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El salvador que necesita ser salvado. por christalchii268

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Notas del capitulo:

Yo acabo de terminar este capitulo justo ahorita, asi que me perdonaran si tiene algun errorcillo.

Pero por lo demas, espero y lo disfruten. Yo me diverti mucho con el lemon del final 1313

 

Capítulo 23: “…pero solo por Sakurai”

-¿A dónde vamos?- pregunto Inoue soltando risitas dejando guiarse por Sakurai. Aun estaban en las tierras de las Hadas de Luz.

Después de la lectura y que Inoue absorbiera todo por completo, ellos habían hablado con la Heredera. Ella por el momento no podía dejar a su gente que aun estaba manejándose sin regente, así que a la reunión que el Rey de improvisto realizo solo irían las otras Princesas, aunque Inoue dudaba acerca de la amiga de Sakurai.

Antes de irse, y tomando la palabra de la futura Reina de volver y quedarse un tiempo en sus tierras, Sakurai en silencio y con un brillo misterioso lo había tomado de la mano diciendo que tenia que mostrarle algo. Desde entonces el vampiro no dijo nada más y solo sonreía emocionado. Inoue inevitablemente se sentía igual.

Sospechaba de la Heredera haciendo algo en él, o tal vez era solo él mismo, haciendo que su alma se tranquilizara por fin de las muchas preocupaciones que siempre cargaba, pero ese día en especial, en ese momento y con ese ser que compartiría su vida… Inoue se encontraba inmensamente feliz y tranquilo como hacía mucho no lo estaba.

Era un poco predecible que su otra mitad sospechara eso, pues su calma y sonrisa era evidente. Inoue sabía en ese momento más que nunca lo afortunado que había sido al ser bendecido con un hombre igual.

Sakurai era gentil, amable y con paciencia al parecer infinita con él. Sonriente, valeroso y apuesto como el infierno. Rico, con posición y educación parecían cosas secundarias que no podían ser ignoradas. También era muy bueno en el sexo, admitió Inoue para su interior aun caminando atrás del hombre. Viéndolo de reojo, sonrojándose como una torpe colegiala, sintiéndose tan libre y entusiasta como una jovencita.

Inoue estaba perdiendo su antes amorosa cabeza.

-¡Daisuke!- gimió Inoue sorprendido al ser interrumpido en sus pensamientos estúpidos por su compañero, el cual le cubrió los ojos con su mano. -¿Se puede saber qué haces?

-Es una sorpresa… -solo respondió el hombre entre risas. Inoue puso los ojos en blanco inclusos si él no lo veía.

-Solo espero no me tires al vacío. Que puedo volar, pero incluso yo puedo tener problemas para ello… -bromeo sarcásticamente, empezando a caminar inseguro, con pasos lentos y asegurándose dos veces que lo que pisaba era tierra sólida y no solo aire.

-Me ofendes, chéri- dijo tranquilamente Sakurai, enmascarando muy bien su tristeza. Inoue no encontró la suficiente culpa dentro de él al estar momentáneamente ciego caminado a varios metros del suelo.

-¿Me vas a decir a donde vamos, Día?- gimió Inoue un tanto asustado al escuchar más claramente el viento, signo evidente de que se acercaban a un lugar muy despejado o cerca de la orilla. Ya adentrados en las tierras de las Hadas no se había escuchado tan fuerte.

-Tranquilo, señor impaciente… -rio Sakurai dejando un suave beso en la cima de su cabeza. Inoue se alejó enojado.

-¡Pues disculpa! El señor impaciente no quiere convertirse en una plasta impaciente en el impaciente suelo.

-Por exceso de la palabra ‘impaciente’ ahora no te descubriré los ojos hasta en un buen rato- molesto Sakurai traviesamente, su tono satisfecho y su risa incluida. Inoue comenzó a luchar con él.

-¡Dai, tú no puedes…!

Tan de improvisto como el vampiro le cubrió los ojos le dejo ver. Y era una muy hermosa vista.

Gracias a la gran Primera Luna todo brillaba y era claro a simple vista, incluso a tan alta distancia.

Altas y nevadas montañas azules, cielo de un muy oscuro azul, salpicado de millones de estrellas. Suelo de colores diversos, en las tierras donde estaban era de mayoría rosa y café. Miles de flores, algunas correteando y luciendo como pequeñas motitas llamativas, algunas eran diminutos puntos brillantes en superficies oscuras, destacando inmediatamente.

El aire soplaba fuerte, trayendo los diversos aromas, desde vegetación hasta el adormecedor incienso que utilizaban las Hadas. El viento también traía sonidos, de agua, animales, todo lo relacionado también con ese elemento tocándolo a su paso, como las hojas danzando y que con un poco de atención era distinguible.

Amplias planicies con muchas flores cubriendo todo. Desde su posición Inoue alcanzaba a ver a la izquierda algunas Hadas volando con aquellas magnificas alas enormes y trasparentes; conforme más lejos se iban, menos distinguibles eran las delgadas extensiones en diferentes formas. También un poco más lejos, Inoue vio algo parecido a una pequeña reunión de caballos, aunque no podía saber si de verdad eran esos animales u otra criatura. Inoue tenía mucha curiosidad pero no alcanzaba a ver mucho.

-Mira aquí… -llamo Sakurai sonriente, tomándolo y poniéndolo en donde él había estado. Inoue jadeo.

La imagen contraria estaba a la derecha, a varios kilómetros, pero era distinguible. La Segunda Luna era un poco más alta, más brillante desde su lugar y de un más fuerte color turquesa, pero no más que la Tercera Luna, que se veía un poco más pequeña y de un color casi azul marino.

El recorrido al territorio de las Hadas no les había tomado mucho, así que Inoue estuvo casi seguro por la distancia que lo que veía era las tierras de los Vampiros. Todo oscuro, misterioso, con un aire provocador que era muy inusual.

Pequeñas luces en el piso como alfombra brillaban ocasionalmente como en el suelo de la Primera Luna, solo que en la oscuridad de la noche en Azelleb en ese lugar era mas claro. La lejana “cuidad” donde habitan los vampiros al cuidado del Rey, y más lejos, apenas distinguible por algunas torres y una vaga figura, el imponente castillo también lleno de lucecillas apenas distinguibles en la lejanía.

Curiosamente la frontera tenía abundancia de vegetación y arboles también, aunque Inoue sabía que ya en cercanías del castillo ya no había demasiado.

El cambio independiente de la luz casi cegadora era lo gótico comparado con lo brillante. Flores llamativas y coloridas contrarias a las pequeñas motitas de luz y simples flores en palillo de las tierras oscuras. Arboles grandes, siempre en movimientos, a rebosar de hojas y frutos, diferentes a los pequeños arboles con pocas hojas y muchas ramas, algo tenebrosos.

Era evidente la línea imaginaria que dividía los terrenos, cambiando drásticamente. De algún desconocido lugar juguetón de Inoue nació la estúpida idea de ir allí y jugar, entrando y saliendo de la luz a la oscuridad en varias ocasiones. Él solo rio negando a sus pensamientos.

-¿Qué sucede?- pregunto Sakurai sonriéndole. Inoue soltó lo último de su diversión y suspiro, viendo el impresionante panorama que se extendía ante él.

-Nada. Gracias por mostrarme esto. Es hermoso, Dai… -suspiro, abrazando uno de sus brazos y apoyándose en él.

-Vaya, debes esperar, chéri. Las Ninfas tienen un hogar parecido y su vistas es… increíble. Lleno de animales volando, cataratas, las nubes pasando por debajo de tus pies. Es simplemente maravilloso.

-Tomare tu consejo y esperare- sonrió Inoue, viéndolo desde abajo su expresión satisfecha. –Gracias…

-Aun te falta mucho por conocer, Inoue. Espero y aceptes verlo…

-¿Bromeas? Desde que llegue no he querido hacer otra cosa que visitar todo el mundo. Solo lamento tener que pasar solo dos meses aquí. Sé que al regresar a Celes no recordare ni cómo usar un brazalete electrónico.

