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Enemigos por Naomiyaoi38

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Notas del fanfic:

Esto es un fic que escribí como una especie de regalo de cumple para mi adorada Nee-chan ZoLu 2112 OwO, quien se ha convertido en un gran apoyo para mí :3

Te quiero Nee-chan! >///

Notas del capitulo:

Los personajes de VK no me pertenecen. Yo sólo los tomó prestado para mis desvaríos escritoriales OwO

¡¿Qué demonios te pasa, Kuran?! - gruño el peliplata, cuando el castaño le tomó con firmeza por uno de sus brazos mientras él iba caminando tranquilamente por uno de los pasillos de la academia; arrastrándole hasta uno de los salones y obligándole a entrar.

Sus orbes amatistas llenos de molestia chocaron contra aquellos de tonalidad borgoña, los cuales irradiaban destellos de ira. El castaño cerró la puerta tras de sí, asegurándola. Caminó unos tres pasos con aire amenazante, hasta quedar frente a frente con el ojiamatista.

Aunque éste no lo demostrara, aquella actitud por parte del mayor le desconcertaba un poco. Ver a Kuran Kaname... el "señor perfecto", el más popular de toda la academia, el que jamás pierde la compostura; actuando de ése modo es algo que jamás se hubiera imaginado.

Pero allí estaba. Frente a él, observándole de aquella furiosa manera.

- Te vi hablando con Yuuki... Mejor dicho, te vi besándola... - sus palabras iban impregnadas de un extraño tono celoso.

El peliplata frunció el ceño ante aquel comentario.

- Eso no es algo que te incumba... - masculló molesto. Aunque en el fondo, sabía que quizá eso en cierta forma sí era un asunto que tenía que ver con el mayor. Después de todo y para su desgracia, Yuuki aparte de ser la chica de la cual estuvo enamorado por bastante tiempo era la hermana de aquel arrogante de Kuran.

Comenzaba a creer que además de ser un idiota engreído, tal vez el castaño fuese uno de ésos hermanos mayores inmensamente celosos y sobreprotectores.

Oh, genial. Ahora aparte de aquel maldito beso con el cual tiempo atrás soñó tantas veces y a la final cuando lo obtuvo, no fue nada de lo que anhelaba; también tendría que lidiar con el rey de los idiotas.

Sí, definitivamente hoy tenía que ser su día de suerte. Sólo faltaba que Cross apareciera por allí, con uno de sus lloriqueos habituales para terminar de mandar a la mierda, la poca paciencia que le quedaba.

- Kiryuu, TODO lo que tenga que ver contigo me incumbe - aquello lo dijo en un tono  posesivo, que confundió un poco al ojiamatista.

"¿Qué rayos le picó a Kuran?"  El peliplata comenzaría a creer que al mayor se le estaban zafando algunos tornillos. Bueno, no todos podían ser tan "perfectos" como aparentaban.

- Tsk... - chasqueó la lengua, rodando los ojos, intentando mantener la calma. Una cosa era que el mayor se molestara por lo de su hermana y que sabía que el castaño le detestaba. Pero, ¿también por las cosas que tuviesen que ver con él? En definitiva, el castaño se había golpeado la cabeza muy fuerte o algo parecido - Yo no tengo por qué darte explicaciones... - le miró desafiante - Si quieres explicaciones, pídeselas a Yuuki... - ante lo último dicho, la mirada del mayor irradió un brillo extraño.

Zero intentó apartar de su camino a Kaname, con la intención de abrir la puerta y salir de allí. No estaba de ánimos para quedarse a discutir con ése imbécil, pero para su sorpresa y mayor molestia, éste se lo impidió. Agarrándole fuerte y firmemente por la muñeca derecha, empotrándole de espaldas contra el escritorio que se encontraba a pocos pasos de ellos, tumbando al suelo todas las cosas que se encontraban sobre el mueble.

