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Más Magia que arte y Gore por Urd20

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Notas del capitulo:

Hola!

Les presento esta historia media rara, que salio despues de un tekila y de una tarde tranquila..jajaja Es diferente a lo que acostumbro a escribir pero me ha divertido mucho.

De estas tres palabras que me suelta el viento, con la que más me identifico es Magia. ¿Qué sería la vida sin ella? Saber que por una extraña razón suceden las cosas, que vivas experiencias cada día de tu vida, algunas positivas otras no tanto. Sin embargo, cualquier situación con un poco de ayuda se puede volver memorable, mágica para cada uno.

Si esto no hubiera sido cierto, como es posible que sobreviviera Noel las sombras dibujadas en las paredes, los ruidos incesantes que perturbaban su paz interior, y aquellos miedos nocturnos que últimamente lograron que un par de ojeras se acomoden de forma permanente bajo sus ojos.

Para mí el Arte es sinónimo de un todo, por más real o irreal, el viento, el sol, las plantas, una mirada, la luna, mi amada luna, cada cosa que me llenara en lo profundo de mi ser, merecía llevar ese nombre. El Arte no es otra cosa que el sentimiento indescriptible que percibe un ser humano al contemplar con parsimonia lo que te regala el mundo.

Jamás en su vida, ni en esta o las pasadas, Noel había ido a un museo, no era adecuado perder el tiempo en cosas banales, ideas que aún su cabeza no lograba entender, como siempre había colas para la galería de la calle 23, especialmente cuando presentaban fotografías de una tal Natalia Brigones, es que las personas no se percatan que con el dinero del ticket podían dar de comer a varias niñas como ella. No, obvio que no. Era más importante pasearse a través de pasillos observando fotos raras de paisajes, cosas, personas. El universo fue tan injusto, en no repartir a todos por igual.

Gore, el termino lo escuche en boca de unos frikis del anime, recuerdo que pasaba por unas tiendas cuando un par de chicos lo decía. Por el tono de su voz supongo que era algo interesante. Su vista no se alejaba de un par de imágenes, me dio curiosidad y les pregunte que significaba, ambos chicos se rieron de mí, uno por último contesto: búscalo en Wikipedia. Cómo si creyeran que tenía internet en el lugar donde vivo, incautos.

Unos 8 años más tarde tal vez entendería de primera fuente que tanto se escondía en la palabra “Gore”.

*** ***

Mi vida en las calles no fue cosa fácil, hay que aprender a conseguir vivienda y alimento desde el amanecer hasta que anochece. No es como esperar en casa que unos padres te den todo lo que necesitas. Tal vez hasta los siete años pude tener algo parecido a un hogar. Después de eso, un buen día me dijeron que no había más dinero y que cada quien se encargaría de su propia subsistencia, no lo entendí al principio, ni los días siguientes. Seguía esperando que regresaran pronto mis padres. Sin embargo, no volvieron a nuestra antigua casa. Por lo que no quedaba opción, debía aprender a trabajar a esa edad o moriría de hambre y frio.

Con el paso de los años me acostumbre a esa vida. Ya conocía de antemano la forma de pedir dinero a las personas, los lugares donde había más tránsito, los sitios para dormir tranquila, sin necesidad de mantener un ojo abierto toda la noche, y también gracias a una anciana, tenia un lugar donde tomar una ducha semanal. Aunque para ello tuviera que cruzar la calle junto al Museo Nacional.

A la edad de dieciséis años, luego de una noche traumática donde un borracho intento robarme las pocas pertenencias que mantenía a buen recaudo. Me cansé de la desgraciada vida que me tocó vivir. Era hora de cambiar la realidad, porque si esperaba que el gobierno se ocupara de mí, pues iba a estar muchos años durmiendo literalmente bajo un puente.

Busque trabajo como ayudante, de lo que fuera. Como no tenía experiencia, lo ideal era buscar algo sencillo y poco a poco superarme. Es así como llegue a ser auxiliar de limpieza en un supermercado, la paga no era mucha y las horas tampoco. Así que trate de ahorrar lo máximo para que tal vez en algunos meses me alquilara un sitio para vivir. La anciana que me prestaba su regadera, fue bastante amable cuando le comenté que conseguí trabajo, y sin más que una sonrisa en el rostro me dejo vivir en una pequeña habitación que tenía libre. María, así se llama. Vive sola, hace mucho sus hijos se habían mudado, dejándola algo abandonada, por lo que tener compañía de una muchacha en plena adolescencia era como volver a tener a sus hijos dando vueltas en su casa.

A la edad de dieciocho me di cuenta que era hora de un cambio, el dueño del supermercado no me quería aumentar la paga a pesar de que trabajaba de sol a sol. Por lo que decidí buscar otro empleo. María que tenía la gentileza de darme ánimos, me propuso llamar a unos conocidos de ella para ver si tenían algún puesto libre. Le agradecí sobremanera todo el apoyo que me daba, fue como una madre para mí. A pesar de su edad avanzada, procuraba estar al tanto de mi vida y que le contará como me iba, ella decía que siempre debemos ver el lado positivo y que uno nunca sabe lo que nos depara el futuro.

- Noel, mi niña – llamaba María desde la cocina.

- Si, ¿Qué sucede?

- Pues te acabo de conseguir trabajo – Sonreía de oreja a oreja, mientras se le marcaban aún más las arrugas en el rostro.

- En serio!

- Si, te dije que hablaría con algunos amigos.

- Cuéntame, ¿de qué se trata? – estaba emocionada con esta oportunidad.

- Pues en el Museo necesitan una Asistente para coordinar las presentaciones y – mi emoción se atenuó – ¿no te gusta la idea?

Forme una sonrisa apresurada en el rostro, obviamente que no podía ser una mal agradecida. Le respondí lo más feliz que podía, que la sola idea de trabajar en el Museo me encantaba.

Obviamente la realidad es otra.

El Museo Nacional fue desde niña un sitio al cual le guardaba odio, no solo porque asistiera gente con mucho más dinero que yo, sino que además no eran capaces de regalarte una moneda, claro que otras personas, simplemente hacían como si no existieras. Hasta llamaban a seguridad para que nos echara del lugar. ¿Cómo puedo trabajar en un sitio así?

Ya tenía suficiente con que estuviera a pocas cuadras de la casa de María, y todos los días pasaba por sus puertas. Aunque nunca quise posar mi vista en aquella estructura, lamentablemente una u otra situación hacían que termine bastante cerca del sitio.

¿Estás ahí Noel? – Me saca de mi ensoñación.

Si, lo siento.

Bueno, no estés mucho en las nubes – me regala una galleta recién horneada – Debes dar una buena impresión.

Si… - mi escueta respuesta.

 

8 de la noche

Hace dos horas María me acompaño al museo, donde me presento a Pedro, un antiguo amigo de su hijo mayor. Él ahora estaba encargado de la administración del lugar y buscaba una asistente que le ayudara con toda la planificación de actividades.

Pedro, es un señor de unos cuarenta, bastante amable y bonachón. Me dijo que no es difícil, sólo es cuestión de agarrarle la maña a todas las actividades. Además si tenía alguna duda, podía contactarme con él siempre que lo necesite. Sólo asentí agradecida, luego tuvimos un recorrido por ese enorme lugar.

Jamás imagine que bajo su estructura se escondiera tanta energía, magia, era como estar en un limbo entre el pasado y presente. La historia que encontrabas en cada pared, en cada objeto. Me sentí maravillada con los pasillos enormes, y los dos pisos que constituían el lugar. Por unos minutos me olvide mi repulsión al museo, ahora me atraía a sus brazos, me daba la bienvenida como si hubiera querido enseñarme todo lo que representa desde hace siglos, y por culpa de la vida no fui capaz de ver más allá.

Entre mis paseos diarios o como decía Pedro “inspecciones”, verificaba que todo esté en su sitio, el tema de seguridad operativo, la limpieza del lugar, que no se les olvidará mantener perfecto los ambientes para cuando los visitantes ingresaran. A las semanas me comenzó a gustar mucho mi trabajo, no había ocasión en la que abrazaba a María para que supiera lo feliz que me hallaba.

Aló, Si Sr. Pedro – Era mi jefe – Enseguida voy a su oficina.

No tarde ni 10 minutos en aparecerme frente a su puerta. Su oficina era pequeña y en su interior un montón de objetos extraños se acomodaban en cada espacio que podían, era un coleccionista nato. Tanto que a veces ni espacio tenia para revisar documentación en el escritorio.

Noel tengo una excelente noticia – Me ofreció asiento.

Gracias, ¿de qué se trata?

Pues, regresa la colección de Natalia Brigones a nuestras salas – Hasta podía jurar que iba  a dar saltos en su silla de la emoción.

Oh – fui mi única acotación.

¿No estás feliz? – Me miraba escéptico - ¿sabes quién es ella, no?

Pues… - me encogí de hombros – creo que una fotógrafa.