Sakurai rio con él, explicándole la primera vez que tomo vacaciones largas y la suerte le favoreció al ser más el tiempo que pasó en Azelleb que en Claridad. Al volver, fue como si se hubiera ido por años y no solo un par de semanas. Inoue ensoñado solo escuchando, pero no poniendo en realidad atención. Él estaba aturdido.

La vista, el viento, la compañía y los sentimientos. Inoue estaba casi flotando, relajado, feliz, satisfecho, dejando ir un peso que en realidad nunca considero hasta deshacerse de ello.

Mientras sus cuñados y concuñado se acercaban sonrientes, Inoue se sorprendió considerando el quedarse permanentemente en ese maravillo mundo repleto de sorpresas y magia, descubriendo sus nuevas habilidades y poniendo a prueba las viejas, pero él sabía muy bien que era solo un sueño, que nunca mintiéndose interiormente, sabía que en algún momento del futuro, muy, muy lejano, tal vez cumpliría.

 

 

La reunión que el Rey mismo había planeado era más formal de lo que Sakurai espero, aunque entendía que por los muchos años en que ninguna Princesa ni Príncipe visitara el castillo era evidente el alboroto.

Según se enteró, a su partida, Naya, el único ser perteneciente a la realeza de otra raza y que visitaba con frecuencia el reino, dejo de frecuentar el castillo. Así que fácil desde su última visita a su mundo y que alguien externo fuera, ocurrió mucho tiempo. Aunque para Sakurai solo fueron un par de años.

Negando se encontró con varias personas que en los días anteriores no había visto. Y aunque mucho tiempo y cosas trascurrieron, ellos lo saludaron con alegría y respeto, dándole la bienvenida inmediatamente a Inoue.

Su pareja nunca se alejó de él, pero más por nervios o timidez, por no querer ser abordado por un montón de extraños. Podía sentir claramente su sospecha al convivir con personas ajenas a la familia y que mantenían relaciones cordiales con la realeza vampírica. Inoue siendo muy cuidadoso en todo por su pasado, en donde mantener a salvo al Heredero Miyagi había sido su prioridad.

Era un poco irónico presentar a Inoue como un Príncipe Consorte y sentir sus sentimientos más acorde con un solo Guardián de la realeza. Solo al convivir con eso Sakurai por fin se dio cuenta porque Inoue había reaccionado como lo hizo a la idea al principio de su cortejo. Era el cambio brusco de posiciones, la mentalidad de Inoue aun como solo un Protector.

Sakurai solo podía agradecer a sus hermanos y cuñados por ayudarlo. Ellos mantenían su obligaría conducta diplomática y educada, guardando sus personalidades alborotadoras y traviesas, pero nunca tratando de manera cordial y educada a Inoue. Ellos simplemente actuaban natural con el profesor como los Príncipes lo hacían entre ellos que eran familia y los otros consortes. Inoue fácilmente aceptando y correspondiendo la actitud. Eso ayudo enormemente cuando la fiesta continúo hasta la cena en el segundo comedor.

Se le decía fiesta pero era más una simple reunión con las Hadas. La Segunda y Tercera Princesa eran casi como unas amigas para la familia, y la cortesía obligada era casi nula con ellas. El acto solo era para los muchos acompañantes de ellas, añadido a sus tíos y líderes temporales, que mantenían miradas frías y calculadoras.

Sakurai sabía por experiencias que en realidad la raza en mayoría eran mujeres. Por cada ocho mujeres un hombre. Ellas eran las que llegaban al trono por sus habilidades y poder superior a los hombres, y aunque no eran la única raza en Azelleb que se manejaba así, el orgullo de algunos hombres no podía soportar eso.

Naya tiempo atrás sin precaución alguna le había confiado a Sakurai que quien tenía esa mentalidad en especial era su tío mayor, quien muchas veces hacia lo imposible por sacarlas de escena, sabotearlas y querer el trono que era de la Heredera. Así que al verlo en la reunión en su hogar, con su familia, amiga de infancia, y sobre todo, su recién encontrada alma gemela, Sakurai no podía relajarse viéndolo especialmente a él.

-Algo te preocupa, Tercer Príncipe… -susurro la voz de su padre atrás de él. Sakurai e Inoue se sobresaltaron, viéndolo atrás de ellos con la cabeza como de costumbre ladeada.

-Rey… -reverencio Sakurai el saludo a su padre que no había visto en persona desde su llegada de la Primera Luna. –No es algo urgente mi inquietud. Lamento si lo preocupe.

-¿Estas seguro, Príncipe? Me causa curiosidad que tu personalidad en específico se preocupe por algo…

Desde Inoue, Sakurai se encontró preocupándose por un montón de cosas. Su padre y familia debían acostumbrarse a eso, porque Sakurai sabía que ese vil sentimiento nunca se iría con el regalo más importante que le otorgo la vida estando a su lado y escapándose de su escolta consecutivamente.

Inoue lo miraba de reojo curioso, al igual que el Rey. Sakurai pensó desesperadamente en una excusa hasta que uno de los sirvientes lo salvo del apuro.

-Sus Majestades, la cena esta ya dispuesta…

-Gracias… -sonrió Christian mirándolo amable. –Espero si se llega la necesidad, acudas a mí, Daisuke… -susurro a Sakurai en privado y se retiró con elegancia y poder, como era natural en su Rey. Sakurai solo pudo suspirar.

-¿Seguro que estas bien, Dai? Desde hace rato te siento inquieto… -llamo Inoue tomando más fuerte su antebrazo, de donde se tomó toda la reunión.

-Solo estoy abrumado, chéri. Hace mucho que no acudía a este tipo de tertulias y actuaba como Príncipe. –Sakurai lo guio al comedor y le sonrió para alejar sus preocupaciones. –En Claridad y Celes siempre tengo que ir a fiestas, cocteles y reuniones, pero ahí soy el empresario en su territorio y con muy pocos colegas con mayor rango que yo.

-Ah, ya- soltó Inoue con un sarcasmo de broma. –Aquí no eres el único Príncipe y debes respeto. Allá eres el amo y nadie te dice nada…

Sakurai rio divertido. Llegando a la mesa él se dividió en revisar la estancia y retirarle la silla a Inoue, viendo de reojo su ceño fruncido, provocando que riera un poco más pero ahora cuidando de no elevar mucho su tono sobre el murmullo general de los invitados.

>>Reglas, cariño<< Le recordó cuando vio que Inoue enfurruñado no se sentaba. Con su cabeza hizo un gesto discreto a sus hermanas, que también retiraban la silla de sus parejas para que se sentaran.

>>Mínimo sé que no soy el único que soporta la humillación<< Gruño Inoue sentándose, solo manteniendo su mal humor en su conversación mental. >>¿Quién demonios planteo esas reglas y etiquetas?<<

>>Bueno, en el pasado siempre nacían hombres en la realeza de los vampiros, y en su mayoría eran Princesa Consortes. De ahí la vestimenta y etiqueta. Pero a las pocas generaciones los Príncipes Consortes aparecieron, solo que siguieron siendo hombres en la realeza. Alguien pensó que sería más fácil dejar las cosas como estaban y las generaciones siguieron. Para cuando las primeras Princesas Herederas nacieron y se unieron con Príncipes Consortes, las personas ya estaban acostumbradas a la etiqueta y todo se dejó así…<<

>>Que estupidez<< Bufo Inoue y miro de reojo a todos ya sentados, los sirvientes poniéndoles los platos y sirviendo más vino. Inoue agradeció a la mujer que le dio su comida especial y miro a Sakurai. >>¿Si sabes que yo solo permitiré este trato de ti, cariño?<< Pregunto con honesto sarcasmo el termino cariñoso.

>>Lo sé, chéri<< Rio Sakurai y comenzó a comer. >>Mi familia también lo sabe. Yo solo espero y no seas muy impulsivo con las demás personas. Después de todo, Sumi-san tiene razón. Los vampiros somos todo etiquetas y diplomacia…<< Negó levemente. Inoue mirándolo a través de su copa levanto sutilmente una ceja.

>>¿Cuándo fue que te dijo eso?<<

>>No hace mucho<< Sonrió Sakurai sin profundizar en esa peculiar conversación.

