El toque de queda se acercaba y yo iba caminando con tranquilidad hacia mi casa, pero aún había algo de gente en la calle.
-¡Katto!- Gritaban mi nombre con un tono algo exaltado.
-¡¡Katto!!- escuche aún más cerca.
Sin pensarlo giré para observar quien estaba gritando...
-¿Avye?-Dije intentando distinguir entre las persona que se encontraban ahí.
Así es, era Avye. Aquella pequeña niña con la que jugaba hace algunos años, hemos crecido tanto; pero eran sus inconfundibles y grandes ojos cafés claro casi amielados los que me aseguraban que era ella. Su cabello era rojizo obscuro y su tés blanca como la nieve, traía un saco beige, una bufanda gris que hacía juego con su gorro del mismo color, unos jeans pegados obscuros y unas botas negras.
Sin dudar ella era la persona que corría hacia mí. Intento detenerse y no pudo, así que tuve que darle un pequeño empujón para que no chocáramos.
-¿Avey? ¿Qué sucede? -Dije en un tono de preocupación.
-Katto... Necesito a-ayuda- Dijo jadeando.
-¿Qué sucede?-Repetí impaciente.
-Es mi padre...
Sin pedirle explicación alguna le hice señas para que me guíe hacia donde se encontraba su padre.
Cuando mis padres murieron el Sr. Booth fue lo más cercano a un padre que he tenido. Me acogió en su casa sin chistear mientras me escogían un tutor. Sus gestos cariñosos me hacían sentir que alguien me necesitaba, siempre que lloraba suplicando que lo de mis padres sólo fuera una pesadilla él ponía su mano sobre mi cabeza y con una sonrisa en la cara decía:
-Todo estará bien.
Sin dudar lograba tranquilizarme.
La madre de Avey (Sara) murió en la misma explosión que mis padres... Aquella guerra mató a miles de personas. Así qué sólo eran Avey y su padre, el Sr. Booth siempre me decía que yo era parte de la familia, me ayudaron a salir adelante.
Corríamos hacía la casa donde vive Avey, a toda velocidad.
Avey comenzó a detenerse de a poco y señalando a la esquina de su casa me hizo señas de que me adelantara, cuando llegue al lugar que me indicó el señor Booth estaba con el pie atorado bajo un gran pedazo de madera, su pie se veía bastante herido pero el como siempre tenía una sonrisa de felicidad en la cara.
-Katto, hola. Creo que necesito de tu ayuda - Su sonrisa se hizo más amplia.
-No se ría -Le dije- Debería de tener más cuidado, esto realmente es peligroso.
-Ya estoy viejo para estas cosas -comenzó a reír.
-No es verdad, le digo Viejo de cariño -Me molesto un poco que no hizo caso alguno a mi comentario.
Así era siempre, no le importaba que le pasaba mientras los demás estuvieran bien, aun que fingía que me molestaba me parecía admirable y muy agradable.
Con un poco de esfuerzo levante aquel pedazo de madera y lo lancé hacía un lado...
-Katto, yo intente quitárselo de encima varias veces ¿de verdad tienes tanta fuerza? -Dijo Avey con cara de sorpresa.
No pude evitar que me saliera una pequeña sonrisa por ese cumplido. La mire directo a los ojos y fijamente, ella sólo volteó rápidamente hacía otro lado y los colores se le subieron a la cara ¿Qué le pasa?
Evey y yo ayudamos al Viejo a levantarse y entramos a la casa, ya dentro Evey vendó el pie de su padre que sólo sufrió unos rasguños y una ligera torcedura. Terminado todo me dispuse a ir a casa.
-Bueno, si eso es todo me voy.
-Po-podrías quedarte...-Dijo Avey algo insegura.
-Sí, ya ha pasado el toque de queda, quédate a descansar y mañana vuelves a casa.-Dijo el viejo apoyando el comentario de Avey.
Asentí con la cabeza y me dirigí al cuarto donde dormía los días festivos cuando iba a visitarlos.
-Buenas noches - Dije y me marche.
En la mañana baje y Avey estaba preparando el desayuno...
-Buenos días- dije.
-Bu-buenos días- dijo sin siquiera voltear a verme.
Avey y su padre tenían una panadería, así que desayune y ayude con algunas tareas.
Escuche el sonido de la puerta ¡El primer cliente!...
-Bienven...-Fui interrumpido.
-¿Alan? ¡Alan! -Avey gritando se abalanzo hacía aquella persona y la abrazo- ¿por qué no nos dijiste que vendrías?
Sólo escuche la risa de aquel chico.
Por fin el muchacho entro y logre verlo. Era bastante alto y bien parecido, era de esas persona que no podías evitar voltear a ver cuando estaban cerca. Unos 10 cm más alto que yo, con unos brillantes ojos verdes y su cabello castaño claro, bastante fornido pero delgado. ¿Qué era ese sentimiento? En ese momento pensé que era envidia.
El viejo salió aún cojeando y al ver a aquel chico cambió totalmente su mirada, perecía que le miraba con gran satisfacción, como sí le admirara.
-Tío Jonnathan -Dijo aquel muchacho con una voz grave y gran confianza, se dirigió al viejo y le estiró la mano como señal de saludo.
-Alan- Escuche la voz de emoción del viejo al exclamar su nombre. Dejando estirada su mano le abrazo - Qué bueno que has venido.
El muchacho correspondió al abrazo con una sonrisa.
- Tosería, pero ya se percataron de mi presencia- Dije como broma, estaba algo nervioso.
El viejo rió.
-Katto, él es Alan, mi sobrino. Viene desde el norte de la nación.-Dijo el viejo
Puse una sonrisa algo tímida y estiré mi mano como señal de saludo
-Mucho gusto- Dije intentando que mi mano no temblara.
Alan correspondió mi saludo pero estaba tan nervioso que no podía mirarlo a los ojos, lucía como una persona amable.
Me sentía un poco fuera de lugar, así que me dispuse a marcharme...
-Me tengo que ir-Dije
-N-no- susurro Avey.
-¿Qué sucede? -Le pregunte.
-No, no es nada - Agacho la mirada - Ve con cuidado
- Claro- le sonreí
Puse mi mano sobre el hombro del viejo..
-Cuídate- Sólo me sonrió
Mire a aquel muchacho, Alan...
-Mu-Mucho gusto.
-Igualmente.
Baje la mirada para que no notaran lo roja que estaba mi cara cuando salía de la casa.
Pasaron unos días antes de que una serie de eventos cambiaran mi vida. Al dueño del lugar en donde vivo le habían ofrecido una gran cantidad de dinero por el terreno y se iba a mudar, sólo me había dado una semana para desalojar.
Sin otra opción fui a controles al Viejo y a Avey, ambos pusieron una cara de preocupación...
-Katto- exclamo el viejo- no queríamos decírtelo hasta qué fuera seguro, pero nos mudaremos al sur porque le han ofrecido una beca a Avey para una universidad.
Me quede paralizado, ellos eran todo lo que tenía.
-Lo siento- Dijo Avey.
-Tengo una idea - Dijo una voz conocida. Era Alan -Katto, yo me acabo de mudar y hay suficiente espacio en mi apartamento, pero verás, soy demasiado desordenado -Sonrió- necesito que alguien me ayude a limpiar, esa será tu paga mientras te concentras en tus estudios...
Y así termine viviendo en la casa de un completo extraño, no sé si esto esté bien, pero no tenía otra opción, recordando esta serie de eventos mientras estoy fuera de un edificio muy lujoso con mi cara de idiota... Pero... Me siento emocionado... ¿Estoy feliz?...
-Ahhh, ¡no puedo evitar!