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El Peso del Alma por MisuzuBlack

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Notas del fanfic:

Fanfic basado en la canción del mismo nombre: El Peso del Alma.

 

Para HeartBreakerGirl

«Abro los ojos con dificultad, la destellante luz inunda mi visión, cegándome, obligándome a cerrarlos de nuevo al instante. Parpadeé un par de veces antes de animarme a abrirlos por completo. La blanca habitación en la que me encuentro se me hace desconocía y a la vez familiar. Un cuarto de hospital. Suspiro cansadamente, trato de mover mi mano pero estoy demasiado dolorido como para moverme, desisto de cualquier movimiento. Pronto siento mi pecho pesado, respiro más rápido, pero esa opresión no se va, al contrario sigue aumentando.

Me cuesta  respirar, tanto que la punzada sobre mi costilla izquierda parece ser insoportable. Trato de tranquilizarme, diciéndome “Todo estará bien, todo estará bien”, pero las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos. Patético. Pues bien sé que esto no cambiará. Esta es mi triste realidad.

 

La puerta de la habitación se abre, dejando pasar a una enfermera, con su impecable uniforme blanco, con el cabello totalmente recogido en un perfecto moño. Me mira, sus ojos reflejan pena. Ella siente lástima por mí.

 

Ha venido a cambiarme los vendajes, me incorpora con sumo cuidado, tratando de hacer el menor daño posible, aún así me quejo. Me duele. Me duele físicamente, pero lo que realmente me duele no es mi cuerpo, sino mi alma resquebrajada.»

 

 

CAPITULO UNO

 

 

Jaejoong era un chico normal, nacido en una familia en la que a duras penas sobrevivían, pero en la que el amor no les faltaba. Lo que no hacía común a este chico, era la belleza casi femenina que poseía. Delgado, con una piel tan blanca como la leche, cabello negro casi a los hombros, enmarcando un perfecto rostro, donde sus negros y grandes ojos destellaban brillo y pureza, contrastando con sus gruesos labios de color rosa encendido.

 

A sus 18 años había decidido mudarse a Seúl, dejando su humilde hogar en el campo al perder a su única familia y sus pocas posesiones. Su padre, sufriendo las consecuencias propias de la edad y mal-pasos, habían deteriorado rápidamente su salud, encontrándose lo bastante débil como para continuar siendo la cabeza de la familia, acepto un mal negocio, el cual le fue cobrado muy caro, quitándoles la vida a él y a su esposa. Con solo la escuela media y sus ganas de superación, abordó el autobús que lo llevaría a un nuevo destino.

 

Llegar a la gran ciudad fue fácil, lo difícil fue encontrar un lugar donde establecerse por una módica cantidad, además de un trabajo que le otorgara buenas ganancias para así poder estudiar y mantenerse él.

 

Pasaron varios meses hasta que él pudo finalmente acoplarse a su nuevo ritmo de vida. Vivía en una diminuta habitación, donde solo entraba una pequeña estufa y un frigorífico. Pegado a la pared un armario que contenía sus muy usadas prendas y en el que por el día se guardaba el futón que usaba para dormir, que no era usado más que en algunas ocasiones, ya que la mayor parte llegaba tan cansado, que caía rendido en el suelo sin más.

 

Su horario era agotador, por las mañanas temprano repartía el periódico local, a las siete entraba a trabajar a una cafetería hasta las dos de la tarde, para dirigirse donde entraba a su segundo trabajo en una fábrica de costura. A las ocho terminaba su turno, pero ahí no terminaba la agitada vida de Jaejoong, ya que a partir de ahí, destinaba su tiempo en sus estudios en una academia nocturna.

 

Entre una y otra cosa, al chico no le daba tiempo más que de respirar, no tenía amigos, se llevaba bien con sus compañeros de trabajo, pero ni ellos lo consideraban su amigo, ni él a ellos. Y sí no tenía amigos, muchísimo menos novio o novia, pues Jaejoong jamás se había sentido atraído por alguien.

 

El poco dinero que ganaba, utilizaba lo para pagar la renta y sus necesidades básicas. Jaejoong quería terminar rápido sus estudios, conseguir un trabajo mejor.

