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My teacher~ por Suzuki Sakamoto

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Notas del fanfic:

¡ToraxSaga! ♥

Mi segundo ToraxSaga, es un AU. Decidí hacer algunos cambios así que en esta ocasión Tora es menor a Saga. Es mi primer fic con lemon, así que no creo que sea bueno, me la pase roja mientras lo escribía (?)

Este fic es para mi geme♥. Espero que te guste, fue por lo que te hice esperar unos días. Es todo tuyo con mucho cariño como siempre.

El colegio en ocasiones suele ser desgastante, más aún si lo padres deciden que lo mejor para tu rendimiento escolar es asistir a clases extras con un tutor;  uno que te ayudará en las tareas y temas que no hayas comprendido. A decir verdad el presupuesto de aquella familia no daba para mucho; como para conseguir un tutor reconocido, pero si era suficiente para el chico tres años mayor que vivía a unas cuadras.


Shinji no tenía mucho que hacer al salir del colegio: Llegar a casa, comer algo, ver T.V, en ocasiones dormir y luego de ello, de dos a tres horas diarias acompañado de su tutor: Takashi Sakamoto.


¡Takashi-Sensei! ¿Es así como debo llamarte? — Preguntó menor de ojos claros.

Puedes llamarme como quieras. — Respondió con completa tranquilidad el castaño.

—¿Takashi-senpai~? ¿Takashi-san? ¿Taka-kun?— El menor soltaba opciones con facilidad mientras observaba al mencionado. Por su parte el mayor de ambos lo miraba sonriente mientras negaba, jugando al mismo tiempo con un bolígrafo en la diestra; no habían pasado más de cinco minutos al conocerse y Shinji no paraba de hablar.

¿Uhm? — Saga dejó escuchar una risa divertida, le sorprendía su actuar y esperaba que apenas comenzado los estudios el menor dejara aquella faceta de periquillo.

¡Será, Senpai! — Dijo  Tora. 

De cuerdo, de acuerdo; será «Senpai» —Respondió Saga. Él en verdad era una persona paciente al tratar con los pequeños, y no sólo porque era su trabajo; lo disfrutaba. Su tiempo libre lo administraba a placer, podía encontrarse con el PSP en las manos y por horas, como podía compartir noches con su amado bajo, uno de color rojo.

Senpai, puede decirme Tora Sólo si quiere.— El  menor sonreía ampliamente, bastante elocuente para su edad. Se encontraba justo en la adolescencia, cuando muchos chicos tienden a guardarse todo para sí, cuando sus actitudes son verdaderamente cambiantes, pero él no era así, ni por la situación en la que se encontraba, parecía que había hayado gusto de un momento a otro para asistir a las tutorías con Saga.

Saga tenía una apariencia de despistado y así era, podía olvidar un sinfín de detalles, pero en los estudios sobresalía. Tora era todo lo contrario, no perdía detalle alguno de sus cercanos, siempre al pendiente de todo, con una respuesta a lo que se le pudiera cruzar ¿Y el colegio? Nada, al menos en la gramática y las matemáticas -mismos en los que Saga se concentraba, intentando ayudar al pequeño pelinegro que nunca paraba de hablar, personas completamente distintas ¿Pero que importaba?- El más alto sólo se limitaba a hacer un buen trabajo y no hacérselo difícil al parlanchín.

Cada tarde excepto por los fines de semana, Tora llegaba a la casa de Saga. Tenía un horario establecido, aunque generalmente excedían el mismo y no porqué el castaño no se esforzara en su trabajo sino porque el supuesto estudiante no paraba de hablar en ocasiones.

Los meses transcurrieron y el progreso del menor era notorio, quizá no un promedio excelente, pero si notas considerables. Conforme el tiempo había pasado también un lazo se dio y creció entre ellos, aunque sus personas eran distintas esto no fue un impedimento,  Takashi comenzaba a ser alguien más expresivo, al grado de reír a carcajadas con las ocurrencias ajenas. No bastaba con verse de lunes a viernes, en ocasiones llegaban a acodar alguna salida los fines de semana, siempre y cuando Saga tuviera estos días libres. Se encontraban a pocos días de terminar el ciclo escolar, una semana larga de exámenes les esperaba y Shinji no cooperaba del todo, acción que su tutor no comprendía, si meses atrás -incluso días-él ponía total empeño, como si las clases no fueran forzadas sino más una decisión propia, y todo desde aquella tarde en la que el pelinegro vio salir del hogar del castaño a un chico menor a él de cabellos rubios.