No cualquier fotógrafa, es la mejor – Casi se le salen los ojos de orbita ante mi pobre comentario – ha estado viajando por todo el mundo, sus fotos son las primeras en elegirlas las revistas como national geographic.

Ah ya veo.

Pero Noel, Esa mujer es una estrella, desde que nació lo es – Esperaba algún tipo de reacción – y viene aquí, a este museo. ¿Entiendes?

Es que este sitio es genial – me interrumpe.

Si pero hay cientos de museos del estado que se han peleado por tenerla – paro un segundo a tomar aire – pero Ella nos eligió, le tiene un profundo cariño a esta ciudad, y a nosotros por presentar uno de sus primeros trabajos.

Genial – Si era tan famosa como decía Pedro, de seguro mucha gente vendrá a verla, y eso significa más ingresos para el Museo. Especialmente fondos para el proyecto que Pedro acepto hace unas semanas.

El Proyecto se llamaba “Derramando cultura”, donde invitábamos a los niños de la calle y del vecindario a que conozcan de Arte, juegos, historia y sobretodo pasen un día animado, sin preocuparse de conseguir alimento. Ese era mi deseo, después de andar en lo mismo, yo quería hacer un cambio, y si debía impulsarlo sola, pues aunque me tardara la vida, quería ayudar a los demás.

Despabila Noel, tenemos que hacer varios arreglos – Interrumpe mis meditaciones.

Claro Jefe, usted dirá – Me entrega una lista de tareas para esta semana.

Natalia, llegará mañana al aeropuerto – Señala el 1er punto de la basta lista – debes recogerla a las 8 en punto. Trasladarla al hotel Klaff, que se instale y este feliz.

Ajá – Seguía leyendo – aquí dice las 2 ó 3

A las 3, debes recogerla y traerla al Museo – Asentí – en cuanto llegue me avisas, daremos un recorrido por las instalaciones, y ella elegirá en que sala prefiere que montemos su galería.

Vaya – Para darle esos beneficios, sí que debía ser una súper estrella – ok

¿Alguna duda?

Ninguna – Me retire del lugar.

                                                                                          *** ***                           

7:45am

Quien sabe preguntar un poco sobre cómo era físicamente me hubiera ayudado. Llegue al aeropuerto antes de las 8am pero no sabía cómo era la tal Natalia, busque el Numero de vuelo y según los tableros de llegadas, decía que aterrizo hace pocos minutos.

Espere media hora y ni rastros de la susodicha. Entonces la única idea fue buscar una hoja de papel y hacer un letrero con su nombre para que ella me encuentre.

Hola – Sentí una voz con un acento extraño – Soy Natalia Brigones.

En cuanto voltee, me encontré con una mujer de unos cuarenta años, bastante conservada para su edad. Usaba unos lentes oscuros, un sombrero amplio que le cubría parte de su rubia cabellera. Su ropa era unos pantalones cortos color beige, le llegaban hasta las rodillas, un polo manga corta y una  mochila grande en su espalda.

Ho..Hola – Tendí mi mano para saludarla - Soy Noel Razuri, del museo.

Un gusto conocerte Noel – Sonreía.

El gusto es mío Sra. Brigones.  – Me mira divertida - le ayudo con su equipaje

Llámame Natalia, es más cómodo.

Claro, como usted diga – Sonreí nerviosa – ¿Esperamos algo más? – Pregunte al notar que seguía sin moverse del aeropuerto.

Oh si, ayúdame a buscar a Natalia.

¿Cómo…? – O sea ella era Natalia Brigones, la fotógrafa amada por el universo, es que acaso era media loca.

Natalia se me perdió cuando te buscábamos – Miraba a ambos lados del aeropuerto.

No estaba preparada para actuar en estos casos, ni tan siquiera como llevar la conversación. ¿Era o no esa mujer Natalia? Como Pedro me había dicho que algunos artistas son excéntricos, con manías raras para el resto de mortales. Supuse que la Fotógrafa tenía algunos rastros de esquizofrenia o doble personalidad.

Bueno y como es ella – Preferí seguirle el juego. – Natalia…

Parecidísima a mí, sólo que unos años menos – Tal vez un trastorno por no querer envejecer.

Ah… ok. Y si tal vez se nos adelantó – Tenía que llevarla al Hotel – mejor vamos al hotel para que descanse.

No, por supuesto que no. – Negó con la cabeza y se quitó las gafas negras. Unos grandes ojos azules se posaron en mi - ¿Cómo crees que voy a dejar a mi hija sola?

Ahí caí en cuentas. No hablaba de ella misma. Obvio, se trataba de otra persona, para ser exactos, su hija.

Oh, lo siento – Mis sonroje de la vergüenza – enton…

Yujuuu Natalia aquí estamos – Alzaba la mano. – Nat!

Antes de lo esperado, una muchacha unos centímetros más alta que yo, nos dio el alcance.

Má casi me pierdo con tanta gente – Se reía con su madre. – ¡Hola! – Se da cuenta de mi presencia.

La sonrisa que muestra es la más bonita que vieron estos ojos. Natalia Hija era una castaña, de unos 20 años. Bastante guapa, con unos labios delgados y bien delineados. Unos ojos claros pero no azules como su madre. Creo que iban más con un tono verdoso, miel. Lleva puesta unos jeans rasgados en los muslos, un polo ceñido al cuerpo, un bolso que combina con sus sandalias. Además unos grandes audífonos cuelgan de cuello, conectándose al Iphone que carga en la mano.

Ho hola – Balbuceo luego de minutos, como si necesitara tiempo hasta que mi cerebro conecte con mi boca. – Mi nom…

Es Natalia Brigones quien nos presenta, ya que en mi estado de ensoñación era imposible hablarle a su hija.

Bueno, Noel – Me entrega un par de maletas Natalia Madre - Ahora si llévanos al hotel, estamos realmente agotadas.

En mi letargo, asiento.

¿Te ayudo? – Algo no me dejaba que Natalia hija hiciera esfuerzo en cargar equipaje, ella debía ser modelo – ¿Creo que pesa demasiado para ti?

Gracias – fue su escueta respuesta – No es necesario.

No te preocupes Noel, mi hija es bastante quisquillosa – añade Natalia al ver mi rostro dudoso – Además un poco de esfuerzo físico no le vendrá mal.

Pero quien lo dice, tú que le has dado todas las maletas a Noel – Mi nombre en sus labios me sabe a poema. - ¿Qué me miras? – Me pregunta cuando sonrío ampliamente.

Nada, lo siento – Baje la mirada. A pesar de ser linda tenía un lado borde – Vamos.

Nat compórtate. – Resondro su Madre - Gracias Noel por tu ayuda.

No hay problema – Les señalo un camino por la derecha

Chica “Lo siento” la salida es a la izquierda – apunta un aviso pegado en una de las paredes - ves

Claro, claro – Nuevamente se metía conmigo – tienes razón. Lo siento.

No le hagas caso, esta con un humor insoportable desde que termino con su novio en la mañana – Natalia se divertía observando las tiendas del aeropuerto – pero ni creas que llevaban tiempo, esta niña no puede estar más de un par de semanas con alguien.

¡Mamá! No tienes que hablar de eso con una desconocida – Dio un bufido y se nos adelantó. – No cambias ¿no?

Nat tienes que relajarte, hay millones de personas en el mundo – contestó -  no crees que ya es hora de cruzar el límite de “relación de un mes”.

- Tal vez pero si ando viajando de un lado a otro, obvio que no pueda encontrar pareja estable – refunfuñaba – en fin, no quiero hablar de mi vida sentimental – lo dijo al mirarme.

- Échale la culpa a tu madre de tu poco tino Nat – Negaba Natalia - A ver si enamorándote cambias ese humor.

- No es tu problema – Replica.

- Tal vez en el fondo, tu corazón se cansó de tanto príncipe azul – Me da un ligero golpecito en los hombros, como si fuéramos cómplices en picar a su hija- deberías probar con…

Stop! Deja me meterme a la cabeza ideas extrañas – Se sacude Nat, como si sus pensamientos hubieran ido a parar a un sitio que no quería.

Me sentí como un bicho raro, metida en la conversación de madre e hija, por suerte olvidaron que caminaba al lado suyo.

Claro querida. – Se acomoda el sombrero -  ¿Qué te parece si hablamos de tu niñez?

Ni se te ocurra – reniega Nat.

Noel, si hubieras conocido a Nat de bebe, era una cosita adorable…

Ah… - asiento.

¡Basta! – Una sonrojada Nat se acercó a nosotras – pls ya párale con el bullyng

Pero no hay de que avergonzarse Nat – Sonreía sin prestarle atención a su hija – eras una niña graciosísima con tu tutu rosado y

La vi abrir la boca varias veces, con un dedo amenazador señalando a su madre pero inmediatamente se fue. Se colocó los audífonos en los oídos y se desconectó temporalmente del mundo.

