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Cuando los sueños se hacen realidad por Nayen Lemunantu

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Notas del fanfic:

Esta historia cuenta la versión de Tezuka de "One in a Million" -otra historia de mi autoría- No es necesario haberla leido para entender la trama pero seía mas lindo si leyeran ambas, así tendrían las dos caras de la moneda.


Por lo tanto, ésta historia está contada en primera persona, desde la perspectiva de Tezuka.


Espero que les guste *_*


 


Declaracion: Los personajes de POT no me pertenecen, son propiedad de Konomi san por desgracia :(


 


Advertencia: Este fic no es apto para diabeticos. Soy demasiado melosa y romanticona :P

Notas del capitulo:

Si les gusta esta pareja... pueden unirse al grupo en facebook Imperial Pair 

 

 

Capítulo 1: Recuerdos al Amanecer

 

 

 

Comencé a despertar lentamente, sin poder abrir los ojos aun. Lo primero que llegó a mí y me trajo de vuelta a la realidad desde el mundo de los sueños, fue el aroma, un aroma embriagador que conocía muy bien. Era el aroma de Keigo. Abrí los ojos con somnolencia y pude verle, reposando tranquilamente sobre mí, su cabeza estaba apoyada sobre mi pecho y su brazo rodeaba mi cintura, mientras yo lo abrazaba sólo con el brazo derecho por los hombros. Me llevé la mano libre a la cabeza y comencé a desperezarme suavemente, para no despertar a Keigo.

 

Nos encontrábamos en una de las tantas propiedades de la familia Atobe, una casa de campo -o más bien un palacio en el campo- distante a unas 2 horas de Tokio. La casa pertenece a sus abuelos, la utilizaban en los veranos para relajarse del estrés de la gran ciudad, pero hace mucho tiempo que ya nadie la visita. No hay sirvientes aquí, por lo que estamos solos. Es una mañana radiante, aunque es invierno y el frio se siente en el aire, esta mañana había comenzado con los tenues rayos del sol abriéndose paso entre nubes cargadas de agua.

 

Me di vuelta en la cama, y abracé con ambos brazos a mi novio. No cabía más de felicidad, aun no logro entender cómo fue, pero había pasado: el chico más perfecto en el mundo, alguien que a mis ojos es aún más brillante que el mismo sol, me ha elegido a mí.

 

Si alguna vez alguien me hubiera dicho que un día, el chico de mis sueños se enamoraría de mí y sería mi novio, y que para eso, sólo debía esperar un año, no lo habría creído. Me habría sonado como la idea más descabellada en el mundo. Pero había pasado.

 

Ya llevamos varios meses de noviazgo y cada día que pasa me siento más enamorado que el día anterior, hasta el punto que no puedo recordar mi propia vida sin él. Dejo que un suspiro salga de mi boca a la vez que le abrazo con más fuerza, apegando su cuerpo al mío, hundiendo mi nariz en sus cabellos, sintiendo su aroma delicioso. Esto es como estar en el paraíso.

 

Un ruido molesto me saca de mis ensoñaciones, es mi celular, siento a Keigo moverse incomodo, reusándose aun a despertar, pero siendo consciente del sonido. Lo libero suavemente del abrazo y me deslizo fuera de la cama para apagar ese aparato endemoniado. No me importa quien sea, simplemente lo apago, este fin de semana no estaré para nadie más que no sea Keigo. Tomo mis jeans que están tirados en el piso, producto de una noche de pasión, y me visto sólo con ellos.

 

Me dirijo hacia la ventana y me detengo a admirar el paisaje, a la vez que mi mente se pierde en los recuerdos. Abro suavemente la ventana que da al balcón y un aire frio y refrescante choca contra mi cuerpo, impactándome de lleno, respiro hondamente, dejando que el puro aire de las montañas llene mis pulmones y fluya por mi torrente sanguíneo, otorgándome vitalidad, me estiro sintiendo en los músculos de mi cuerpo un delicioso dolor, deben estar resentidos por el exceso de ejercicio de la noche anterior.

 

El paisaje afuera es hermoso, montañas nevadas a lo lejos, un bosque virgen y verdes praderas, el día anterior había estado lloviendo, por lo que se podían ver las gotas de agua en el follaje, centellando con los tenues rayos de sol matutino. De pronto, siento unas manos rodear mi cuerpo y alguien que se apega a mi espalda para besar suavemente mi nuca. Sonrió al sentir el suave contacto de su piel contra la mía.

 

-¿Qué haces con la ventana abierta? Harás que pesquemos un resfriado- habló con voz pausada producto del sueño que aun siente.