Senpai ¿Quién es él? Preguntó con clara molestia el pelinegro.

Pon-chan. Respondió, Saga con completa naturalidad, elevando luego las cejas ya que no entendía la reacción del menor.

Y es que no existía otra forma de responder. Antes de las clases con Tora, Saga le dedicaba un par de horas a un chico rubio de complexión bastante delgada, era tan fino y delicado que no aparentaba su edad de 16 años, sino una de 14 aproximadamente, quizá hasta 13. Ello había sido el inicio de la molesta actitud de Tora.

¡No me agrada! Soltó el menor con el entrecejo fruncido, luego ingresó a la casa yendo directo a la mesa pequeña que se encontraba en aquella sala. Podía escucharse una suave música, un tono tan bajo que apenas se podía distinguir, siendo música clásica la que se reproducía; bastante relajante a decir verdad.

Es muy capaz y repasar las lecciones es sencillo, aún no comprendo porqué lo han traído conmigo, es alguien sumamente inteligente. Comentó Saga tras cerrar la puerta.

— ¡Le pones demasiado interés. Creí que yo era tu favorito ! Exclamó con recelo. Saga al escuchar aquella queja se sonrojó imperceptiblemente.

Nunca dije algo de tener favoritos, Shin. Rió cortamente tras expresar. Nunca antes había llamado al menor de aquella manera y era clara muestra de cariño, si Saga se encontró a punto de sonrojarse, Tora por su parte parecía arderle el rostro hasta las orejas.

¡Eres malo! Exclamó nuevamente Shinji, a ello le agregó un abultar en los labios que formaban un adorable puchero el cual Saga no dejó pasar.

Los celos de Tora eran diarios e incluso llegaba minutos antes de la hora establecida, sólo para verle salir de inmediato al rubio. Pon era un año mayor que Shinji, aunque físicamente el pelinegro aparentara ser de la misma edad que Saga,  los celos eran algo que se le veían a kilómetros, el simple hecho de notar como le sonreía a Saga, como le hablaba era motivo de que estos le hicieran arder en cólera, no lo decía pero muy en sus adentros aseguraba que el castaño le pertenecía, también le apenaban aquellos sentimientos y el no podérselos hacer saber.

Takashi no sabía como reaccionar; al igual que el menor él también resguardaba sentimientos que habían crecido durante aquellas tutorías. En parte disfrutaba de las acciones del menor: Cada día tan puntual, preguntando por la tarde del más alto, con miradas que prácticamente podrían asesinar a Hiroto, así era como se llamaba aquél rubio. Cuando Saga llegaba a comentar algo sobre este la mirada como las palabras indiferentes de Tora surgían, respondiendo con el clásico «Si o no», claro que le gustaban, le hacían pensar en algo a futuro con el menor, por su puesto el tenía que tomar la iniciativa, era lo que pensaba, pero no dejaba de ser poco expresivo en ocasiones tímido. Tal vez eran ideas suyas que se iban a los extremos, tal vez el que a él le volviera loco el de ojos atigrados le hacía ver cosas que no eran.

 

 



Hoy te ayudaré con la caligrafía.

Sabes que no soy bueno. —Comentó sin mirarle, se encontraba avergonzado, tenía claro que su letra era apenas entendible.

Por ello toda esta tarde te ayudaré. Anda, toma el bolígrafo. —Indicó señalando dicho objeto con la mirada, mientras que él se encargaba de tomar un par de hojas sueltas. El de ojos claro hizo caso a ello, tomó el bolígrafo, pero aún mantenía el sonrojo y los celos hacia aquél llamado Pon. Saga tomó la mano ajena e inició con unos sencillos trazos, mismos en los cuales escribía su propio nombre, no se le había ocurrido algo más y eso era evidente, a los segundos lo escribió una vez más, pero en está nueva ocasión tomando la mano ajena que sostenía otro bolígrafo, el suyo lo había dejado de lado.