 

A los 22 se graduó en la Licenciatura en Administración. Dejando su currículum en cada una de las empresas de Seúl, esperando a ser llamado para una entrevista. Debido a su inexperiencia, las puertas del muchas puertas del mundo laboral le eran cerradas, pero eso no desanimaba al joven, por el contrario creía firmemente que la oportunidad se le brindaría.

 

Y así fue.

 

Jung's Enterprises era una corporación dedicada a diversos ámbitos laborales, abarcaba desde medicina hasta modas, siendo una de las mejores a nivel internacional. Se encontraba abriendo una nueva área, por lo que solicitaba personal nuevo, preferentemente sin experiencia para ser preparados debidamente a las normas que la empresa requería. El presidente consideraba que contratar a jóvenes recién egresados, le brindaba la seguridad de saber que estos no traían ninguna “maña”, que bien entrenados y bajo una estricta supervisión, formarían un gran grupo fiel a la corporación.

 

De esta manera Jaejoong ingresó como nuevo personal, al igual que muchos más, a través de una serie de exámenes y entrevistas. Al entrar por la gran puerta de cristal, Jaejoong quedó totalmente impresionado con la magnificencia de aquel lugar, un edificio hecho totalmente de cristal, rebosando de lujo por doquier. Un leve silbido salió sus labios, antes de ser arrollado por una marea de gente vestida con finísimos trajes, luciendo adecuadamente en aquel lugar. Jaejoong sintió que no cuadraba en ese sitio, con su sencillo traje negro y sus algo desgastados, pero bien cuidados, zapatos.

 

Se dirigía al séptimo piso, pero no podía ingresar al elevador debido a la cantidad de personal. Temía llegar tarde, así que se apretujo como pudo en el ascensor. Tomaría la nota mental de llegar una hora antes para evitar todo este ajetreo.

 

Había transcurrido casi un mes desde que entro a trabajar, aún vivía en aquel pequeño lugar, había utilizado su primer sueldo para comprar trajes con los que ir a trabajar, de no tan buena marca como los que utilizaban sus compañeros, pero al menos tendría unos más para variar que el sencillo traje negro y otros dos que poseía.

 

Como lo había hecho después del segundo día, llegó una hora antes. Presiono el botón de subida del ascensor y espero pacientemente a que este llegara. No noto cuando una persona se colocó detrás de él hasta que ambos ingresaron en la estrecha cabina.

 

El pequeño lugar se inundó de un agradable perfume masculino, que penetró por las fosas nasales de Jaejoong, el cuál por primera vez en el día, levantó la mirada de sus zapatos para dirigirla a su acompañante.

 

Un joven hombre, demasiado atractivo, con un traje gris plomo enfundado los músculos de su bien formado cuerpo. La poca piel que se dejaba ver a través de esa vestimenta, mostraban un color trigueño agradable a la vista. Su cabello castaño, ligeramente despeinado le daba un aspecto rebele a todo aquel serio conjunto. Su rostro perfilaba una nariz levemente respingada, sus ojos cubiertos por unas gafas oscuras le impedían ver el color de estos, y, sobre la curvatura de sus labios, en la parte superior, un pequeño lunar se hallaba. Jaejoong jamás había visto a nadie tan atrayente, ni tampoco jamás había sentido la necesidad de besar esos labios y morder ese lunar.

 

El teléfono de ese hombre sonó, respondiendo al instante, dejándole escuchar una agradable voz seductoramente masculina, que envolvió al joven en una grata burbuja de sonido.

 

La mirada fija de Jaejoong hizo que el otro hombre lo mirara, quedándose sorprendido por la belleza que lo acompañaba. Perdió un poco el hilo de sus ideas al verlo, pero rápidamente se recompuso, algo que Jaejoong ni siquiera noto al estar tan embelesado por aquel sujeto.

 

Las puertas del elevador se abrieron al llegar al séptimo piso, pero ninguno de los dos hizo algún movimiento. La atracción entre ambos era tanta que si uno hubiese dado un paso al frente, sus cuerpos reaccionarían con chispas.