 

Cierro las ventanas sin despegar el contacto que nos une, sintiéndolo pegado a mi espalda, amando la forma en que reparte suaves besos en mi hombro izquierdo –creo que tiene una fijación con mi hombro- me doy la vuelta y le veo. Luce hermoso, sólo está envuelto por las blancas sabanas, su cabello que siempre luce perfecto, ahora está despeinado, pero sigue cayendo con gracia sobre sus cienes y sus ojos brillan intensamente con destellos color plata. Me mira de forma inquisitiva aun abrazándome por la cintura. Yo no puedo hacer más que sonreír ante tal vista, si Atobe Keigo puede ser definido en una palabra, esa palabra es hermosura.

 

Lo beso en los labios con pasión, mientras tomo su cabeza entre mis manos y enredo mis dedos en su cabello plateado. Su sabor es delicioso, dulce, embriagador. Muevo mis manos hacia su cintura y lo levanto, cargándolo. Él pasa sus piernas alrededor de mis caderas, mientras sus brazos están firmes sobre mis hombros, sujetándose, mientras nos seguimos besando. Camino con él en mis brazos hacia la cama y lo arrojo sobre ella. La caída provocó que la sabana que lo cubría se extendiera, dejándome ver la más alucinante de las vistas: su cuerpo níveo completamente desnudo. Él está apoyado sobre los codos y una de sus piernas esta arroyada, sonríe divertido mirándome a los ojos, mientras yo estoy de pie junto a la cama, detallándolo. Aunque ya lo he visto cientos de veces desnudo, nunca podré cansarme de este maravilloso espectáculo, debe ser un regalo de los Dioses, aunque no estoy seguro de qué he hecho para merecer semejante presente.

 

Al mirarlo a los ojos, no puedo evitar recordar la primera vez que hicimos el amor, esa vez fue todo tan delicado y sutil que parecía un sueño. Esta vez no será para nada delicado. Me desabroché el pantalón y bajé la cremallera, al realizar este acto, sentí como mi pene salía libremente de mi pantalón, irguiéndose, revelando mi excitación. Él me mira expectante.

 

Me arrastro por la cama hacia él y lo beso exigentemente, siento la urgencia de sentir sus labios contra los míos, de sentir su lengua entrelazarse con la mía, a la vez que recorro su cuerpo con mis manos y mi miembro se roza con el suyo, provocando un escalofrió debido a la fricción de nuestros cuerpos. La sensación es exquisita. Lo oigo gemir suavemente, lo cual me excita aún más. Quiero penetrarlo.

 

Me ubico en su entrada y noto que está mojada aún, probablemente sean secuelas de la noche, mi semen aún se encuentra dentro de su cuerpo, no puedo evitar excitarme aún más ante este pensamiento. Ya no aguanto más, quiero estar dentro de él. Lo penetro y la sensación es deliciosa, me abro paso en su interior mientras siento que las paredes de su cuerpo se cierran fuertemente sobre mí, es tan apretado, tan deliciosamente estrecho. Gimo con fuerza cuando me siento completamente en su interior, es tan cálida la sensación, tan húmeda, me siento protegido.

 

Apoyo mis manos en la cama y comienzo a moverme, mientras le beso en el cuello, él ladea la cabeza, entregándome su nievo cuello en completa disposición, lo muerdo excitado. Keigo flexiona sus piernas, para hacer que la penetración sea más directa, para que pueda llegar más profundo, gime con cada estocada, mientras sus dedos presionan con fuerza mi espalda, clavándose en ella. Comienzo a acelerar el ritmo mientras levanto la cabeza, quiero verle a los ojos, él toma mi cabeza, acercándome hacia él, haciendo que lo bese, a la vez que ahoga sus gemidos en mi boca.

 

Muevo mi mano izquierda a su pierna derecha, la recorro lentamente para posarla luego en uno de sus glúteos, lo aprieto con fuerza, haciendo que un suave gritito salga de su garganta mientras lo sigo penetrando con insistencia. Me siento desfallecer, suaves espasmos recorren mi cuerpo y mi piel se eriza. Él está a punto de acabar, lo sé porque sus gemidos han aumentado de volumen y su cuerpo se comienza a poner rígido, siento que su entrada se contrae deliciosamente, provocándome un sinfín de sensaciones, siento como si una corriente eléctrica empezara en la punta de mi pene y recorriera mi cuerpo. Voy a acabar.

 

El semen sale de mi pene en pequeñas explosiones, decreciendo paulatinamente, llenándolo por completo. Lo beso en los labios mientras jadeos entrecortados salen de mi boca.

 

-Te amo- confieso con el corazón acelerado sin poder recuperar el aliento aún.

 

-Te amo- responde mientras sonríe.

 

De pronto comienza a reír con fuerza, divertido. Yo aún permanezco dentro de él reposando el peso de mi cuerpo sobre mis codos para no aplastarlo. Lo miro inquisitivamente mientras acaricio su mejilla con una de mis manos y él pasa sus brazos por mi cuello.

 

-¿Te das cuenta que desde que llegamos ayer no hemos salido de esta cama?- pregunta divertido.

 

Lo acompaño en su risa, es verdad. El día anterior llegamos pasado el mediodía, no comimos nada desde el almuerzo, sólo subimos a la habitación y no hemos salido de ella aun.

