Estaba caminando por las frías y solitarias calles de Seúl mire todo el entorno crudo que me rodeaba y suspire por enésima vez en esa gélida noche, el vaho se desprendió de mi boca me hizo razonar que era hora de volver a la casa, sí, aún que no lo admitiera no quería llegar al departamento.
Resignado retrocedí todo el camino que había hecho en esa tarde, pasando por los mismos lugares de minutos atrás. Llegué a mi departamento y entre en este, me quite el grande y cálido abrigo y los zapatos que llegaron a ser incómodos por un momento.
Me llegó un mensaje de texto el cual lo leí y al terminarlo me lleno un sentimiento de preocupación por mi mejor amigo.
Volví a vestirme adecuadamente y salí.
Mire el lóbrego cielo, ya era de noche y era consiente de aquello. Escondí mis manos tratando de protegerlas del frío en los bolsillos de mi tapado. Pare un taxi y sin esperar le di la dirección del hogar de mi amistad.
Mire el reloj y note que iban a dar las ocho y media de la noche, cuando llegué a destino y pagué el viaje deseándole unas buenas noches al amable chofer del auto.
Abrí la puerta de entrada y camine por el camino de acera color gris con tonos marrones, llegué a la puerta principal y golpeé unas cuantas veces anunciando mi reciente llegada.
En menos de un minuto la puerta fue abierta y pude ver el demacrado rostro de mi leal, sus ojos hinchados y rojos. Me preocupe al verlo en ese estado pero solo conserve mi cara de póker en ese momento. Sabía perfectamente que preocuparme le haría enfadar, no por nada somos mejores amigos y lo tenía muy bien sabido.
Una vez me dejo el paso para entrar me senté a un lado y el hizo lo mismo. Mire alrededor notando las botellas de alcohol vacías que yacían regadas por partes del suelo y en la mesita de centro.
- ¿Qué pasó? -. Pregunte restándole importancia a aquellos frascos de bebida.
- Creo que la cagué -. Susurró en un balbuceo poco entendible pero lo suficientemente claro para mí.
- ¿Minho? -. Le pregunté
- Sí… -. Dijo entre dientes mirándome con nuevas lágrimas en sus ojos de felino. Me mataba verlo así, era mi mejor amigo y mi primer y único amor hasta el momento solo que mis sentimientos no eran correspondidos de la misma manera, él ya tenía a alguien a quien amaba.
- Kibum ¿Qué paso?- por un momento olvide el amor que sentía por el para ayudarle con su pareja, si él era feliz yo también o al menos intentaba serlo mientras sentía que mi corazón se iba desintegrando poco a poco por el dolor de no ser correspondido a este sentimiento de amor.
- Es que… le arme una escena de celos… Creí que era una resbalosa pero… era su hermana, le pedí disculpas pero él simplemente me dijo que necesitábamos un tiempo y no sé… creo que quiere terminar conmigo -. Sus ojos estaban pequeños por el llanto y yo no sabía cómo poder consolar su penar. Estaba sufriendo con él y no podía hacer nada para que su dolor se esfumara.
- Eres muy impulsivo Bum -. Le palmee la espalda intentando esconder mi tortura al verle de esa manera tan angustiante.
- Lo sé, y entiendo el hecho que decidiera darnos un tiempo pero… sé que me dejará y yo no puedo estar así… ya paso mucho tiempo desde que me pidió tiempo.
- ¿Cuánto?
- Dos meses y no sé dónde está o como contactarlo -. Me tomo de las manos y enserio sentí mi corazón estremecerse ante ese dulce toque.
El olor a alcohol se sentía desde lejos y él parecía no incomodarle mantenerse muy cerca de mi
- Jonghyun me dijo que lo vio con una chica salir de un hotel, me mando una foto y era él.
- ¿cómo sabes que no era su hermana?
- ella ya se fue a París, ni modo que sea ella. Taemin… hazme un favor ¿puedes?
- Sabes que cuentas conmigo para todo lo que necesites.- Dije en una media sonrisa, mi personalidad cerrada y amarga no me permitía ni la más mínima gota de felicidad.
- Hazme olvidar este dolor.- y eso me desconcertó
- No te entiendo Kibum, dime que deseas que haga
Sin esperármelo sentí sus labios mecerse sobre los míos y verdaderamente sabían cómo un billón de dulces de fresas. Mis sentimientos no se pudieron camuflar y pose mis manos en su delicado cuerpo afeminado. El beso fue demasiado torturante y sin darme cuenta ya caminábamos entre tropezones hasta su habitación dónde lo recosté con extremo cuidado en la cama.
Quite lentamente su camisa dejándolo en igual condiciones que yo, ambos torsos desnudos. Su cuello me llamaba y baje mis labios a esa nívea extensión que pedía a gritos que la nombrará cómo mía. Lamí su cuello y bese a mi antojo escuchando sus gemidos y suspiros ante el pasar de mi lengua por ese lugar tan sensible.