¿Takashi Sakamoto? — Preguntó Tora, tenía conocimiento del nombre del castaño pero no de su apellido. El nombrado asintió.

Sí, ese es mi nombre. — Respondió en seguida y continuó dirigiendo la suave y nívea mano del pequeño, así por un par de veces hasta que aquella hoja blanca se encontró repleta de su nombre.

Vaya que es lindo. — Halagó el menor, en el rostro se le podía observar una sonrisa que no se iba desde que Saga había tomado su mano. Tenía presentes los exámenes de aquella semana, y de estos deseaba tener buenas notas. — Senpai, ¿No repasaremos lo de las pruebas? — Interrogó al mirarle a lo que el contrario respondió con un suave negar al mover la cabeza.

—Está tarde sólo relájate, te has preparado bien. —Indicó el castaño. — Anda, sigue con la caligrafía. — La atención hacia el menor era innegable, tanto que no dejaba de verlo, no perdía detalle de sus expresiones e incluso cuando no comprendía y fruncía el ceño molestamente.

Tora hizo caso de ello, continuó sin la ayuda de Saga, escribiendo una y otra vez ciertos kanjis que este le había colocado horas atrás en las hojas que le había entregado. Mientras él descansaría un poco, se encontraba agotado; le hacía falta dormir un poco. Tomó asiento en el sofá en el que ambos recargaban la espalda, así se mantendría atento al menor si una duda surgía, era lo que planeaba pero a los segundos quedó dormido, la música ayudó a ello. Amano notó esto, a los pocos minutos y sonrió inevitablemente; el rostro del castaño era hermoso de por si, pero el verlo dormir era magnifico, su rostro era perfecto, todo en él, cada rasgo. Se acercó procurando no generar un ruido que pudiese molestarle, dejando el bolígrafo para poder sentarse a su lado, rodeando la estrecha cintura con uno de sus brazos, tenía que ser cuidadoso con sus movimientos; le abrazó y recargó su rostro en el hombro ajeno, aspirando aquel delicioso aroma que de su cuerpo emanaba, era dulce y al mismo tiempo fresco, tan sólo escuchar su respiración le aceleraba la propia, no podía evitarlo, hacía unos meses que la tortura le hacía perder noches de sueño, imaginando como sería el contacto con sus labios, con su cuerpo, con cada parte de él.
 
No me gusta que te mire, menos que tú revuelvas sus cabellos… ¿Sabes que me haces sentir celoso? También. —Tragó con dificultad un poco de saliva el pelinegro que confesaba en musitar. —… También tienes que saber que te amo, que me gusta todo de ti… Aunque el primer día que te vi pensé que eras una chica… —Se abrazó más aun al delgado cuerpo que dormía. — Y por cierto… Eres mío, Taka.

Taka como le había llamado el menor había escuchado cada parte de aquel mensaje que iba lleno de amor, celos y nervios, sin pensarlo un segundo y aunque aún se encontraba un tanto dormido, rodeo la cintura ajena en un lento movimiento, estrechándole así un poco más contra su cuerpo, no le haría esperar luego de ello así que respondió con una voz completamente adormilada, pero que no dejaba de ser sincera y como el más bajo él igual tenía algo que decir.

Pon sólo es mi primo y no creo que tenga interés en mí si sale con una chica. —Rió corto y con suavidad. — Me encantan tus celos, eres demasiado obvio cuando sucede, tu mirada parece echar fuego, me sorprende… Ya que esos lindos ojos tuyos cambian completamente cuando te molestas. Como a ti, a mí también me gusta todo, cada sonrisa que muestras, tus risas; todo. Y no parezco una chica. — Terminó de expresar en primer momento y una nueva risa escapó de sus delgados y rosados labios, por supuesto, se encontraba nervioso. Posteriormente abrió los ojos paulatinamente, así se encontraría con las orbes ajenas, por un par de segundos y algo torpe al inicio, rozó la nariz propia con la del chico que parecía no caía en la realidad, no esperaba lo dicho por el castaño, pero así era, cada una de las palabras eran ciertas. —Te amo y claro que soy tuyo, Shin.