 

r13; Aquí bajas r13; dijo el atractivo hombre. Jaejoong reaccionó, saliendo rápidamente de la ensoñación cuando las puertas se estaban cerrando de nuevo.

 

 r13; ¡Oh!

 

La actitud del chico le provocó una gran sonrisa al otro. Sus grandes e inocentes ojos le decían que no sabía de quien se trataba, su humilde vestimenta le indicó que era personal nuevo, y su tímida actitud le dijo que era honrado.

 

Jung Yunho acababa de suceder la dirección de la empresa, a pesar de ser joven, con sus 27 años era uno de los más reconocidos empresarios, capaz de hacer negocios siempre florecientes. Desgraciadamente para el chico, su vida sentimental no era tan exitosa como su vida laboral. Las personas solían acercarse a él solo para poder obtener algún beneficio, había aprendido a desconfiar de todos y cada uno de los que se acercaban con intensiones amorosas, pues la experiencia le había enseñado que en asuntos de amor, debía ser demasiado cuidadoso.

 

Pero eso no impidió que cayera perdidamente enamorado del chico de grandes ojos negros y piel blanca. Se regañó a sí mismo por no haberse dado el tiempo para conocerlo, por haberse enamorado a primera vista de él, sin saber siquiera quien era el chico.

 

A partir de ese día, ambos estaba puntuales, a la misma hora en el mismo elevador, esperando para tomarlo juntos, aunque sea un recorrido muy pequeño para lo que en ambos comenzaba a desarrollarse, con eso les bastaba para poder pasar el día.

 

Las sonrisas escondidas, las miradas furtivas y los ligeros roces no se hacían esperar en ese estrecho espacio, porque ese momento era solo para ellos. No mencionaban nada, ni una palabra, solo sus pausadas respiraciones y alguno que otro suspiro les acompañaba, sin contar las veces que el teléfono del mayor sonaba.

 

r13; Creo que debo invitarte a salir un día r13; dijo el moreno, quien impresiono a Jae pues por primera vez se dirigía a él. Se encontró con una mirada color chocolate y una afable sonrisa.

 

r13; S-soy Jaejoong r13; dijo entre tartamudeos. Se sentía realmente estúpido por trastabillar las palabras, por ponerse tremendamente nervioso con la presencia de aquel hombre y sus palabras.

 

Para Yunho aquello no era nuevo, después de una semana de compartir el mismo elevador, la curiosidad fue mayor, haciéndolo  que buscara en toda su base de datos a aquel dulce empleado. Lo halló en la nueva área de Administración.

 

r13; Jaejoong, soy Yunho r13; sonrió, dando por sentado que si el chico no lo reconocía no tendría porque decirle su apellido, evitando así que se interesara por su dinero y no por su persona.

 

Un pequeño café, ubicado a dos cuadras de la empresa, fue testigo de la primera cita de esta pareja. El personal de la empresa no solía frecuentar ese local, pues en primera era un lugar modesto, que a pesar de estar cerca no se encontraba sobre la avenida principal, por lo que no rivalizaba con los grandes restaurantes que allí se hallaban; y en segunda, el sito era mayormente visitado por parejas del mismo género, lo cual representaba un cierta incomodidad en algunas personas, especialmente a las personas mayores que no estaban acostumbrados a este tipo de romance. Esto hacía de aquel lugar un sitio perfecto para ambos, pues además contaba una variedad de pastelillos gourmet, tés y cafés de alta calidad a un módico precio; algo que para Jaejoong era sencillamente espléndido, ya que le permitiría pagar su parte sin sufrir penurias después.

 

r13; Dime Jae, ¿Te puedo llamar así cierto? r13; preguntó Yunho antes de continuar, esperando por la aprobación del chico, quien solo asintió con la cabeza. r13; Quiero saber de ti.

 

r13; ¿Que te gustaría saber? Aunque te advierto que no soy muy interesante, de hecho soy muy común r13; diciendo esto último casi en un murmullo.