- ¡¿Qué carajos?! - el menor intentó levantarse pero el cuerpo del castaño le mantenía prisionero, haciéndole un tanto difícil recuperar la compostura. Por lo que enfadado, le lanzó un puñetazo, el cual fue bloqueado por el castaño. Éste aprisionó sus manos sobre su cabeza mientras le miraba de una vibrante forma, de la cual parecía que un torbellino de emociones quisieran escapar  de los  ojos de éste  - ¡¿Pero qué mierdas te pasa, Kuran?!

- ¿Qué me pasa? - siseó, viéndole con intensidad - Me pasa esto... - de forma inesperada tomó al ojiamatista por el cuello de su camisa, estrellándole contra el suelo sin soltar el agarre.

En un acto de reflejo, Zero cerró sus ojos ante el dolor causado por el duro impactó contra el piso. Nunca hubiera imaginado que Kaname, quien siempre se mostraba calmado y controlaba sus emociones, pudiese reaccionar de ésa forma.

¿Qué pretendía? ¿Acaso planeaba golpearle por el simple y tonto hecho de haberle visto besando a Yuuki?... Pero ningún golpe llegó...

En vez de eso, lo único que sintió fue el cómo se subieron a horcadas sobre él, y la suave textura de un par de labios que se posaron con hambrienta desesperación sobre los suyos.

Confundido, abrió sus ojos. Quedando inmensamente sorprendido de que efectivamente le estaban besando... ¡Kuran Kaname estaba besándole!

No podía comprender. Se suponía que el mayor le detestaba y que el sentimiento era mutuo. Pero entonces, ¿por qué aquella inesperada acción por parte del castaño le hizo estremecerse?

Kaname, apartó el rostro del menor, quedando a escasos centímetros de su cara. Tan cerca que el peliplata podía sentir el aliento del mayor sobre sus propios labios.

Las palabras no lograban salir de la boca de Zero, y menos cuando aquellos orbes borgoña le veían intensamente.

- No voy a permitir que Yuuki ni nadie más intente acercarse a ti... Quiero que tú me pertenezcas solamente a mí... - confesó el castaño en un susurro, mirando la confusión en ésas bellas joyas amatistas.

Zero, abrió ligeramente la boca para decir algo, pero antes de que pudiese decir algo, Kaname acalló cualquier posible reclamo o insulto por parte del menor, juntando sus labios nuevamente.

No quería escuchar... No quería oír como la persona de la cual se había enamorado desde hace tiempo, le rechazaba porque le odiaba. Y peor aún, que éste le dijera que a quién amaba era a su hermana...

Maldita ironía de la vida que le hizo sentir esto por la persona a la que en un principio  odiaba... Al comienzo de todo esto, cuando el menor rondaba a  Yuuki, no le soportaba.  Pero entonces, sin darse cuenta, un día todo empezó a cambiar. Aquel carácter orgulloso y rebelde de Zero ya no le molestaba tanto. Al contrario, le comenzaba a gustar. Sin saber bien el porqué, no podía evitar quedarse mirándole a lo lejos, detallando cada una de sus facciones, las cuales le hacían parecer un hermoso y en apariencia frío ángel; pintado por el más hábil de los pintores.

Y cuando vio que a la única persona a la cual el peliplata le dirigía algún gesto cariñoso en toda la academia era a la castaña, una inmensa sensación de celos se apoderó de él. Deseando que al único al que Zero le profiriera una expresión así fuese a él. Entonces, en ése instante, lo comprendió todo... Ya no detestaba al menor... Se había enamorado de él...

Por eso, cuando vio al ojiamatista besando a su hermana ya no pudo controlar y ocultar lo que sentía. Ya no le importaba si ella sentía algo por el menor. Si él tenía la más mínima oportunidad de obtener algo del afecto del peliplata, intentaría cualquier cosa.

Deseoso, deslizó su lengua por el labio inferior de Zero, bordeándolo húmedamente. Anhelando de forma casi dolorosa probar por primera vez todo del sabor de aquella boca. Para su sorpresa, a pesar de la confusión y resistencia inicial del menor, éste no le rechazó como creía que haría, sino que le cedió el paso; aunque de manera algo tímida a su esponjoso músculo.