El de la iniciativa en realidad siempre había sido el menor, buscando salidas o temas de conversación con el ajeno. Sus edades eran distintas, con una diferencia de tres años, Shinji 14 y Takashi 17, que existiera una diferencia no era algo evidente físicamente, el pelinegro incluso aparentaba la misma edad del de ojos color marrón.



La mañana del domingo iniciaba, no eran más de las nueve cuando Saga tenía perfecto orden en la habitación como en su persona: Usando unos jeans en color negro, no se ajustaban a su figura como normalmente, estos eran un tanto holgados, una camisa de manga larga en el mismo tono cubría su pecho, pero en ella destacaban cuatro rasgaduras en la tela que permitían ver el pálido de su cuerpo, dos de ellas del lado superior derecho, cercano al pecho y las otras dos restantes en la cadera, estás eran más amplias que las anteriores y por supuesto, no dejaban poco a la imaginación, sus cabellos en orden y toda su persona despidiendo el delicioso aroma de una colonia que su novio le había obsequiado hace unos cuantos meses atrás.

Poco faltaba para que Shinji le visitara como cada domingo. Se encontraba sumamente impaciente, a pesar de que las visitas del menor eran constantes, hacia casi tres semanas que no se veían, la pasaban pegados al móvil, pero ello no era lo mismo que el poder verse, perderse en las orbes contrarias como olvidar el tiempo cuando uno de los dos sonreía. Algunos años habían pasado, Tora ya no necesitaba de las tutorías del castaño. Su relación había ido de maravilla, conviviendo el uno con el otro, era claro que alejados no podían estar. En aquella espera que consistía más que de minutos, el mayor de ambos decidió tomar su amado instrumento, era el mismo bajo que había comprado años atrás, el de color rojo. Este le ayudaría a que los minutos pasaran sin notarlo, la música que podía crear le perdía en el mundo que solamente él conocía. Nota tras nota creaba el sonido que comenzaba a inundar parte de su habitación, como si de una verdadera estrella de rock se tratara; sólo él y su bajo.

Al menos no lo haces donde otros te puedan ver. Eres sensual con o sin ese bajo, aunque mueves demasiado las caderas ¿Lo has notado? —Soltó sonriente el guitarrista que había ingresado a la habitación si hacer ruido alguno, ayudándose del fuerte volumen de los amplificadores; no más de tres minutos en los que pudo observar el delgado cuerpo que emanaba sensualidad al por mayor, esos movimientos que consideraba eróticos, le hacían perder el piso, su mirada se clavaba al contrario observándolo con deseo desmedido pero sin dejar por supuesto aquel sentimiento de amor.

Debes dejar de espiarme. — Dijo Saga, se encontraba feliz de verle y justo cuando su mirada chocó con la contraria la suya fue similar a la otra, mirándolo de manera quizá cómplice. Comprendían sus gestos que los mensajes eran claros para ambos, dando a conocer lo que sus cuerpos necesitaban, sin siquiera usar palabras o tacto, sus miradas conectadas lo decían todo.

¿Y cuándo te he espiado? — Interrogó con un tono burlón.

Saga rió corto, no podía evitar molestar al menor que le ardería el rostro en el momento menos pensado. Tomó el bajo por la cinta y lo dejó en seguida en el sofá cercano a la puerta, mismo donde el contrario había admirado toda aquella escena que le había sacado una erección, sólo minutos bastaron para ello y el cuerpo de Saga moviéndose de esa forma… Exquisito, agitando los cabellos en oportunidades era el que lo había provocado como nada más lo hacía.

Elevó una de sus cejas, la izquierda que se curvaba a los segundos de estar frente al otro chico, sonrió para sí, la sonrisa era ladina, no podía mostrar otra cuando se percató del abultar en aquellos pantalones blancos. Sin decir nada apoyó las palmas de sus manos en las rodillas ajenas, inclinándose lo suficiente para que sus frentes chocaran en un sutil movimiento.