 

r13; Tal vez esa sea la razón por la que me gustas r13; el color en las mejillas del menor no se hizo esperar, tímidamente bajo la mirada, mientras sus coloradas orejas le delataban. r13; Quiero saber todo r13; le dijo con una sonrisa que el otro no apreciaba por seguir mirando las uñas de sus manos, escondiendo de esa manera el color de su rostro. r13; Familia, amigos, novios, blanco o negro, música, todo Jae, todo.

 

Aquella declaración hizo que Jaejoong levantara la cabeza, después de sus padres las personas no solían acercársele más que para darle ordenes y quizá uno que otro con la intención de sobrepasarse sin lograrlo jamás.

 

r13; No tengo familia, no tengo dinero, no tengo amigos ni tampoco novio r13; comenzó a hablar, dando respuestas cortas y sinceras, sorprendiendo aún más a Yunho. r13; Como no tengo dinero, no tengo radio ni televisión ni nada, escucho la música que ponen cuando viajo en el subterráneo o el bus, supongo que esa es la que me gusta r13; dijo encogiéndose de hombros.

 

r13; ¿A nadie?

 

r13; No, mi padre y madre fueron... humm... murieron r13; considero que no era prudente decir que su padre había estado en algunos negocios turbios. r13; Lo poco que poseíamos  se fue en los gastos fúnebres cuando yo tenía 17, después me mude aquí para comenzar de nuevo, estudiar y ahora trabajo para el Sr. Jung.

 

r13; ¿Y amigos? r13; cuestiono Yunho, omitiendo el asunto de que él era el Sr. Jung.

 

r13; Humm... la gente de mi pueblo solía decir que era raro, que seguramente estaba maldito porque mi rostro y cuerpo se asemejan más al de una mujer y, sin embargo soy hombre, por lo que nadie se me acercaba; después de la muerte de mis padres no me quedaba nada por lo cual permanecer ahí, y cuando llegué aquí, para pagar la renta y sobrevivir, ocupaba la mayor parte de mi tiempo trabajando y por las noches asistía a clases nocturnas r13; lo dijo como si fuera algo sencillo, pero en realidad ambos sabían que obtener un título universitario le había costado lágrimas al pelinegro. Ahora tenía la admiración de Jung Yunho sin saberlo, no solo se había enamorado de una cara bonita, sino también de alguien real, con muchos sentimientos y sobre todo la honestidad plantada en sus grandes ojos de venado.

 

A partir de ese momento comenzaron a pasar su tiempo libre juntos, entre los almuerzos y alguna que otra esporádica salida a dar una vuelta por la ciudad, algo que no implicara mucho dinero, pues aunque el moreno insistía en pagar, la dignidad del pelinegro no lo aceptaba, y es que, en su forma de verlo, ellos solamente eran amigos por lo que compartir mas allá de sus límites, implicaba una relación, una que si no había por lo menos un voto de por medio no significaba nada, y Jaejoong no era esa clase de chico que se anda enredando con cualquiera que tenga un estatus más alto que el suyo para brincar niveles en la sociedad.

 

Eso era lo que amaba Yunho de él, no le daba la importancia a su dinero ni a su estatus como sus otras parejas lo habían hecho, pero en el fondo de su corazón, la desconfianza siempre estaba presente, porque ¿quien le aseguraba que esta era su verdadera personalidad y no una máscara para engañarlo? Y aún así, no podía evitar sonreír como tonto cada que lo veía, ni dejar de desear probar sus abultados y rojos labios, ni impedir ese sentimiento de posesividad al querer que sus grandes ojos negros lo miraran a él, solamente a él.

 

No había que ser tan tonto como para darse cuenta que esta pareja estaba verdaderamente enamorada. Aún si no supieran todos los secretos que el otro ocultaba, el sentimiento que los unía era fuerte.

 

Con esa simple idea fue que después de un tiempo Yunho comenzó una relación formal con Jaejoong, aunque procuraba ocultarle quien era realmente. Para sorpresa y agrado de Yunho, su joven novio parecía totalmente ajeno a cualquier tipo de relación por dinero, Jaejoong creía firmemente en el amor verdadero, ese con que sus padres lo criaron, y claro, confiaba ciegamente en su pareja.