Zero sentía como el castaño exploraba con deleite su cavidad bucal, rozando y deslizando su lengua contra la suya propia de forma incitadora... Su razón al principio le había dicho que le rechazara, pero algo muy dentro de él, le hizo aceptar y ahora, corresponder a aquel ósculo. Pero, ¿por qué lo hacía? ¿Por qué a pesar de que su mente le pedía que parara, su cuerpo se negaba estremeciéndose ante ésos deliciosos besos?

Quizá, todo se debía a aquello que había descubierto, poco tiempo después de darse cuenta de que ya no estaba enamorado de Yuuki, y que él se vivía negándose a admitir... Que en algún momento dejó de amar a la castaña, al ver que ésta sólo lo veía como casi un hermano; y para su horror, empezó a sentir ésos sentimientos por quien odio en un principio... Por Kuran...

Por eso, cuando Yuuki le confesó que creía estar sintiendo cierto tipo de cosas de índole romántico por su mejor amiga.  Y la castaña le pidió suplicante un beso como "experimento", ante la confusión que le causaba estar de ésa forma por otra chica; él se sorprendió un poco porque nunca pensó de aquella forma de Yuuki. Pero no se negó, porque con aquel beso pensó que él también podría saber si en verdad ya no tenía ninguna clase de afecto de tipo amoroso por la castaña -aunque ésa última parte no se la comentó a ella-.

Como resultado de aquella pequeña "experimentación", la chica concluyó que si bien aún le gustaban los chicos, estaba segura de que no podría sentir por ninguno de ellos -ni siquiera por alguien como Zero, que ésta a pesar de todo, admitía  que era sumamente guapo - lo que sentía por su amiga. Por lo que agradeciendo inmensamente al peliplata su apoyo y comprensión, decidió intentar ser valiente para poder afrontar todo de ahora en adelante.

En cuanto al peliplata, lo ocurrido  le sirvió para darse cuenta de que efectivamente, ya no estaba enamorado ni siquiera un poco de la castaña. Antes vivía anhelando en silencio, así fuera tan sólo un beso de Yuuki y que ésta sintiese alguna vez algo por él. Pero, durante ése beso no sintió nada. El afecto que alguna vez sintió por ella se había convertido en un cariño prácticamente fraternal. Y por un segundo no pudo evitar desear que en lugar de los labios de la castaña fueran los de Kaname, los que le besaran.

En ése instante, se maldijo internamente por aquellos pensamientos. Porque jamás se atrevería a confesarle sus verdaderos sentimientos a Kuran. Estaba seguro de que éste le odiaba. Así que primero muerto que humillarse de ésa forma ante el que consideró su enemigo durante tanto tiempo.

Pero ahora, teniendo al castaño sobre su cuerpo, besándole con pasión luego de que éste le confesara eso. Hacían que pudiese creer que realmente sus sentimientos eran correspondidos, que todo lo que estaba sucediendo no era una burla por parte del mayor. Y que su orgullo y su razón se evaporaran poco a poco, haciéndole desear solamente más de aquel ser que alguna vez odio.

Las bocas de ambos se separaron por un segundo para volver a encontrarse, ansiosamente.

El castaño enredó una de sus manos en las sedosas hebras platinadas del ojiamatista, profundizando el beso. Mordisqueó ligeramente y rozó todo lo posible a placer, enredando su lengua con la contraria hasta acabar con las reservas de oxígeno de ambos. Separándose para recuperar el aire perdido.

Ambos se observaron, respirando de manera algo agitada. Sus miradas chocaban; llenas de sentimientos acallados durante tanto tiempo. No sentían mucha necesidad de hablar, sus ojos gritaban intensamente todo lo que se necesitaban decir.

Kaname miró fijamente a Zero... Sus orbes amatistas brillando de deseo, su respiración agitada por el aire perdido y sus labios entreabiertos; húmedos por los besos le hacían ver como una absoluta y hermosa tentación...