Inoue dejó de lado el tema y también comió, viendo sin intervenir la plática formal que el Rey comenzó con el momentáneo líder de las Hadas, y las otras Princesas, los tres sentados hasta el otro extremo de la mesa alargada.

Sin contarlos en realidad solo eran quince los invitados de la raza Hada, aun así luciendo demasiados por los consejeros y acompañantes del Rey, todos los Príncipes Vampiros y los Consortes.

Sakurai alivio la tensión de Inoue diciéndole que solo faltaba una pequeña fiesta en privado con acompañantes después de la cena y ellos podían retirarse. Y cuando en realidad era más requerida su presencia, Sakurai se aferró a que Inoue tenía que dormir para librarse también del compromiso.

Verdaderamente, él estaba algo incómodo por cumplir con sus obligaciones de Príncipe después de tanto tiempo.

La comida termino y todos fueron guiados a una pequeña sala cómoda, elegante y con una enorme chimenea de rocas negras y fuego eterno dorado.

De los muchos presentes, solo permanecieron con ellos los integrantes de ambas noblezas. El ambiente cambiando a diplomático y relajado mientras la pequeña orquesta que las Hadas trajeron con ellas en regalo para el Rey, comenzaban a tocar. Su música ligera, un poco triste y muy delicada. Muchos instrumentos de cuerda y viento.

Los sirvientes avanzaron y ofrecieron a todos café, licores, postres y cigarrillos.

En la cabeza de Inoue aún permanecía la épica resaca que solo esa mañana le atormento, así que solo acepto café y un gran pedazo de pastel. Él aun tenia un poco de hambre luego de comer las pequeñas porciones que satisfacían a los vampiros y hadas, pero a Inoue no.

-¿Quieres que te traigan más comida, chéri?- pregunto preocupado Sakurai al ver el hambre en los ojos de Inoue al aceptar el llamativo y delicioso pastel.

-No, Dai. Pero gracias por querer engordarme… -rio Inoue y le cerro coquetamente un ojo. Sakurai quedo colgado.

-¿Brandi esta bien, su Alteza?- cuestiono el sirviente sacándolo de pensamientos.

-Claro. Te lo agradezco. –Sakurai tomo la amplia copa y miro los cigarrillos que el hombre en uniforme le extendía. -¿Son del Rey?- pregunto divertido aceptando uno y dejando que el empleado se lo encendiera.

-De los almacenes de su Majestad, sí.

El hombre se fue y Sakurai le mando una cabezada de agradecimiento a su padre enfrente de él al otro extremo de la estancia. El Rey devolvió el gesto y luego con discreción y educación señalo a Inoue. Sakurai frunció un poco el ceño y después miro a su compañero, que ahora miraba su pastel con mirada enojada.

-¿No sabe bien? ¿Quieres otro?- se apresuró a preguntar curioso, pero Inoue le miro con una ceja alzada.

-No serviría de nada. Con tu maldito cigarro sabrá igual por el humo- bufo, pero aun así se llevó un pedazo pequeño a la boca con el tenedor. –No puedo creer que sigas con ese maldito vicio… -susurro enojado solo trago su pastel.

-Chéri… -trato de calmar Sakurai, cambiando de mano la copa y el cigarrillo para que el humo no alcanzara al hombre.

-No, esta bien. Yo solo no lo entiendo. –Inoue ni siquiera lo miro, cortando su pastel y haciendo una mueca irritada. –Solo te aviso que no te permitiré acercarte mientras huelas así. Detesto el tabaco. Ya sabes que me trae malos recuerdos, y aunque a ti no te puede hacer daño alguno a tu salud, a otros sí. Así que tenlo en consideración.

-Tratare de no fumar cerca de ti o tu familia originaria de Celes. Pero me gustaría que trataras de entender que no es un vicio, Inoue. Yo no lo consumo diario y no es una adicción- se apresuró a decir al ver a Inoue abrir su boca para discutir. Este solo profundizo su mirada enojada.

-¿Entonces por qué demonios lo fumas? Eres un vampiro. No te sirve de nada…

-Es igual a ti con el alcohol. Lo fumo por el placebo. No me puede hacer daño, pero si me relaja. Es una laguna en mi naturaleza que hace mucho descubrí y lo aprovecho junto con el alcohol- explico elevando su copa y tomando un poco, desestimando.

-Solo no te atrevas a besarme inmediatamente después de fumar- sentencio Inoue, ante sus ojos casi como en berrinche. Sakurai rio, asintiendo y dándole una calada a su cigarro, volteándose un poco para no molestarlo a él.

-¿Y después de tomar?- pregunto con travesura, alzando rápido una ceja. Inoue se sonrojo.

-Mientras no hagas de un hábito el emborracharme o emborracharte, no me molesta. Yo solo detesto a las personas que toman mucho alcohol y se aprovechan de eso para justificar errores, pero mientras no me molesten o a otros… -Inoue se alzó de hombros y perdió su mirada a la lejanía, tomando un poco de su café.

Sakurai con impotencia pudo leer un poco de los pensamientos de su pareja, encontrándose que él recordaba los muchos altercados en los que estuvo involucrado defendiendo o defendiéndose de personas borrachas y violentas.

Él de verdad nunca llegaba a esos extremos. Naciendo en una casa como la suya, aprendió muy pronto a decir basta y negarse, tanto como a cuando aceptar y cuánto. El alcohol era necesario, pero siempre había un límite muy marcado. Todos tenían que tener cuidado extra, pues una escena estando borracho nunca era bueno para la familia.

Nunca dañaría a alguien en ese estado, mucho menos a Inoue.

Terminando su cigarro más pronto de lo normal, Sakurai volvió a tomar su copa a la mitad con su mano izquierda, entrelazando su mano libre con la de Inoue. Su profesor lo miro de reojo un poco antes de sonreír levemente y permitirlo, siguiendo con su postre en silencio, un poco sonrojado, luciendo como siempre encantador.

La tertulia continúo sin mayor incidente. Sakurai en determinado momento se vio enfrascado en una larga plática con su cuñado Sebastián, ocasionalmente interviniendo su hermana. Inoue a su lado y empezando con su tercera taza para mantenerse despierto, empezó a platicar con Rio y Keigo, ambos en solitarios y cerca de él.

-No me molestaría que un día que usted desee me muestre más de sus habilidades, Príncipe Consorte. Fue un oponente formidable esta tarde… -decía Rio completamente honesto y algo nervioso. Inoue le sonreía con cariño.

-No me opondré. Tú también fuiste difícil de vencer. Solo que desde muy temprano aprendí a controlarme y pensar.

-¿Puedo preguntar a qué edad comenzaste con lecciones, Onii-sama?- pregunto muy entusiasta Keigo. Sakurai no supo si sorprenderse por el termino familiar y cercano con el que su hermano se dirigió a Inoue o la natural aceptación y cariño de Inoue al dejarlo.

-En Imi-nashi los niños se desarrollan mentalmente muy rápido, especialmente los descendientes de Protectores. De esa manera comencé con mi entrenamiento desde los tres años, y a los cinco ya manejaba de manera favorable… -contesto Inoue tranquilamente, logrando perfectamente no centrarse en el lado oscuro de su declaración.

-¡Tres años!- se sorprendió Keigo, llevándose una mano al pecho. –Nosotros somos de la realeza, así que tenemos que tener un perfil alto a una edad más temprana, pero aun así eso es demasiado. La regla en general para Azelleb son los trece, quince. Para los civiles más de veinte…

-Bueno, yo a los tres ya tenía mentalidad de un niño de diez, doce, Príncipe- rio Inoue entretenido.

-Pero… no el cuerpo, ¿o sí?- dudo Rio pensativo. –Entiendo que manejara la habilidad mental, pero el entrenamiento requeriría cierta fuerza física mínima…

-Eso es cierto, sin embargo… era… soy un Protector. No importaba. Yo debía tener un entrenamiento estricto y único para mi misión… -Inoue dudo un poco en su sonrisa, alejando rápido el sentimiento cuando vio la preocupación de los vampiros. -¡Además, eso último fue muy generalizador, Cuarto Príncipe! Uno de mis amigos Chaton, y perteneciente a mi familia, es una miniatura de un metro con sesenta y tres, ¡y es un experto con la espada! De hecho es un muy buen rival para mí al enfrentarnos con dos espadas. Un poco más de entrenamiento y podría incluso ganarme.