¿Creo que se enojó? – Añadí

Se le pasara cuando lleguemos al hotel – Contesta su Madre.

Me daba curiosidad esa chica, Mientras caminaba haciendo movimientos con la cabeza, asumo que la música está bastante alta. En breves ocasiones percibí sus ojos buscándome, tal vez tenía miedo perderse en el aeropuerto. Como justo estábamos en fechas donde mayor cantidad de turistas venían a pasar vacaciones. Sólo espero que esta semana nos podamos llevar mejor con Nat.

- Nos llevamos súper bien aunque no lo creas. – Saca un cigarrillo de su bolso - solo quiero verla feliz.

- si… - era bella Nat. Me sorprendí teniendo alucinaciones despierta.

 - ¿Te gusta?

- si… digo ¡Que! – Me saca de mi ensoñación.

- Jajaja el cigarro Noel, ¿quieres uno? – Negué de inmediato y baje la mirada al piso para ocultar el sonrojo. - ¿Qué hace una chica tan joven y guapa trabajando en un museo?

- jeje Bueno, es interesante todo lo que puedes aprender – contesto – Me divierte muchísimo.

- Ya veo. Procura que Nat se dé una vuelta por el lugar – Me pasa un brazo por el hombro para que me pegue a ella - seguro tratara de escaparse pero quien sabe…si estás ahí se controla un poco. – termina la frase en un susurro.

Asiento sin entender mucho.

Mi hija está pasando por una etapa difícil, digamos de redescubrimiento, en búsqueda de su “yo interno” – Hablaba en voz alta, tal vez como si ella misma buscara comprenderse -  Aunque es muy lento su avance, y como Madre me preocupo, sabes. Por eso que a veces le doy uno que otro empujón para que despierte pronto. Es lo normal ¿no?

Supongo.

¿Cuál fue la primera impresión que te dio?

¿Quién?

Pues Nat. ¿Qué pensaste cuando la viste? – Que clase de Madre hace ese tipo de preguntas a una extraña - Debes reconocer que mi hija me salió preciosa.

No sé, sí, creo. – Me encojo de hombros. – Es simpática.

¿Nada más?

Bueno es guapa, parece modelo y su carácter algo cortante – Contesté rápida evitando enredarme con las palabras.

Jajaja si, tienes razón.

¿Por qué me pregunta eso?

Quería saber que opinan las chicas guapas sobre mi pequeña. – Era sin duda excéntrica - Ya sabes Cosas de Madre.

Ok, ya veo. – Ahora podía identificarme con Nat, obvio que tener una Madre así puede desatar un carácter borde.

Observo que Nat voltea de reojo a cerciorarse que tanto parloteamos su madre y yo. Las dos nos quedamos calladas y ella prefirió retirarse los audífonos

Creo que le caíste mejor de lo que pensé - Me guiña un ojo.

- Genial – sonreí.

Mis pies se fueron flotando hasta la salida del aeropuerto, ya no creía que estaba caminando, definitivamente había descubierto como volar. En breves instantes bajo la presencia de Natalia hija, mi mundo dio un vuelco de 180 grados.

*** ***

Al llegar al hotel, las presente con el dueño, para después acompañarlas junto con el botones a sus habitaciones. Me despedí de la Sra. Natalia Brigones, para luego dirigirme junto a su hija a su cuarto.

Espero que estés cómoda – No puedo dejar de observar su ondeado cabello castaño -  si necesitas algo, no dudes en avisarme. – Como si yo trabajara en el hotel, ilusa de mi.

Solo asiente desganada y se tira en la cama.

Tosió el botones. Creo que esperaba propina.

Oh deja, yo me encargo – Evite que Natalia sacara algunos billetes – Tomé.

Gracias Señoritas, las dejo – Cierra la puerta.

Ella se levanta con parsimonia del colchón, y comienza a retirar su ropa de las maletas para llenar el closet. Es cuando percibe que aún no me retiro.

¿Piensas quedarte? – Me indaga con la mirada.

No, no. Lo siento – Obvio que no era correcto quedarme en su habitación.

Salí apresurada, evitando que observe mis mejillas teñirse de un rojo. Era raro conocer a una persona tan electrizante. Desde que la veías parecía que firmabas un contrato interno de sumisión. ¿Cómo había en el mundo personas así? Tan linda, aunque solo cruzáramos un par de palabras, algo en mi interior estaba feliz de conocerla.

Mi tonta imaginación es traída a golpes a la realidad. Siento un vacío cuando abren la puerta del cuarto de Natalia. Caigo de espaldas al piso. Quien me mando quedarme alucinando en su puerta.

Ey…me diste un susto – Unos ojos verdes me miran desde lo alto. -¿estás bien?

Sigo en el piso, perdida. Cuando mis ojos en vez de buscar la vista de ella, se dan cuenta que me encontraba literalmente a sus pies. Del absurdo me levanto tal contorsionista, dispuesta a huir de ella, me estaba matando las neuronas.

Lo siento….

¡Basta!. Eres la persona que más disculpas me ha dado en un día – Añade divertida.

Oh.. Lo… - interrumpe

¿Lo sientes? – se ríe y me deja tonta mirando el piso.

Mejor me voy – ya era suficiente humillación por lo que resta del año.

Espera, ¿estás ocupada?

¿Por? – Respondo en automático

Ando aburrida, ¿quiero conocer las calles? – Se encoge de hombros - ¿Me das un tour?

A donde podría llevarla una chica como yo, tal vez al puente que me sirvió de hogar, al restaurante de pastas donde una vez al mes me invitaban a cenar o a la casa de María a tomar un té. El hecho de vivir en esta ciudad no contaba para considerarme una guía turística, ya que jamás tuve oportunidad de gastar el dinero en diversiones.

Por supuesto – Mi sonrisa de psicótica se acomodó – vamos.

*** ***

Caminamos por las calles sin rumbo fijo, ella tomaba fotos a todos lados, donde fijaba el lente ahí mismo apretaba el obturador. Era instinto el tomar bellas fotografías, así lo describía. Que cada vez que visitaba un nuevo lugar tenía la necesidad de recordar y plasmar su diversidad en su cámara.

Creo que conversábamos con más interés cuando ella tomaba fotos. Era como si se abriera. A sus 20 años, me contó que nunca había estado en esta parte de la ciudad, pero su madre amaba este país, ya que aquí presento su primera galería, su única hija nació aquí, sus abuelos habían vivido años en esta tierra y además fue capaz de enamorarse en estas calles. Por lo que sentía un profundo sentimiento de cariño y gratitud.

De niña siempre la paso al lado de su madre, viéndola tomar fotos en los lugares más inhóspitos, raros, hermosos, alejados de la civilización. Gracias a su madre pudo recorrer países que jamás pensó, oportunidad de hacer amigos en cada continente. Encontrar su vocación y también aprendió a conocerse.

Vaya, tanto se puede sacar de un viaje – me perdía en sus palabras.

Jajaja pues sí. – Presiona el obturador – si sabes aprovecharlo.

Pero cuéntame de ti – Se sienta en el gras- ¿Qué haces? ¿Con quién vives? ¿Cómo fue tu niñez?

Al llegar a ese tema, me incomode con mi historia, no tenía maravillosas experiencias que narrarle, tampoco mis visitas a otros países, ni si quiera una familia de la cual hablar, sinceramente no tenía nada más que mi propio ser.

Noto mi silencio y prefirió no seguir la conversación por ese camino.

Sabes, se me antoja una hamburguesa. ¿Conoces algún sitio?

Sí, hay un puesto de comida rápida a unas cuadras – señalo al frente.

¿Qué esperamos?

Que te levantes, obvio. – Le di una mano para que dejara de estar recostada en el gras.

*** ***

En el restaurante su belleza no pasaba desapercibida, varios chicos voltearon para reconocer a la forastera. Intentaban que al menos los mire, pero Natalia solo mordía su hamburguesa sin prestarle atención al resto.

Te vas a atorar – le recalque.

Jajaja  ¿Cómo muy rápido?

Un poco…

La comida del avión es un asco, no me culpes por alimentarme.

Ok, te perdono – sonreí.

No eras tú la que se disculpaba cada 2 segundos – contra ataco.

Eso fue antes de enterarme como comías

Jajaja graciosa. Ya no soy tan linda para tus ojos – Alza ligeramente una ceja

Cuando no sabes si meterás la pata con un comentario, mejor es sonreír.

¿Te quedaste muda?

No, solo aprendí a no hablar con la boca llena – Mordí mi hamburguesa.

La vi aguantarse la risa, mientras tomaba una coca cola.

Cuando ya solo quedaron los empaques sobre la mesa, era hora de retirarnos. Sin embargo un par de chicos se nos adelantó, sin duda querían conversar con Natalia, ya que aunque comía pocas veces en ese restaurante nunca antes un chico se acercó a hablarme.