¡No pienses que saldremos si vistes así!— Expresó Tora a los segundos. Celos tenía de sobra, no soportaba que miradas se posaran en su novio, este que parecía un verdadero imán. Donde iba Saga, ahí era donde robaba miradas, sonrisas, suspiros; todo. Le tenía que estar cuidando prácticamente, tanto de hombres como mujeres.

Negó lento Takashi, haciéndolo sin despegar su frente de la contraria, aquel movimiento le fue de ayuda para rozar ligeramente sus narices, pero no sus labios. Para lograr esto ladeo el rostro levemente, iniciando un beso que dudaría minutos, era pausado y repleto de pasión al mismo tiempo. Su cuerpo no se estaría quieto, al menos no permanecería de pie, se sentó a horcajadas en las piernas donde poco antes se sostenía con las manos, estas fueron las que rodearon su cuello, repartiendo caricias en su nuca como en la ancha espalda del pelinegro.

Los celos ajenos eran algo que le volvían loco y que los demostrara sin temor alguno, por extraño y difícil de entender era algo que lo provocaba; que lo excitaba. Ya fuera con palabras o con las acciones de su cuerpo -Que era verdaderamente fuego- le hacía saber que era el único, que no existía persona a la que pudiera amar que no fuera él, el exclusivo dueño de su corazón, pensamientos, sentimientos, sonrisas, risas, caricias, gemidos; todo lo que conformara al castaño, de todo ello era dueño Tora.  

No importaba si la puerta se encontraba abierta, tampoco existía la necesidad de comprobar si alguien había en casa aparte de ellos dos. Regularmente los fines de semana los padres de Takashi salían, así que el inmueble era para ellos. Los besos y suspiros generados por las caricias a la anatomía de ambos continuaron. El primer en quedar sin camisa fue Saga, Tora era hábil con aquellas manos que arrancaban todo a su paso, arrasando con la piel de su pecho y cuello, que no tardaba en quedar rojiza, en algunas zonas adornada con pronunciados hematomas, con marcas de sus dientes, algunos rastros de saliva, estos generalmente en sus pezones que se erguían con el mínimo roce de aquellos apetecibles labios, el cuerpo jadeante de Saga era difícil que no llegara a soltar bajos gritos, tendía a gemir sumamente fuerte, era realmente escandaloso.

Sostener el cuerpo de Saga era algo de lo más sencillo, ya que reaccionaba con todo. De inmediato se aseguraba con piernas y brazos del contrario, nunca le dejaba de besar, incluso lo intentaba a pesar de las diversas posiciones que el menor lo pusiera, ciertamente no todas se lo permitían. Tora siempre quería más y era justo lo que el castaño le pedía, en ocasiones hasta lo maldecía, pero esto sólo era resultado del placer que le otorgaba. Cada parte de su cuerpo era inundada por aquellas bruscas sensaciones; en verdad el otro era violento al hacerlo -¿Y al otro día?- Saga con un fuerte dolor de espalda baja como de trasero, pero con una sonrisa que no dejaba al recordar lo de que había pasado la noche anterior. Sin perder más tiempo le llevó a la cama, dejándolo caer en esta. El castaño se quejó cuando su cuerpo rebotó.

Las prendas se iban una a una, con una velocidad realmente rápida pero justa de un humano que no logra reprimir sus impulsos.  Aunque algo no cuadraba del todo, la pálida piel del menor estaba adornada por un tatuaje cercano al abdomen. Saga se reincorporó y al inició lo miró sumamente sorprendido luego con algo de «Molestia» le atrajo para sí, ayudándose de sus delgadas piernas, ambos cuerpos desnudos chocaron ante aquella acción y con una las manos, la diestra,  le tomó de los cabellos de la nuca; ahora le tenía más cerca. Le mordió los labios con fuerza pero no demasiada como para hacerlos sangrar. Meses atrás el mismo chico del tatuaje se había colocado un piercing labial, justo en el lado inferior derecho, cercano a la comisura.