-¿De verdad?- susurro Rio luciendo muy escéptico.

-¡De verdad! Johnny… él… tuvo un entrenamiento igual de duro que el mío… pero su habilidad es verdadera. Nació con un don único. No he conocido a nadie con sus mismas singularidades que pueda enfrentárseme antes…

-Espero de corazón algún día tener el honor de conocerlo… -suspiro Keigo con una tímida sonrisa.

-Pero si lo harás, Octavo Príncipe- intervino Sakurai con una sonrisa condescendiente. –La familia de Inoue tiene que venir para la Fiesta de Presentación y Compromiso- recordó, viendo en los ojos rubí de ambos la emoción. Su compañero solo lo miro curioso.

-Llevas diciendo eso mucho. ¿Qué es?

-El nombre lo dice todo. Sera una muy grande e importante fiesta y baile donde vendrán todos los líderes de las razas aliadas. Ahí tendremos una… mm… ceremonia de compromiso… -dudo algo nervioso, viendo que Inoue aun no entendía.

-Como una boda en Celes… -susurro Keigo inclinándose un poco hacia Inoue. Sakurai le frunció el ceño a su hermano.

-Oh… -jadeo Inoue un poco pálido. –Así que… se puede decir que… haremos una tipo… ¿Qué? ¿Ceremonia pública de lo nuestro? ¿Me… presentaran formalmente como Príncipe Consorte? ¿Por eso me entregarían la corona oficial ahí?

Sakurai y sus hermanos asintieron un poco incomodos. Ellos eran muy conscientes que todo lo relacionado a los Consortes era muy anticuado y pretencioso, pero eran las reglas. Debían hacer toda una ceremonia para hacer oficial el título de Inoue en Azelleb. El hombre ya poseía el nombre, pero con esa fiesta seria permanente y aceptado.

Incluso si no hicieran eso, Inoue seguía siendo su pareja y esposo, nada cambiaria eso… solo que era necesaria la fiesta y todo lo demás.

El profesor solo asintió, recordándose mentalmente que debía aceptar eso sin importar lo nervioso que lo ponía. Sakurai se apresuró a abrazarlo y reconfortarlo, acariciando con su mano su espalda y acercándolo, besando un poco su frente con cuidado.

-Vamos, no es tan malo. Conocerás a muchas personas y todo será muy bonito. La ceremonia no tardara nada y después tu puedes solo divertirte con tu familia y bailar con ellos. Mencionaste que eso les gusta, ¿no?

-Dudo que alguien más que Miyagi o Risako conozca la música de Azelleb, pero bueno… -rio Inoue algo tembloroso.

-Entonces avísales. ¿Por qué no les llamas mañana y les pides que investiguen? Así también pueden arreglar todo y reunirse con nosotros. La fiesta será unos días antes de volver a Celes…

Inoue pareció tranquilizarse con la idea de ver a su familia antes de lo acordado. Reincorporándose miro a Sakurai con diversión y asintió, sonriendo emocionado y solo un poco travieso. Sakurai solo podía suponer que tipo de cosas pensaba hacer el hombre con su familia en Azelleb.

Tan pronto calmo los sentimientos preocupantes de Inoue, el Rey llamo al silencio y se levantó, dándoles un saludo y agradecimiento público a sus invitados esa noche. Sus palabras diplomáticas, educadas y honestas. Al terminar todos aplaudieron y sonrieron, escuchando de nuevo a la orquesta que esta vez comenzaba un pequeño concierto a petición del Rey.

La calma, satisfacción y el silencio recorrió la estancia. Sakurai planeo que terminando eso se iría con Inoue, pero encontró que su amiga se encontraba bastante nerviosa y se retiraba, justo cuando sus compañeras de raza comenzaban a tocar. Él se preocupó bastante, añadido con la mirada triste de las hermanas de su amiga.

En toda la velada Naya nunca se acercó a él. Sakurai pensó que estaría inevitablemente cerca, preguntándole sobre su tiempo fuera de Azelleb, como siempre hacia, pero ni una vez desde que regresaron sucedió. Era muy extraño.

Mirando a Inoue cómodo y con muy poco sueño, se preguntó si podía alargar un poco más su retirada para averiguar que sucedía con su amiga de infancia. Temía que ella decidiera alejarse definitivamente de él ahora que había encontrado a su destinado. Que ya no fuera su amiga.

Sakurai salió de preocupaciones cuando su cuerpo se vio asaltado por un escalofrió. Las hadas cambiaron su tonalidad a una melodía aun más triste. Las cuerdas casi como alaridos, las flautas dando consuelo. Era maravilloso.

Él cerro los ojos y se inundó del sentimiento, muy vagamente ya sentía el estremecimiento y melancolía.

Sakurai abrió los ojos y con sorpresa y preocupación vio a su profesor llorar desconsolado, tratando con la misma intensidad no llamar la atención, a pesar de que era evidente todos los presentes dieron con eso. Él solo hizo una mueca cuando Sakurai le hablo por su enlace mental.

>>¿Te encuentras bien, chéri?<<

Inoue solo negó sin verlo, limpiando sus negras lagrimas con un suave pañuelo de tela. Sakurai gruño su impotencia.

Con rapidez vio a su padre. Este le otorgo una rápida mirada tranquilizadora antes de volver a ver a la orquesta y sonreír levemente y con cuidado.

>>Recuérdalo, Príncipe. ¿Cuál es tu conocimiento acerca de esta pieza musical en específico?<<

Sakurai frunció confundido su ceño. Con la mención y una fugaz mirada a su pareja, un recuerdo muy antiguo, de su niñez en el castillo regreso a él.

Cuando su madre vivía, ella misma les impartía lecciones de música a sus hijos, como educación básica para un Príncipe.

Fue en una de esas clases que ella toco la misma melodía solo con un violín. Ese día Sakurai noto a la mitad de la pieza que una de las doncellas del Palacio lloraba desconsolada mientras tapaba su boca con una mano. Sus hermanos y él esperaron a que terminara la canción y la bella chica se fuera, para preguntar curiosos y preocupados. Su madre con una amable sonrisa les comunico que ella no poseía magia alguna, sin embargo, cualquiera que tocara esa sonata, produciría el mismo fenómeno en la persona que hubiese sufrido un gran dolor emocional, pero que estuviera aceptando ayuda para sanarse de alguna manera.

Sakurai volvió al presente y miro a Inoue, quien cerraba los ojos apretando en una de sus manos su pañuelo.

Él se notó considerando que toda la raza Chaton por completo llorara su sufrimiento con esa singular canción. Inoue, quien alivio, recibió y deshizo del dolor de varios chicos de esa especie, seria el que probablemente sufriera más.

Sin decir nada, Sakurai solo acerco los pocos centímetros que lo separaban de su pareja. Sin mirarlo, lo abrazo fuertemente, permitiendo que el hombre llorara bajo su protección mientras escuchaba las desbordantes notas que incluso lograron hacer estremecer a Sakurai por lo implícito en la tonada que expresaba el dolor más íntimo y cruel posible. Sufrir que paso su amante, pero ya no más.

Inoue no era el único que sucumbió al hechizo que la canción mantenía con ella, así que nadie dijo nada de los tres presentes que lloraron.

Al terminar la melodía, y casi como disculpa, las chicas comenzaron con una tonada más alegre.

-¿Esta bien todo?- pregunto Sakurai viendo a Inoue más tranquilo. Él hombre solo pudo mirarlo y asentir. -¿Quieres que nos vayamos?

-Esta bien. Estoy bien. Permanezcamos un rato más… -Inoue se separó de él y pretendió sonreír, pero sus labios solo temblaron. -¿Te molesta que salga un momento? Por aire…

-Por supuesto… -Sakurai beso su frente permaneciendo unos segundos así. Sabía que Inoue quería estar solo, pero no quería que olvidara que ya no estaba solo. –Saliendo por esta puerta puedes llegar a un balcón. Trata de no alejarte o te perderás… -sonrió Sakurai, mitad broma, mitad verdad. Inoue le regalo una sonrisa tímida y asintió.

