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Rosa con espinas por gatorojo

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Notas del capitulo:

Es mi primer fic, espero les guste

Alexander era alto,  de cabello negro y ojos azules penetrantes, tenía la apariencia de un joven de veinte años aunque lo cierto es que tenía mil doscientos años ya que era un vampiro. Vivía en la mansión Greenhall con cuatro más de su especie, solían cazar discretamente pero hasta eso se estaba volviendo muy peligroso, las nuevas tecnologías y la agitada vida nocturna de las ciudades les complicaban la tarea; así que habían planeado conseguir una fuente de alimento que pudieran conservar, es decir, conseguirían a un humano que no tuviese familia, alguien que nadie extrañara y lo llevarían a su mansión, allí lo tendrían hasta su vejes para que les sirviera de alimento, así no tendrían que exponerse más. En eso andaba Alexander, buscando entre los vagabundos, algunos parecían enfermos, otros demasiado viejos, sus ojos azules se mostraban enojados por no hallar nada bueno y justo cuando iba a irse lo vio cruzando la esquina, un jovencito, tal vez un niño por lo pequeño, que se acercaba a un pipote de hierro que tenía fuego encendido  en busca de calor, no alcanzó el chiquillo a extender sus manos frente a la llamarada cuando fue arrebatado del suelo y su mente aturdida vagó hasta la inconciencia.

En la mansión se escuchaban risas Eduardo, Nataniel  y Raúl se burlaban de Jacobo pues este había traído a un hombre tan enfermo que había muerto en el camino.

—Eres siempre tan idiota—dijo sardónicamente Nataniel, un vampiro joven de cabellos rojos.

—Sólo un imbécil no se daría cuenta que el tipo agonizaba—agregó Eduardo, el mayor de todos después de Alexander.

—Cállense, no estaba enfermo, el idiota se murió del susto—se defendió Jacobo.

—No seas ridículo Jacobo, mejor ve a deshacerte de esa porquería—se quejó Raúl, hermano de Eduardo.

Mascullando obscenidades Jacobo salió a enterrar a su desdichada presa y cuando los otros iban a reanudar su conversación apareció ante ellos Alexander trayendo consigo a la mejor presa que hubieran imaginado, un jovencito puberto.

— ¡Alexander, al fin has vuelto!—exclamó Eduardo—y veo que has conseguido lo que necesitamos.

—Oh, además es hermoso—comentó Nataniel  apartando los flequillos rubios del chico para observarle mejor el rostro.

—No empieces con tu hedonismo—se quejó Raúl.

—Es comida— le advirtió Eduardo— no te encapriches.

Alexander permanecía en silencio observando al chico, la verdad él también había pensado que era hermoso pero Eduardo tenía razón, sólo era comida.

—¿Y cuándo empezamos el festín?—preguntó ansioso Nataniel ignorando a advertencia.

—Ya les hablé de eso, es sólo un humano así que es débil, no comeremos todos a la vez porque si lo matamos no tiene caso. Los horarios serán los siguientes…

 

En ese momento entró Jacobo y se sobresaltó a ver a su líder sosteniendo entre sus brazos a un humano, pero antes que pudiera decir algo Alexander habló:

—Jacobo, ten—dijo ofreciéndole al chico—báñalo, dale de comer y déjalo en el cuarto que preparamos.

— ¡¿Eh?!...pero…yo—tartamudeó enojado ¿acaso era una sirvienta?, pero aun así obedeció, le temía a Alexander. Se acercó, tomó al chico y salió del recinto mirando la risilla disimulada de Raúl.

Una vez solo los cuatro Alexander reanudó la conversación: —Como les decía, cada quien comerá a una hora específica para darle tiempo al humano a que se recupere. A primera hora comeré yo, a las diez Eduardo, a las dos  Nataniel,  a las cinco Raúl y a las nueve  Jacobo. Ese intervalo de tiempo debe ser suficiente para que ese chico se restablezca, otra cosa, recuerden ser comedidos a la hora de comer, no quiero ninguna exacerbación y que la presa termine muerta, fue muy difícil encontrar a alguien joven y sano entre los vagabundos.