 

-Me muero de hambre- confiesa

 

-Entonces tendré que hacer algo al respecto– le digo mientras beso suavemente su mandíbula. Cada centímetro de su piel es deliciosa.

 

Se ríe divertido. Salgo de su interior y me pongo de pie. Debemos ir a ducharnos, por lo que lo invitó a ponerse de pie e ir juntos, al igual que hicimos la primera vez.

 

-¿Ducharnos juntos? Justo como la primera vez- dice

 

-Que coincidencia… yo estaba pensando lo mismo- confieso mientras le sonrió.

 

Nos metimos en la ducha y la sensación es relajante, sentir la tibia agua sobre mi cuerpo y ver a Keigo a mi lado es alucinante. Junto a él, hasta algo tan cotidiano como ducharse se vuelve una experiencia gloriosa. Lo veo meterse bajo el chorro de agua y echar la cabeza hacia atrás, dejando que el cristalino liquido baje por su cuello y recorra todo su cuerpo. Cada movimiento que realiza me resulta una invitación a tomarlo nuevamente.

 

-Te das cuenta que ducharme contigo y no hacerte el amor me resulta algo imposible ¿verdad?- pregunto sin dejar de mirarlo

 

-¿Y quién te está deteniendo… ah?- dice mientras afirma sus manos contra la pared de la ducha dándome la espalda, ofreciéndose.

 

Dios!!! Esta es la más dulce de las condenas. Me acerco por detrás, tomándolo por las caderas y lo penetro nuevamente. Es exquisito estar dentro de él. Comienzo a besar su cuello, intercalando cada beso con una mordida, mientras mi mano izquierda busca su pene y comienzo a masturbarlo. Me muevo rápido, entrando y saliendo constantemente.

 

Cuando la intensidad de la pasión es tanta que no podemos mantenernos en pie, comenzamos a sucumbir, mis piernas flaquean y no puedo sostenerlo, veo sus manos bajar por la pared hasta que ambos estamos de rodillas en la ducha, él sobre mí, su cabeza hacia atrás reposa en mi hombro y respira entrecortadamente exhausto.

 

Realmente debo preparar algo de comer o en un par de horas caeremos completamente desmayados. Lo tomo en mis brazos y lo saco de la ducha, busco una toalla y rodeo su cuerpo con ella. Ya se está recuperando del cansancio y me sonríe. Pero no pienso correr el riesgo, me seco rápidamente y me visto.

 

-Voy a bajar a la cocina. Prepararé algo de comer, no quiero verte desmayado por la falta de energía. Te espero abajo- digo mientras le beso suavemente los labios, sólo un toque fugaz.

 

 

 

Mientras bajaba miré la hora en mi reloj, eran las 11:23 y nosotros no probábamos bocado desde el almuerzo del día anterior. No pude evitar sentirme como un irresponsable: tenía al amor de mi vida, la razón de mi existir, muriendo de hambre, eso sin contar que desde que llegamos me había dedicado a exprimir cada gota de energía de su cuerpo. Debía remediar eso inmediatamente.

 

Llegué a la cocina, por suerte habíamos tenido la precaución de comprar víveres, ya que la casa no había sido usada durante años y obviamente no había nada. Me puse manos a la obra y empecé por preparar café, luego prepararía algunos omelettes junto a alguna ensalada de fruta y leche, eso debía bastar para recuperar energías.

 

Comenzaba a servir la comida cuando Keigo apareció en la cocina. Se veía radiante. Vestía un pantalón de tela gris y un sweater de hilo negro. Sus ojos eran grandes y brillantes, me miraban alegremente, maravillado por mi destreza como cocinero.

 

-Guau!!! No sabía que cocinaras tan bien- dijo mientras se sentaba a la mesa y probaba la comida, realmente se veía hambriento.

 

-Nunca había tenido la oportunidad de mostrártelo- sonreí mientras me encogía de hombros

 

-Esto está delicioso- dijo

 

-Es un pequeño secreto que aprendí de mi madre- confesé

 

En efecto, mi madre había sido la que me enseñó a cocinar, su lógica era que debía estar preparado para cualquier situación. Creo que lo hizo con la intención de prepararme para mi futura vida adulta, ya que al entrar a la Universidad, lo más probable es que me vaya a vivir solo, por lo que sería muy inconveniente no poder prepararme mi propia comida. De lo que sí estoy seguro, es que ella nunca pensó que aplicaría sus conocimientos en una situación como esta: que estuviera cocinándole a mi pareja y que por lo demás ésta fuera un varón.

 

Lo miré comer con ansias, yo aún no probaba bocado alguno, el hambre que sentía pasó a un segundo plano después de verlo a él. Cada segundo que pasaba a su lado era el más feliz de mi vida. ¿Cómo fue que empezó todo esto? ¿Cuándo me enamore de él?

 

Fue desde el primer momento en que lo vi.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer


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