-Ahora vuelvo…

Sakurai solo lo miro irse, completamente inquieto. Su mirada se posó en la estancia que estaba algo vacía. Inoue no siendo el único que necesitaba un respiro antes de volver a lo diplomático. Agraciadamente Inoue fue el único que se dirigió a la puerta al otro extremo. Mínimo eso le otorgaría privacidad.

 

 

La vista desde esa parte del castillo era algo peculiar. El balcón desde el cual se apoyaba estaba justo encima y dejaba ver parte de un pequeño patio rodeado de muchas habitaciones. Inoue podía sospechar que eran las de los empleados. Una pequeña parte después de todo. Para la realeza trabajaban cientos, por no decir miles de personas.

Él suspiro y dejo que el aire le despejara. La curiosa sonata seguía sonando un poco débil en su mente. La sensación de confort y cariño lo desarmaron rápidamente.

Inoue no podía entender que sucedió, pero no quería que volviera a pasar. Odiaba cuando no tenía control sobre sus emociones. ¡Nunca quería volver a perder el control así en una reunión importante similar!

-Ruego y disculpe a mi gente. No fue intencional provocarle tristeza, Príncipe Consorte…

-No… para nada… -Inoue miro incomodo a la Princesa Naya. No tenía ni idea de que más decir, y por la mirada de la mujer que iba a todos lados excepto a él, podía decir que lo mismo sucedía con ella.

En silencio ambos permanecieron ahí a solas, sin verse, tratando de llegar a algún punto. Inoue cediendo antes.

-Mira, Princesa… Te propongo algo. Conozcámonos. Sin presiones ni obligaciones, solo hablar de lo que nos sintamos cómodos, ¿sí? Por Daisuke… -propuso completamente inseguro, esforzándose verdaderamente por ser accesible.

-Yo… No pretendía… -ella mascullo en pánico, sus lindos ojos ámbar muy grandes. Inoue alejo su preocupación negando energéticamente, tomando valor para acercarse y tomarla por los hombros con gentileza.

-Eso no debe preocuparte… Yo no pienso más de eso… Tranquila…

-Yo nunca haría nada por separarlos. ¡Se lo juro, Príncipe Consorte!- ella exclamo muy convencida, desesperada por demostrar sus sentimientos a Inoue. –Soy consciente que Daisuke lo aprecia, y es su alma gemela. Es mi deber como su amiga cuidar, desear y ser feliz por él… y por supuesto por usted…

-Yo preferiría que por el momento solo te preocupes por Dai- sonrió tensamente Inoue, soltándola. –Que él y yo estemos enlazados no quiere decir que tengas que alejarte y ya no ser su amiga. Él… te necesitara. Me gustaría que permanecieras con él y lo ayudaras como siempre…

Aunque no podía negar que la idea lo incomodaba un poco. Después de todo, esa chica conocía por completo a su destinado. Ambos tenían una larga historia juntos, secretos y sentimientos.

Lejanamente Inoue se preguntó si Daisuke se sentía igual acerca de Miyagi.

Con la última idea, él se sintió mejor con su decisión y el agradecimiento de la chica. Sabía que le costaría a los tres hacer que todo funcionara… pero solo por Sakurai.

-Deberían entrar. Hace más frescor esta noche, jóvenes…

Naya y él se sobresaltaron al ver al Rey sonriendo ahí enfrente de ellos. Ninguno lo sintió acercarse, e Inoue fue el más agitado por eso. No era normal que él fuera sorprendido así. Esperaba que no fuera algo rutinario.

La Princesa reverencio, recordándole a Inoue que siempre que estuviera en presencia del hombre tenía que hacerlo. Él se apresuró a hacerlo antes de verla dudar a ella, mirándolo de reojo. Inoue no podía evitar encontrarle un parecido significativo a Johnny, siempre tímida, amable y luchando por llevar las cosas bien. Naya era muy dulce.

-¿Te puedo invitar a desayunar mañana? Dai se nos unirá tarde y podemos conversar… -sonrió Inoue. La reunión también le serviría para ser acompañado en la mesa cuando todos los vampiros ya no necesitaban alimentos, contrario caso a las Hadas.

Nada formal, solo amistoso y cortes. Esperaba que ella no se sintiera presionada.

-¡Sera un honor, Príncipe Consorte! Lo veré a primera hora… -sonrió ella resplandeciente, verdaderamente emocionada al ver el intento de Inoue. Él le devolvió el gesto.

El Rey y él la miraron marchar. Inoue inmediatamente se dio cuenta que de nuevo estaba a solas con alguien más sin saber que decir. Su incomodidad volvió y solo logro mirar el suelo completamente tenso, esperando algo, aunque no sabía que. Christian rápido dio con su actitud y rio.

-Espero de corazón tener el tiempo apropiado en que nos visite para lograr que no esté inseguro cerca de mí, Kazuhiko-sama- sonrió el regente apoyándose de espaldas en el balcón. Su mirada brillaba con una luz sobrenatural especial, de alguna manera sin lograr ser intimidante. Su postura fue accesible mientras ladeaba un poco su cabeza y sonreía con amabilidad, viéndolo.

Inoue por primera vez no se sintió abochornado o nervioso, pero si algo abrumado. El Rey era fuerza, valor y cariño… un sentimiento extraño que influía siempre en Inoue y él no conocía. Era extraño pero no desagradable.

Los ojos rojo sangre se enfocaron lentamente en el cuello de Inoue. Su sonrisa desapareció y se tensó un poco.

-Veo que decidieron que tú lo tuvieras… -susurro. Inoue sin entender bajo la mirada a donde el Rey veía, sobresaltándose al notar que de alguna manera el collar que le diera Sakurai se salió de entre su ropa y era plenamente visible en su pecho, encima de su capa.

Congelado, nervioso y solo un poco asustado, Inoue no encontró fuerza para volver a esconder el preciado regalo entre su ropa. En parte sintiéndose estúpido. Antes de él, el collar había sido del hombre enfrente de él.

Inoue por un momento temió que el Rey le demandara regresárselo, pero Christian pronto cambio su impresión por melancolía simplemente. Su mirada alejándose de Inoue se notaba en el pasado, recordando con alegría y un poco de tristeza. Seguro recordaba a su amada Reina.

-Ese collar después de mi duelo fue guardado por mucho tiempo. Me alegro que de nuevo vea luz y tenga un nuevo dueño. Temo que la dulce Charlotte estaría triste por el tiempo que fue olvidado. Pero mi consuelo es que ahora esta en las manos correctas… -sonrió y le volvió a mirar con calidez. Inoue tímidamente devolvió el gesto bajando sus ojos, sintiendo de nueva cuenta ese peculiar sentimiento recorrerlo.

-Lo cuidare mucho, Rey. No lo dude… -prometió con honestidad. Christian negó con suavidad.

-No puedo aceptar que hagas eso por mí, Príncipe Consorte. Ya no es mío. Fue heredado a mi tercer hijo, y él te lo ha otorgado. Apreciaría que lo valoraras como un regalo de mi hijo, no como antes de mi propiedad…

Eso tenía sentido, pero de igual manera Inoue seguía sintiéndose algo incómodo por llevar el que fuera un recuerdo muy valioso para el Rey sobre su amada.

-Lo que de alguna curiosa manera me recuerda… -vago Christian sonriendo traviesamente. –Yo nunca les aclare sobre no castigarlos por su enlace. Recuerdo que a su presentación, aceptaste recibir el mismo castigo… y también recuerdo al Heredero aceptar en su nombre la situación- rio un poco, mostrando algo de sus dos colmillos.

-Algo me decía que si no lo menciono en el momento, no haría nada- sonrió nerviosamente Inoue, recibiendo más de esa risita profunda y atractiva.

-Estaba en lo cierto, sin embargo. Es correcto también que debieron comunicarme algo, pero eso son solo detalles.