 

Se trataba de una relación tan bonita que no se podía evitar sentir celos de la pareja cada que estos se sonreían como los tontos enamorados que eran, cada que sostenían sus manos por las callejuelas hasta llegar a aquel diminuto café, los sonrojos de cada uno, todo, simplemente a cualquier persona le hubiese gustado tener una relación así.

 

 

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Junsu siempre ha estado "enamorado" de Jung Yunho, más bien obsesionado sería la palabra indicada. Yunho representaba todo lo que él deseaba, un hombre joven, atractivo, de buena posición social y sobretodo mucho, mucho dinero. Dinero para complacerse, dinero para comprar ropa, autos, mansiones, viajes, todo lo con lo que él siempre soñó. No es que Junsu fuera ajeno a ese mundo, no, claro que no, pero definitivamente la economía familiar se había ido a pique, por lo que tuvo que moderar considerablemente sus gastos. Se tuvo que tragar su orgullo y aparecer en las rebajas por fin de temporada de esas grandes tiendas, en lugar de aparecer en los primeros lugares de los desfiles de modas. Detestaba eso. Odiaba más que a nada, las risillas burlonas que sus amigos solían darle cuando por error aparecía con el mismo conjunto en algún evento. Apretaba los puños de ira y les sonreía de vuelta. Los odiaba, se juró a sí mismo que algún día eso cambiaría y él sería el rey del lugar.

 

Y para eso, necesitaba a Jung Yunho.

 

Junsu trabajaba como asistente del Sr. Kang. Era un buen empleo, con una buena remuneración económica, pero de  nuevo, aquello no era suficiente para él. No cuando él aspiraba a ser más que un simple secretario. Por eso usaba todas las artimañas que estaban a su alcance.

 

Junsu se sabía bello, su piel de un ligero color bronceado era claramente sexy, candente. Usaba trajes que le hacían resaltar cada parte de su cuerpo, que lo hacían verse como la sensualidad andante. Su trasero era el que gozaba de la mayor atención, seguido muy de cerca por sus labios. Si tuviera el dinero suficiente, seguro lo habría asegurado como JLo, pero dado que ese no era el caso, tuvo que conformarse con ser el amante de su jefe, el apreciado y viejo Sr. Kang.

 

Junsu detestaba el aroma a viejo que desprendía el Sr. Kang, aborrecía su piel corrugada y flácida, pero sobre todo, odiaba sentir sus rasposas manos sobre la fina y suave piel de su cuerpo. Lo odiaba. Odiaba ser tocado y penetrado por él, pero... pero lo aguantaba, porque ser el amante de un directivo quizá no le diera la posición, pero si le daba el dinero, aunque no lo suficiente.

 

No, nunca sería suficiente hasta que tuviera a Jung Yunho.

 

 

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r13; Jaejoong r13; le hablaba con su sexy voz que haría derretirse a cualquiera. El mencionado solo lo miró a través de sus pestañas. r13; Jaejoong r13; volvió a repetir. Jaejoong sentía que se derretiría como hielo al sol cada vez que el trigueño le hablaba. r13; No puedo creerlo. r13; Los ojos de Jaejoong se abrieron con espanto pensando en que había hecho algo mal para desconcertar al otro, sin embargo, su acompañante le mostraba la más tierna de las sonrisas. r13; Aún, después de tanto tiempo te sonrojas.

 

Y no era para menos, no cualquiera tenía a un hombre como Yunho frente a él diciéndole cosas bonitas, palabras dulces al oído.

 

r13; Yo-o... humm... r13; ¿Qué debía decir? Jaejoong nunca antes había estado en una relación, nunca antes de Yunho nadie se había interesado por él que no fuera de manera carnal.

 

r13; Jaejoong quiero que hablemos de algo muy serio.

 

El pelinegro se mordía los labios, había escuchado el otro día en el bus a un par de mujeres que comentaban las típicas palabras que usaban los hombres para cuando querían terminar: "Tenemos que hablar", "esto no está funcionando", "Necesitamos tener una charla..."

 

Estaba asustado porque justamente Yunho había decidió utilizar una de esas. Aunque, sí se lo pensaba mejor, él mismo sabía que su relación no era más que amistad, amor disfrazado de amistad, pero a final de cuentas amistad, porque de manita sudada no pasaban.