¿Estás de vacaciones por aquí? – Un moreno alto le sonría a Natalia, ignorándome por completo – Soy Antonio, y este es Lucas. – Señala al muchacho de su costado.

Sorry, i dont understand you – Con un movimiento de ojos me indica que es hora de retirarnos – lets go

Los chicos se quedan ahí quietos, y cuando salimos me rio de lo sucedido.

Vaya, así que inglés – le reprocho fingidamente

Pues, pudo ser francés, portugués o italiano – Nos reímos.

¿Cuántos idiomas sabes? – Pregunto curiosa

Ni idea. – Se Acomoda el cabello detrás de la oreja - solo lo uso para casos desesperados.

Como este – Completo la oración.

Ajá. Pueden ser tan molestos los chicos.

Supongo – No tenía mucha experiencia con ellos.

¿Eso quiere decir que no tienes novio? - Percibí algo raro en su voz.

Correcto.

Ya somos dos entonces – Se agarra de mi brazo y vamos caminando hacia el hotel.

*** ***

Cuando le presenté a Pedro, él quedo fascinado con la fotógrafa, no paraba de halagar su trabajo y se declaró fan de todo lo relacionado con ella. Prosiguió con un recorrido por cada espacio del Museo. Como no tenía mucho que hacer, preferí dispensarme de la visita y permitirme unos minutos para conocer el estado del proyecto que lideraba.

En una sala en el segundo nivel, los niños disfrutaban de una película. En unas colchonetas coloridas se estiraban, jugaban, otros dormían. Todos felices de pasar un momento agradable.

- ¿Cómo va todo? – Pregunte a Leslie

- Perfecto, Míralos. Están fascinados – Sonreía mi amiga.

- Qué bueno

- ¿Quieres quedarte un rato?

- No, lo siento. Debo ver la sala del terror, al parecer unos chicos han querido llevarse a chucky de los estantes.

-Jajaja Diviértete.

-Gracias.

-Cerré la puerta de esa sala y me encontré con unos ojos verdosos, una chica castaña me esperaba apoyada en la pared frontal.

Noel, así que huiste – Me señalo con el índice.

¿De qué o quién? – No entendía a que se refiere.

Pues del dichoso recorrido por el Museo.

Jajaja ¿no te gustó el paseo? – Natalia mantenía los brazos cruzados. - Puedes tomar muchas fotos…

Ríete mientras puedas – Se aproxima a mí – como me aburrí, les dije que tú me darías un paseo súper especial.

¡¡Qué!! – Tenía trabajo que hacer para andar de niñera.

¿No te gusta la idea?

Bueno… lo que pasa – me desordene el cabello mientras encontraba una forma bonita y dulce de confesarle que estaba ocupada.

Noel, te estaba buscando – La voz gruesa de Pedro se cuela en mis oídos – Favor has que Nat se sienta como en casa, llévala a ver las mejores colecciones.

Sin poder negarme, accedí.

Vamos Nat – Sonreía más por compromiso

Claro Noel, te sigo – Me guiña un ojo - ¿dónde me llevaras?

A ver la colección de la Inquisición – Dibuje una sonrisa perversa – te encantará.

Ehhh… no, paso… - tembló la voz de Natalia, tal vez sea miedosa – no hay algo más divertido.

Noel llévala a la reciente sala de “Misterio de los Astros” -  Acoto Pedro – Le encantara las proyecciones en 4D.

Genial, vamos Natalia – le señale el camino - Podrás observar de cerca como un asteroide se impacta y explota encima de ti

Jajaja bonita fantasía que tienes conmigo – Alego.

No era momento de confesarle que cuando la conocí, realmente las fantasías que tuve con ella eran unas muy muy lejanas a las estrellas y más enfocadas a deshacer una cama.

Nat préstame la batería de tu móvil – La madre de Natalia llegaba a nuestro encuentro– al parecer la mía ya murió.

Natalia le da su celular. Y se va conmigo.

Diviértanse Chicas – Nos despide Natalia. – Noel, cuida muy bien a mi niña, acuérdate que es la única que tengo.

Claro… no se preocupe – Contesto.

No olvides regresarla antes que oscurezca – Añade. – Si no, no te la prestare otro día.

Ja Ja muy graciosa. Deja de hablar de mí, como si fuera un objeto – Replica Nat.

Si querida. Te quiero – Le manda besos volados.

Mi madre es todo un caso – Resopla Nat, dándole la espalda a su madre y Pedro – Ni modo.

 

La sala del “misterio de los astros”, es nada menos que un enorme espacio para ver estrellas, planetas, fotos, telescopio, videos, rocas, texturas extrañas. Y lo último que instalaron, es un proyector en el centro de la sala. Donde luego de armar una especie de domo. Colocar almohadas y mantas por todo el piso, para que pudieran relajarse y descansar. Mientras en el techo del edificio se proyectaba el universo, lo único que alumbraba ese espacio era la continua visión de las estrellas en el firmamento, las constelaciones y como era la vida fuera de la estratosfera.

Woww es genial – Natalia inmediatamente se tumbó en el piso. – Maravilloso.

Lo sé – Me eché a su lado - Es excelente para pensar.

O para dormir… - la vi jalando una manta y cubriéndose con ella.

Ey, sabes que tienes un hotel muy bonito – añadí.

Si, seguro. Pero no tiene una vista así. - ¿Se refiere al lugar o a mí? Sus gestos me ponían dudosa.

Aunque Era cierto. Uno de los lugares más bonitos del Museo era sin duda esa sala, costo bastante su remodelación pero atrajo visitantes de otras ciudades inclusive. Cada vez que me sobraba tiempo me daba una vuelta por el lugar, solo para perderme en esas estrellas, y saberme menos que un punto para todo lo que había sido creado en el planeta. Era sin duda Mágico.

*** ***

¡Noel despierta! – Me zarandea una muchacha.

Ehh… como… que – abro perezosamente los ojos - ¿Qué pasa?

Nos hemos quedado dormidas – Replica Natalia.

¡Cómo! – Me levanto del suelo y veo que hasta la proyección de estrellas se ha detenido. Dejando el techo pintado de negro. - ¿Qué hora es?

No lo sé, recién despierto – Siento que me agarra del brazo. Tal vez la penumbra de la habitación hace que se pegue más a mí – vámonos de aquí.

Si – La tomo de la mano y la llevo a la puerta, total era de las dos quien mejor conocía las instalaciones.

Al salir de la sala, me doy cuenta que todas las luces están apagadas, sin duda habíamos dormido más de la cuenta. Lo que me figuraba raro es que nadie se percatara de nosotras. Normalmente el guardia recorría de pies a cabeza el museo para asegurarse que ningún niño travieso o distraído se quedara encerrado.

Caminamos por los pasillos, mientras sentía que me sostenía más fuerte Natalia. Si hubiera podido treparse encima de mí seguramente lo hacía.

Uhm… me dejaras unas marcas tremendas en el brazo – trate de sonar tranquila.

Disculpa… es solo que – debilito un poco su agarre – no me gusta este lugar.

Jajaja tranquila, no pasa nada – debía darle confianza – este lugar es el más seguro.

Con mis ojos acostumbrándose a la oscuridad, ya podía distinguir mejor las Áreas, y tenía toda la seguridad que a unos 20 pasos se encontraba la puerta que nos llevaría al pasillo principal y de ahí hasta la caseta de seguridad. Los vigilantes tendrían que desactivar las alarmas y demoraría un poco el proceso pero estábamos sanas y salvas.

Al paso número diecinueve me preocupe, ya que aun estirando los brazos no era capaz de palpar una puerta. Tal vez me desoriente y había caminado al lado opuesto del edificio. Si fuera así, la puerta tenía que estar detrás de nosotras.

¿Qué pasa? – Pregunto con la voz temblorosa. – No era la salida.

Jejeje me confundí, la puerta está al otro lado – Nos giramos en silencio rumbo a la salida.

Caminamos en los pasillos, solo oyendo nuestra respiración y pasos. Cuando calculo que debemos estar cerca a la puerta, encontramos la pared sin embargo no había salida. Era una pared lisa. Supuse que nuevamente me equivoque y le propuse ir a la derecha, tampoco salimos; después a la izquierda y nada.

Vamos, deja de jugar conmigo – Se molestó Natalia - ¡Quiero salir de aquí!

Lo sé – No quería intranquilizarla pero no lo hacía a propósito, como es posible que dando cuatro vueltas a cada uno de los lados del pasillo, no hallara la puerta de salida. Solo encontraba las entradas a las distintas salas. – como esta oscuro no logro orientarme.

Joder! No se supone que conoces el Museo – Resoplo inquieta – Llama a Seguridad, a la policía a alguien que nos saque de aquí.

Si… - Busco en mi bolsillo el celular pero el jodido aparato no está – mmm no tengo mi celular.

¡Como que no lo tienes! ¡Me estas Jodiendo Noel! – Me soltó y se paró frente a mí.