Baje sus pantalones dejándolo en ropa interior viendo sus tersas y lechosas piernas, pasee mis manos por ellas deliberadamente, a mi antojo. Jugué con su tetilla rosácea lamiéndola con sumo cuidado y frotando la otra con la yema de mi dedo pulgar y dedo índice. Su cuerpo se estremecía ante mi toque. Nunca había quitado mi vista de su perfecto rostro, sus ojos levemente cerrados, sus mofletes completamente sonrosados y sus dulces labios semi-abiertos soltando incoherencias y gemidos que eran la más dulce melodía jamás compuesta por Mozart ante mis oídos.
Deje de jugar con sus pezones y baje besando todo su torso completamente desnudo, me deshice de su calzoncillo tirándolo a un lugar de por la habitación, abrí lentamente sus piernas y acaricie sus muslos y la parte interior de sus piernas. Lubrique tres dedo con mi propia saliva y lleve el dedo corazón a su rosada cavidad anal dónde lo introduje cuidadosamente teniendo cuidado de no lastimarlo. Jugué deliberadamente allí dentro mientras que con mi otra mano acariciaba todo su esbelto cuerpo y besaba sus gruesos labios.
- Ah~… -. Escuché su dulce gemido, me propuse llegar más allá y metí el segundo dedo el índice para seguir penetrando levemente. Sus manos se aferraron a mis hombros y suspiraba alteradamente mientras suplicaba por más.
El tercer dedo ya se encontraba dentro y él parecía disfrutarlo y a mí me encantaba complacerlo realmente. Vi que estaba completamente dilatado y me sitúe entre sus delicadas piernas. Perfile mi miembro en su entrada abriéndome paso dentro de ese cálido hueco, se quejó un poco pero me ordenaba que no parara y me enterrara más por su recto y aún que deseará parar no podía.
Abrí más sus piernas y las acomodé mejor para un mayor acceso, el rodeo mi cintura con ellas y me empujo más profundo en él. Lleve mis manos a su rostro acariciándolo suavemente, la diestra bajo lentamente hasta sus costillas quedando allí haciendo una leve presión mientras que la siniestra bajo a su muslo derecho haciendo que flexionara su pierna.
- Ah~… Agh…
- Eres tan hermoso….- Le susurré mientras pegaba mi torso al suyo y besaba sus labios. Mi mano acariciaba insistentemente su muslo y toda su pierna. Mis estocadas eran dulces y pacientes, Quería serle fiel al momento y disfrutar como era debido el cuerpo de quien amaba hace años.
- ¡Ah~! Tae~ ¡Más! ~.- ronroneo cerca de mi oído y yo no dudaba en darle lo que él deseaba. Mis ojos estaban cerrados para sentir todo con mayor profundidad, sus manos se aferraban a mi espalda dejando marcas de estas y hasta rasguñadas.
Sentí mi bajo vientre vibrar y deseando llegar ambos el orgasmo empecé a bombear su erección húmeda por el pre semen que se deslizaba por ella.
- ¡Ah~!- gruñimos al unísono cuando por fin nos liberamos.
*
*
- Sabes que todo esto fue un error ¿no es así?-Me hablo mirando cómo me vestía.
- Lo sé, no tienes por qué preocuparte, al fin y al cabo no siento nada por ti.- Le mentí e intente mentirme pero ya era demasiado tarde.
- Espero que esto no influya negativamente en nuestra amistad ¿verdad?
- Cómo dije y vuelvo a repetir: ¡No te preocupes! -. Di mi mejor medía sonrisa para retirarme de allí para inundarme en un acuosos llanto en mi casa.
- Estaría mal que dos hermanos tuvieran una relación.
- Lo sé
¿Qué me olvide decirles que éramos hermanos de sangre? No le había visto la importancia a aquello.
Esa mañana kibum había salido y yo seguía durmiendo, cuando llegó yo me estaba vistiendo y me comento que Minho y él volvieron y estaban muy felices juntos, mi corazón se rompió completamente en ese instante.
Suspiré sintiendo cómo la fría brisa daba en mi rostro y una lágrima bajaba lentamente desde mi lagrimal.
Había sido usado para calmar ese pequeño dolor en su corazón y lo sabía perfectamente.
Ahora… ¿Quién calmaría mi desconsuelo?
Lo único que me quedaba era olvidar de Kibum de una única manera. Irme de Seúl por un tiempo.
Quizá eso era lo indicado y dejaría de sentirme miserable por enamorarme de mi hermano.
Suspiré y le teclee a un viejo amigo para ver si me podía quedar un tiempo con él y cuando su respuesta fue un sí no lo pensé dos veces y fui a la terminal de autobuses, si iba a mi hogar lo más seguro era que me arrepentiría de mi decisión de último momento.
Volvería a comenzar.