-¿Detalles?- se sorprendió Inoue. Por la anterior conversación con Sakurai y los otros dos Príncipes, Inoue sabía que los vampiros se tomaban muy en serio las costumbres, reglas y etiquetas. Era casi de esperarse que el Rey mismo de los vampiros fuera un poco más estrictos que eso, pero el hombre… solo sonreía y negaba.

-He sido el Rey desde mucho más tiempo del que quiero recordar, Príncipe Consorte. Fui testigo de innumerables encuentros de seres destinados. Nunca lo he experimentado, pero puedo saber perfectamente la mecánica. Sé que ninguno de los dos tuvo mucho tiempo para pensar. Era evidente que comunicarme de su descubrimiento era lo último en sus mentes en ese momento.

Ciertamente. Sakurai desde el principio pretendió unirse a Inoue, pero cuando ambos dieron en la cuenta que de hecho ellos estaban destinados, las cosas fueron diferentes. Solo la llegada de los Príncipes a Celes les recordó que ellos tenían que pensar en otras cosas, y fue entonces que todo en cierta manera empeoro con Inoue casándolos.

Todo fue un completo caos y en realidad no hubo mucho tiempo para considerar hacer consciente al Rey.

Inoue tenso, junto sus manos enfrente de él y reverencio al Rey, pretendiendo pedir disculpas por sus acciones egoístas e impulsivas que causo todo el problema.

-Oh, vaya. No debe inquietarse, Kazuhiko-sama. Desde el comienzo yo era conocedor de la noticia…

¿Lo era? Inoue se reincorporo y lo miro curioso, viendo de nuevo su tranquila y bella sonrisa.

-Tiempo antes en su cortejo, al inicio, Sakurai acudió a mí por consejo. Sus palabras, sentimientos y acciones me hicieron sospechar. He sido otro observador de como mis hijas menores se enlazaron, así que tengo una idea de cómo actúan mis hijos en situaciones similares… -rio, bromeando y luciendo satisfecho por eso. –Después de que anunciara todo a los Príncipes yo ya tenía más certeza. En su descubrimiento, que sospecho fue en una situación apremiante, sus emociones me inundaron al igual que a los otros Príncipes. Una simple visita rápida a su mente y yo lo sabía. Solo que otorgue tiempo para… que se conocieran.

Oh… el Rey se refería a esa semana que Sakurai y él estuvieron encerrados teniendo sexo y hablando. Inoue podía sentirse sonrojarse ante la divertida mirada del regente.

-De… debimos comunicarle entonces… Lamento mucho eso…

-No había mucho que se pudiera hacer. Los Príncipes actuaron antes que cualquiera de nosotros- rio Christian, aunque se notaba un poco frio. –Trate de advertirle al Tercer Príncipe. Me alegro de que siguiera mi consejo y predicción… -susurro misteriosamente viendo a la lejanía. Inoue no pudo entenderle mucho.

Christian parecía recuperarse antes de sonreír de nuevo amablemente, levantando una mano para acomodar un mechón de cabello suelto de Inoue.

-Estoy verdaderamente satisfecho que todo sucediera como lo hizo si el desenlace es este. Espero verdaderamente que su estancia en Azelleb sea satisfactorio, Príncipe Consorte. Ruego permita sea mimado por cada uno de nosotros…

-U-ustedes no deben… -dudo Inoue nervioso, bajando la mirada abochornado. El Rey lo miro con cariño y rio.

-Mis hijos y yo tomamos muy seriamente el cuidado y amor por nuestra familia, Kazuhiko-sama. Por favor sea consciente que ahora usted es uno de nosotros. Le protegeremos, cuidaremos y amaremos. Eso hacemos los vampiros. Eso hará tu Kypher od mi Sjol…

La mención extrañamente le hizo extrañar a su compañero. Christian pareció entender al mirar al cielo y acomodar su capa mejor, haciendo un gesto educado hacia el salón de reuniones lleno.

-Insisto en reincorporarnos a la velada. Hace frio…

No más que de costumbre. Azelleb era de clima bajo por la falta de sol, pero Inoue casi no lo sentía por la ropa, capa y su Poder. No era más frio que Celes en invierno, pero era una buena excusa.

Inoue sonrió y se adelantó, sintiendo que Christian le seguía. Al entrar se sorprendió de que todo fuera silencioso, tenso y que todos los invitados estuvieran reunidos en el centro, viendo especialmente a Muldor y Sakurai hablar tensamente con un grande y robusto hombre de traje militar pulcro, muy poderoso y rudo. No lucia casi como vampiro, aunque Inoue tenía la impresión de que lo era.

-Demando saber que sucede aquí… -se hizo escuchar el Rey, reincorporándose en toda su altura, luciendo como el líder y nada como el ser gentil y amable que había estado hablando con Inoue antes.

-Este payaso que busca pleitos- soltó Haruka solo unos pasos atrás de los protagonistas de la escena.

-¡Más respeto a cómo te diriges al General Primero, Segundo Príncipe!- exclamo Christian reprobatorio, pero contrario a lo que evidentemente se esperaba de los Príncipes, Haruka no retrocedió.

-Lamento eso, Rey… pero no me puede pedir respeto a alguien que no lo merece… -escupió lleno de rencor el chico, mirando con asco al cretino hombre que lo miraba burlón.

-Le he dicho, Rey… Un poco de indulgencia y los Príncipes terminarían sin entender el respeto a la autoridad…

De acuerdo, el sujeto no le gustaba a Inoue. Era cretino, se creía superior y simplemente tenía esa mirada en sus ojos negros que le hacían ser cuidadoso. Le gustaba el poder y ejercerlo… en quien se dejara, inocentes o no.

-¡Basta!- ordeno fría y duramente el Rey. Todos se tensaron y reverenciaron por instinto, incluido Inoue. –Veo que ninguno de los dos son los suficientemente maduros para lidiar con sus sentimientos, así que les pediré que solucionen esto de manera civilizada en otro momento. No quiero volver a escuchar a ninguno de los dos de nuevo dirigiéndose así al otro. ¿He sido completamente claro?

-Rey, pido me escuche… -intervino Muldor irritado, pero no con el Rey mientras se acercaba. –Entiendo la diplomacia dado mi posición, pero este hombre ha cruzado la línea muchas veces y ha salido sin castigo por su rango. ¡Eso tiene que acabar!

-¿A que se refiere, Heredero?- pregunto el Rey sospechando, aun frio e imponente. Muldor bajo un poco la voz.

-Todos lo hemos visto durante años expresar su opinión acerca de los Príncipes. Sobre todo con Sakurai. Era fácil ignorar y perdonar, pero no permitiré que este hombre hable tonterías con los invitados presentes. ¡He llegado a mi limite, Padre! Temo decir que si usted no interviene, yo lo hare…

-Mi Rey, todo ha sido un gran mal entendido… -sonrió burlón y cretinamente el sujeto mientras ponía una mano en su pecho cubierto de emblemas y otras cosas curiosas de plata. –Yo no quise decir nada con mi conversación…

-Salvo dejar muy en claro que me repudia- se alzó de hombros indiferente Sakurai. Inoue frunció el ceño.

-Yo solo he dado mi opinión, Tercer Príncipe. Pienso que debería estar aquí, con su gente… en lugar de lucirse fuera de Azelleb y olvidar sus verdaderas obligaciones.

-¿Si? Pues ahórrate tus opiniones… -escupió Remi adelantándose a la multitud, viéndolo de arriba abajo con desprecio. –Las decisiones que tome el Tercer Príncipe no son de tu incumbencia.

-Séptima Princesa… -calmo con cariño Sakurai, elevando una mano pidiéndole que se detuviera.

Christian parecía irritado más allá de todo límite. El regente cerro los ojos y tomo una pequeña respiración, calmándose visiblemente. Evidentemente no quería tolerar semejante actitud arrogante del hombre con los Príncipes, pero no podía hacer mucho por el alto rango que poseía el hombre.

Más que nunca, Inoue detesto la burocracia.

-¿Tiene algo de malo mis pensamientos, Séptima Princesa?- pregunto más fríamente el general, mirándola de tal manera intensa que la chica poco a poco enseño sus colmillos en advertencia. A su lado, su pareja se acercaba también amenazante, sin apartar su mirada del hombre.

