitó con aquel cuerpo que deseó poseer desde que lo vio. Jadeos y suspiros llenaban la habitación, Milo cerró los ojos tratando de aspirar el aroma que desprendía de Camus, el galo en eso, se acercó a su oído. Al sentir el aliento cálido de Camus, su cuerpo entero se estremeció.

 

— Deseo que me poseas… quiero ser tuyo Milo — la voz ronca y cargada de lujuria, prendió más a Milo, que soltando un gemido grave intercambió de posición con Camus, esta vez quedándose él encima del francés.

 

Milo lo veía con ternura y Camus igual, ambos estaban estudiándose, transmitiéndose, lo que querían decirse desde hace ya mucho tiempo, aunque uno de ellos no lo sabía. En ese momento, Milo empezó a recorrer el cuerpo de Camus con maestría, deleitándose con el suave tacto de su cuerpo, bajó hasta llegar a la altura del miembro del galo. Besó la punta haciendo estremecer al mayor, para luego meterlo a su boca, sus manos se encargaron de masajear los testículos de Camus, sacando varios gemidos a este, el francés no se quedó atrás y agarró suavemente sus hombros, para luego simular pequeñas penetraciones en la boca del griego. El griego metió tres dedos en la boca del francés diciéndole que los chupara, Camus obedeció y empezó a degustar como si de un dulce se tratase, una vez listo empezó a besarle, anticipándose a lo que vendría, metió un dedo en el interior de Camus. Al sentir la intromisión del dedo en su interior no pudo evitar soltar un leve gemido ahogado de dolor, el griego se apresuró a distraerlos con su labio, siguió con su tarea de lubricar su estrecha y virginal entrada. Cuando ya estaba bien lubricado lo reemplazó con su ya erecto miembro, se mordió el labio inferior sintiendo lo estrecho que estaba, empezó su vaivén una vez que Camus le diera la señal, ambos empezaron a gemir por el placer que estaban sintiendo, así ocurrió hasta llegar al satisfactorio clímax carnal. Ya era de noche, ambos cansados de su muestra de amor se quedaron dormidos, Camus acurrucado en los brazos de Milo con una sonrisa y un sonrojo al igual que su amado.

 

 

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Los primeros rayos de sol empezaron a colarse en la ventana de su habitación, los párpados de Camus empezaron a temblar ligeramente al sentir la luminosidad chocar con su blanquecino rostro con pereza empezó a abrir sus ojos. Palpó con la mano un sitio donde debía estar Milo, encontrándolo vacío, estaba solo, pensó que lo de anoche era un sueño, una fantasía que su propia mente le había jugado, por el deseo de su corazón. Sus ojos  se anegaron por las lágrimas que deseaban salir, empezando a llorar, cuanto había deseado amanecer a lado de su amado. Con la mirada desvió sus ojos para posarla por la ventana, para ver si Milo estaba en casa, mas no lo vio, sintiendo otra vez un vacío en su corazón. Suspiró con tristeza al pensar que su amado estaría con Saga en su casa, más todo pensamiento desapareció al tener un escalofrió al sentir unos fuertes brazos rodear su cintura, se giró y lo vio, Milo estaba ahí abrazándolo con una sonrisa.

 

— Mmm no sabía que desde aquí se podía ver mi habitación — le dijo divertido — Creo que no he  sido el único que ha estado espiando a su vecino — esta confesión lo hizo voltear asombrado, el peliazul se sonrojó apenado por la confesión, mientras que el galo le empezó a besar tiernamente.

 

— Te amo — susurró y siguió besándole.

 

No se dijeron más y se quedaron abrazados, repartiéndose besos y caricias, diciéndose lo mucho que se amaban con cada caricia.

 

Notas finales: Comentarios de la Autora:

 

Holaaaaa =) este fic ya tiene un buen tiempo publicado en mi página de Amor Yaoi es por eso que decidí publicarlo aquí también. Cuando lo volví a leer me dije: ¿Por qué no hacerle una continuación, pero esta vez desde el punto de vista de Saga? Ya que si lo han leído todo completo, se darán cuenta que Kanon recibió un mensaje y pensaba escribir, lo que sintió y pensó Saga al momento que tenía su arranque de celos *u* (solo que esta vez sería un one-shot)

En fin, gracias por tomarse su tiempo de leer y no olviden dejarme un reviews para saber si les gustó o no. SOLO CRÍTICAS CONSTRUCTIVAS.

Se despide Nikiitah.

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