¿Por esto te desapareciste tres semanas, Amano?— Preguntó con un tono que en parte mostraba enfado y claros celos que iban en aumento, mismos que se observaban en el claro de sus ojos. No le irritaba el hecho de no haberle visto, sino que otro u otra hubieran rozado aquella nívea piel, ello evidentemente le enfurecía. Se encargó posteriormente de cambiar posiciones, siendo el cuerpo contrario el que se encontrara sobre la cama. Shinji no se negó a en ningún momento, se encontraba riendo divertido ante la situación, verle furico le fascinaba. No mencionó nada para defenderse.

Claro era que no podía decir nada al respecto, pero aquel tatuaje solamente lo podría ver Saga, nadie que no fuera él posaría los ojos en aquellos trazos oscuros que cubrían parte de su cadera. Sonrió complacido por la escena que le había regalado el castaño y lo besó. Lo besó con la misma intensidad de la primera vez, fundiendo sus labios con los ajenos, por lapsos sumamente largos. Seguirían con aquellas caricias entre sus belfos como sus lenguas, de no ser por el aire que hacia falta en sus pulmones, por segundos se separaban y retomaban una vez más los besos, variando la intensidad de estos donde los gemidos escapan de ambas gargantas.

La  reacción de Saga era la esperada, la que desencadenaría aquellos impulsos que sólo conocía el menor. Parecía que Tora hacía ello a propósito, sólo para verle así: Tan demandante.

Tanto el uno como el otro propinaba placer al contrario y los gemidos escandalosos de Saga no se hicieron tardar, debido a las bondadosas caricias que recorrían sus cuerpos. Tora lo penetraba sin cuidado. Ambos sudaban ya que los movimientos no se detenían por nada, al contrario aumentaban, siendo precisos, tocando aquel punto en el que el castaño llegaba a ignorar todo a su alrededor, nublando cada uno de sus sentidos. No podía hacer mucho, en ocasiones cuando llegaba al orgasmo perdía la coherencia en su expresar, así que simplemente no decía nada; llegándose a  ocultar en la curvatura del cálido cuello de su novio. Pero aún faltaba, generalmente el primero en llegar al orgasmo era Shinji, alardeaba en el acto cuan estrecho era el mayor, susurrándole ello y más.

Los gestos en el rostro de Tora daban a conocer que terminaría dentro del mayor, llenando su cavidad anal como normalmente lo hacía. Sin embargo en Saga permanecía aquella supuesta molestia –Que se había ido minutos atrás cuando sus labios se tocaron.- Reconocía indudablemente esas expresiones. Sonrió ladino, algo había planeado en escasos, segundos. Comenzó a moverse como al contrario le hacía terminar en seguida: Rápidamente, dando  pequeños saltos contra su cadera, presionando con sus paredes que contraía sin complicaciones aunque a él le doliera a horrores al inicio, después aquel dolor era remplazado por oleadas de placer que recorrían su ser entero. Apenas sintió el tibio líquido en su cavidad anal y apartó del cuerpo que yacía bajo suyo, con una risa entrecortada por los gemidos, pero que no dejaba de ser divertida. Tora lo miró descolocado, sus caderas aún se movían por los espasmos y Saga simplemente se sostenía de los hombros contrarios, tanto el uno como el otro había llegado al clímax.

— Eso es por dejar que alguien te tocara. — Dijo sonriente al verle a los ojos, en seguida se recostó a un lado del pelinegro que se encontraba manchado por la esencia de ambos. Takashi y Shinji intentaba regular su respiración.


—… Lo siento, senpai~ —  Se «Disculpó» el pelinegro, en un tono juguetón, sin dudar le abrazó en seguida, un abrazo efusivo en el que le estrechaba demasiado contra su cuerpo. Su risa contagió al castaño, ambos riendo abrazados. Takashi musitó un «Te amo» que fue correspondido, no pronunciaron más, sus labios nuevamente se unían en un largo beso.

Notas finales:

En un inicio tuve ayuda de mi amiga Momo♥, gracias momo´s, te quiero.

¡Puedo decir que fuiste mi Beta! Gracias, Jeri♥.  En verdad tu ayuda me sirvió de mucho, gracias por notas, el tiempo y el título. Espero no haberte dado tanto trabajo. (?)


A los que leyeron, también les agradezco. (° 3 °)/ ¡Cuídense bien!


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