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Accidentalmente por Downer

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Notas del fanfic:

Es un fanfic corto, de tres capítulos. Espero que os guste!! :3

—¿Cómo que Rivaille está enfermo? —preguntó Eren algo alterado a la mujer con gafas que estaba delante suya.


—Pues verás… —dijo ella rascándose la cabeza— puede que haya habido un pequeño accidente con uno de mis experimentos…


—¿Es grave? —preguntó el muchacho algo alarmado.


—No, no… pero está delirando en su habitación y se ha puesto a llamarte a gritos. A mí me ha echado a patadas… ¿Podrías subir a echarle un vistazo? ¡Gracias!


Antes de que Eren pudiera responder a aquello, la mujer salió corriendo por un pasillo. Obviamente quería desentenderse del tema. El muchacho suspiró.


 “¿Por qué iba a querer llamarme Rivaille? Espero que no quiera matarme o algo así…” pensaba mientras subía las escaleras hacia la habitación de su superior. Cuando llegó, tuvo que llamar a la puerta unas cuantas veces hasta recibir la orden de entrar. Al abrir la puerta se encontró con que Rivaille había amontonado los muebles y estaba escondido detrás de ellos, totalmente en guardia.


—¿Quién anda ahí? —preguntó desconfiadamente.


—S-señor… soy yo, Eren. Hanji me dijo que…


—An, Hanji. Esa loca me ha dado por error una droga para aturdir titanes… algún día acabará conmigo. ¡Pero hoy no, hoy mataré a todos los titanes!


Eren comprendió al instante que Rivaille no sabía lo que decía. Jamás había tenido que cuidar a alguien que estuviera bajo los efectos de alguna droga, pero lo primero que hizo fue esconder las armas de Rivaille por si acaso. Después intentó poner los muebles en su sitio, pero no estaba muy seguro de donde iba cada cosa, por lo que acabó sentado en la cama de Rivaille mientras este correteaba de un lado a otro.


De pronto, el hombre se subió encima de una silla y, con una expresión de total seriedad, comenzó a bajar el cierre de su pantalón.


—Rivaille… ¿qué hace?


—Calla y escucha.


Eren escuchó atentamente, pero no consiguió oír nada. Mientras tanto, los pantalones del hombre fueron deslizándose hasta terminar en sus tobillos, dejando al descubierto sus piernas y su ropa interior.


—Señor... ¿por qué se ha bajado los pantalones?


—No he hecho tal cosa —dijo Rivaille mirándole con incredulidad. Eren suspiró, resignado. Entonces el mayor quiso bajar de la silla y al no poder separar los tobillos trastabilló y cayó hacia delante. Se hubiera dado de lleno contra el suelo de no ser porque Eren llegó a tiempo de amortiguar su caída. Cuando abrió los ojos, su rostro estaba a apenas unos centímetros del de su sargento. Pudo apreciar el rostro de Rivaille, tenía el rostro encendido y las pupilas notablemente dilatadas.


—¿Qué ha pasado? —dijo, y comenzó a moverse de forma extraña. Eren tardó unos segundos en comprender que estaba intentando quitarse del todo los pantalones. El joven se ruborizó al notar la peculiar postura en la que se encontraban.


Sin embargo, Rivaille no le prestó atención; en cuanto consiguió zafarse de sus pantalones se puso de pie y comenzó a andar por toda la estancia a cámara lenta diciendo que aquel sitio era enorme y que así nunca llegaría a la puerta. Más tarde encendió una vela y se quedó mirándola fijamente durante al menos cinco minutos.


Eren observaba atentamente cada cosa que el hombre hacía. Jamás lo admitiría, pero estaba disfrutando. Le preocupaba un poco, pero no podía negar que era gracioso ver a un hombre tan serio como Rivaille hacer todas esas tonterías. Se preguntaba qué pasaría por su cabeza.


Le dejó correr y saltar por toda la habitación y fue víctima de muchas de sus locuras, pero finalmente la energía del hombre se agotó. Al cabo de un par de horas cayó rendido en la cama. Eren se quedó a su lado hasta que pensó que se había dormido, entonces se levantó y, tras un último vistazo a Rivaille, se dispuso a irse.


Pero entonces notó cómo algo le sujetaba el brazo.


—¿A dónde vas? —escuchó la voz firme de su sargento.


—Iré a dormir a otra parte —respondió girándose para mirarle. Rivaille tenía los ojos posados firmemente en los suyos. Ya tenía mejor aspecto, pero su rostro aún seguía muy rojo. Su mirada estaba algo vidriosa, probablemente tendría fiebre por culpa de algún efecto secundario.


—No te vayas —dijo muy serio—, duerme a mi lado.


Eren se quedó de piedra, no por la proposición del hombre (peores cosas le había pedido a lo largo de la noche, como que se tirara por la ventana...), sino porque jamás hubiera imaginado que alguien tan temible pudiera verse tan indefenso. Y fue esa petición, esa muestra de debilidad, la que convenció al chico de no dejarle solo.


Se acurrucó con él entre las mantas en una postura rígida y forzada. El colchón era pequeño, por lo que sus cuerpos estaban en total contacto. Rivaille despedía una considerable cantidad de calor debido a la fiebre.


—Eren... —le llamó el hombre, y el aludido giró la cabeza para mirarle a los ojos. Entonces, contra todo pronóstico, el mayor depositó un suave beso sobre sus labios, haciendo que se sonrojara. Se quedó paralizado ante aquel beso, ¿acaso Rivaille seguía alucinando? Sí, seguramente fuera eso. Tras besarle le abrazó y suspiró profundamente. Su cálida respiración chocaba contra el hombro de Eren, que poco a poco se fue tranquilizando. Estaba en una postura cómoda, con aquella estufa humana abrazándole, y por más que quiso luchar contra el sueño al final se quedó dormido.

Notas finales:

¿Qué tal? Espero que os haya gustado ^^ Se aceptan reviews y esas cosas 8D

Mi twitter es MENTE FUJOSHI por si queréis seguirme. Subo yaoi y tal :3

Bueno hasta la próxima adiós!! :3


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