—No te preocupes, todos sabemos a lo que nos exponemos—dijo Eduardo.

—Ya es muy tarde, entonces nuestra primera comida casera será mañana ¿cierto?—comentó entusiasmado Nataniel.

—Así es—sonrió con ironía Alexander  deseando ver la cara del chiquillo cuando sepa en dónde está y para qué.

Los hermanos intercambiaron miradas de desconcierto al notar cierta emoción en la cara de su líder mientras Nataniel seguía ensimismado en sus pensamientos.

Mientras Jacobo bañaba al muchacho, el agua tibia había quitado las manchas de mugre dejando ver una piel blanca aporcelanada y unos labios rosados muy lindos, asombrado  Jacobo no pudo evitar toquetearlo un poco, sentía una morbosa excitación y deseaba que despertara y le mostrara una expresión de espanto de esas que tanto le gustaban. Le palmeó un poco el rostro buscando despertarlo y lo consiguió, las espesas pestañas rubias se abrieron con pesadez, el chico frunció el ceño aturdido y se vio desnudo dentro de una bañera  y aun extraño junto a él, el vampiro sonrió ansioso pero el chico no se inmutó, lo miró fijamente y le sonrió acercando su rostro en busca de un beso, sorprendido Jacobo se quedó quieto y sintió los dulces labios sobre los suyos, pero al instante el chico lo mordió con fuerza y le lanzó el frasco de champú al tiempo que salía corriendo.

Impactado Jacobo tardó en reaccionar, escuchó el estruendo que el chiquillo hacía en el pasillo buscando una salida y con la rapidez propia de su especia lo atrapó sujetándole el brazo, aunque sobresaltado y asustado el chico no dejó de forcejear enojándolo sobremanera, así que lo abofeteó con fuerza al tiempo que aparecían frente a ellos los otros vampiros, con Alexander a la cabeza y Jacobo sintió que se le helaba la sangre.

—Qué significa esto—habló con calma amenazante Alexander.

—yo…este…—Jacobo estaba muerto de miedo.

Eduardo frunció el ceño viendo el labio sangrante de Jacobo—¿Este niño te ha hecho sangrar?

La vergüenza de Jacobo fue mayúscula, aún más cuando Raúl rompió en carcajadas.

Mientras ellos hablaban el rubio estaba perplejo, no terminaba de creer que frente a él estuvieran esas criaturas, recordaba las historias que tantas veces le contara su abuelo yque solía escuchar creyendo que eran fabulas.

—Eres una deshonra—habló realmente enojado Alexander y con brusquedad le arrebató al chico.

—¡No, suélteme!—gritó tratando de zafarse.

Alexander le tomó el mentón obligándolo a mirarle para adormecerlo, pero el chico cerró los ojos y dijo: “gaeger”

El vampiro ensanchó los ojos y preguntó furioso —quién te ha enseñado eso.

Los otros se miraron extrañados, aún más porque el chico seguía resistiéndose ¿acaso los poderes de Alexander habían fallado.

—¡Suéltame!-gritó el rubio desesperado y al notar que vampiro lo volvía a intentar repitió—“gaeger”

Alexander frunció el ceño y dijo con calma— Eduardo, amordázalo.

Sin preguntar Eduardo obedeció.

—¡No!...—consiguió gritar alterado el muchacho antes de que el vampiro lo amordazara y entonces ya no pudo contrarrestar el poder de Alexander y cayó inconsciente.

Impresionados Eduardo fue el primero en hablar—qué fue eso.

Alexander no respondió, su mirada estaba fija en el chico.

Notas finales:

Eso es todo por ahora, espero lo hayan disfrutado ;P


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