Cálmate por favor, seguro se salió de mi bolsillo – Recordé donde podía estar - Espérame, iré a revisar en la sala de los Astros.

No te atrevas a dejarme sola - Me detuvo.

Uhm si, ok yo… lo siento – me puse como piedra. El que se sujete tan cercana a mi cuerpo me incomodaba, especialmente por los latidos rápidos de mi corazón – no te preocupes. Te sacaré de aquí.

*** ***

Habíamos caminado por horas, habíamos gritado para ver si nos escuchaban. Aunque el material del que está hecha la edificación evita que se filtre ruidos molestos al exterior. A menos que hubiera alguien dentro del Museo era difícil que nos escuchen los guardias de seguridad.

¡Estamos atrapadas! ¡No lo ves! – Seguía gritando desesperada

Si pero no podemos hacer nada – trate de disuadirla.

¿Cómo qué no? – Agarro una Pieza Antigua dispuesta a estamparla contra el cristal de la ventana.

Espera un minuto – La detengo, antes que rompa esa invaluable pieza. – Tenemos que calmarnos.

¿Calmarnos? Si yo estoy calmada – Su voz me informaba lo contrario – ¡Joder! ¡Joder! Quiero salir de este estúpido Museo.

El lugar donde nos quedamos atrapadas era uno de los ambientes más grandes del reciento, con cuatro áreas separadas por pasillos largos, las esculturas de civilizaciones antiguas asustaban en las penumbras, y podías sentir ruidos, que tal vez con el miedo y el viento sonaban a voces susurrando. Por si fuera poco, hace unos meses instalaron en la sala 3, la cual dicho sea de paso la más pequeña y vacía del Museo; un espacio para la colección de “Películas de terror más recordadas de los tiempos”. Obviamente no tenía mucho que ver con lo que usualmente se presentaba en el museo. Sin embargo, casi obligaron a mi jefe a darle un lugar o le quitarían el puesto. Ya que era una muestra interactiva, de esas donde los muñecos se mueven, te asustan, y la mayoría toma fotos por doquier. Tiene bastante acogida por jóvenes de las ciudades, si eso significaba atraerlos al Museo y que paguen un ticket de ingreso, pues la estrategia era buena.

No era momento de contarle sobre esa sala. Natalia por el temor de todas esas figuras extrañas, seguía apretándose a mi brazo, de alguna forma pensaba que la protegiera de sus fobias. Me sentí más valiente de lo usual.

Busque un pasillo vacío de esculturas, donde solo colgaban cuadros. Ahí nos permitimos descansar en el piso. Era la única opción hasta que amaneciera.

Ven, Aquí podemos estar – La jalo para que se siente– Como es alfombrado por lo menos no pasaremos frio.

Oh claro, como si pescar gripe me importara en este instante – Declaró Natalia cruzándose de brazos – Como puede ser que no tengan un sistema de cámaras, debieron ver que había gente en el interior.

Bueno, el guardia revisa cada piso – Alegue – y…

¿Y crees que es suficiente? – Respondió – Sarta de ineptos, es el colmo.

Ya me estaba agotando con sus quejas, acaso no era capaz de darse cuenta que yo también quería salir. Me asuste tremendamente al no hallar la salida, era obvio que la puerta no podía desaparecer. Y el único ser vivo con el que me quede encerrado, era una chica con el humor de un ermitaño de 100 años fusionado con Hulk.

Voy a cerrar los ojos un rato, ok – Me dolía la cabeza con su voz. Me retracto de que al inicio la vi como una chica preciosa y dulce. Era un mostro en el cuerpo de una modelo. Como podía llegar a ser tan irritante, con esa voz cantarina, que no dejaba de parlotear.

Ahora te vas a dormir, genial – Eso sonaba a recriminación - no tuviste suficiente en la estúpida sala de los astros

Ey, tú también te dormiste – Respondí.

Obvio pero fue tu culpa, tú te quedaste dormida primera – Abro mis ojos dispuesta a terminar esta guerra- y estabas tan jodidamente tierna, que me recosté a mirarte un rato y no se en que fucking momento me…. – paro su discurso.

Te… ¿Qué cosa? – Pregunte.

Nada, no te incumbe - Desvió su mirada

Ok, perfecto. – Gire mi rostro hacia la pared, no aguantaba otro minuto con ella – cuando decidas volverte humana, conversamos.

¡Idiota!

¡tú también!

¿Por qué me enojaba con Natalia?, yo tenía un carácter dócil, difícil de explotar. A pesar de todo lo que pase, era capaz de dibujar sonrisas y dar cariño que me hubiera gustado recibir en mi niñez. Sin embargo esa chica me sacaba de mis casillas.

*** ***

Luego de no dirigirnos la palabra por un rato, me sentí sola en ese lugar. Debía mantener la cordura y eso significaba litros de paciencia con Natalia. Además su madre iba a presentar su galería aquí, así que de una u otra forma estaba agradecida.

Uhm… lo siento – se escapó de mis labios – no era mi intensión dormirme ni quedarnos atrapadas.

Lo sé – resopla –siento ser tan pesada pero me da miedo estos lugares. Soy una cobarde.

Percibo que tiembla a un costado mío y rodea sus rodillas con sus brazos.

Bueno, ven aquí – Estiro un brazo por su hombro – hace frio…

Gracias - La siento apretarse contra mí y esa sensación me encanta. No puedo evitar una sonrisa brillante en mi rostro.

Pasamos un par de minutos conversando sobre ella, sus pasatiempos, como se veía en el futuro, el por qué termino con su novio…. Entre otras cosas que deseaba averiguar de Natalia.

Odio decirlo pero mi madre tiene razón – Se acomoda en mi regazo – Llevaba recién un mes con él y terminamos porque me aburrí.

Continúo con su relato.

Sé que le echo la culpa a mi Madre, por estar mudándonos a cada rato – Se giró para estar frente a mí - sin embargo creo que no logro enamorarme y por eso que no aguanto a alguien en mi vida por mucho tiempo.

Ya veo – respondí.

Solo que me gustaría tener una relación más larga en mi vida. – Fue nostálgica su solicitud - una que si me importe.

Supongo que con tanto viaje aparecerá la persona ideal – No era mi tema de conversación favorito.

Jajaja claro, el príncipe azul ¿no? – Sonreía y sus dedos se quedaron acariciando mi cabello.

Obvio, no creo que el sapo verde sea tu favorito.

Y que pasa si no quiero príncipes ni sapos – Sus ojos verdosos se cruzaron con los míos. - ¿estaría mal?

Si eres tú, dudo que algo este mal – salieron las palabras sin pedir permiso – yo… bueno, lo que quería decir… - esquive su mirada, la cual adquirió un verde más intenso.

¿A ti te gusta alguien? – La pregunta me sonó lejana.

Ah no, hasta el momento nada.

¿No me mientes? – Se levantó de mi regazo para apreciar de cerca mi rostro, mi corazón desbocado grito que mentía. Me gusta ella, Nat - ¿verdad?

Me quede helada, sin saber qué clase de respuesta esperaba de mi boca. Sólo era una asistente del Museo, que podía ofrecerle a Natalia, ella que ya lo tenía todo. Que ganaba con confesarle que me gusto desde que la vi en el aeropuerto. Era obvio que sólo permanecería una semana en la ciudad, y después…. ¿Qué sería de mí? La soledad me destruiría. Hasta la sentía ahora mismo hacerme añicos, al imaginar que luego de unos días no volvería a tener esos ojos verdes frente a mí. Ni esa sonrisa de ensueño a mi lado, ni esos labios presionando los míos…. Ni, espera.

Retrocedí en automático la escena. Natalia acababa de darme un leve toque con sus labios, no era un beso, solo un roce delicado. Era una caricia, un regalo de vida, arte llenándome las venas.

No dijimos nada. Ella volvió a recostarse en mi regazo, esta vez mirando el horizonte. Yo tan inconsciente a mis reacciones, no sabía cómo me sentía.

¿Tienes hambre?

¿Qué? – La observo.

Te suena el estómago jajaja – Se ríe Natalia.

Oh… es que desde la hamburguesa no pruebo bocado.

Lástima, que no tengamos un restaurante dentro ¿no?

No pero hay una máquina de dulces – Respondí.

¿Podemos ir? Please – junto las manos en señal de súplica.

Me gustaría complacerte pero está en el segundo nivel… - me dio un codazo en el estómago. – eyy no hay que ser tan brusca.

Eso te pasa por ilusionarme – Sonríe.

*** ***

La puerta de la sala 3 se abre lentamente, como si no quisieran que nadie pose su vista en ella. Al ser una puerta de madera, antigua y los engranajes oxidados, había un ligero chirrido que alertaba la salida de algo o alguien de esa sala.

Como recordando una vieja película, trajo a su memoria las palabras de Pedro, la primera vez que le tocaba quedarse de amanecida en el Museo, todo porque a la mañana siguiente se presentaba la inauguración de la sala tres, “la exposición Incubos”. Él le dio un par de recomendaciones y tareas, pero especialmente consejos para mantenerse tranquila.