 

r13; Ya no soporto más esto. r13; Jaejoong sintió su corazón destrozarse, sin embargo se obligo  a escuchar, solo bajando la mirada. r13; Jae, yo... r13; Yunho tomo su mentón y lo obligo a mirarle a los ojos. Esos enormes ojos negros que se llenaban de agua por creer cosas que no eran. r13; Jaejoong yo deseo que te cases conmigo.

 

Aquello no lo esperaba.

 

r13; No soporto tener que esperar cada día a que den las 8 de la mañana para tomar el mismo elevador, ya no soporto tener que solo rozar tus manos cuando lo que yo deseo de verdad es besar tus labios, rozar con mis manos cada parte de tu piel que tan apetecible se ve... r13; Una mirada de lujuria lo recorrió entero y Jaejoong se sonrojó hasta las orejas. r13; Entonces, mi bello Jaejoong ¿Que dices? ¿Aceptas?

 

Sus ojos que antes se llenaban de lágrimas de tristeza ahora eran reemplazadas por lágrimas de felicidad. Por lo que solo asintió con una gran sonrisa, mientras el otro cruzaba el pequeño espacio que los distanciaba para poder rodear con sus brazos el delicado cuerpo de Jaejoong.

 

 

«Y ahí fue donde las cosas cambiaron...»

 

 

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Jaejoong jamás se había sentido tan feliz como ese día. Con sus sencillos pantalones de vestir y una camisa que lo hacía verse bien, estaba lejos de vestir como una "persona de mundo" sabe. Pero Jaejoong ni siquiera sabía a qué clase de mundo se estaba adentrando.

 

Todo lo que Jaejoong sabía de Yunho era que trabajaba con uno de los directivos, que ganaba mucho más dinero que él, que por familia tenía a su padre y madre, y una hermana que estudiaba en el extranjero. De que era un gran empresario y de los montones de dinero que tenía, nada sabía.

 

Jaejoong se sentía un poco acomplejado. Cuando Yunho le dijo que irían a visitar a sus padres para presentarles a su futuro esposo y anunciarles la próxima boda, se sintió tan feliz como el día que se lo propuso.

 

Había subido a su auto en varias ocasiones, pero siempre con el mismo sentimiento de encontrarse fuera de lugar. El ostentoso deportivo de Yunho sin duda iba con su personalidad, pero no con Jaejoong.

 

Al llegar a la enorme mansión el sentimiento creció dentro de Jaejoong, jamás había estado en un lugar así. Lo más cercano era el lujoso edificio en donde trabajaban, pero no era nada comparado con eso. Mientras tanto, un peso frío se instalaba en su estomago, uno que iba creciendo a cada paso que daba.

 

r13; Madre, Padre, él es Jaejoong, la persona con la que voy a compartir mi vida.

 

Esas fueron las palabras que Yunho utilizó, pero que a la larga se convertirían en su condena. Sucedió lo obvio, los padres de Yunho solo lo vieron de arriba a abajo, evaluándolo. Le recorrían con la mirada tantas veces que a Jaejoong le temblaban las piernas visiblemente.

 

Conclusión: el padre de Yunho lo considero un bonito accesorio, algo que con una buena pulida luciría bien, como un bonito diamante en el dedo de una más hermosa señorita. La madre, ella fue otra cosa,  decidió que Jaejoong era un chicle en el zapato, pegajoso y molesto, un trepador social, una zorra que andaba tras el dinero, un gusano al que se debía borrar del mapa.

 

A partir de ahí, la vida de Jaejoong cambió drásticamente.

 

Dejo el apartamentucho en el que vivía y se mudo con Yunho a su pent-house. Su sencilla y mecánica vida se transformo. Ya no trabajaba para poder pagar la renta y la comida, ahora lo hacía por gusto; su trabajo y salario seguía siendo el mismo, no así el personal que le rodeaba.