-Le aconsejo pare en este momento, general Yered- susurro lentamente el Rey con precaución.

-Le debo mi vida, respeto y lealtad por siempre, Rey, pero simplemente no entiendo como ha permitido semejante situación. Todos sus hijos deberían tomar responsabilidad con los diversos aquelarres y permanecer aquí, fieles a su familia y gente… -Su mirada oscura recorrió principalmente a Sakurai, pero lo que enojo más a Inoue fue que miro a Keigo.

Inoue sabía el chico aun estaba pensando que hacer. No tenía un aquelarre en su dirección y casi nunca estaba con los vampiros. Sakurai le había dicho que todos estuvieron de acuerdo en que el ultimo Príncipe conociera Azelleb a su ritmo, sin ninguna presión acerca de tomar responsabilidades, así que Inoue no podía entender porque el feo hombre si tenía algo que decir.

Con recelo Inoue se acercó a Sakurai, llevándose la mirada del hombre que alzo una ceja en su dirección. Inoue lo ignoro, mas concentrado en evitar que Sakurai reaccionara ante sus modales.

-Vámonos… No merece la pena, Dai… -le susurro a su compañero, pero lamentablemente el otro escucho.

-¿No merezco la pena? ¿Quién demonios te crees que eres, mujercita?- le gruño el tipo mostrando a plenitud sus colmillos. Inoue exploto con furia, desatando su poder, alcanzando al tipo con su velocidad desarrollada en pelea. Él apareció una espada de hielo, tomo por el cuello al bastardo y lo empujo con violencia a la pared más cercana, amenazándolo con la punta filosa de su arma el pecho agitado del hombre que lo miro con horror.

-¡¿Quién te crees que eres TÚ, para hablarme así a MI?! ¡¡¿EH?!!- grito Inoue colérico, empujándolo un poco más en la pared. –Me debes respeto, maldita escoria, te guste o no. ¡Soy el Príncipe Consorte del Tercer Príncipe, y te equivocas bastante si crees que seré tan amable como el Rey para soportar escucharte decir estupideces sobre mi Destinado!

Inoue empujo un poco más su espada en su pecho, haciendo una cortada en la ropa cara y reglamentaria. Su sonrisa sabia era diabólica por la expresión de pánico en el tipo que ni siquiera luchaba por el miedo.

-Te vuelvo a escuchar hablar así, no solo a mi compañero, si no al Rey y mis hermanos, y yo mismo hare de tu castigo algo disfrutable para mí. No me quieres conocer enojado, y ruego a los dioses nadie más me provoque. Estoy haciendo todo en mi poder por someterme a las reglas y estupideces varias, pero no me voy a quedar quieto por mucho. ¡Tenlo muy en cuenta, bastardo! ¡¡¿Me has entendido?!!- grito Inoue con furia. El hombre solo pudo asentir, impedido de responder con su voz por el agarre de Inoue, que si bien le permitía respirar, aun le hacía daño.

Inoue le miro con toda la intensidad posible y después le dejo caer de golpe, mirándolo con superioridad.

-Me alegro que llegáramos a una conclusión aceptable. Y solo para que entiendas, que mi aspecto no quiere decir nada en realidad… -escupió, verdaderamente irritado de que todos lo subestimaran de nuevo por su apariencia.

Sin mirar a nadie, Inoue tomo de la mano a Sakurai y se retiró de la fiesta. A él en ese momento no le importaba en realidad haber hecho una escena similar delante de importantes invitados, su nueva familia, ni incluso delante del Rey mismo. Ahora lo único que lo dominaba era el enojo y quería deshacerse rápidamente de eso… Y tenía una muy buena idea de cómo lograr su propósito.

Inoue agradeció poner atención a su camino al llegar a ese salón y poder ubicarse para regresar a su habitación que compartía con su pareja. A ellos no les tomo más que un par de minutos llegar sin aparecerse.

Sakurai en todo el camino no había dicho nada, pero Inoue podía sentirlo sonreír, apretando gentilmente su mano.

-No digas nada… -susurro Inoue cuando entraron al cuarto y permanecieron en silencio sin verse.

-No lo hare- prometió Sakurai abrazándolo por la espalda. –Pero si lo hiciera, solo podría decir que estoy muy feliz y halagado de que me defendieras tan ferozmente- gruño juguetonamente en su oído.

-No es divertido, Dai- gimió Inoue, sintiendo por primera vez la vergüenza por sus actos.

-¡Lo fue, chéri! ¿Sabes cuan molesto es ese hombre? Aprendí con el tiempo a controlarme e ignorarlo, y con una maldición si ahora me afecta… pero eres el primero en oponerte así a él… ¡Y eso fue tan excitante!

-¿Excitante?- rio Inoue volteándose, viendo sus ojos divertidos y seductores. El bochorno y arrepentimiento de Inoue desapareció mientras pasaba sus manos por el pecho de su vampiro, inundándose una vez más de ese abrazador sentimiento por su apariencia y el maldito sexy uniforme.

-Muy excitante… -susurro Sakurai bajando y lamiendo su cuello, justo en la marca permanente de donde siempre bebía de Inoue desde la primera vez.

-¿Tomaras mi sangre?- jadeo Inoue con anticipación, aferrándose a él. Sakurai rio y mordió muy suave su cuello.

-¿Eso quieres, Kypher od mi Sjol?- sedujo con una voz muy baja y atractiva. Con uno de sus brazos rodeo su cintura, otra ocupándose muy seductoramente de apartar todo su cabello y ropa para poder seguir lamiendo y mordiendo su cuello y parte de sus hombros.

Inoue solo podía estar ahí, jadeando, deseando quitarse toda la ropa y entregarse, pero sabía que eso no sería divertido, así que espero, quieto, excitado… olvidando todo en su mente.

Sakurai se separó de él y le miro directamente con calor, haciéndolo sonrojar un poco. El vampiro se acero e Inoue por instinto se inclinó, recibiendo el húmedo y delicioso beso. Correspondiéndole, Inoue enredaba su lengua con él, dejando que Sakurai lo dominara en cada instante, haciéndolo estremecer y derretirse, solo dándole un poco de concentración para rodearlo con sus brazos y no caer al suelo en una masa pegajosa.

El calor y ansias traspasaban al otro. Sus cuerpos tan cerca inevitablemente comenzaron a necesitar más. Sakurai acercándolo y rozando sin querer su erección en Inoue. Él gimió en su beso, revolviéndose para repetir la acción.

El hombre pareció perder paciencia con sus acciones. Rápidamente lo cargo por la parte trasera de sus piernas, y acercándolo a él, lo llevo a la cama, dejándolo caer y reuniéndose con Inoue después de quitarse la capa y corona. Inoue lo imito casi rompiendo el maldito nudo de la capa.

-Creo que tendremos practicar mucho el quitarte y ponerte la ropa, chéri. Solo así te familiarizaras- sonrió Sakurai. Inoue giro los ojos pero aun así correspondió, soltando una risita y volviendo a rodearlo con sus brazos, cruzando sus dedos detrás de su nuca y viéndolo con cariño.

-Yo sé que haremos precisamente eso…

Sakurai sonrió antes de volver a besarlo. Sus manos bajaban lentamente por la delgada ropa, circulando sus pezones, incrustando las puntas de sus dedos en otras partes, ignorando olímpicamente su excitación mientras seguía bajando, metiendo su mano debajo de la túnica y pasándola por sus piernas que se tensaron a su tacto, relajándose cuando él comenzó a acariciarlo.

Inoue después de días en Azelleb, por fin le encontró utilidad a la maldita cosa.

Él gimió mas agudamente de lo que quería cuando el vampiro sin mayor complicación tomo su penen en su puño. Sakurai sin embargo no se inmuto y comenzó su asalto rápidamente, con un ritmo marcado, haciendo a Inoue perderse mientras se curvaba y se ahogaba por el intenso beso que no le permitía respirar.