Al inicio tanto secretismo y misterio de Pedro, le pareció que buscaba asustarla, pero quien mejor que ella para sobrevivir a la oscuridad, quien mejor que una chica de la calle para saber lo que es realmente el terror. Lo tomo a la ligera, sin embargo como se trataba de su jefe decidió escuchar su historia lo más concentrada que podía, no quería se le escape una risa en pleno relato.

Pedro antes de asumir el mando del Museo, fue como ella, asistente del antiguo encargado, se mantuvo años aprendiendo cómo funcionaba el negocio. Le entusiasmaba todo lo relacionado con la historia, la curiosidad por el pasado, los hilos que se habían dejado para unirse con el presente.

La Primera vez que se quedó hasta tarde en el museo, fue porque debía terminar unos cronogramas de actividades para unas exposiciones que se harían en paralelo. Al darse cuenta de la hora prefirió dormir un rato en su oficina y esperar a que amaneciera.

Al principio fueron ruidos extraños, como si alguien se le ocurriera buen momento para jalar los estantes de metal por el piso de cerámico. Luego le siguieron unos inexplicables sonidos de pasos, puertas abriéndose y cerrándose de golpe. A estas alturas Pedro ya no creía que fuera su imaginación, se le reseco la boca evitando si quiera acercarse a la puerta de su oficina. Era más seguro permanecer dentro.

Su esperanza era que algún ladrón ingreso al Museo intentando llevarse algo de valor, y seguramente dentro de poco la alarma se activaría y todo sería parte del recuerdo. Más nada paso, dos horas continúas y ahora no eran un par de pisadas, sin duda por lo menos unas cuatro personas además de él estaban en el interior, corriendo de lado a lado, jugando a las escondidas en su recinto.

Al escuchar que unos pasos se detienen en el techo de su oficina, evita cualquier movimiento innecesario, se queda inmerso observando el color blanco del techo. ¿Lo habían encontrado? Entonces sin previo aviso, comienzan a saltar, saltar en el segundo nivel. Sobre la cabeza de Pedro. Insistentemente, esperando tal vez una reacción suya.

No hace nada. Esta sudoroso, expectante de lo próximo que aconteciera, sus vellos se han erizado, tenía el corazón saltándole del pecho, el aire se demoraba en ingresar a sus pulmones, sus manos temblaban sin encontrar donde apoyarse.

Lo peor fue sentir una ráfaga de viento tocar su cuello, una sensación electrizante recorrerle la espalda, pero que sucedía. ¿Acaso no estaba solo? Ya no. En esa oficina, aunque sus ojos le decían que era imposible, algo o alguien habían invadido ese espacio. Percibía una presencia ajena a él, observándolo, vigilándolo, cerciorándose que siguiera ahí, parado, quieto, vivo.

¿Quién era? – Interrumpo

No lo sé. Solo que jamás en mi vida sentí tanto miedo – Se pasó un pañuelo por su frente – el recordarlo hace que empiece a transpirar como un loco.

Uhm… no seria que estaba cansado

Había algo Noel, estoy seguro – afirmaba – lo extraño fue que al día siguiente el antiguo encargado del Museo murió.

Coincidencia – no tenía otra explicación.

Puede ser – respondió – pero la gente que lleva años en este sitio dice que siempre ha sucedido lo mismo en las noches.

¡Ratones! – Conteste

¿Crees que los ratones se pondrán a saltar en el techo? – Movió la cabeza en ambas direcciones – desde ese día, si hay mucho trabajo prefiero llevarlo a casa y no quedarme aquí.

Ya veo – Me levante del asiento dispuesta a irme - Bueno, le contare si pasa algo hoy.

No lo tomes tan a la ligera – Acomoda un par de papeles en su escritorio - Es mejor no averiguar de dónde provienen los ruidos. Si prefieres quédate encerrada en mi oficina.

Al final no fue necesario permanecer toda la noche, puesto que uno de los eventos se canceló de improviso. Dejando que esa noche durmiera tranquila en casa de María.

No era momento de asustar a Natalia con esas absurdas historias. Era más fácil cerrar los ojos fuertemente y no dejar de sostener su mano. Si sólo pudiera dormir tan profundamente como ella, seguro que me sentiría aliviada.

Noel tengo un problema – Se despereza.

¿Cuál? – Trato de borrar todo recuerdo de esos ruidos raros.

Acompáñame al baño.

¿Crees que es momento para eso? – Me relaja.

No lo hago a propósito – La mire divertida- no seas mala y acompáñame.

Ok, vamos – Me estaba parando del piso, cuando la puerta de la sala 3 se abre al máximo para luego cerrarse de un porrazo.

Olvídalo, no tengo ganas – Se abraza a mi Natalia - ¿Qué miércoles fue eso?

Con todas mis fuerzas le digo a mis músculos que dejen de temblar pero ninguno responde. Estoy helada.

Noel… háblame – Exige Natalia dándome pequeños golpes en el cuerpo.

Yo… - Casi en trance Natalia me da un buen golpe en la mejilla para que reaccione – aish eso duele.

Lo siento… - un susurro escapa de su boca.

Tenemos que salir, sea como sea – Por suerte los ruidos se detuvieron. – Regresemos a la sala de astros.

Mi plan era buscar por todo el suelo mi celular y pedir auxilio. Eso si es que no volvía a sonar nada extraño en el Museo.

*** ***

- ¿Qué crees que sea?

- No lo sé.

- Quiero salir de aquí

- Lo haremos, solo es cuestión de tiempo – le acaricio la mejilla – tranquila.

- ¿Qué pasa? – Esta dudosa por mi reacción.

- … - no hubo respuesta coherente. Mi cuerpo decidió actuar solo al verla como un cachorrito asustadizo.

- ¿No me hablaras? – insiste.

- si…– No era correcto lo que me pasaba a su lado, ¿por qué la miraba con tanto cariño? Con la necesidad de protegerla, porque mi corazón desportillaba cada vez que encontraba sus ojos sobre mí. Ella es diferente, tiene una vida emocionante, lejos de un sitio fijo, lejos de un único amor. Además, no creo que le gusten las …

- ¿te puedo dar un beso? – Aquello me sorprendió.

- ¿Cómo?

- Nada, olvídalo – Suspira y recuesta su cabeza en la pared.

- oye, tu… hace un rato – No iba a quedarme con esa duda. – me besaste

- Ajá. Acabas de darte cuenta.

- No, sólo que, me preguntaba porque lo hiciste.

- qué se yo, Noel. No analizo cada acción de mi vida – Se incomodó con la pregunta. – a veces no haces cosas sin pensar y ya

- Oh claro – La verdad es que nunca tuve oportunidad de ser así. Para mí era fundamental pensar las cosas antes de actuar. – Bueno… - me pongo a cuatro patas para empezar a buscar mi teléfono.

- ¿Qué haces?

- Estoy segura que mi móvil debe estar en algún lado.

- Ya veo, te ayudo.

Luego de estar buscando mi móvil y no hallar rastros de él. Lo mejor era cerrar bien las puertas y rogar que el Sol apareciera más temprano. Lamentablemente los ruidos aumentaron, el arrastrar objetos por los pasillos, el sentirlos casi a espaldas de uno. Varios pasos corriendo entre sala y sala. Azotando las puertas a su paso. Como si disfrutaran teniéndonos encerradas. Sabiendo que no hay forma de escapar, que cuando ellos quieran pueden entrar…

Me senté frente a la puerta de ingreso, si alguien se atrevía a cruzar ese umbral por lo menos lo esperaría, lista o no me enfrentaría. No dejaría que le hagan daño a Natalia. Ya después me preocupare por mi propia integridad.

Reseca mi boca, con la pierna izquierda moviéndose presa de un tic nervioso. Mi acompañante al lado mío, las dos sentadas en el suelo. Sin decir una palabra, percibiendo el terror de ambas, que estábamos a un paso de un infarto, que era cuestión de un susto adicional para caernos desmayadas.

El viento cuela a nuestros oídos, las pisadas pesadas del exterior, aletargando cada paso, sin detenerse en su ruta. Se aproxima. Pasa rozando la Madera, la puerta, la acaricia, como demostrando que nos tiene en sus manos. Está ahí, lo sé. Detrás de esa puerta, a menos de cinco metros de nosotras.

Miro de reojo a Natalia. La que ha dejado de pestañear, se concentra en el picaporte. Ya sabe lo que sigue, lo inevitable. Busca mi mano en la oscuridad, la apresa entre sus largos dedos, esta fría, la temperatura desciende un par de grados en su piel, su pulso es casi imperceptible. Ella, Natalia, se desploma en mi regazo.

Ahora inconsciente mi única compañía. Ahora era yo sola, expectante de lo que venía, al ver como se gira el picaporte, automáticamente me pongo en pie, doy unos pasos delante del cuerpo de Natalia. Apretando mis manos, me trato de preparar psicológicamente para lo que estoy a punto de ver.