 

Obviamente se enteró de la verdadera identidad de Yunho, y aunque se sintió un poco decepcionado porque Yunho no confió en él, lo entendía.  Imaginaba lo que debía ser vivir la vida de su novio, sin saber quiénes eran sus verdaderos amigos o si solo eran atraídos por el dinero. Pero Jaejoong no lo juzgaba, amaba a la persona que Yunho era, así hubiese sido el chico del valet-parking y él se hubiera enamorado igual.

 

r13; Yunho es Yunho sin importar lo que posee. r13; Las personas usualmente lo encaraban para decirle lo buena suerte que tenía al haber  atrapado al soltero más codiciado. Claro que al darse la vuelta los susurros comenzaban.

 

«Zorra trepadora» «Solo porque tiene una cara bonita se cree demasiado, pero no deja de ser un gato» «Seguro le hizo vudú o algo así»

 

En fin, las palabras iban y venían. Jaejoong no dudaba que hubiera alguien que de verdad le deseara la felicidad con buenas intenciones, pero era difícil distinguir entre todo este mundo de máscaras.

 

 

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Junsu se enteró. Demasiado tarde, según él. Había estado espiando Jung Yunho por mucho tiempo, sabía que la pequeña zorrita de cabello negro, era solo eso, una zorrita, por lo que lo dejó pasar. Siempre consideró que nadie entraba en la categoría para ser la pareja de Yunho. Sí, él era muy zorra, pero era una zorra fina, no como ese que andaba con él. Sus sencillos trajes le decían a Junsu que probablemente los habría comprado en el mercado.

 

r13; Seguro Yunho solo le tiene compasión por ser un pobre diablo r13; se había dicho a sí mismo, convenciéndose de esa manera que Jaejoong no representaba ningún peligro para sus intereses.

 

Junsu maldecía una y otra vez su estupidez. De haber sabido que este era el más peligroso no lo habría dejado pasar, pero de nuevo, tuvo que recordarse que la zorrita había tenido suerte ya que Junsu había estado siendo acosado por su amante el Sr. Kang. Justamente había elegido el mismo momento para atosigarlo y descuidar a su objetivo principal. Porque Junsu no daría un paso en falso, no señor, no dejaría a su vieja y acartonada mina de oro sin que el sexy moreno estuviera en sus manos.

 

r13; ¡Maldita sea!

 

Dio un taconazo en el piso y se retiró dando la media vuelta. Encontraría la manera de hacer caer de los ojos de Yunho a la zorrita negra. Solo necesitaba un poco de tiempo.

 

« ¤ » « ¤ » « ¤ »

 

 

Jaejoong era feliz con Yunho. Se habían casado, aunque para Jaejoong aquello solo era un mero trámite, solo papeles que jamás describirían todo el amor que sentía por su marido.

 

Su vida era casi perfecta, casi... de no ser por el acoso que sufría en la oficina y la no aceptación de los señores Jung.

 

Yoochun, el primo de Yunho, era un hombre atractivo, seductor, sensual, pero superficial. Jaejoong siempre supo quien era él porque se la pasaba gritando a todo mundo que él era accionista de Jung´s Enterprise.

 

Yoochun conocía a Jaejoong, lo había visto desde el primer momento en que entró a la empresa. ¿Por qué? Simple. Yoochun era el encargado de supervisar esa nueva área a donde Jaejoong había llegado para laborar.

 

Yoochun pensaba que eso era un trabajo denigrante para él, pero estaba dispuesto a probarle a la familia que era tan buen empresario como su primo Yunho, al que secretamente le tenía envidia y rencor. Yoochun había crecido con la constante comparación con su primo, por lo que era normal desear todo lo que Yunho tenía.

 

Cuando vio a Jaejoong por primera vez, se le hizo bonito, del bonito típico como muñequita de porcelana, pero sus fachas dejaban mucho a desear. Y sin embargo, Yoochun no podía evitar seguirle con el rabillo del ojo cada que lo veía pasar. Pensaba que debía oler a sudor o algo así, pero le sorprendió que no fuera así, por el contrario, el aroma natural de Jaejoong era atrayente. No tocaba, no lo molestaba, le gustaba admirarlo simplemente, porque se preocupaba por el qué dirían si tomara a alguien tan simple como Jaejoong para su pareja, ya que el chico se veía demasiado inocente para aceptar ser solamente un amante.