Sus manos inquietas se sostuvieron de los fuertes hombros aun vestidos de su pareja. Sakurai sonreía traviesamente, mirándolo perderse en placer, continuando con sus caricias, repartiendo el líquido que brotaba de la punta con su pulgar. Inoue rápidamente se encontró en la cúspide, solo para gritar frustrado cuando el hombre no continuo y dejo de estimularlo, apresurándose a desnudarlo.

-¿Quieres que yo también me quite esto?- pregunto completamente divertido, señalando su uniforme. Inoue se convirtió en un punto rojo mientras golpeaba su hombro.

-¿Viste lo que paso hace un rato, no? ¿Quieres ser el que sigue, amor mío?

-No me importaría si después me dejas ser salvaje también- gruño excitado, tomando a Inoue por los dos lados de su cadera. Sin aviso, tomo su excitación en su boca, succionando, lamiendo, incluso mordiendo mientras lo llevaba de nueva cuenta a lo mas alto en tiempo record.

Pero Sakurai no paro su tortura. Sus garras en sus dedos se alargaron ante la consternación de Inoue. Sin dejar de torturarlo haciendo todo lo correcto en su pene, sus uñas lo lastimaban incrustándose en su piel.

Inoue grito, perdido. El dolor, placer y el siempre presente conocimiento de que no era un simple extraño que desaparecería pronto de su vida, todo se juntaba. ¡Pero Sakurai no lo dejaba liberarse, el maldito vampiro!

Inoue se reincorporo en sus codos para verlo sonreír. Sus ojos brillando y sus dedos lastimándolo más. Inoue por su naturaleza en poco tiempo estaba curado de las largas líneas sangrantes, y eso lo sabía el vampiro. Él solo estaba haciendo aquello para complacerlo. No suficiente para él, pues quería su orgasmo y Sakurai solo no se lo daba.

Sin poder soportarlo más, Inoue simplemente lo alcanzo y lo separo de su cuerpo, abrazándolo en un beso furioso, haciendo todo lo posible por quitarle la ropa. Excepto el saco. Inoue no entraría en detalles sobre eso.

Sakurai solo negó y lo beso en su cuello con cariño. Sus manos en todas partes, acariciándolo. Inoue se estremeció en la cama, revolviéndose, gimiendo e incluso suspirando. Su cabeza por completo daba vueltas y se sentía muy aturdido lleno de éxtasis.

Él no podía recordar la última vez que había tenido un encuentro tan apasionado con alguien más, pero con Sakurai siempre era igual. Todas las veces eran especiales.

Aquel extraño sentimiento que Sakurai le otorgaba cada vez lo inquietaba solo un poco. Él conocía lo que era, había estado en contacto directo con ello desde que Miyagi conoció a Shinobu, pero no quería revisarlo en profundidad. Solo sabía que terminaría defraudándolo y alejándolo… E Inoue ya no podía vivir sin eso.

Ciertamente estando juntos no era como en el pasado para Inoue, pero cada vez él también se obligaba a no pensar de más sobre sus sentimientos. Siempre fue así y era lo único que permanecía. Lo demás era diferente.

Inoue lo besaba cada vez que podía, abrazándolo, repitiendo su nombre con una satisfacción anormal, sabiendo que solo él poseía ese honor, y que por lo que quedaba de sus vidas permanecería de esa manera.

Sakurai lo besaba por todos lados, acariciándolo y a veces pasando sus uñas, solo dañándolo un poco, nunca en el mismo lugar. Inoue quería desesperadamente sentir eso mientras lo embestía, pero su compañero tenía planes diferentes al tomarse todo el tiempo del mundo.

Sin saber cómo, y tan perdido como había estado, Inoue se encontró de rodillas apoyado en sus manos. Su cabeza cayó un poco por la embarazosa posición, con la acción provocando que su cabello ya completamente despeinado cayera todo su largo, ocultándolo en una cortina de fino y claro cabello.

Su pareja tenía planes muy claros mientras acariciaba sus glúteos, sus muslos y parte de su espalda. Podía sentir su peso y su calor corporal, el sudor que aparecía poco a poco. Alcanzaba a escuchar su respiración alterada.

Todo era claro y abrumador. Era satisfactorio y placentero. Era simplemente especial.

Inoue tomo en un puño la sabana debajo de él. Incluso si la fina y escurridiza tela se escapaba de él, le producía cierto alivio aferrarse a ella. Más cuando Sakurai sin el mayor problema metió dos de sus dedos en su caliente y anhelante interior, revolviéndolos fuertemente, ganando de él un grito y gemido, que sus piernas temblaran y su pasión se desatara en toda su potencia.

Podía sentirse derretirse, un calor anormal en él recorriendo todo su cuerpo. Su cabello comenzó a molestarlo mientras montaba los dedos. Necesitaba ya su liberación, y si Sakurai no se daba prisa él ya estaría ahí sin su amante. Podía sentirlo cada vez más cerca.

El vampiro lo hacía a conciencia, centrándose en esa especial parte dentro de su cuerpo, empujando con toda su fuerza sus dedos justo ahí cada vez que entraban. Acompañando su gesto mordía sus nalgas, las lamia, su mano libre volvía a herirlo en sus costados.

Todo se juntó y sin pleno aviso Inoue ensucio la cama. Apenas estaba a la mitad de eso, Sakurai se empujó por completo en él, comenzando sus embestidas salvajes.

Inoue a punto de volverse loco se agarró de lo que pudo, siendo empujando hacia delante. Podía sentir que avanzaba en la cama, pero las suaves sabanas no le hacían daño en sus rodillas.

Su maldito cabello se enredaba y mojaba por el sudor, pegándose en sus ojos. Él no podía librarse de ello o caería de cara, así que se movía consecutivamente para apartarlo, provocando a la vez que Sakurai cambiara de ángulo, volviendo a su punto especial. Sin darse cuenta, en cierta parte Inoue olvido la incomodidad de su cabello y solo se movía para causar eso precisamente.

-Luces tan bello… -susurro extasiado Sakurai acercándose a él. Una mano la apoyo en la cabecera y con otra acomodo todo su cabello de lado para besar su cuello.

-¡Dai!- gimió Inoue, estremeciéndose cuando la cálida lengua rodeo la marca de mordida sin tocarla.

-Mi Inoue… -gimió Sakurai, volviendo de nuevo a perder el control. El sonido de sus jadeos, el obsceno ruido del sexo y los gritos de Inoue, todo se mezclaba y añadía algo más a su encuentro.

Sus manos en la cama se entrelazaron, Sakurai beso su cuello antes de por fin morderlo al mismo tiempo de rodear su erección de nuevo en un puño fuerte. Inoue no pudo más y exploto en un millón de piezas, todo brillando cegador detrás de sus ojos cerrados. Su cuerpo floto y experimento el más exquisito placer existente.

Él tan sumergido en eso que no dio en cuenta que había mordido el brazo con el que Sakurai rodeaba su pecho. Su compañero lo alcanzo en la nube de éxtasis por el acto, golpeándolo más fuerte y seguido.

El orgasmo los había tomado a los dos por sorpresa, así que al volver a abrir sus ojos ambos se miraron con extrañeza, jadeando y agotados. Sakurai al final sonriendo con satisfacción y besándolo con cariño.

-De verdad que espero que vuelvas a defenderme, Inoue. ¡Es fantástico!- rio divertido apoyando su frente en su hombro, temblando, jadeando, abrazándolo con fuerza mientras trataba de calmarse después de perder el control.

Inoue gimió un poco y apoyo su caliente rostro en la cama, apoyando a su amante en su parcialmente segura mente.

 

Continuara…

 

 

 

Notas finales:

No recuerdo si debo aclarar algo, pero ya saben que hacer si desean preguntar o comentar algo ;D

Y bueno, asi las cosas. Me gusta que Inoue se este entregando aun mas, y tambien que la gente no lo entienda y lo presione. Pero algunos ya se dieron cuenta de que un Inoue estresado no es una buena cosa xD

 

Los leo para la proxima. Lamento tardar de verdad tanto, pero entre proyectos, trabajo y tratar de terminar dos historias aparte de esta... ¡Me mata! XP

Pero bueno~

Cuidense mucho. Que el yaoi los acompañe c: (?

Christal PM.


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