La puerta se abrió.

*** ***

Una niña me llevaba de la mano hacia la sala 3, mis pensamientos deambulaban por el aire, sin aterrizar en lo ilógico de la situación. Como es posible que a pesar de ser más grande, más fuerte, no era capaz de soltarme de su agarre. Nada era audible aunque me esforzara en hablar, y mi vista preferí mantenerla fija al frente, ya que en los costados del pasillo pasaban cosas demasiado extrañas y tenebrosas.

Al llegar a la sala 3, una forma al final de la entrada me asusto, un cuerpo se hallaba tirado en el suelo, en una posición firme, donde sus ojos observaban el techo y ambos brazos pegados a su cuerpo. Al observar como un charco de sangre se difuminaba por el suelo, sentí asco de que pudiera llegar ese rio de líquido rojo a tocar mis zapatos. ¿Qué ocurría? Mi mente me traslado a un futuro apocalíptico, una pesadilla por no ser coherente con mis sentimientos, mi castigo por no confesarle a Natalia que me gustaba. ¿Qué pasaba en este sitio?.

No tuve que esperar mucho para conocer la respuesta.

Ante mis ojos, el cadáver del suelo se levanta y se sienta en una escalinata cercana. Le sigue un rastro de sangre en cada paso que da y yo miro horrorizada la escena.

Ven aquí – Su sinuosa voz me aflige.

¡Quiero despertar!

¡Quiero salir de aquí!

Me paralizo, no iba a dejar que me lleven un paso más cerca de esa persona. La niña ejerce más presión en mi mano, casi arrastrándome hasta el, una vez ahí me ata a una columna. Ahora es esa estructura la que me sostiene y ruego poder desmayarme, perder el conocimiento, no quería estar más ahí.

Si no quieres que te pase lo mismo que a mí, es mejor que escuches – su voz monótona sin un ápice de emociones – tienes que retirar esas absurdas creaciones de este lugar… no debieron traerlas.

El antiguo encargado murió por intentar utilizar esa sala, ese fue su castigo. Deben dejarnos tranquilos. Le advertimos que este sitio es nuestra morada, que no debía invadirla – Señalo todo alrededor- eres la única persona que se ha quedado encerrada aquí, así que tú le llevaras  este mensaje, deben escucharte o será peor para todos.

No invadan más nuestro hogar, déjennos tranquilos. Si para mañana no desaparecen todas esas piezas, tú y el encargado no dormirán en paz – Se levanta de la escalinata- jamás debieron intentar reabrirlo, pero miserables, el dinero los seduce, se llenan los bolsillos. No lo repetiré, abandonen la idea de usar nuestra casa.

La niña le entrega un cuchillo en las manos de ese hombre anciano, se aproxima a mí. Quisiera gritar, pedir auxilio, que me ayuden a escapar. Mis cuerdas vocales no las siento funcionar aunque abra mi boca exageradamente. Nada.

Te daré un recuerdo para que no olvides – sigo la punta del cuchillo, su recorrido por mi estómago. En mi ombligo lo aprieta, hunde todo el metal dentro de mí y el dolor es real, es latente en cada nervio. No puede ser una pesadilla – No soportaremos un día más con todo esto, el antiguo encargado también intento usar este sitio para sus intereses y ¿sabes que le paso?

Era imposible gritar, a pesar que el dolor me rompe en pedazos, que la sangre comienza a fluir a borbotones de mi cuerpo. Esa helada pieza de metal se queda clavada, empuñándola aún con fuerza, el hombre frente a mí dice unas últimas palabras a mi oído.

Murió y ahora pasea por los pasillos. Mientras yo me quedé para siempre cuidando el hogar de Iris, esos fueron nuestros castigos, permanecer al lado de ella sin descansar, sin encontrar consuelo – señala a la niña – Ahora estamos los tres. Debo morir cada noche por mi crimen, solo así me perdonará. – Cuando mueve el cuchillo, chillo en silencio, me retuerzo en esas cuerdas que me sostienen en pie - Pero para eso, debemos estar sin ser molestados. Abandona esta sala.

La afilada hoja hace su parte del trabajo, deslizándola hacia mi cuello.

¡Ahhhhh! ¡Mierda! ¡Mierda! – Gritó y pataleo estrepitosamente.

NOEL, SOY YO, CALMATE – Sostiene mis manos que no paraban de alejar a cualquiera que se me acerque – ¡Reacciona! Soy yo. Natalia.

Abro los ojos, asustada de lo que pueda estar alrededor mío. Me abrazo sola y lo próximo que hago es quitarme el polo, debía revisar que no tenga heridas. El corte desde mi vientre al cuello, ¿Dónde estaba?

¿Qué haces? Noel, háblame

No está, no está. – Sigo tocándome y no hay nada – el corte.

¿De qué hablas?

Del corte, no entiendes – Debí parecerle una loca porque retrocedió asustada – él me tenía amarrada y no podía gritar.

Calma, fue sólo un sueño. – Toma mis hombros para que me tranquilice  - mira a tu alrededor, no hay nada.

Efectivamente. El lugar está vacío.

Las dos en medio de la sala del “Misterio de los Astros”, mientras la puerta abierta deja pasar la luz de un nuevo día.

Nos quedamos dormidas. Eso es todo – Con mucha paciencia me explicaba que no había nada que temer. – Vámonos de aquí, ya tuve suficiente del Museo.

Si pero… - silencia instantáneamente con un beso en la mejilla.

Ya te dije fue un sueño – Me da una mano para levantarme del piso.

Tal vez tenía razón, ¿cómo era posible ser cierto que casi me matan?, por más raro que sonara, lo seguro es que me afecto inconscientemente la historia de Pedro; como no cene nada anoche, mi cerebro dejo de recibir oxígeno y claro el efecto de las sombras proyectadas por las esculturas, el juego de luces, obvio que hay una explicación científica.

Despierta… - Nat se veía tan linda sonriendo. – Mi madre nos matara…

Pls no hables de muertos – añadí.

Jajaja ok, estas rara Noel.

Lo sé pero ¿Qué tanto recuerdas de ayer? – Caminábamos fuera de la sala – ¿Paso algo extraño?

… - puso una cara seria – lo dices por el beso

Me sonroje en un segundo.

Nat cómo pudiste preocuparme así – Natalia madre se acercó para darle un abrazo de oso a su hija, mientras ella peleaba por zafarse – Casi me matas del susto, no vuelvas a desaparecer.

Ok, solo suéltame – Se avergonzó por el comportamiento de su madre – ya no soy una niña, basta.

Entonces deja de sostenerla para ir directo hacia mí.

¿Cómo que mi hija ya no es una niña? ¿Qué hicieron anoche? – Alzo una ceja y su dedo acusador me dejaron helada – ¿Por qué no la llevaste al hotel?

Yo… - no sabía cómo parar sus preguntas, voltee a mirar a Nat para que me ayudara – ahm bueno

Deja la broma Má, la estas asustando – De pronto Natalia me sonríe y abraza -  sabes que esa personalidad no es correcta para una madre. ¿Cierto?

Jajaja solo jugaba Nat, no tienes que molestarte.

Preferí mantenerme callada, Natalia me tomaba el pelo en cada oportunidad.

Noel vamos a comer algo, muero de hambre.

Aún no jovencita. Primero díganme que hicieron encerradas en el Museo – Se cruza de brazos - Merezco una explicación decente.

Nos quedamos dormidas y no había forma de salir – Contesté – luego pasaron cosas extrañas y

¿Cosas extrañas? – Pregunto casualmente - ¿Cómo cuales querida?

Deja de divagar Noel – Me da un suave empujón para despertar – Te dije que quiero comer, vámonos – toma mi mano arrastrándome fuera del recinto.

Bajo la atenta mirada de Natalia Brigones, caminamos rumbo a la salida del Museo. Ya más tarde planearíamos como escabullimos del interrogatorio, porque algo es seguro, no se quedará tranquila con nuestras pobres respuestas.

*** ***

No, no, no me refería a eso – torpemente arrastraba mis palabras – es que, uhm olvídalo. Desayunemos ¿ok?

Jajaja claro Noel – Se ríe de mi timidez.

Sin querer había comenzado a rememorar lo que pasó anoche y me quede más de la cuenta en la escena del beso, cosa que no pasó desapercibido para ella. Además en pleno relato se le ocurre preguntar si me gustó besarnos y dije lo primero que cruzo por mi cabeza… me encantó.

Cambiando de tema, sí que me asuste – entonces,  ¿no era un sueño? – y dime ¿Quién entro a la sala?

Ahhhh – El apetito mágicamente se esfumo. – Fue cierto… me secuestro esa niña y luego ese hombre, su mensaje, tengo que avisarle, fuck…

¿Cómo? – Deja su comida- ¿De qué hablas?