Sus labios besaron las comisuras de la boca del menor, creando un camino hasta llegar a su oreja, de la cual mordisqueó y succionó el lóbulo. Obteniendo un ligero gemido y estremecimiento por parte de éste.

- Uhmm... Parece que eres muy sensible, Kiryuu... - susurró con seductora malicia, delineando con la punta de su lengua el contorno del oído del peliplata.

- Mm... Cállate, Kuran... - masculló algo avergonzado y molesto por las palabras del mayor. Mordiendo su labio inferior y ahogando un gemido ante las acciones del castaño. Odiaba que éste se diera cuenta de todo lo que podía causar en él.

Kaname no contestó. Simplemente se limitó a dibujar una ligera sonrisa felina en su rostro; divertido de cierta forma por la actitud del ojiamatista. Sus manos ansiosas por tocar la textura de aquella pálida piel, despojaron al menor de su camisa. Dejando su perfecto torso al descubierto.

Mordisqueó suavemente el cuello y hombro del peliplata, descendiendo hasta su pecho, topándose con las tetillas de éste, las cuales lucían apetitosas ante sus ojos. Rozó uno de los sonrosados botones con sus dientes, logrando que un pequeño gemido escapara de la garganta del menor. Complacido por aquel sonido, se dedicó a succionar el pezón, sintiendo como se iba endureciendo debido a la excitación de éste.

La forma en la cual Kaname se deleitaba con su tetilla para después prodigar las mismas atenciones en el contrario, enviaban escalofríos por su espina dorsal. La forma en la cual el castaño acariciaba la piel de su abdomen y espalda solamente le hacía anhelar más de aquellos toques.

A pesar de todo, jamás hubiese imaginado estar en ésa situación. El tener a Kuran Kaname sobre su cuerpo, cubriéndole de besos y caricias parecía algo casi irreal. Pero no quería que se detuviera. Algo en su interior le impulsaba de una poderosa forma hacia el mayor. La inesperada confesión de éste y su cercanía hicieron como si aquel sentimiento que estuvo intentando mantener dormido y oculto, hubiese estallado de repente; con una pasión avasalladora. Haciéndole desear más de lo que realmente quería desde hace tiempo del castaño... Más de la calidez que éste despertaba en su interior, más de sus besos, más de la sensación de su cuerpo contra él...

De manera casi inconsciente, las manos de Zero buscaron los botones de la camisa del mayor. Intentando quitarla, deseoso de sentir ésa cálida piel contra la suya.

Una sonrisa felina se dibujó en los labios de Kaname al ver la acción del menor. La ansiedad con la cual sentía al peliplata bajo su cuerpo y la forma en la que se comportaba, le decían que el ojiamatista llevaba deseando y sintiendo lo mismo que él durante tiempo. Y aquel pensamiento le llenó de dicha.

Con expresión seductora, Kaname se separó un poco del menor, terminando de despojarse él mismo de su prenda, sintiéndose complacido de tener los ojos de Zero atentos a cada uno de sus movimientos.

El mayor arrojó la prenda a algún lugar de la estancia. Revelando finalmente la constitución de su torso y ése tono de piel suavemente moreno, que tentó al menor a  rozar con las yemas de los dedos de su mano el pecho del castaño. Acción que éste al darse cuenta que hacía la dejó inmediatamente avergonzado, desviando su rostro un poco, sintiendo su rostro ligeramente sonrojado. Ciertamente no podía evitar pensar que Kaname era realmente guapo, pero eso era algo que jamás admitiría a alguien que podía llegar a ser tan  engreído.

Las manos de Kaname revolotearon caricias por su piel, sintiendo cómo si ésta ardiera, deseoso ante el contacto. Un jadeo brotó de su garganta cuando el castaño chocó sus caderas, rozándolas con ímpetu.

El mayor repartió besos por su torso, descendiendo; hasta llegar a su ombligo en donde su lengua lo delineó con sensualidad, sacando pequeños suspiros y gemidos por parte del peliplata. Kaname introdujo su húmedo músculo en el ombligo del menor, simulando embestidas.