 

Cuando se enteró del compromiso, ardió en ira. Yoochun consideraba a Jaejoong como algo suyo, le pertenecía. ¿Cómo osaba Yunho tomar lo que era suyo, cuando ni siquiera él lo había tocado?

 

Había dejado a Jaejoong en paz por considerarlo algo más que alguien para solo jugar, pero se mordía con fuerza el labio para gritar que se había equivocado y que Jaejoong era una zorra arrastrada más.

 

«El comienzo de los problemas.»

 

Junsu odiaba ver la sonrisa tonta de Jaejoong al lado de Yunho, pero odiaba más ver cómo Yunho le correspondía de la misma manera. ¿Por qué alguien como Jaejoong tenía a Yunho a su lado? Ni siquiera él que era tan atractivo lo tenía, entonces ¿qué tenía Jaejoong que no tuviera él?

 

Desde su privilegiado lugar en su oficina de cristal, veía pasar a Jaejoong hacia la oficina de Yunho. Lo observaba como la basura que era. Era lindo, si, tenía un aire de inocencia, si también, pero eso no le quitaba lo zorra barata, el aspecto a granja y su vulgar sonrisa. No estaba a la altura de Yunho. Tampoco se podía comparar con el estructural cuerpo de Junsu, su elegancia y glamurosidad. Junsu no comprendía que había visto Yunho en él, pero de que estorbaba en su camino, estorbaba. Y a los estorbos hay que quitarlos.

 

Jaejoong con sus grandes ojos de venado y su tímida sonrisa podría parecer inocente, pero no era él único. Junsu tenía también un punto muy fuerte a su favor en ese aspecto. Su cara tenía cierto aspecto infantil y su risa era tintineante como la de un delfín, que nada tenían que ver con su verdadera personalidad. Era hora de sacarle provecho a eso.

 

Junsu observaba, guardaba silencio, meditaba y seguía su camino. Fue así como llegó a Yoochun.

 

Yoochun no era de esas personas muy discretas, por todos era sabido que le guardaba cierto rencor a su primo, pero nadie lo creía capaz de hacerle daño. Lo consideraban rencillas de familia. Sin embargo, Yoochun había sido muy discreto en cuanto a su gusto por Jaejoong, nadie parecía sospecharlo, hasta que claro, estalló la bomba.

 

Yoochun miraba con ira a Jaejoong algunas veces, mientras este temblaba con los papeles en las manos. Algunas otras lo miraba con resentimiento, otras con nostalgia u añoranza, pero de todas, la que más llamó su atención fue la de deseo. Yoochun miraba con deseo, con lujuria, con posesión a Jaejoong, de eso estaba seguro Junsu.

 

Un día, después de ver las miradas que le lanzaba Yoochun a Jaejoong, Junsu decidió que era momento de actuar.

 

r13; Pareces muy interesado en lo que no es tuyo. r13; Recalcó la frase "no es tuyo". Sabía de antemano que Yoochun era alguien impulsivo, eso más la mirada de "me perteneces" que le daba a Jaejoong, le decía a Junsu que lo dicho había calado en su orgullo y que estaba listo para ser utilizado o su aliado. Cualquiera de las dos serviría.

 

Yoochun lo evaluó. r13; ¿Eres tú quien me lo dice?

 

Estuvo claro que Yoochun no era de los que se dejan manipular. Sin negar o afirmar, decidió tentar a su suerte. r13; Podríamos hacer una alianza.

 

r13; ¿Qué propones?

 

¡Oh, Si! La perra suerte estaba de su lado.

 

Pero para destruir al enemigo, primero hay que conocerlo. Junsu ya llevaba rato observando a Jaejoong, pero ninguno de los dos había evaluado a Yunho. Yunho era un tipo fuerte, no creía todo lo que le decían, no confiaba, era alguien precavido, no por nada era había llegado hasta ahí solo.

 

El objetivo: romper esa relación. La solución: destrozar la confianza.

 

Yunho estaba enamorado, pero muy en el fondo creía que eso era demasiado bueno para ser real. De esa idea de agarraron.

 

 

 


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