Tengo que volver al museo y hablar con Pedro – Me levante apresurada, dejando a una confusa castaña en el restaurante – Hablamos luego.

Eyyyy Espera.

*** ***

Y eso paso… fue aterrador – Termine de contarle lo sucedido a Pedro, obviamente evitando detalles comprometedores con Nat – Tenemos que desalojar la sala 3 cuanto antes. ¿Entendiste?

Fue un silencio incomodo, mientras Pedro solo se secaba con una pañuelo la frente. Ambos sentados frente a frente en su oficina. Sin interrupciones de por medio. En ese tiempo admire más las colecciones que adornaban el ambiente, desde esculturas extrañas a juguetes antiquísimos. Portadas de libros de años ordenadas alfabéticamente en la repisa. Encima de esa misma repisa de madera, había un portarretratos, en la cual tres hombres sonreían mientras enseñaban un gran cartel que decía inauguración de la sala 3, evento: Relaciones Humanas.

Uno de aquellos hombres me resultaba familiar, ese cabello, esos ojos y la sonrisa dudosa, era Pedro de joven, llevaba unos pantalones marrones y una camisa a cuadros. A su lado un Señor mayor con bigote, por su atuendo se notaba que era de una familia acaudalada. El tercer hombre también me parecía familiar, esos ojos negros penetrantes, aunque simulaba una sonrisa algo me indicaba que prefería no expresar alegría. Seguí observándolo detenidamente.

¿Quién es él? – Apunte el retrato – Creo que lo he visto antes.

Uhm… imposible. El del bigote es el antiguo encargado del Museo – Palidecí de inmediato - y el otro es el Fundador del Museo, falleció mucho tiempo atrás.

Una luz se prendió en mi cabeza, si a ese hombre le quitaba el color rosado de las mejillas, su expresión, su vida. Era aquel, ahora lo puedo asegurar, era él viejo junto a la niña. El que casi me mata.

Es la persona que me hablo ayer – Como pude termine mi oración – ahora más que nunca hay que dejar libre la sala 3.

Pasa saliva Pedro y sus ojos se han abierto de par en par. No tuve que esperar su respuesta, llamo inmediatamente a Seguridad para cerrar  la sala 3 antes que ingresara más gente, lo siguiente era retirar todos los objetos del lugar. Ya vería una forma de explicarle al coordinador de Cultura que no tenía espacio para seguir exhibiendo esa muestra, a pesar de las buenas ganancias recaudadas.

¿Crees que lo acepte? – Pregunté con miedo.

No al principio pero ya inventaré alguna cosa – Se pasa una mano por el cabello – no pienso exponernos a fantasmas sólo por una muestra ridícula.

Estoy completamente de acuerdo – Sentencie.

Bien, ahora olvidemos este asunto – Saco una pequeña botella del cajón. Nunca antes lo había visto beber en el trabajo - ¿quieres?

Por supuesto – Yo también debía superar este evento.

Luego de lo ocurrido no mencione nada en lo que resta del día. Preferí pasármelo lejos del Museo, Pedro estuvo de acuerdo en darme permiso, según él, era mejor despejar la mente y cuando ya me sienta tranquila volver a las tareas.

*** ***

Toc Toc

Noel, te buscan – la voz de María me despertó de un lindo sueño.

Ok, gracias – Bostezo antes de salir del cuarto.

¿Quién es? – Era raro para mí que alguien me buscara, no era de tener muchos amigos, salvo compañeros de trabajo.

Una chica bastante simpática – Sonríe y me deja sola en la sala – Las dejo para que conversen.

En la pequeña salita se encontraba una preciosa chica de ojos verdes, tenía puesta una capucha celeste, la cual cubría su lindo cabello castaño. En cuanto me vio, pude ver como se mordió el labio inferior, tan casual que pudo pasar imperceptible para otra persona, más no para mí.

Te ves bien – Rompió el silencio.

Uhm gracias, creo. – Me despeino con una mano - ¿Qué haces aquí?

Pues, ya que huiste del restaurante y no te encontré en el Museo – Se levanta del sillón – investigue donde vivías y aquí me tienes, haciendo una visita a tu casa.

Ya veo – retrocedí unos pasos, no permitiría que me  robara la lucidez – ehm te parece si salimos, asi conversamos un rato.

Ok, perfecto – Asiente.

Caminamos por las calles, sin saber a dónde ir, hablando de cualquier tontería que se nos pasara por la mente. Nat estaba más simpática que nunca y no sólo físicamente, hasta su personalidad era más relajada, regalándome muchas sonrisas esa noche.

Mira donde nos han traído los pies – Se detiene en la puerta del Museo – ¿no es raro?

Ajá, sí que estamos mal – Alegue

Jajaja tranqui, según lo que me contaste ya no debería haber más noches aterradoras – Le dije de mi conversación con Pedro - ¿Verdad? Total han vaciado la sala 3.

Supongo – Encojo los hombros.

uhm no te da curiosidad saber que paso ahí – Moví la cabeza en negación  - ¿Por qué el fantasma del dueño y una niña no quieren intrusos en su “hogar”? a pesar del miedo, no tienes ese bichito dentro que te pide averiguar lo que ocurrió.

Te juro que no. Si depende de mí, no vuelvo a quedarme en el Museo de noche.

 Jajaja ok, tienes razón – Toma mi mano y nos sentamos en las escaleras del ingreso al Museo – Fue una experiencia única y para no volverla a repetir. – Eso decía su boca pero sus ojos la contradecían.

No me digas que quieres quedarte nuevamente.

Jajaja no, uhm… tal vez – Se quedó mirando el cielo. – Aunque sólo si tú estás conmigo.

Quede igual de aturdida en la puerta del museo. Vagando en mis alucinaciones y lo acontecido anoche.

Oye, no dijiste que tendríamos una cita – La mirada de Nat se paseaba de mis ojos a mis labios – o fue solo para que despierte.

¿Cuándo dije eso? – No lo recordaba.

Pues cuando despertaba – Mi expresión reflejaba incomprensión – uhm… cuando me desmaye y querías despertarme, estoy segura que te escuche decir que si salíamos de esta, me invitarías a salir.

Mmm oh – Pensé que no lo había oído. El calor lo sentí acomodándose en mis mejillas – fue para ver si reaccionabas

Y si reaccione o no.

Jajaja se puede decir que si, chica lista – Rodee su cintura con mis manos, atrayéndola más a mí. Para ser la primera vez que me enamoraba, lo disfrutaba al máximo. - ¿Dónde quieres ir Nat?

Diría al hotel pero tu mente pervertida puede imaginar alguna escena rara – Como podía leer mis pensamientos – jajaja ya vez… vuelas.

Nop  – Deposite un suave beso en sus labios – ¿Regresamos a la sala de los astros? – Le provoque

Me dedico una mirada picara, para luego tomarme de la mano y llevarme al interior del Museo. Sinceramente creo que enloquecí, como me atrevía a si quiera imaginar quedarme atrapada nuevamente en ese sitio.

Sabes… me olvide decirte pero al parecer el fundador de este Museo fue mis bisabuelo – Pronuncio tranquilamente – Recién me contó mi madre sobre eso. Ni modo. No cambia en nada el asunto ¿o sí?

El pánico se apodero de mi cuerpo, tal como anoche no podía soltarme del agarre de la niña, esta vez era imposible retirar mi mano de las de Nat. Seguía avanzando hasta el interior del Museo.

Por fa -vor, podemos quedarnos aquí – Titubee

Se detuvo a unos pasos del ingreso.

Jajaja debería tomarte una foto – Sonreía de oreja a oreja – Estas pálida Noel.

Trague saliva.

Está bien, si quieres vamos a otro sitio – me suelta - Era broma lo que dije, sólo quería asustarte por ser 31 de Octubre.

Volví a respirar.

Eres cruel, sabes… muy muy  pero muy cruel Nat – Respondí – Casi me infartas.

Jajajaa lo siento, no pude resistirme.

Mala persona.

Vamos no te resientas – con su vocecita de niña dulce se acerca a darme un beso – ¿me perdonas?

Uhm… lo pensaré.

¡Yuju Chicas! Qué bueno que las encuentro – Natalia Brigones salía en ese instante del Museo junto a Pedro – Adivinen, acabo de descubrir que mi Abuelo fue el Fundador de este sitio.

Dejamos de sonreír al unisolo y nos miramos horrorizadas. No falto la confirmación de Pedro; ya tenía el pañuelo secándose el sudor.

A decir verdad esa niña Iris tenía los mismos rasgos que Natalia… ¿casualidad?

 

En conclusión… no sé si se trató de Magia, Arte o tal vez ¿gore?

¡Qué sé yo!

FIN

Notas finales:

Gracias por estar por aqui, intentando descifrar de que va la historia jajaja. Si te gusto el fic o tienes alguna queja al respecto, sientete libre de dejarme un comentario XD...bye bye


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