- Ah... K- Kuran... - no pudo acallar un jadeo de súplica, ante las atenciones del mayor y menos cuando éste acarició su miembro por encima del pantalón - Ahn... Deja de jugar... - corrientes eléctricas le recorrieron al momento en el cual el castaño mordisqueó y lamió su hombría sobre la tela, haciéndole empezar a retorcerse ligera e impacientemente; mientras que éste le miraba con un brillo traviesamente lujurioso, como si disfrutara enloquecerle de ésa forma.

- Uhmm... Pero a mí me gusta jugar... - ronroneó besando aquel lugar, disfrutando el control de poder estremecer a Zero de aquella manera.

Ante aquel comentario, el peliplata le lanzó una mirada de cierta molestia, pero en la que también se podían ver los destellos de deseo.

Aquello, simplemente divirtió un poco más al castaño. Definitivamente jamás dejaría de adorar al menor; inclusive en una situación así no perdía del todo la esencia de su carácter. Ése que en un principio no soportaba pero el cual ahora sólo lograba que viera con más fascinación al ojiamatista.

Relamiéndose los labios con cierta lascivia y sin apartar la mirada de los orbes de Zero, desabrochó el pantalón de éste, bajando con lentitud su cremallera. Introdujo una mano, acariciando el endurecido miembro, haciéndole gemir.

Kaname, ansioso por ver a aquel hermoso ser en todo su esplendor, sin nada que le cubriese; terminó de quitarle al menor las últimas prendas que cubrían su cuerpo. Deleitándose con la visión de poder contemplar finalmente, toda aquella perfecta y pálida piel.

La hombría del peliplata se erguía de excitación, y un pequeño rastro de líquido pre- seminal brillaba en la punta; ante lo cual el mayor le observó con lujuriosa gula.

El ojiamatista jadeó fuertemente cuando la cálida lengua del castaño se deslizó por su glande, limpiando aquel rastro. Kaname succionó la punta, complacido por los melodiosos gemidos que brotaban de los labios del peliplata, cual dulce sinfonía.

Zero gimió y se retorció de placer cuando el mayor engulló toda la extensión de su miembro, succionando con habilidad, enroscando insistentemente su lengua alrededor del glande, hasta hacerle sentir como su orgasmo se acercaba. Pero cuando sentía que pronto estallaría, la boca del mayor abandonó su hombría, para luego presionar con cierta fuerza su pulgar contra la cabeza de su pene, impidiéndole su orgasmo.

- K- Kuran... - le miró con una mezcla de confusión y furia, respirando de manera agitada, con sus mejillas teñidas de un fuerte carmín y los espasmos de la excitación recorriendo su cuerpo. No lograba comprender por qué Kaname se había detenido y le impedía de ésa forma su liberación.

- Podrás correrte... - susurró de manera seductora y maliciosa - Pero ésta vez, sólo lo podrás hacer cuando yo también lo haga... - lamió tres de sus dedos de forma sensual, sin apartar la vista del menor ni dejar el agarre en su hombría.

Ahora sí Zero quería matarle por ser tan idiota y torturarle de aquella manera. Pero, al ver ésos dedos y la expresión en el rostro del castaño no pudo evitar estremecerse ansiosamente. Ya tendría tiempo para intentar matar a Kaname más adelante... Pero ahora, lo único que quería y necesitaba ansiosamente era todo lo que éste podía ofrecerle, hasta hacerle vibrar de extaciante placer.

El peliplata sintió como el mayor abandonó el agarre sobre su hombría, y el como  uno de los dedos de éste se adentró en su interior, besándole una sensación de dolor y un pequeño quejido de escapó de su garganta. Pero el castaño de disipar poco a poco ésa molestia, repartiendo besos por su cuello y pecho. Un segundo dígito se unió al primero, explorándole; comenzando a moverse en forma de tijeras, ensanchando su estrecha entrada.

- ¡Aahh! - gimió fuertemente el menor cuando ésos dígitos tocaron un punto en su interior, hasta ahora desconocido por él, que enviaba choques de placer por su cuerpo.

Los labios de Kaname se curvaron en una sonrisa de satisfacción al ver que finalmente había encontrado aquel punto dentro del ojiamatista. Rozó nuevamente aquel lugar, escuchándole jadear y el cómo éste se estremecía ante aquel toque, antes de retirar sus dedos.

El mayor se separó un poco del peliplata, abandonando el agarre en la hombría de éste,  para liberar la suya propia, dejando al descubierto su erección. Se acomodó entre las piernas del menor para empezar a introducirse lentamente, hasta lograrlo por completo, deleitándose con la estrechez de éste, quedándose quieto ante la expresión de dolor dibujada en el rostro de Zero y el cómo una pequeña y cristalina lágrima resbaló por su mejilla.

Lo único que Kaname desearía siempre es solamente embriagar en un mar de placer al ojiamatista; jamás podría perdonarse el lastimarle así. Por lo que usando todo su auto-control, permanecía quieto, empezando a besar suavemente el rostro del peliplata, buscando sus labios y uniéndolos nuevamente, entrelazando sus lenguas, a la vez que sus manos acariciaban su cuerpo.

Ante aquellas atenciones la expresión anterior de Zero fue desapareciendo, hasta que finalmente le dio la señal que tanto esperaba el castaño; moviendo sus caderas ligeramente.

El mayor comenzó a moverse con lentas embestidas, embriagándose en la sensación de aquel cálido y estrecho interior del ojiamatista, aumentando poco a poco el ritmo de las estocadas haciendo que dulces gemidos brotaran de la boca de éste, el cual se aferraba a sus hombros.

- ¡¡Aaahh!! - Zero no pudo controlar sus jadeos y gemidos cuando la trayectoria de aquellas embestidas comenzaron a golpear ése punto dentro de él - K-Kuran... - las vibrantes corrientes que le anunciaban que estaba cercano al éxtasis le recorrían.

- Kaname... Di mi nombre... - dijo con voz ronca por la excitación al oído del menor, subiendo una de las piernas de éste a su hombro, embistiéndole con más frenesí, logrando que el tono de los maravillosos sonidos que brotaban de la garganta del menor aumentara. Quería escuchar de los labios del peliplata el cómo pronunciaban su nombre.

- K-Kaname... - no pudo evitar llamarle por su nombre como éste le había pedido, y por alguna razón pensó que el poderlo llamar solamente por su nombre le gustaba. Sintió el clímax acercarse cuando el castaño comenzó a masturbarle al ritmo de las estocadas, hasta que sin poder contenerse por un segundo más explotó, derramando su esencia en la mano del mayor, arqueándose de placer.

Por su parte Kaname al sentir como aquellas cálidas y carnosas paredes le se cerraban sobre su miembro con más fuerza, debido al orgasmo del ojiamatista, también sintió su clímax cercano, embistiendo de manera fuerte y rápida unas veces más hasta alcanzar el éxtasis, vaciando su semilla de forma abundante en el interior del menor.

Ambos respiraban agitadamente, intentado recuperarse de semejante explosión de placer. El castaño salió cuidadosamente del interior de Zero, dejando escurrir su semilla, causándole un pequeño respingo al menor.

Acarició los sedosos cabellos del peliplata que tantas veces anhelo tocar. Colocó la cabeza de éste sobre su pecho, con la intención de descansar unos momentos.

- ¿Por qué no me lo dijiste antes? - murmuró Zero con la cabeza oculta en su pecho.

Una tenue sonrisa adornó los labios del mayor.

- Porque creía que me odiabas... Y además creía que estabas enamorado de Yuuki... Incluso te vi besándola hoy... Por eso yo... - un amargo nudo se instaló en su garganta. La idea de que Zero siguiera queriendo a la castaña y lo ocurrido entre ellos a la final no significará nada le causaba una dolorosa sensación dentro de él.

El peliplata, sintiendo la tensión del cuerpo del mayor comprendió lo que éste debía estar pensando. Por lo que levantando su cabeza ligeramente, encontró su mirada con la del castaño.

- Sí, al principio te odiaba... porque eras un idiota engreído y también estaba enamorado de Yuuki. Pero luego deje de sentir eso por ella para sentirlo por alguien más... - vio la ligera confusión en los ojos del mayor y el cómo sus hombros se tensaban un poco. Sabía que Kaname creía que quizá él le diría que estaba enamorado de alguien más - Y bueno, en realidad desde hace algún tiempo ya no puedo decir sinceramente que te odio... - le dio un pequeño beso, sintiendo como sus mejillas enrojecían pero queriendo darle a entender con ésa acción que era de él de quien hablaba - Pero aún sigo pensando que eres un idiota arrogante al que a veces me provoca golpear.

Kaname sonrió ligeramente.

- Pero entonces..., ¿y aquel beso?

- No fue nada de lo crees... Fue un... uh... "experimento"... - a pesar de todo Zero jamás traicionaría la confianza de su amiga contando la verdad sobre de que iba todo ése asunto del beso. A la única que le correspondía contarlo y eso era si ella algún día lo deseaba, era a la castaña.

- Uhmm... Un "experimento"... Creo que tendré que hablar con Yuuki - un pequeño gruñido celoso impregnó el tono de sus palabras.

Al ojiamatista le causó cierta gracia ver lo realmente celoso que podía llegar a ser Kaname, nunca había conocido ésa faceta de éste. Se separó del cuerpo del castaño para intentar levantarse.

- ¿A dónde vas? - preguntó el mayor.

- A vestirme para salir de aquí... Por si no lo recuerdas estamos en un salón... - aun no podía creer que había terminado haciendo "eso" con Kaname en un salón. Pero por saber lo que el castaño realmente sentía por él, podría decir que había valido la pena.

- Sí, es un salón. Pero yo no escuché que te quejaras cuando te estaba... - el menor le lanzó una mirada asesina que le decía que si terminaba la oración le mataba, la cual contrastaba con el carmín de sus mejillas teñidas por la vergüenza. Vio como el menor al intentar levantarse hizo una pequeña mueca de dolor - ¿Qué sucede Zero? ¿Te duele algún lugar? - preguntó con cierto tono burlón, sabiendo cual era la causa de la incomodidad del peliplata.

- ¡Tú tienes la culpa! - gruño molesto con el rostro ardiendo. Quizá debería a considerar seriamente sus ideas amor-odio hacia al castaño y pensar en matarle.

Kaname dejó escapar una suave carcajada ante la reacción del ojiamatista. Ignorando las miradas asesinas que éste le profería, ayudándole a levantar.

- No te preocupes... Si te cuesta caminar yo con gusto te llevaría cargado por toda la academia... - ronroneó besando el cuello del menor.

Zero le dio un codazo molesto por aquel comentario, lo que le hizo emitir un pequeño quejido de dolor el cual no le logró borrar la sonrisa del rostro.

- Idiota... - bufó apartándole.

La mirada del castaño seguía con una expresión divertida el como el peliplata intentaba recoger su ropa y vestirse...

Si lo pensaba bien, realmente la idea de tener al menor cargado entre sus brazos por toda la academia, de manera de que quienes les vieran supieran que ése  gruñón y sexy peliplata era sólo de él no sonaba nada mal. Pero mejor se dejaba de pensar en esa fantasía porque conociendo a Zero, primero le castraba y le mataba antes de dejarse hacer algo así.

Suspiró vistiéndose él también, cuando sus ojos se posaron en las pequeñas marcas rojizas repartidas por toda la piel del menor, especialmente en las de su cuello. Una expresión de satisfacción surcó su rostro... Después de todo si había una pequeña forma de mostrarles a todos de que Zero a partir de ahora era solamente suyo...

Notas finales:

Ahora según mí Yuuki es bisexual XXD 

Sayonara


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